Razón y Palabra Bienvenidos a Razón y Palabra.
Primera Revista Electrónica especializada en Comunicación
Sobre la RevistaContribucionesDirectorioBuzónMotor de búsqueda


Abril - Mayo
2004

 

Número actual
 
Números anteriores
 
Editorial
 
Sitios de Interés
 
Novedades Editoriales
 
Ediciones especiales



Proyecto Internet


Carr. Lago de Guadalupe Km. 3.5,
Atizapán de Zaragoza
Estado de México.

Tels. (52)(55) 58645613
Fax. (52)(55) 58645613

Los 4 Signos
Diseño de las Operaciones Fundamentales en Metodología Semiótica
 

Por Juan Magariños
Número 38

RESUMEN
La semiótica, como metodología de investigación en ciencias sociales, tiene por objeto explicar el proceso de producción, interpretación, comunicación y transformación del significado de los fenómenos sociales. Una consideración sincrética de las propuestas de Saussure y de Peirce permite pensar con riqueza y rigor las operaciones cognitivas fundamentales que intervienen en la elaboración de aquella explicación. Se distinguen los dos planos básicos para la producción del significado: la semiosis sustituyente y la semiosis sustituida, y en su interdependencia se identifican 4 relaciones semióticas básicas, aplicables a las 3 clases posibles de signos: icónicos, indiciales y simbólicos. Mediante este análisis semiótico podrá identificarse cómo, en determinado momento de determinada sociedad, se construyen los sistemas de interpretantes que representan, a su vez, el hábito social de interpretación efectivamente vigente. La calidad formal y empíricamente adecuable de estas operaciones permitirán su transformación en un programa de computación operativo y eficaz.

PALABRAS CLAVE: Semiótica – Semiosis – Metodología – Sustituyente – Sustituida – Explicación – Significado – Ideología – Cognitivismo - Constructivismo

1. Introducción
La tarea de investigación acerca de la producción, interpretación, contrastación y superación del significado de los fenómenos sociales, utilizando metodología semiótica, permite llegar a conclusiones consistentes, bien fundamentadas y rigurosas, como explicación de la problemática empírica en estudio. O sea, consistentes, ya que no incurren en contradicciones explícitas o implícitas (permitiendo, no obstante, identificarlas cuando se dan en determinado ámbito social), bien fundamentadas, ya que se llega a ellas haciendo explícito cada paso analítico y la definición de cada concepto utilizado, y rigurosas, ya que responden a determinados criterios de racionalidad, sin pretender que dichos criterios sean absolutamente verdaderos ni universales, sino meramente conformes a las relaciones de derivación previamente establecidas y, por tanto, objetivamente evaluables. Pero, para ello, es necesario que el investigador cumpla con todas las exigencias inherentes a estas tres características posibles y deseables para su investigación.

Lo que me propongo hacer, en estos pocos apartados, es referirme a algunas de nuestras habituales operaciones semióticas, mostrando su aptitud para cumplir con las exigencias planteadas y articulando la dinámica de sus diversos procesos, dado que su valor, en definitiva, depende de la utilización integrada y con conocimiento (o, al menos, tratando de comprobar una validez que hipotetizo) de la específica eficacia que su aplicación conjunta habrá de proporcionarnos para alcanzar el objetivo propuesto. El cual, siempre se focalizará en el intento de explicar el proceso de producción y/o de interpretación y/o de contrastación y/o de superación de las significaciones que determinado fenómeno tiene en determinado momento de determinada sociedad (o, más bien, en determinado momento de un sector determinado de una determinada sociedad) y en hacer evidente su dispersión y su valor diferencial (Foucault, 1969: 31-43).

Creo que puede ser conveniente comenzar refiriéndome a un grupo de operaciones o, mejor, a una operación compleja, de la que hay antecedentes en algunos de mis libros pero que, quizá por su reiterada exposición pedagógica y por su reiterada aplicación investigativa, ha ido modificándose (ya que así ha mostrado su potencia y sus límites, exigiendo su propia superación), tanto en la terminología utilizada en su descripción como en la identificación de sus ámbitos de eficacia. Se trata de una operación que es heterodoxa respecto de los dos autores involucrados y hasta por el hecho de involucrarlos: Saussure y Peirce. A esta operación compleja y al algoritmo que se va construyendo dinámicamente para representarla, se los conoce como “Los 4 Signos”.

2. El proceso de investigación y un retorno saussureano
Comienzo el desarrollo de los 4 signos, como propuesta operativa específicamente semiótica.

En principio, hay que tener en cuenta que cuando se está en condiciones de aplicar determinada operación semiótica de carácter analítico ha ocurrido ya mucha tarea de investigación.

Antes, se ha elegido un fenómeno social en cuya significación (en su proceso de producción o en la contradicción observada entre las diversas formulaciones de dicha significación, simultáneamente vigentes en determinado momento de determinada sociedad) se ha detectado un problema respecto de cuya explicación se ha formulado determinada hipótesis o conjunto de hipótesis, para probar las cuales se ha seleccionado un determinado corpus de información // de cuyo análisis se espera obtener, después, la comprobación de que la explicación anticipada en la hipótesis es correcta o, en caso de no serlo, se espera llegar a formular otra propuesta hipotética que se pueda considerar como la que habrá de resultar efectivamente probada.

En este párrafo creo haber sintetizado el tipo de situación a la que es aplicable la metodología semiótica. Obsérvese que lo que está antes de la doble barra (“//”) es lo que ya se ha realizado efectivamente; lo que está después de la doble barra (“//”) es lo que falta por realizar, que parte, justamente, del análisis del corpus seleccionado.

Para realizar este análisis se acudirá a diversas clases de operaciones analíticas, disponibles a partir de los desarrollos correspondientes a las específicas semióticas a las que pertenezcan los corpus en estudio: simbólicas (p.e., textos verbales), icónicas (p.e., imágenes materiales visuales) o indiciales (p.e., objetos o comportamientos exhibidos).
Esas operaciones posibles tendrán que ser capaces de evidenciar (mediante el análisis que producen) la existencia de determinadas relaciones (efectivamente presentes, pero no de modo evidente, sino que requiere ser inferido) inherentes a cada una de las piezas del corpus en estudio y de las que habrá de provenir la posibilidad de producir determinada y no otra significación. Lo que así se infiera será lo que probará o rebatirá la hipótesis previamente formulada.

La propuesta a establecer en estos apartados tiene por objetivo enunciar cuáles son las condiciones que las operaciones específicas deberán cumplir. O sea, lo que estoy denominado como “Los 4 Signos” es un discurso metateórico que identifica las relaciones y la eficacia a las que deberán adecuarse esas otras operaciones específicas a cada una de las semiosis posibles (icónicas, indiciales o simbólicas) que, en definitiva, serán las que se aplicarán efectivamente.

Para dejar marcado, en esta oportunidad, al menos, el origen de esta reflexión acerca de las grandes clases de operaciones que intervienen en el análisis semiótico de los elementos del corpus, me parece importante recuperar algunos aspectos de la propuesta básica saussureana (1945).
Primero, el muy conocido algoritmo que representa las relaciones del signo saussureano: Significante (“ S ”) sobre significado (“ s ”), o sea,

[Figura 1]

Ya sé que estoy tomando el orden sugerido por Lacan (1966: 253): arriba de la barra el Significante, ya que es por donde se entra al análisis (por lo efectivamente dicho, en términos de Foucault) y debajo de la barra el significado, que es lo que se recupera o infiere a partir de la propuesta perceptual del Significante. Tanto en la tarea clínica psicoanalítica como en la tarea metodológica del análisis semiótico, se entra por lo perceptible y se infiere lo virtual o valorativo o significativo.

Pero al signo, Saussure lo vincula a otro elemento que fue fundamental para su construcción de la lingüística como propuesta científica o rigurosa; este elemento es el valor; es decir, el conjunto de relaciones que vinculan a determinado signo con los restantes signos del sistema al que pertenece (Saussure, 1945: 191-206). Voy a tomar esa parte del valor que afecta las relaciones de determinado Significante con los restantes Significantes del sistema. Con ello creo estar haciendo posible la identificación del conjunto de relaciones sintácticas que, en definitiva, lo identifican en el conjunto de la totalidad (abierta o cerrada, según la semiosis que se esté estudiando, ya que no habremos de limitarnos al lenguaje verbal) de los restantes Significantes. Y a este aspecto relacional, propongo identificarlo con una “ s’ “; o sea, una “ese prima minúscula” que representa al conjunto de las relaciones sintácticas que pueden vincular a un Significante con los restantes Significantes de su sistema (o conjunto de pertenencia). Esta “ s’ “ representaría, por tanto, el significado metasemiótico del Significante en su propio sistema. Entonces (y aquí empieza la heterodoxia), todo Significante tendría dos significados: (1) aquel significado tradicional que forma parte de los conceptos del mundo (la “ s ”) a los que representa tal Significante y (2) el que es parte del valor del signo y que identifica las posibilidades sintácticas (la “ s’ “) del Significante en estudio. Tendríamos, entonces:

[Figura 2]

Con lo que tendríamos esbozados, al menos, dos Signos:

[Figura 3]

que es el conocido signo saussureano, al que propongo llamar en este esquema “Signo Mediador” y:

[Figura 4]

un signo especialmente analítico, al que propongo llamar en este esquema “Signo Metasemiótico Sustituyente” o bien, más simplemente, el signo de la semiosis sustituyente.

3. Primera identificación de los 4 Signos
La continuación del proceso de enunciación del conjunto operativo al que he identificado como “Los 4 Signos” va a requerir establecer la presencia de un nuevo elemento. Si bien es el más obviamente percibido, también es el más escasamente (si algo) desarrollado: la forma de los objetos (o, mejor, entes; o, mejor aún, Objetos Semióticos) del mundo a los que se refieren los signos; forma de la que toda persona tiene algún conocimiento (efectivo o imaginario).

Aquí vale la pena recuperar una reflexión teórica proveniente de Peirce:

si hubiera algo que aportase información y no tuviese relación alguna ni referencia con algo acerca de lo cual, la persona a la que se aporta esa información de modo que pueda comprenderla no tuviera el menor conocimiento directo o indirecto (y se trataría de una muy extraña clase de información), al vehículo de dicha información no se lo denominará, en esta obra, Signo (CP. 2.231).

O sea, lo que vemos, lo que imaginamos, aquello en lo que pensamos, ya es signo, antes de transformarse en otro signo, que es en lo que lo constituye la intervención de un nuevo signo.

Vuelvo a redactar el párrafo que antecede, añadiendo (entre paréntesis) algunas expansiones para una reflexión crítica:

O sea, (y considero que éste es el proceso semiótico mínimo y fundamental para la producción de la significación) lo que vemos, lo que imaginamos, aquello en lo que pensamos (con independencia de, pero producido por el modo en que aprendimos a mirar, a representar mediante imágenes, a enunciar con palabras, etc.) ya es signo (al que, en otros textos, he identificado y seguiré identificando como “Objeto Semiótico”; Magariños, 1996: 27), antes de transformarse en ese otro signo (al que, en otros textos, he identificado y seguiré identificando, como “Semiosis Sustituida”) que es en lo que lo constituye la intervención de un nuevo signo (al que en otros textos he identificado y seguiré identificando como “Semiosis Sustituyente”; Magariños, 1996: 25).

Es decir, aparte de la palabra “elefante”, que es un Significante Simbólico (en este ejemplo, perteneciente a la lengua castellana), o aparte de la imagen material (por ejemplo, fotográfica) de un elefante, que es un Significante Icónico (en este caso, visual), o del elefante que está en un zoológico (lamentablemente) o en una reserva natural (menos lamentablemente) que es un Significante Indicial (en cuanto objeto que representa a los otros elefantes ausentes), aparte de todos ellos, está el elefante como forma conocida, que ya es Signo y, en cuanto tal, está disponible para saber que estamos ante elefantes, si son elefantes (y en la medida en que lo sean) los que vemos. (En este tipo de reflexión se apoya un chiste tan malo como ese en que alguien le pregunta a otro: “¿Sabes en qué se diferencia un elefante de un paraguas?” y el otro, suponiendo que se le solicita una respuesta de alguna especial agudeza, responde “No...”; a lo que el primero replica: “Pues ten cuidado, no sea que cuando vayas a comprar un paraguas te vendan un elefante”.)

Este signo de elefante que (transportado en la memoria como atractor) tenemos disponible (con independencia, por el momento, de la explicación requerible acerca de cómo llegó a estarlo y de los cambios de los que puede llegar a ser objeto, lo que, en su momento, nos va a interesar especialmente), ese signo de elefante, digo, tiene saussureanamente considerado un Significante y un significado.

El nuevo elemento al que me referí en el comienzo de este apartado: “la forma de los objetos del mundo” (la forma del elefante), es, por tanto, también un Significante, pero ubicado en un plano diferente a aquel en que se encuentra la forma de la palabra “elefante”. Es el Significante de ese Objeto Semiótico del que ya sabemos que es un elefante.

Para simbolizar a esa forma de los Objetos Semióticos del mundo, en su aspecto Significante, propongo utilizar una “ S’ “, o sea, una ese prima mayúscula. En cuanto a su significado, o sea, en cuanto al significado de las formas del mundo, continúa estando representado por la “s“ (una ese minúscula), a la que ya conocíamos por el algoritmo saussureano:

[Figura 5]

Con esto y por cuanto antecede, ahora disponemos de otro algoritmo:

[Figura 6]

que representa la vinculación de las formas del mundo o Significantes del mundo (“ S’ “) con su significado (“ s ”), el cual no consiste en ningún en sí o contenido sustancial de las cosas, sino que es el mismo que resulta construido por los Significantes de la lengua y/o de la semiosis que se esté utilizando.
Resumamos los elementos de los que disponemos hasta el momento:

(A) Elementos independientes (o arbitrariamente aislados):

1) “S“ : “ese mayúscula”: Significante de alguna Semiosis Sustituyente (lengua, imagen, objeto o comportamiento exhibido, etc., utilizado en una función de representación de otra cosa; obsérvese que, sin haberlo expresado explícitamente, vengo expandiendo el algoritmo saussureano para que dé cabida a la tríada peirceana: símbolos, íconos e índices).
2) “s“: “ese minúscula”: significado de alguna Semiosis Sustituida (valor o concepto o norma relacional atribuido a alguna entidad del mundo).
3) “S’“: “ese prima mayúscula”: Significante de alguna Semiosis Sustituida (forma perceptual de alguna entidad del mundo, o sea, de aquello a lo que vemos como Objeto Semiótico, o sea, como significativo, por la acción de otra Semiosis a la que, por esta eficacia, podemos denominar “Sustituyente”).
4) “s’“: “ese prima minúscula”: significado de alguna Semiosis Sustituyente (valor o concepto o norma relacional utilizado en una función de representación de otra cosa).

(B) Elementos relacionados y constituidos en signos:

Por combinatoria de los anteriores, tenemos los siguientes algoritmos de los signos correspondientes:

I) [Figura 7]

que se lee: “ese mayúscula /sobre/ ese prima minúscula”, o sea: un Significante de una Semiosis Sustituyente /sobre/ el significado que posee ese mismo Significante en el interior del sistema de la propia Semiosis Sustituyente a la que pertenece; significado que consiste, por tanto, en el conjunto de sus posibilidades sintácticas. A este signo lo podemos denominar: “Signo Metasemiótico Sustituyente”: atribuye al correspondiente Significante el conjunto de sus posibilidades relacionales con otros Significantes de su propia semiosis y en su propia función de sustituyente; o sea, es el signo que representa a las posibilidades sintácticas de los Significantes en estudio.

II) [Figura 8]

que se lee: “ese prima mayúscula /sobre/ ese minúscula”, o sea: un Significante de una Semiosis Sustituida /sobre/ el significado que adquiere ese significante en el interior del sistema de la propia Semiosis Sustituida a la que pertenece; significado que consiste, por tanto, en el conjunto de sus posibilidades conceptuales. A este signo lo podemos denominar: “Signo Metasemiótico Sustituido”: atribuye al correspondiente Significante el conjunto de sus características conceptuales diferenciales respecto de los otros significantes de su propia semiosis y en su propia función de sustituido; o sea, es el signo que representa las posibilidades valorativas o significativas de los Significantes del mundo en estudio.

III) [Figura 9]

que se lee: “ese mayúscula /sobre/ ese minúscula”, o sea, un Significante de una Semiosis Sustituyente /sobre/ el significado de una Semiosis Sustituida. A este signo lo podemos denominar: “Signo Mediador” (o “Signo Saussureano”): atribuye a determinado Significante ausente (la “S’“ de alguna Semiosis Sustituida) un conjunto de características conceptuales como resultado de la eficacia de los Significantes presentes (de alguna Semiosis Sustituyente); o sea es el signo que permite interpretar el mundo visto desde una lengua, imagen, objeto o comportamiento, etc., utilizado en una función de representación de otra cosa.

Pero hay un 4º Signo que es, pese a parecer un sinsentido, el fundamental en el proceso de explicación de la construcción de la significación.

IV) [Figura 10]

que se lee: “ese prima mayúscula /sobre/ ese prima minúscula”, o sea, un Significante de una Semiosis Sustituida /sobre/ el significado de una Semiosis Sustituyente. A este signo lo podemos denominar: “Signo Ideológico”: atribuye a determinado Significante presente (la “S’“ de alguna Semiosis Sustituida) un conjunto de características conceptuales, no inherentes a dicho Significante, sino como resultado de la eficacia de las posibilidades relacionales (la “ s’ “ de alguna Semiosis Sustituyente) que vinculan efectivamente a los Significantes de esa determinada Semiosis Sustituyente. O sea, se lo puede denominar “Ideológico” porque hará que se perciban las formas de los objetos o de los entes o de los Objetos Semióticos del mundo (los Significantes del universo sustituido: las “ S’ “) según las relaciones sintácticas (los significados relacionales pertenecientes al propio universo sustituyente: las “ s’ “) efectivamente utilizadas en la construcción de la correspondiente Semiosis Sustituyente. O sea, toda semántica proviene de una sintáctica.

4. Ejemplo, con elefantes, de los 4 Signos
Ya que de elefantes he hablado, trataré de ejemplificar con ellos las entidades y las relaciones a las que vengo refiriéndome.

Entidades:

1) “S“: representa a la palabra “elefante” (Significante de una Semiosis Sustituyente). También a una estatuilla que representa un elefante; o al elefante que se exhibe en la pista de un circo.
2) “s“: representa a los valores del concepto de elefante: ser mamífero, cuadrúpedo, vertebrado, proboscidio, ungulado, etc., según un determinado texto de zoología o según un diccionario, etc.; o el particular elefante (enfurecido, amigo, trabajador, etc.) que se construye en una obra literaria (significado de una Semiosis Sustituida). También al significado de dador de buena suerte que posee una estatuilla doméstica de un elefante; o al significado del dominio del hombre sobre el comportamiento de un elefante exhibido en el circo.
3) “S’“: representa a la forma o imagen mental del elefante, tal como cada uno la tiene almacenada: es el Atractor Mnemónico que acepta o rechaza la identificación, como elefante, de aquello que incidentalmente se construye a través de la lectura de determinado texto (Significante de una Semiosis Sustituida). También a la aceptación o rechazo, como elefante, de lo representado por la estatuilla doméstica; o de lo exhibido en el circo.
4) “ s’ “: representa a los valores gramaticales de la palabra “elefante”: ser sustantivo, masculino, no se conjuga, admite adjetivos, puede ser sujeto de un verbo, etc.; o a los valores retóricos provenientes de determinada construcción textual (significado, en cuanto posibilidades relacionales, de determinado Significante perteneciente a una determinada Semiosis Sustituyente). También a la posición con la trompa levantada de la estatuilla del elefante (sintaxis) y su colocación en dirección a la puerta de entrada de la casa o del departamento (sintaxis); o a la posición de la pata del elefante apenas levantada (sintaxis), bajo la cual está una mujer (sintaxis), mientras el domador permanece con los brazos levantados (sintaxis).

Relaciones:

I) [Figura 11]

representa las posibilidades de uso, sintácticas, en el habla, de la palabra “elefante” (Signo de una Semiosis Sustituyente). También, las posibilidades de representación, en una estatuilla, de las partes del cuerpo de un elefante y las diversas posibilidades de ubicación de esa estatuilla de elefante en un domicilio; o las distintas actitudes que se le pueden hacer adoptar a un elefante exhibido en un circo y las distintas relaciones que pueden establecerse entre el elefante y las personas y los objetos que están en la misma pista del circo.

II) [Figura 12]

representa lo que sabemos, conceptualmente, acerca de esas entidades cuyas formas identificamos como elefantes (Signo de una Semiosis Sustituida). También, que los elefantes pueden asociarse a la buena suerte; o a la obediencia.

III) [Figura 13]

representa el significado que le atribuimos al elefante, tal como lo interpretamos cuando escuchamos o leemos frases en las que interviene la palabra “elefante” (Signo Mediador entre las formas de una Semiosis Sustituyente y los significados de una Semiosis Sustituida). También, el significado de buen auspicio que le atribuimos al elefante, tal como lo interpretamos cuando vemos la actitud representada en determinada estatuilla de elefante, colocada en determinado lugar de la casa; o cuando lo vemos obedeciendo las órdenes del domador en la pista del circo.

IV) [Figura 14]

representa la intervención y la eficacia de las posibilidades sintácticas del modo de hablar acerca de elefantes, para proponer determinada imagen conceptual y no otra del elefante del que se habla (Signo Ideológico que utiliza el significado sintáctico de una Semiosis Sustituyente para configurar el significado semántico del Significante de una Semiosis Sustituida). También, la eficacia de determinada manera de relacionar las partes del cuerpo del elefante al construir una estatuilla que lo representa y la ubicación de dicha estatuilla en la casa; o la eficacia de la posición que se le hace adoptar al elefante respecto de las personas que interactúan con él, en la pista del circo; todo ello para que veamos al elefante de determinada y no otra manera: en un caso como portador de buena suerte y en el otro como sometido al poder del hombre. En este sentido y, quizá, para trasmitir esta idea de la eficacia y especificidad de la sintaxis, es fácil comprender que la estatuilla aquí descrita no hace que veamos al elefante como sometido al poder del hombre, ni la actitud que adopta en la pista y su interrelación con las personas hace que veamos al elefante como dador de buena suerte; o sea, cada sintaxis tiende a la producción de un significado específico, al menos, mientras las convenciones sociales continúen vigentes. Tal, el papel decisivo del interpretante que es, en definitiva, quien decide interpretar lo que ve de una u otra manera.

Para continuar reflexionado en el ámbito de una heterodoxia saussureana, tengamos en cuenta que:

A) Estas entidades y relaciones son funciones, o sea, dependen, entre otras cosas, de otra entidad externa que es la que les confiere sentido: el Interpretante.

B) Estas entidades y relaciones se vinculan procesualmente, o sea, se producen según una secuencia que conduce de “ S “ (el Significante de una Semiosis Sustituyente) a “ s “ (el significado de una Semiosis Sustituida), habiendo pasado por “ s’ “ (el significado de una Semiosis Sustituyente) y por “ S’ “ (el Significante de una Semiosis Sustituida).
[Figura 15]

C) Como he intentado evidenciar, estas entidades y relaciones son válidas (mutatis mutandis) para cualquiera de las tres semiosis existenciales: Iconos (las imágenes de elefantes), Índices (los elefantes del circo) y Símbolos (la palabra “elefante”).

5. Desarrollo operativo de la propuesta analítica
Corresponde ya, en este trabajo sobre Los 4 Signos, enfocar el desarrollo operativo de su aspecto analítico, o sea, extraer las consecuencias empíricas que surgen al considerarlos como el marco teórico de concretas operaciones de investigación.

En este sentido, sus características, a las que he ido tratando de especificar en los anteriores apartados, deberán poder interpretarse como un conjunto de instrucciones que habrán de guiar el trabajo del analista que decida utilizar la metodología semiótica.

Me sitúo en el desarrollo secuencial que esbocé en la figura 15 del apartado anterior. Interpretados esos símbolos como indicadores de las entidades empíricas sobre las que va a actuar el investigador, pueden leerse del siguiente modo:

“Dada una propuesta perceptual (“ S “ o Formas de una determinada Semiosis Sustituyente) que se considera pertinente, en cuanto se supone, por hipótesis, que interviene en (que está siendo socialmente utilizada para) la producción del significado de determinado fenómeno, es necesario identificar las relaciones (“ s’ “ o Valores Sintácticos de ese misma Semiosis Sustituyente) que vinculan a las unidades integrantes de esa propuesta perceptual, para conocer de qué manera el productor de esa propuesta perceptual pretende que un eventual intérprete acepte que un determinado fenómeno social (“ S’ “ o Formas de una determinada Semiosis Sustituida) posee o está adquiriendo o puede llegar a adquirir un determinado significado (“ s ” o Valores Semánticos de aquella misma Semiosis Sustituida)”.

O sea, un investigador formula como Hipótesis de Trabajo la afirmación de que en un conjunto de determinadas Semiosis Sustituyentes efectivamente disponibles (discursos verbales y/o imágenes visuales y/o exhibición de objetos o comportamientos) van a encontrarse determinadas relaciones entre los signos efectivamente usados en cada ejemplar de tales Semiosis Sustituyentes (enunciados verbales y/o configuraciones visuales y/o disposiciones de objetos o comportamientos) que tienen eficacia para que a un determinado fenómeno social se lo valore de determinada manera; que es lo que deberá probar, como conclusión de su investigación.

En consecuencia, lo primero que tiene que hacer el investigador es identificar la materia prima (“ S ”) sobre la que va a trabajar. Esta materia prima, cuando la investigación tiene una orientación semiótica en su metodología, estará constituido necesariamente por determinadas Semiosis Sustituyentes. La concreta selección de este material dependerá de cuál sea el concreto problema que pretenda explicar (“ s ”), el cual, en el caso de una investigación con metodología semiótica, afrontará el problema de determinar cuál sea (o cuáles sean y, en este caso, en qué se contradigan), en determinado momento de determinada sociedad, el significado (o los significados) que se le asigna(n) al fenómeno social en estudio.

Su Hipótesis de Trabajo afirmará (abductivamente, como conjetura) que, en las concretas relaciones (“ s’ “) identificables entre los elementos constitutivos de las piezas de esa materia prima, está la clave que explica cuál sea la consideración social de dicho fenómeno (“ S’ “) (debiendo enunciar explícitamente, en dicha hipótesis, cuáles sean las características de la consideración supuesta); a esta tarea se la denominará: lectura crítica de los significados vigentes, respecto de un determinado fenómeno social (como ocurre, p.e., en el caso del análisis de la competencia, en publicidad; o en el caso del análisis del discurso de la oposición, en política; o en el caso del análisis de las formas estéticas superadas, en la creación artística; etc.).

También puede ser que al investigador le interese determinar qué relaciones (“ s’ “) le conviene establecer entre los elementos (“ S “) que puede incorporar a una nueva propuesta perceptual, para que los eventuales intérpretes comiencen a considerar a determinado fenómeno social (“ S’ “) desde determinada perspectiva, o sea, como portador de determinados valores o significados (“ s “); a esta tarea se la denominará: propuesta creativa para establecer la vigencia de nuevos significados, respecto de un determinado fenómeno social (como ocurre, p.e., en el caso de la elaboración de un mensaje publicitario; o en el caso de la elaboración de una campaña política; o en el caso de la elaboración de una propuesta estética creadora; etc.).

Lo que surge, en definitiva, es que la tarea de Investigación Semiótica puede tener uno de estos dos objetivos: (1) efectuar una Lectura Crítica de los significados vigentes, respecto de un determinado fenómeno social, o (2) formular una Propuesta Creativa para establecer la vigencia de nuevos significados, respecto de un determinado fenómeno social. Entre ambos objetivos existe, por supuesto, toda una gama de predominios o de combinatorias, pero el campo de investigación de la semiótica quedaría acotado entre ambas tareas maestras.

6. Recuperación peirceana.
El ausente innombrado (o apenas nombrado), en los precedentes apartados sobre los 4 signos, es el Interpretante. Sin embargo, nada de lo allí dicho es consistente consigo mismo, sino en cuanto constituye, en la mente del intérprete, otro signo más desarrollado (y lo estoy parafraseando a Peirce: CP 2.228). Por esto, el esquema saussureano, por sí sólo, es insuficiente para dar cuenta del proceso de producción de la significación; su eficacia se limita a (o se muestra eficaz para) establecer, en un momento determinado (sincrónicamente) cuál es alguno de los significados efectivamente vigentes en determinado momento de determinada sociedad; o bien para comparar (diacrónicamente) los significados efectivamente vigentes en dos momentos distintos de una misma sociedad (entre dos sincronías).

Lo que el investigador que utiliza este instrumento de la metodología semiótica trata de recuperar, la inferencia que trata de fundamentar acerca de la existencia de determinados hábitos sociales de interpretación (también Peirce: CP. 5.476 passim), es el proceso por el cual determinados Representámenes o Semiosis Sustituyentes:

[Figura 16]

(textos verbales, imágenes visuales, exhibiciones de objetos o comportamientos) poseen eficacia para construir de un modo y no de otro, aunque se trate de muchos y diversos modos, a los Objetos Semióticos o (en su perecedero estado creativo) Semiosis Sustituidas:

[Figura 17]

emergentes.

Con esto estoy advirtiendo que no es suficiente con analizar una Semiosis Sustituyente (por ejemplo, un discurso político), sino que se requiere establecer el contraste opositivo (también Peirce: CP 5.477) que esa semiosis sustituyente establece con las restantes semiosis sustituyentes que están simultáneamente vigentes en determinada sociedad (por ejemplo, con los discursos políticos contemporáneos del que se estudia).

Con esto estoy satisfaciendo la condición de que determinada construcción semántica (o atribución de determinado significado a determinado fenómeno) no sólo depende de la sintaxis del texto, imagen y/o exhibición que la propone, sino que su eficacia proviene del diferencial sintáctico que proporciona (o utiliza) respecto de las otras semiosis sustituyentes simultáneamente vigentes (y por tanto disponibles), con las que se producen o podrían producirse otras construcciones semánticas divergentes.

Lo diferencial especifica el valor social del significado producido por cada Semiosis Sustituyente. Consiste en representar (mediante textos, imágenes y/o exhibiciones) lo que no representan las otras semiosis sustituyentes simultáneamente vigentes y en no representar lo efectivamente representado por las otras semiosis sustituyentes (y, prácticamente, estoy parafraseando a Foucault en sus textos acerca del “enunciado” y de las “formaciones discursivas”).

En los procedimientos de testéo estadístico positivista, hay un mínimo necesario en la extensión de una muestra, lo que se establece en función del tamaño del universo que se pretende investigar y ello es resultado de determinadas operaciones matemáticas. Para la metodología semiótica, también existe una extensión mínima del corpus necesario para establecer las características de determinado significado vigente en determinada sociedad; ese mínimo estará constituido por aquella cantidad de datos (textos, imágenes y/o exhibiciones de objetos o comportamientos) que permitan constatar que se ha producido una inconsistencia en el conjunto de las características del significado en estudio. O sea, cuando se encuentre alguna (como mínimo) contradicción en los modos analizados de construir dicho significado (es condición necesaria, pero puede no ser suficiente y, por lo general, no lo es). Sin contradicción no es posible saber qué se está negando ni, en consecuencia, los límites que definen lo que se afirma. No es, para la semiótica, una cuestión de cantidad, sino de las cualidades contrastantes identificadas en la muestra relevada. Por esto, puede decirse, no sólo que no hay semántica sin sintaxis, sino además que toda semántica es diferencial, en cuanto algo significa porque se diferencia de lo que otro significa.

En definitiva, el análisis semiótico permitirá identificar cómo, en determinado momento de determinada sociedad, se construyen los sistemas de interpretantes que representan, a su vez, el hábito social de interpretación efectivamente vigente. Desde estos distintos y contradictorios sistemas de interpretantes (con todas las posibilidades incluidas en el gradiente del distanciamiento que se determine que los separa) se irán construyendo, mediante el conjunto de semiosis sustituyentes que circulan en ella, los distintos y contradictorios significados que, siempre y en toda sociedad, se atribuyen a un mismo y determinado fenómeno social (en cuanto antecede, es de especial interés el Punto 3: Interpretantes lógicos: CP. 5.470-5.493, del Capítulo 1: Un panorama del pragmatismo, del Libro III: Trabajos inéditos, del Volumen V: Pragmatismo y Pragmaticismo, de los Collected Papers de Charles S. Peirce).

Y, a la elaboración de la red de relaciones que representa el estado final de una investigación que reúna las condiciones a las que acabo de referirme, la he denominado, en otros trabajos (Magariños, 1996: 427-460; 1999), los Mundos Semióticos Posibles en cuanto representación de los contrastes entre los significados atribuidos a un fenómeno social por el Hábito Interpretativo de los distintos intérpretes sociales.


Referencias:

(Se coloca en primer término la edición consultada)
FOUCAULT, M. (1969) L’archéologie du savoir. Paris: Gallimard (trad. cast. 1970, 1ª ed. La arqueología del saber. México: Siglo XXI)
LACAN, J. (1966) Écrits I. Paris: Éditions du Seuil
MAGARIÑOS DE MORENTIN, J. (1996) Los fundamentos lógicos de la semiótica y su práctica. Buenos Aires: Edicial
-- (1999) “Los Mundos Semióticos Posibles en la Investigación Social”/”Possible Semiotic Worlds in Social Research”, en Archivos de la Universidad Nacional de La Plata, Vol. I, Núm. 1. Octubre. <http://www.unlp.edu.ar/archivos>
PEIRCE, Charles S. (1965/1931) Collected Papers of Charles Sanders Peirce. / Volume II: Elements of Logic / Volume V: Pragmatism and Pragmaticism. Cambridge: Harvard University Press
SAUSSURE, Ferdinand de (1945, entre otras múltiples ediciones) Curso de Lingüística General. Buenos Aires: Losada (Cours de linguistique générale. Paris: Payot, 1915).


Dr. Juan Magariños de Morentin
Ivestigador y profesor Titular por Concurso del "Taller de Semiótica", en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina.