II.ESBOZO SEMIOTICO
PARA UNA METODOLOGIA DE BASE EN CIENCIAS SOCIALES

Juan Magariños de Morentin
Facultad de Periodismo y Comunicación Social
Universidad Nacional de La Plata
semiotica@magarinos.com.ar  

CONTENIDO

I. La investigación científica en ciencias sociales
II.
El significado de los fenómenos sociales
III. Los datos, la información y las hipótesis
IV.
Las operaciones analíticas
NOTAS
BIBLIOGRAFIA

I. La investigación científica en ciencias sociales

1/ Cuando se habla de "investigación científica en ciencias sociales" y cuando se habla de "investigación científica en ciencias naturales", se está hablando, tanto en uno como en otro caso, de "investigación científica".

2/ Así enunciado, resulta intuitivamente cierto que, junto a la existencia de actividades de investigación científica, se está afirmando la existencia posible de actividades científicas que no sean de investigación, de actividades de investigación que no sean científicas y, por supuesto, de actividades que no sean ni científicas ni de investigación.

3/Suele dudarse o ser motivo de debate el tema de si, cuando se habla de "ciencias sociales", corresponde efectivamente hablar de "ciencia" e, incluso de "investigación científica"; tal duda o debate supone que determinado tipo de actividades pueden desarrollarse en el ámbito de las ciencias sociales siendo, no obstante, investigación no científica o actividad que no sea científica ni de investigación.

4/Al plantearse, aquí, el problema como pertinente a las denominadas "ciencias sociales" se parte del supuesto de que lo social puede ser objeto de conocimiento científico; de lo contrario se hablaría de "disciplinas o doctrinas sociales".

5/El desarrollo que sigue interesa solamente a quienes comparten (o están dispuestos a discutir lealmente) el supuesto de la existencia de las ciencias sociales; en esta oportunidad, no sería oportuno retrotraer, hasta las primeras justificaciones de tal supuesto, el tratamiento crítico del problema (sin desconocer que, en algunos ámbitos académicos, todavía resulta importante, si bien ya es de escaso interés); se admitirá, por tanto (con toda la provisionalidad que se desee), que existe la posibilidad de un conocimiento científico de los problemas sociales; al conjunto de los lenguajes mediante los cuales se produce dicho conocimiento se los denomina, en este trabajo, "ciencias sociales" (i) (ii).

6/Bajo este supuesto, en las ciencias sociales existen investigaciones científicas, así como también otros tipos de actividades que no sean de investigación pese a ser científicas; lo que quedaría fuera del ámbito que acaba de acotarse sería el conjunto de actividades que pretendiendo ser de investigación no sean científicas; por supuesto, se excluyen también las actividades que no siendo científicas tampoco sean de investigación.

7/De aquí en adelante se hablará exclusivamente de algunos aspectos relativos a las investigaciones científicas en el ámbito de las ciencias sociales.

II. El significado de los fenómenos sociales

8/El objeto de conocimiento de las ciencias sociales está constituido por el universo de los fenómenos sociales.

9/Se califica, aquí, como "social" a la representación/ interpretación actual o histórica, vigente en determinada comunidad, de algún fenómeno, incluyendo tanto a los denominados "culturales" como a los denominados "naturales"; la calidad de social no proviene, por tanto, de un determinadoámbito de emergencia de un fenómeno, sino de determinada operación que lo genera (en cuanto modo de aparición y de apariencia) (iii) (iv)

10/Se entiende, en este trabajo, por "representación" la específica identificación perceptual (sensorial o imaginaria) de determinadas formas (y de su interrelación), pertenecientes a un determinado fenómeno, en función de su interpretación posible, en determinado momento de determinada sociedad (v) (vi) (vii).

11/Se entiende, en este trabajo, por "interpretación" la asignación conceptual de determinada significación a determinado fenómeno, en función de su representación posible, en determinado momento de determinada sociedad (viii).

12/"Representación" e "interpretación" se definen, por tanto, recursivamente; en este trabajo, tales términos se utilizarán indistinta o conjuntamente para especificar la calidad de la información en ciencias sociales, pero diferenciadamente según el enfoque del tema en el que se los incluya (ix).

13/Decir que "los fenómenos sociales son el objeto de conocimiento de las ciencias sociales" equivale a decir que "las ciencias sociales estudian los modos de representación/ interpretación social de cualquier tipo de fenómenos" (x).

14/Se entiende, en este trabajo, por "investigación" en el ámbito de las ciencias sociales, el proceso de elaboración de una explicación acerca de cómo y/o por qué y/o con qué resultado y/o a partir de qué precedente, a un determinado fenómeno se lo representa/interpreta de determinada manera en determinado momento de determinada sociedad (xi).

15/Existe, por ejemplo, un modo jurídico de representar/ interpretar cualquier tipo de fenómenos (desde un terremoto hasta la edición de un libro) y existen otros modos (psicológico, sociológico, histórico, antropológico, comunicacional, lingüístico, etc.) de representar/ interpretar ese mismo fenómeno; cada uno de estos modos constituye la especificidad del objeto de conocimiento de cada una de las ciencias sociales.

16/Para que, en el ámbito de las ciencias sociales, una investigación sea científica, el proceso de elaboración de la mencionada explicación debe llevarse a cabo utilizando correcta y adecuadamente (o sea, conforme a las pertinentes reglas sintácticas y semánticas) el lenguaje particular de la ciencia correspondiente.

17/El lenguaje de las ciencias sociales da cuenta de los distintos modos (sociales) de representación/interpretación de fenómenos cualesquiera; esta elaboración (social) de los fenómenos es ya un lenguaje: aquel mediante el cual los integrantes de una determinada sociedad interpretan intuitivamente la representación posible de los fenómenos de su entorno; en consecuencia, el lenguaje de las ciencias sociales es un metalenguaje (xii) (xiii) (xiv).

18/Una investigación científica, en el ámbito de las ciencias sociales, necesita disponer, previamente, de un determinado conjunto de operaciones intermedias que establezcan la correspondencia bi-direccional entre el lenguaje (natural-intuitivo) que produce la representación/interpretación social de determinado fenómeno y el metalenguaje (teórico-crítico) que produce su explicación científica; ese conjunto de operaciones intermedias constituye la metodología de investigación en ciencias sociales (que es, por tanto, un metalenguaje de 2do grado) (xv).

19/De aquí en adelante, se hablará exclusivamente de algunos aspectos relativos a las características metalingüísticas de la metodología de las investigaciones científicas en el ámbito de las ciencias sociales.
 
 III. Los datos, la información y las hipótesis

20/Un investigador en ciencias sociales necesita tener en claro determinados aspectos relativos a la etapa inicial de su tarea: la recopilación de los datos y de la información (xvi).

21/En principio, puede decirse que sus datos no son los fenómenos sino los discursos sociales acerca de los fenómenos (xvii).

22/Puede decirse, también en principio, que su información no son los datos sino las representaciones/interpretaciones que en ellos (o sea, en el discurso social) pueden identificarse (xviii) (xix) (xx) (xxi).

23/La representación social de un fenómeno es el correlato perceptual de la interpretación social de tal fenómeno y ambas se materializan en el discurso social (verbal, gráfico, objetal, comportamental, musical, etc.), que no es sólo su soporte físico sino, también, el instrumento para su producción.

24/Se denomina, en este trabajo, "discurso social" el conjunto existencial de las construcciones que circulan en una sociedad, con eficacia para la efectiva producción y/o reproducción de representaciones perceptuales y de interpretaciones conceptuales o valorativas (xxii).

25/"Representación", "interpretación" y "discurso" son término que designan, aquí, conjuntos (enumerablemente infinitos) de representaciones, interpretaciones y discursos.

26/Resumiendo: los datos para una investigación en ciencias sociales son, por tanto, los discursos sociales en los que se materializan las interpretaciones que reciben las representaciones de determinados fenómenos, en determinado momento de determinada sociedad.

27/La interpretación que recibe la representación de determinado fenómeno, tal como se materializa en determinado discurso social, constituye la información de base para una investigación en ciencias sociales.

28/La personal percepción inmediata que del fenómeno puede tener el investigador es, tan sólo, una de tales múltiples representaciones socialmente interpretadas.

29/ Cuando el investigador incorpora, como dato, el testimonio de su percepción personal del fenómeno, está incorporando un discurso social más; advirtiendo este carácter, puede hacerlo; de lo contrario suele adquirir, en la investigación, el valor de un discurso privilegiado (ya que contrasta a los restantes testimonios acerca del fenómeno en estudio con su propia observación, haciendo de ésta la segura portadora de la máxima garantía de objetividad).

30/ La pretensión de percepción personal e inmediata del fenómeno le oculta (haciéndoselo inobservable o sea, perdiéndolo) el carácter interpretativo/representacional de cualquier percepción humana (es decir, el carácter de ya interpretado que posee todo fenómeno, en cuanto representable o percibible); con ello desnaturaliza la calidad de objeto de conocimiento social del fenómeno en estudio, que sólo se constituye en tal en cuanto ya interpretado en alguno (o varios) discursos sociales y en función de alguna (o varias) de sus representaciones sociales vigentes.

31/ La afirmación acerca de que lo que precisa identificar como información de base consiste en el conjunto (o subconjunto cuya pertinencia deberá justificar) de representaciones/interpretaciones actuales o históricas del fenómeno en estudio, no es una mera regla de procedimiento metodológico, sino una efectiva exigencia cognitiva (en el estado actual de la ciencia cognitiva): cualquier identificación o descripción de un fenómeno lo es a partir de determinado sistema social de representación/interpretación; la pretensión de captar el fenómeno en sí y objetivamente lleva implícito el sistema de valoraciones desde el que se lo identifica, describe e interpreta; en tal caso, lo que debería ser. objeto de la investigación (la explicación que se pretende) se da ya por puesta o aplicada al fenómeno; si ya se sabe lo que es (en cuanto identificable por sus cualidades propias), no es objeto de conocimiento sino de reconocimiento (en cuanto aserción intuitiva de tales cualidades); pero no hay intuición original o no contaminada (es decir, toda intuición está históricamente condicionada); así, tomar el fenómeno como dato positivo y no interpretado es tomarlo tal como alguna interpretación (no explicitada) permite representarlo; la pretendida investigación no desarrollaría más que el conjunto de variaciones posibles en el interior de determinado sistema de valores (xxiii).

32/ Este es, de hecho, el modo en que cada miembro de determinada sociedad se representa e interpreta los fenómenos de su entorno; el investigador científico, en la especificidad de su tarea, no toma la posición de un usuario nativo de los sistemas de representación/interpretación vigentes en su sociedad; es usuario de un lenguaje científico (un metalenguaje) mediante el que explica el funcionamiento de los lenguaje nativos en la producción de tales representaciones/interpretaciones.

33/ Así como no existe un acceso inmediato al fenómeno en sí, no existe acceso inmediato a la interpretación ni a la representación (en sí) de tal fenómeno; ésta tampoco es una mera regla de procedimiento metodológico sino que responde a las exigencias del razonamiento lógico (en el estado actual de la ciencia de la lógica): la interpretación y la representación son inferencias (cuya producción debe probarse), el único elemento observable es el discurso social (xxiv).

34/ El discurso social materializa, al producirlas, las representaciones e interpretaciones posibles, en determinado momento de determinada sociedad; pero, también, el discurso social materializa, al utilizarlas, las operaciones cognitivas disponibles para la producción de representaciones e interpretaciones, en determinado momento de determinada sociedad.

35/ El discurso social, así entendido, constituye la entidad observable (el dato) en la que interviene el investigador en ciencias sociales para, mediante las operaciones analíticas correspondientes, establecer las características de representación e interpretación (la información) con las que habrá de elaborar la explicación acerca de la significación que adquiere determinado fenómeno, en determinado momento de determinada sociedad.

36/Al recopilar datos, el investigador formula (explícita o implícitamente; y es preferible explicitarla) una hipótesis: que esos datos son adecuados, necesarios y suficientes para elaborar la explicación que se propone; es, por tanto, un riesgo que asume: probar, a lo largo de su trabajo, tal adecuación, necesariedad y suficiencia; al conjunto de estas características se las denomina, en este trabajo, la "pertinencia" de los datos (xxv).

37/ Estas tres características no son, pues, inherentes al fenómeno sino al discurso social.

38/ La recopilación de los datos no es, por tanto, una tarea evaluable en función del fenómeno (lo que implicaría un uso perverso del concepto de "objetividad" o de "realidad"), sino que está en función de la representación/ interpretación cuya producción, respecto de determinado fenómeno, se propone explicar.

39/ A la objetividad y realidad de determinada representación/interpretación de determinado fenómeno, en cuanto efectivamente producida por y materializada en determinado discurso social. en un determinado momento de determinada sociedad, se las denomina, en este trabajo, su "vigencia" (xxvi).

40/ Esto incrementa el riesgo del investigador, ya que la hipótesis acerca de la pertinencia de los datos que recopila depende de otra hipótesis previa acerca de la vigencia de la información que, mediante las operaciones analíticas, habrá de identificar; hipótesis que, a su vez, depende de la probabilidad de una hipótesis inicial acerca del contenido de la explicación que propone para el fenómeno en estudio.

41/ O sea, el investigador formula (en 3er lugar) la hipótesis (de trabajo) de que los datos que recopila son pertinentes, en función de haber formulado (en 2§ lugar) la hipótesis (metodológica) de que determinadas operaciones analíticas le permitirán identificar (en dichos datos) las relaciones vigentes utilizadas para la representación/interpretación de determinado fenómeno, en función, a su vez, de la hipótesis (teórica) formulada (en 1er lugar) acerca de la probabilidad de la explicación propuesta.

42/ Se entiende por "probabilidad" de una explicación, en este trabajo, la posibilidad de demostrar que la significación de un fenómeno se construye, en determinado momento de determinada sociedad, por la concreta eficacia de determinadas representaciones/interpretaciones (xxvii).

43/ La investigación puede demostrar que la hipótesis (3a) de trabajo era falsa o sea, que los discursos sociales recopilados no resultaron pertinentes para identificar las relaciones (de representación/ interpretación) capaces de producir la explicación que se pretendía.

44/ También puede resultar falsa la hipótesis (2a) metodológica, al comprobar que determinadas representaciones/interpretaciones, efectivamente presentes en el discurso social analizado, no son las representaciones/interpretaciones con las que determinada sociedad construye la significación de determinado fenómeno en determinado momento.

45/Por supuesto, también puede resultar falsa la hipótesis (1a) teórica, al demostrarse que ninguna clase de representaciones/ interpretaciones efectivamente vigentes en determinada sociedad logra probar el contenido significativo atribuido (supuesto), por el investigador, a determinado fenómeno.

46/ En los dos primeros casos, la investigación se retrotrae al momento inicial, haciéndose necesario planificar una nueva recopilación de datos, en el primer caso, y nuevas operaciones analíticas, en el segundo; el fracaso de una u otra de estas hipótesis no arrastra necesariamente el fracaso de la otra o de la una, pero también pueden darse conjuntamente; o sea, las representaciones/ interpretaciones pueden ser las efectivamente vigentes para atribuir significado a determinado fenómeno, pero no se encuentran materializadas en los discursos sociales recopilados; o bien, los discursos sociales las contienen, pero las operaciones analíticas no son las eficaces para identificarlas; por supuesto, ambos fracasos pueden concurrir, con lo cual la hipótesis teórica acerca del contenido significativo de determinado fenómeno sigue siendo un mero supuesto probable pero no probado (xxviii).

47/ En el tercer caso, el del fracaso de la hipótesis teórica (lo que sólo puede establecerse mediante una recopilación adecuada, necesaria y suficiente del discurso social y mediante la aplicación de operaciones analíticas eficaces para la identificación de las representaciones/interpretaciones socialmente vigentes, pero que no conducen a la prueba de la explicación propuesta), resulta necesario formular una nueva hipótesis explicativa; esta nueva hipótesis, en la práctica de la investigación, por lo general, ya habrá resultado probada; el contenido de la conclusión alcanzada contradiría al contenido de la hipótesis inicial, pero la investigación resultaría válida con el sólo requisito de formular explícitamente dicha contradicción o, incluso (ya que la ciencia es un acto de comunicación), sustituyendo, en el informe final, el contenido de la hipótesis inicial fracasada y formulando, en su lugar, el contenido de la conclusión alcanzada (xxix) (xxx).

48/ No obstante, toda investigación científica produce un efecto de conocimiento: en los casos supuestos (el fracaso de las hipótesis), se habría establecido (al menos, provisionalmente) la no pertinencia de los datos y/o la no vigencia de la información y/o la no probabilidad de la explicación; exclusiones que implican un incremento de conocimiento.

49/ En resumen, no existen datos valiosos por sí mismos, sino datos útiles para fines determinados; no existen operaciones analíticas eficaces por sí mismas, sino operaciones analíticas eficaces para fines determinados; y, por supuesto, no existen explicaciones necesariamente probables, sino explicaciones posibles.
 
 IV. Las operaciones analíticas

50/ Por cuanto antecede, el investigador en ciencias sociales necesita también tener en claro determinados aspectos de la segunda de las grandes etapas en que se distribuye su tarea: el análisis de la información.

51/ En este trabajo, se entiende por "análisis de la información" la aplicación de un conjunto de operaciones técnicas mediante las cuales se identifica, contrasta y transforma (2do metalenguaje), conforme a las reglas específicas de cada una de las ciencias sociales (1er metalenguaje), la información producida/reproducida en el discurso social recopilado (lenguaje objeto) (xxxi).

52/ Este conjunto de operaciones técnicas no difiere, en cuanto a su naturaleza, de aquellas mediante las que cada integrante de una sociedad interpreta la información de que dispone (xxxii).

53/ Este conjunto de operaciones técnicas difiere fundamentalmente, en cuanto a las exigencias impuestas a su aplicación, de aquellas mediante las que cada integrante de una sociedad interpreta la información de que dispone.

54/ La confusión o, al menos, la no clara delimitación entre esta proximidad en la naturaleza de las operaciones y esta divergencia en las exigencias de su aplicación, mantiene activo el debate acerca de la calidad científica del conocimiento de los fenómenos sociales, así como de la correspondiente investigación.

55/ También contribuye a mantener dicho debate la carencia o la parcialidad en la formalización de los lenguajes específicos a cada una de las ciencias sociales; se entiende, aquí, por "formalización "la existencia de definiciones explícitas de los términos teóricos y metodológicos utilizados en dichas ciencias; adem s, por supuesto, el conjunto de tales definiciones habrá de cumplir con las exigencias lógicas generales de ser completo, consistente y decidible.

56/ La primera dificultad: al no diferenciar adecuadamente entre la naturaleza de las operaciones mediante las que se interpreta (que es compartida por todo ser humano) y las exigencias impuestas a la aplicación de tales operaciones (que son específicas a la calidad científica de la interpretación), es fácilmente obviable (al menos, en teoría): el investigador en ciencias sociales no puede permitirse la interpretación intuitiva de la información que analiza; se entiende, aquí, por "interpretación intuitiva" la que se obtiene utilizando, de modo acrítico, los lenguajes sociales vigentes (xxxiii).

57/ Esto no quiere decir que la interpretación científica no pueda coincidir con la interpretación intuitiva; no se trata de diferenciar el contenido sino el procedimiento mediante el cual se produce la interpretación; lo que hace científica a una interpretación es el procedimiento, con independencia de que el resultado coincida o no con la intuición (xxxiv).

58/ La segunda dificultad: el encontrarse el lenguaje de las ciencias sociales en proceso de formalización (existiendo tan sólo, en su ámbito, sistemas teóricos parcialmente formalizados), proporciona al investigador un espacio propicio a la creación científica, con márgenes (y riesgos) mayores de los que se dispone en el ámbito de las ciencias naturales (xxxv) (xxxvi) (xxxvii).

59/ A este respecto, la tarea del investigador en ciencias sociales, en el momento previo al análisis y atendiendo ya a su implementación, consiste en formalizar su metalenguaje de referencia (o sea, en hacer explícitas las definiciones de los términos teóricos y metodológicos en función de los cuales habrá de intervenir analíticamente en el discurso social recopilado) (xxxviii).

60/ El resultado de esta formalización (habitualmente designado "marco teórico"; que no consiste en el enunciado del repertorio de teorías existentes que puedan incidir sobre su objeto de conocimiento, sino en la exposición razonada del lenguaje teórico disponible, en el correspondiente estado de la ciencia y que pueda incidir sobre su objeto de conocimiento) contendrá a) definiciones explícitas (de los términos que designen conceptos y operaciones) provenientes de las teorías existentes; de una sola teoría o sintetizando varias (atendiendo, en este último caso, a los problemas relativos a la conmensurabilidad o inconmensurabilidad de teorías) y b) definiciones explícitas (de los términos que designan conceptos y operaciones) propias (o sea, elaboradas por el propio investigador), en aquellos aspectos (relativos al objeto de conocimiento de su investigación) que no preexistan en las teorías disponibles (o no hayan sido formalizados en ellas o cuya formalización no le conforme al investigador).

61/ En cualquier caso, el investigador cuidará la coherencia lógica del conjunto de las definiciones que utilice, según los mencionados criterios de completitud, consistencia y decidibilidad.

62/ Esta actitud legítima, incluible dentro de un "constructivismo" teórico, ha contribuido, por las características desviantes de su utilización, a difundir cierto desprestigio de las ciencias sociales, al menos desde espacios académicos habituados a disponer de estructuras teóricas totalmente formalizadas e, incluso, expresadas en lenguajes simbólicos que limitan aún más el margen de la ambigüedad terminológica; lo criticable es la no explicitación de las definiciones de los términos que vayan a utilizarse o lo incompleto, inconsistente o indecidible de su conjunto y, en consecuencia, la modificación ad hoc de tales definiciones (o la variación en la significación de los términos no definidos) por exigencias del desarrollo de la investigación; este tratamiento ambiguo o, al menos, blando de los fenómenos sociales ha aproximado sus resultados a la literatura, en la que la ambigüedad o polisemia de los términos es su procedimiento de creación estética (reconociéndose explícitamente la eficacia de lo estético en la producción del conocimiento); el constructivismo teórico, que aquí se postula como legítimo, exige un tratamiento terminológico y operativo duro (en cuanto específico al modo científico de producción del conocimiento); también en este caso es importante afirmar este criterio diferencial, si bien su desarrollo va dejando de ser interesante (xxxix).

63/ Disponiendo de (o construyendo) una formalización de sus términos teóricos (el metalenguaje de 1erágrado de la ciencia social correspondiente), en lo que afecta a la especificidad del objeto de conocimiento que se propone investigar, el investigador procede a la identificación, definición y descripción funcional de las particulares operaciones analíticas (el metalenguaje de 2§ grado o metodología en sentido estricto) que considera necesario aplicar al discurso social recopilado.

64/ Se entiende, en este trabajo, por "operaciones analíticas" el conjunto de reglas de procedimiento que encuadran los modos específicos de intervención del investigador en el discurso social; tienen como finalidad demostrar la existencia, en dicho discurso social, de determinadas relaciones observables, y su productividad respecto de las representaciones/interpretaciones cuya vigencia y eficacia se enunciaron en la o las hipótesis teóricas.

65/ Cabe la observación de que las hipótesis teóricas (y, mucho menos, las operaciones analíticas) no son modelos apriorísticos según los que resultarían, interpretadas las relaciones observables en el discurso oficial.

66/ Esto no excluye la dependencia epistemológica de tales hipótesis y operaciones respecto de la coyuntura histórica de la ciencia en la que trabaja el investigador, no existe el razonamiento científico puro, absoluto o ahistórico (xl).

67/ Las hipótesis teóricas formulan un supuesto acerca de la vigencia de determinadas representaciones/interpretaciones en cuanto efectivamente producidas por el discurso social y efectivamente productoras de la significación de determinado fenómeno social; no construyen ni reconstruyen al discurso social, sino que enuncian una conjetura acerca de la eficacia del discurso social como productor de tales representaciones/interpretaciones (xli).

68/ Las operaciones analíticas, en cuanto reglas de procedimiento, poseen el valor heurístico de interrogantes o preguntas acerca del modo de producción de tales representaciones/interpretaciones, a las que se encontrará respuesta (en caso de éxito) en el discurso social y según la modalidad de producción efectivamente ostentada por tal discurso; la función, por tanto, de las operaciones analíticas consiste en construir modelos (con validez restringida a la información analizada) y no en aplicarlos o verificarlos (xlii) (xliii).

69/ Se entiende, en este trabajo, por "modelo construido" una interpretación posible de determinado discurso social, obtenida mediante la aplicación de un conjunto determinado de operaciones analíticas, a partir de una interpretación supuesta enunciada en la o las hipótesis teóricas; la existencia y características específicas de dicho modelo es un resultado que tan sólo es cognoscible a posteriori de la investigación.

70/ El conocimiento así producido es riguroso, meramente posible y eminentemente falible; pero es históricamente plausible; estos son los rasgos fundamentales de la verdad científica; ésta sólo es (debe ser) consistente con el sistema teórico que la produce (xliv) (xlv) (xlvi).

71/ La eficacia de dicho conocimiento (riguroso, posible, falible y plausible), como explicación de la significación vigente de determinado fenómeno social en determinada sociedad, fundamenta su utilidad práctica (en cuanto posibilidad de intervención política en la coyuntura social) y establece (al menos, implícitamente) un límite histórico a la duración de su validez (historicidad del conocimiento científico).

72/ Las operaciones analíticas constituyen, en este trabajo, el instrumento específico para la producción (científica) de dicho conocimiento (científico).

73/ Por cuanto antecede, en este trabajo, las operaciones analíticas se caracterizan por ser formales, independientes de las hipótesis teóricas y transferibles.

74/ Se dice, aquí, que una operación analítica es "formal" en cuanto no implica el contenido de su resultado.

75/ Se dice, aquí, que una operación analítica es "independiente de las hipótesis teóricas" en cuanto, según el discurso social al que se aplica, puede confirmarlas o invalidarlas; también, en cuanto mantiene su utilidad para la demostración de otras hipótesis teóricas diferentes o, incluso, contradictorias con las primeras (al aplicarse a un discurso social diferente).

76/ Se dice , aquí, que una operación analítica es "transferible" en cuanto un tercero puede aprender a utilizarla y alcanzar (al utilizarla) los mismos resultados, si la aplica al mismo discurso social.

77/ En este trabajo, las operaciones analíticas, por sus características procedimentales, pueden ser: identificadoras, constrastativas y transformacionales; esta enumeración se limita a enunciar las operaciones analíticas de base en ciencias sociales; cada una de las restantes operaciones específicas de cada una de las ciencias sociales particulares quedará incluida en uno u otro de estos tres grandes grupos de operaciones fundamentales o combinará las características que las definen (xlvii).

78/ Se entiende, en este trabajo, por "operación analítica identificadora" aquella que segmenta y vincula marcas perceptuales efectivamente presentes en determinado discurso social (xlviii).

79/ Su aplicación depende de la hipótesis teórica (o supuesto) en la que se afirma que determinadas marcas (y no otras) son las productoras de las representaciones/interpretaciones con las que determinada sociedad atribuye determinada significación a determinado fenómeno, en determinado momento.

80/ Su éxito explica el modo material de producción de la significación de determinado fenómeno: componente sintáctico de la significación.

81/ Se entiende, en este trabajo, por "operación analítica contrastativa" aquella que relaciona las marcas perceptuales identificadas en determinado discurso social con otras marcas perceptuales identificadas en otro determinado discurso social, contemporáneo del primero (xlix).

82/ Su aplicación depende de la hipótesis teórica (o supuesto) en la que se afirma que el contraste entre las marcas de tales discursos sociales (contemporáneos) contrapuestos confiere, a las representaciones/interpretaciones producidas y/o reproducidas en uno de tales discursos, su específico significado diferencial.

83/ Su éxito explica el modo diferencial (y competitivo) en que cada discurso social produce la significación de un determinado fenómeno, en determinado momento de determinada sociedad; componente semántico de la significación.

84/ Se entiende, en este trabajo, por "operación analítica transformacional" aquella que relaciona los pares de marcas contrastadas en dos (conjuntos de) discursos sociales diferentes, pertenecientes a un determinado momento (una actualidad determinada) de determinada sociedad, con otros pares de marcas contrastadas en otros dos (conjuntos de) discursos sociales diferentes, pertenecientes a otro determinado momento (anterior o posterior, respecto de dicha actualidad) de esa misma determinada sociedad (l).

85/ Su aplicación depende de la hipótesis teórica (o supuesto) en la que se afirma que la transformación posible entre la específica significación diferencial de un fenómeno, en una actualidad determinada, y la específica significación diferencial de ese fenómeno, en otro momento determinado (anterior o posterior, respecto de dicha actualidad): a) no se ha producido, con lo que la significación del fenómeno sigue siendo la misma; o b) se ha producido, con lo que la significación diferencial no sólo no es la misma, sino que una de las enunciadas supera (o es superada por) las contradicciones inherentes a la otra.

86/ Sólo a condición de que la prueba de tal superación tenga éxito, podrá afirmar el investigador que posee la plenitud de la explicación de la significación de un determinado fenómeno, ya que, a más de la significación contrastada obtenida en función de un determinado momento, habrá establecido el modo histórico de dicha significación: componente dialéctico de la significación.

87/ Se entiende, en este trabajo, por "superación" la transformación de las peculiares características de la contradicción básica (inherente al hecho de que la significación de un fenómeno ocurre en el discurso social y no en el fenómeno) inicial, en otra contradicción subsiguiente de características peculiares (cuya estructura no se hará consciente si no es con el uso, en el tiempo, del discurso social que la contiene) y que deberá, a su vez, ser. superada (li).

88/ La sucesiva superación de esta secuencia de contradicciones constituye la trama histórica de los fenómenos sociales; reconstruirla, hasta el momento en que interviene el investigador o explicar el fenómeno en función de la trama histórica de los discursos sociales que le han ido confiriendo su significado constituye el objeto de conocimiento de una investigación en el ámbito de las ciencias sociales.

89/ Cuanto se ha ido desarrollando en los parágrafos precedentes constituye pautas metodológicas básicas para la investigación en ciencias sociales, derivadas de la reflexión crítica acerca de la posibilidad de una semiótica dura.
 
 

NOTAS

(i/ parág. 5). La indicación de que el problema de la calidad efectivamente científica de las ciencias sociales "todavía resulta importante" reconoce su trascendencia política, en cuanto afirmación de un espacio académico propio; advertir, no obstante, que "ya es de escaso interés" alude a la superación teórica de dicho problema, tanto por el generalizado rechazo, en las ciencias naturales, de "las lógicas de la justificación de la epistemología cl sica - empirista o racionalista -" (Lakatos, I., 1981: 176), como por la generalizada preocupación por establecer "la forma de la positividad" de las ciencias sociales (Foucault, M., 1968: 338).

(ii/ parág. 5). Definir a la ciencia como lenguaje no constituye una perspectiva específica de las ciencias sociales, sino que es pertinente a la ciencia en general; se sigue, en esto, el criterio de N. Bohr: "Estamos suspendidos del lenguaje de tal modo que no podemos decir qué está arriba ni qué está abajo" (citado en Bub, J., 1979: 453).

(iii/ parág. 9). Este concepto de fenómeno, que se postula como específico a las ciencias sociales, excluye la posibilidad husserliana de conocimiento del fenómeno en sí mismo y retoma la tradición kantiana: "en el fenómeno los objetos y la manera de ser que nosotros les atribuimos son siempre considerados como alguna cosa realmente dada; solamente que, en tanto esta manera de ser no depende más que del modo de intuición del sujeto en su relación al objeto dado, este objeto es distinto como fenómeno de lo que es como objeto en sí" (Kant, Crítica de la Razón Pura: Estética trascendental, 8, III; 1950: 79). En el mismo sentido define C.S. Peirce al fenómeno (o "fáneron"): "la totalidad colectiva de todo lo que está de algún modo o en algún sentido presente ante la mente, sin considerar en absoluto si se corresponde o no con alguna cosa real" (Peirce: 1.284). Fenomenismo que asume Peirce con clara conciencia de ser "el fenomenismo de Kant y no el de Hume. En realidad lo que Kant llamó su revolución copernicana fue precisamente el paso de la visión nominalista a la visión realista de la realidad. La esencia de su filosofía fue considerar al objeto real como determinado por el entendimiento" (8.15). Residuo idealista (y, mal que le pese a Peirce, también hegeliano) que, en la visión constructiva del fenómeno, se elimina determinando, a su vez, al entendimiento por el discurso realizado mediante el uso social de la lengua; cfr., por ejemplo, el materialismo explícito de M. Pˆcheux, quien cifra sus esperanzas en el proyecto teórico de Mel'cuk y Zolkovskij, de quienes cita la definición de "sentido": "El sentido es lo que es común a las diversas expresiones reconocidas y utilizadas por los sujetos hablantes como sinónimas o, más brevemente, el sentido es la invariante de las transformaciones sinonímicas (paráfrasis)" (Pˆcheux, M., 1975: 268).

(iv/ parág. 9). En este sentido, también, "la opinión de René Thom según la cual 'toda ciencia es el estudio de una fenomenología'" (citado por Marty, R., 1986: 341).

(v/ parág. 10). Lo que requiere estar atento para no incurrir en "el error de estímulo (...) o el error de cosa o el error de objeto, esto es, la suposición de que la cuenta que da la mente de una cosa es idéntica a todas o algunas de las propiedades objetivas de la cosa" (Arnheim, R., 1971: 103).

(vi/ parág. 10). El concepto de representación que se define en este parágrafo sintetiza "las dos nociones conectadas entre sí, que no eran claramente distinguidas en aquel tiempo" (el de Kanty Schopenhauer) "y que se han prestado a confusión hasta el presente. En uno de sus sentidos, el término tenía un empleo 'sensorial' o 'perceptual' - así en la óptica fisiológica de Helmholtz y en la sicología de Mach -, que lo vinculaba con las filosofías empiristas de Locke y Hume. En su otro sentido, tenía un empleo más 'público' o 'lingüístico' - así en la mecánica de Hertz -, análogo al de la expresión 'representación gráfica' de la física actual" (Janik, A. y S. Toulmin, 1974: 166). Esta síntesis constituye "la relación fundante de la epistemología, la relación entre conocimiento y representación, habida cuenta de los nuevos conceptos aportados a la investigación científica por las nuevas técnicas de representación de los conocimientos (Le Moigne, J.-L.,1986: 52). Lo que encuentra sus antecedentes en C.S.Peirce: "(...) nuestros juicios perceptuales son las primeras premisas de todos nuestros razonamientos (...), todos nuestros restantes juicios son otras tantas teorías cuya única justificación es que han nacido y nacerán de juicios perceptuales" (5.116). Obsérvese: "juicios perceptuales" y no "percepciones", en el mismo sentido en que, en este trabajo, se habla de "representaciones".

(vii/ parág. 10). Es, adem s, importante conservar el carácter sustitutivo de toda representación. "Una representación es ese carácter de una cosa en virtud de la cual, para la producción de determinado efecto mental, puede estar en lugar de otra cosa" (Peirce: 1.564). Así, la representación del fenómeno no es el fenómeno, sino algo que está en su lugar, en la medida en que así lo acepte o establezca determinada comunidad.

(viii/ parág. 11). El uso que aquí se hace del término "interpretación" se distancia expresamente del enfoque característico de la hermenéutica; ésta explora la eficacia interpretativa ya bien en el sujeto: "el discurso interpretativo depende del sujeto interpretativo, cualificado por un saber preliminar y una competencia explicativa que le permiten comprometerse en la búsqueda del sentido" (Alexandrescu, S., 1979: 217), ya bien en el comentario "que trasmite un saber cuya pretensión es la verdad" asociando lo persuasivo a lo propiamente interpretativo: "el comentario interpreta el relato que toma por objeto" (Panier, L., 1979: 240). La hermenéutica se constituye sobre "lo inacabado, la infinitud de las interpretaciones" y, por ello, "es necesario comprender (...) que la hermenéutica y la semiología son dos tristes enemigas. En efecto, una hermenéutica que se repliega sobre una semiología debe creer en la existencia absoluta de los signos" lo que contradice el tiempo de la interpretación (hermenéutica) que es circular (Foucault, M., 1964: 8). Este sentido duro de la semiótica es el que se desarrolla, en este trabajo, como base metodológica en la que se incluye el concepto de interpretación; es también el sentido analítico en el que R.H. Thomason escribe en su "Introducción" a la obra de R. Montague: "en el lugar de concebir al tiempo pasado como si actuase sobre los valores extensionales de las fórmulas, le haremos actuar sobre las intensiones, siendo éstas, como las extensiones, denotaciones posibles construidas a partir de una estructura interpretativa" (1977: 42). Así, en este trabajo, se enuncian algunas consideraciones muy generales acerca de la naturaleza y el uso de las operaciones analíticas (en cuanto estructuras interpretativas) que le permitan al investigador identificar las denotaciones posibles (intensionales y extensionales) de los discursos sociales que producen la significación de los fenómenos en estudio. También es éste el sentido en que M. Bunge caracteriza la interpretación (con la sola observación de que, en este trabajo, en cuanto referido al ámbito de las ciencias sociales, la interpretación de un hecho se considera siempre mediada por la interpretación de un signo, en el sentido amplio de texto o discurso, siendo esta mediación el objeto específico de la investigación): "Interpretamos un hecho cuando lo explicamos e interpretamos un signo artifical (símbolo) cuando averiguamos o estipulamos lo que significa en un determinado contexto . Y un signo artificial significa - si es que significa - lo que representa o sea, su designatum (...). En particular, un signo unidad o término es significativo si designa un conjunto no-vacío ; la designación es no-ambigua si el conjunto es un conjunto-unidad. Y una sentencia será significativa si representa un conjunto de proposiciones; la sentencia será ambigua a menos que represente una sola proposición y será sin-sentido si no representa ninguna proposición" (Bunge, M., 1973: 161). M s adelante se refiere a la "explicación interpretativa" a la que diferencia de las 'explicaciones subsuntivas", afirmando que "sólo las teorías representacionales, las teorías que intentan representar el modus operandi de sus correlatos, pueden dar explicaciones más profundas. Las llamaremos explicaciones interpretativas" (ibid.: 585). La diferencia con Bunge está en considerar que, en las ciencias sociales, el "modus operandi" sobre el que recae tal representación/interpretación y, por tanto, el que constituye el objeto de la correspondiente investigación, consiste en la productividad material del lenguaje natural (en la empírica forma social con que se manifieste) para la producción de la significación de los fenómenos. El lenguaje natural (en su pluralidad inherente a su carácter social) cumple, respecto de los fenómenos sociales, un papel semejante (pero multiplicado y complicado en forma tal que resulta indispensable el acotamiento que, para su estudio, se impone el investigador) al de las teorías científicas con respecto a los hechos a los que se aplican. Respecto de estas últimas, dice P.K. Feyerabend, en un artículo ya cl sico: "Hechos y teorías están conectados mucho más íntimamente de lo que admite el principio de autonomía. No sólo la descripción de cada hecho singular depende de alguna teoría (la que, por supuesto, puede ser diferente de la que se está comprobando). Existen también hechos que no pueden desenterrarse más que con la ayuda de alternativas a la teoría que se comprueba, y que resulta inaprovechable tan pronto como se excluyen dichas alternativas. Esto sugiere que la unidad metodológica a la que debemos referirnos cuando se discuten cuestiones de prueba y de contenido empírico está constituida por un conjunto global de teorías en parte superpuestas, factualmente adecuadas, pero mutuamente inconsistentes (Feyerabend, P.K., 1970: 330). Así como la reflexión epistemológica posee un nivel metalingüístico respecto de las teorías científicas (naturales) que estudia (y aquí se inserta la reflexión de Feyerabend respecto de la existencia de "hechos que no pueden desenterrarse" más que tomando en cuenta multiplicidad de teorías o, al menos, sus alternativas) así las ciencias sociales poseen ya, en cuanto teorías formuladas, un nivel metalingüístico por intervenir en la multitud de los lenguajes sociales sin los cuales ningún fenómeno lograría ser desenterrado (o sea, no se lograría establecer la interpretación de la eficacia de tales lenguajes para la producción de la significación de determinado fenómeno).

(ix/ parág. 12). Pese a que el tema de la recursividad o recurrencia es tentador por lo fructífero que resulta para el conocimiento de los procesos de producción del conocimiento (a partir de la formulación del 5§ postulado de Peano), se lo menciona aquí, tan sólo como una reflexión metateórica acerca de las definiciones de los parágrafos 10 y 11 precedentes. La intención ha sido vincular, mediante una necesariedad conceptual, las operaciones sociales de representar e interpretar, estableciendo la imposibilidad de definir una sin acudir a la otra, pero manteniéndolas como diferentes (disintiendo, en esto, de ciertos comentarios de N.R. Hanson a quien lo que le interesa es negar la dualidad de ver e interpretar: "Nos atreveríamos a decir que 'la interpretación es la visión'", 1977: 104; pero que formula interesantes observaciones acerca de la diferencia entre "ver como" y "ver que", lo que permite aproximar su noción de ver o de visión a la que aquí se plantea de representar o representación). El problema que plantean las definiciones recursivas, en el sentido en que se las formula en este trabajo, se relaciona íntimamente con las que H. Poincaré denominó "definiciones impredicativas" y que B. Russell retomó como "principio del círculo vicioso", en la crítica a G. Frege, a! proponer su teoría de los tipos (Hatcher, W.S., 1968: 115 ss).

(x/ parág. 13). Pasa por aquí una sutil línea de diferencia entre las ciencias naturales y sociales. Por supuesto que, en principio, en uno y otro caso, se trata de ciencias y, así, no se plantea la diferencia en función de este concepto común . También es común a ambas la no-inmediatez del objeto de conocimiento; pero es diferente el instrumento que pone la mediación. En las ciencias cuyo objeto de conocimiento está constituido por los fenómenos sociales, la mediación sobre la que interviene la reflexión científica es, según se sostiene en este trabajo, el discurso social; en las ciencias cuyo objeto de conocimiento está constituido por los fenómenos naturales, la mediación está puesta por el discurso científico histórico (en cuanto precedente al del investigador que interviene en un momento determinado y que percibe su objeto a través de tal discurso precedente). No obstante, esto debe entenderse en cuanto predominio y no de un modo absoluto; los objetos del conocimiento científico natural también están mediados (adem s de por el discurso científico histórico pertinente) por el discurso social que, al menos, les atribuye una importancia cambiante y, en ocasiones, propone modos éticos y estéticos de representación/interpretación de tales objetos y que son recibidos por la reflexión científica (cuando lo son) como anticipaciones, objetivos o restricciones del conocimiento científico natural. Tal ocurre, por ejemplo, con "la utilización del lenguaje metafórico en un contexto científico", en cuyo caso, tal lenguaje "juega un papel en el desarrollo y articulación de teorías de ciencias relativamente maduras. Su función es una especie de catacresis o sea, se usan para introducir terminología teórica cuando no existe otra previamente" (Boyd, R., 1979: 357), así como "con las categorías de la mente que irán cambiando por acomodación del lenguaje y de la experiencia" (Kuhn, T.S., 1979: 418-9). Por su parte, los objetos del conocimiento científico social también están mediados (adem s de por el discurso social en el que intervienen) por la propia historia del discurso científico particular que establece, al menos en sus fracasos, las ausencias e inconsistencias en la formalización de alguna ciencia social particular y, consiguientemente, en la explicación de los fenómenos sociales en estudio. Se constituyen, así, anticipaciones de problemas, objetivos de conocimiento y restricciones (el "obstáculo epistemológico" bachelardiano) que se le imponen, como exigencias de superación, al investigador que interviene en un momento determinado; "todo esto, naturalmente, significa que el esfuerzo por acercarse más a una verdad definitiva, matemática o de otro tipo, nunca tiene fin. Lo que se necesita en cada fase es justamente que el pensamiento y la comunicación de uno estén en armonía con el contexto total, experimental y teórico, para el que son relevantes y la clave de tal armonía está en la sensibilidad para captar la disarmonía ("disharmony", en el original) en lo que se ha hecho ya" (Bohm, D., 1979: 438). Cfr., en este mismo trabajo, los parágrafos 35, 36, 64 a 70 y 73 a 76 y sus notas.

(xi/ parág. 14). Téngase en cuenta, también, el parágrafo 88. Peirce concibe la investigación, después de afirmar su identificación con el "estado de duda", del siguiente modo: "De este concepto salta el deseo de lograr establecer una opinión que consiste en determinada conclusión independiente de todas las limitaciones individuales, independiente del capricho, de la tiranía o de los accidentes de cualquier eventualidad...., - una conclusión a la cual llegaría cualquier hombre que haya seguido el mismo método y que lo haya exigido suficientemente. Al esfuerzo para lograr establecer tal opinión se lo llama investigación. La lógica es la ciencia que enseña si estos esfuerzos están correctamente dirigidos o no" (Peirce: 7.316). Pero, cfr. parágrafo 70 y su nota.

(xii/ parág 17). El problema suele plantearse respecto de la corrección o incorrección de decir que el lenguaje de las ciencias sociales es el lenguaje natural o sea, que en las ciencias sociales se utiliza el mismo lenguaje que en el habla cotidiana, diferenciándose, tan sólo, entre un "discurso científico informal" y un "discurso científico formal", en función de las características del "empleo" del lenguaje natural (Bloomfield, L.,1973: 99); o bien si, pese a la analogía formal entre el lenguaje utilizado en los textos de las ciencias sociales y el utilizado en el discurso social, se puede calificar al primero de efectivamente "natural", por oposición al lenguaje de las ciencias "de la naturaleza o de la materia, caracterizadas por el empleo de sistemas semiológicos propios" (Gardin, J.- Cl.,1987a 38; quien responde a su propia pregunta con la afirmación de que, en el caso de las ciencias sociales, se trata de "una oposición de hecho" debida "únicamente al estado primitivo donde permanecen la mayoría de ellas , en el camino hacia una simbolización eficaz de los hechos que estudian", con lo que conviene en coyuntural lo que, en este trabajo, se considera de profunda raíz epistemológica: la calidad semiótica de los fenómenos que estudian las ciencias sociales). Los investigadores del análisis del discurso son quienes han afirmado y asumido las consecuencias teóricas y operativas del carácter metalingüístico de los textos científicos que producen, ya bien como intervención en un 'preconstruido' para designar aquello que reenvía a una construcción anterior, exterior, en todo caso independiente, por oposición a lo que 'construye' el enunciado" (P. Henry, citado y asumido en Pˆcheux, M., 1975: 88-9), ya bien acudiendo a una "metalengua de descripción" inherente a "los textos consagrados al análisis del discurso como un discurso que tiene por objeto al discurso o a los discursos" (Marandin, J.-M., 1977: 55 y 33). También la semiótica misma se ha considerado como un metalenguaje, tanto en los textos ya cl sicos: "La semiótica, como ciencia, utiliza signos especiales para establecer hechos acerca de signos; es un lenguaje para hablar acerca de signos" (Morris, C., 1969: 86), como en aportes epistemológicos más recientes; así, afirmando el carácter interpretativo de la semiótica, H. Parret la considera "un metadiscurso que transpone el sentido mediante la descripción", concluyendo como propuesta de trabajo: "la teoría de la comprensión deberá referirse al hacer-saber ("making-to-know" en el original) de la semiótica. Para traducir estos contenidos epistemológicos en aportes metodológicos, trataré la profundidad y la generatividad vinculando estas nociones a la construcción y a la reconstrucción. La generatividad y la profundidad semióticas son radicalmente específicas, por una parte, con respecto a la generatividad y profundidad que construimos por transposición traslativa (en el uso del lenguaje ordinario, por ejemplo) y, por otra, con respecto a la generatividad y profundidad que reconstruimos por transposición explicativa (en las ciencias sociales, por ejemplo)" (Parret H., 1983: 78 y 81). En el enfoque metodológico que se plantea en este trabajo y formulándolo en términos de H. Parret, la semiótica se constituye como un conjunto de reglas (metalenguaje de 2do grado) que controlan la transformación del resultado de la tarea de transposición traslativa (mediante la que se construye el discurso social: lenguaje objeto) en el resultado de una transposición explicativa (con la que se reconstruye el discurso social en el texto del discurso científico: metalenguaje de 1erágrado), siendo esta última tarea la específica a las ciencias sociales ya que explica la eficacia social de las representaciones/interpretaciones de tal discurso social.

(xiii/ parág. 17). L. Hjelmslev, incorporando los desarrollos lógicos de su época (circa 1940; con especial alusión a los trabajos de los lógicos polacos, entre los que destaca, en lo que aquí interesa respecto de la noción de "metalenguaje", Alfred Tarski; cfr. Tarski, A., 1956), reconoce "la existencia de semióticas cuyo plano del contenido es, él mismo, una semiótica que trata de una semiótica" (Hjelmslev, L., 1971: 150). No obstante, siguiendo desarrollos lógicos posteriores (cfr., en especial, Curry, H.B., y R. Feys, 1967:58-61), a los efectos de evitar "los peligros del 'modo autónimo de hablar' - el modo, esto es, en el cual un ejemplar de una expresión simbólica se usa como nombre de esa expresión", así como para tomar los resguardos necesarios a los efectos de "estar seguros de que se ha evitado la 'confusión entre uso y mención'" (ibid.: 49-50), se ha considerado conveniente distinguir entre "metalenguaje" y "lenguaje exterior" a otro lenguaje (Desclès, J.P. et Guentcheva Desclès, 1977: 2), exigiendo, como criterio diferencial, que en el primero se utilice la misma lengua y que en el segundo intervenga "un sistema simbólico artificial y por tanto 'exterior' a la lengua" (ibid.: 5), en este sentido, las ciencias sociales, mientras se desarrollen formalizando (ver parágrafos 58 a 60) el lenguaje natural para dar cuenta de discursos producidos en tal lenguaje natural, se construirán como metalenguajes propiamente dichos; cuando utilicen un lenguaje simbólico (artificial) para dar cuenta de los discursos producidos en lenguaje natural, se construirán como lenguajes exteriores al lenguaje en estudio. La diferencia es importante, ya que mediante el metalenguaje una lengua puede decirlo todo, en particular describirse a sí misma" (Z.S. Harris, citado en ibid.: 9) mientras que el recurso a un lenguaje exterior responde al hecho de que "para Saumjan, estudiar las propiedades de una lengua (o lenguas) - o sistema U, objeto de estudio - significa construir otro sistema, llamémosle A, que tenga por finalidad 'simular' una (o varias) lengua(s)" (ibid.: 18). Esta finalidad de simulación implica la posibilidad de explicar los procedimientos mediante los cuales el lenguaje natural (sus discursos) en estudio produce la significación de los fenómenos de los que habla, por lo cual, el concepto de "lenguaje exterior" resulta más fructífero que el de "metalenguaje, pese al sustrato lógico común a ambos. Instrumentalmente, esto adquiere trascendencia cuando se apunta, en la investigación, a la elaboración de programas de inteligencia artificial o sea, "al análisis de los razonamientos propios de las ciencias humanas, considerados desde las nuevas perspectivas abiertas por los sistemas expertos" (Gardin, J.-CI., et al., 1987b: 1). Por su importancia para la comprensión del enfoque global del presente trabajo, en el que todos los pasos metodológicos tienden a hacer posible una constante consideración crítica de la aplicación del razonamiento al progreso y culminación de una investigación, resulta de interés la precisión que formula J. Cl. Gardin: "¨Cuál es el objeto que designamos como tal cuando hablamos del estudio o del análisis de los razonamientos? Una respuesta cómoda, aunque incompleta, es que la expresión concreta de un razonamiento en ciencia es el propio texto científico, donde el autor expone las operaciones intelectuales que lo han conducido desde la observación de ciertos hechos empíricos al enunciado de proposiciones designadas de diversos modos: tesis, hipótesis, interpretaciones, conclusiones, comentarios, explicaciones, etc." (ibid.: 4). Por razones de facilidad comunicativa, no obstante, en el presente trabajo, se hace constante y exclusiva referencia al carácter metalingüístico del "texto científico" de las ciencias sociales (en cuanto, esta última expresión es sinónima de "ciencias humanas" habitual entre los autores franceses), sin usar la diferencia entre metalenguaje y lenguaje exterior. Cfr., también, la nota al parágrafo siguiente.

(xiv/ parág. 17). No se desarrolla, tampoco, en este trabajo, la diferencia entre metalenguaje, metalengua, metatexto y metadiscurso ya que, pese a su importancia teórica, harían excesivamente farragosas estas notas y/u oscurecerían la aplicabilidad de las orientaciones metodológicas del texto (uno de sus más completos desarrollos puede encontrarse en el citado Desclès, J.P. et Z. Guentcheva Desclès, 1977); tampoco la, en última instancia, inexistencia del lenguaje objeto (en sentido estricto, por ser signos u objetos semióticos y no cosas, hechos o fenómenos en sí, el referente de cualquier lenguaje), siendo suficiente con esta observación para entender el sentido con que se utiliza tal expresión (lo que hace que, incluso, las ciencias naturales usen ya un metalenguaje en su textualidad; el único lenguaje objeto es el de los fenómenos en cuanto ya signos). No obstante, provisionalmente, se conservará la expresión "lenguaje objeto" para referirse al discurso social y al discurso (no metodológico) de las ciencias naturales; por lo que, al discurso de las ciencias sociales se lo considerará "metalenguaje" (de 1erágrado), calidad que también posee el discurso metodológico de las ciencias naturales; al discurso metodológico de las ciencias sociales se lo considerará "metalenguaje" (de 2do grado), calidad que comparte el discurso epistemológico relativo a las ciencias naturales; puede por ello decirse que el discurso epistemológico relativo a las ciencias sociales ostenta la calidad de "metalenguaje" (que sería de un 3erágrado).

(xv/ parág. 18). "En la medida en que toda proposición metalingüística relativa a los lenguajes naturales es analítica" (Lyons, J., 1977: 292), el carácter de las operaciones (analíticas) constitutivas de una metodología en ciencias sociales es metalingüística. La reflexión sobre las peculiaridades metalingüísticas de tales operaciones metodológicas (que aquí se postulan de 2do grado por la exigencia de dar cuenta, simultáneamente, en forma sucesiva o acumulativa, de las relaciones inherentes al discurso social y las inherentes al discurso teórico) todavía está por hacerse, al menos según la información de la que, en este trabajo, se dispone. Existe, no obstante, la plena conciencia de la necesidad de trabajar (metalingüísticamente) con "una cadena de operaciones explícitamente definidas que las vincule" (a las tesis) "con los hechos" (Gardin, J.-CI., 1987b: 6); a su vez, se es consciente de que "el desarrollo de los sistemas expertos, en ciencias humanas como fuera de ellas, se vincula esencialmente al progreso en las técnicas llamadas de 'Representación y Tratamiento de los Conocimientos"' (ibid.: 12) (también de neto carácter metalingüístico), con lo que las exigencias de programación constituyen un reaseguro del rigor de las operaciones analíticas utilizadas, sin que despierte temor el hecho de asumir, de ese modo "una perspectiva en todo caso no-filosófica, sino más bien técnica, tecnicista, tecnocrática incluso" (ibid.: 10). La reflexión metodológica en ciencias sociales se ve obligada, por tanto, a modificar el ámbito de referencia de sus criterios y hábitos de validación, que ya no encuentran su fundamento en puras consideraciones de razonabilidad lógica, sino en la medida en que tal razonabilidad lógica constituye la posibilidad de una implementación operatoria (calculabilidad o computabilidad): "se trata, ahora, de dotar a esta máquina de mecanismos que le permitan controlar el estado de sus conocimientos de tal manera que pueda concebir estrategias de razonamiento que se concreten mediante la realización de una tarea dada. Entre las operaciones de razonamiento sobre el razonamiento, las más importantes son: -Demostrar que se lo puede demostrar (...). -El autoaprendizaje (...). -La búsqueda de soluciones elegantes (...)" (Sallantin, J., 1986: 131), operaciones, todas ellas, que implican la práctica de una reflexión metalingüística. Pero, con frecuencia (también es necesario decirlo), las propuestas analíticas relacionadas con la inteligencia artificial parten de un mundo (o de sus fenómenos) que parecen representables según una "lógica natural" o según la interrelación de "primitivos semánticos" (Jackendoff, R., 1987: 91 passim), con lo que se pretende eliminar la consideración del lenguaje natural portador de esa lógica y atribuidor de esa semántica y con lo que se pondría a salvo de las divergencias de los lenguajes naturales, y por supuesto, de la historia. Se privilegia la observación del investigador como fuente de una segura (y, por tanto, suprema) racionalidad que, adem s (garantizada por la sinceridad del propio investigador), sería universal (o común a cualquier mente) y a-temporal (o eterna); cfr. frente a esto los parágrafos 28 a 32. Este mundo, "visto por un marciano" (parafraseando la crítica a Chomsky de Gadet, F. et M. Pˆcheux, 1981: 219) o ese lenguaje arbitrario y, por tanto, prescindible "pero solamente bajo la mirada impasible de Sirius" (según ironiza Benveniste, E., 1966: 51), es en realidad mucho más desconfiable que el contingente pero positivo (empírico) discurso que lo nombra (al mundo) y lo utiliza (el lenguaje). El razonamiento automático sobre el razonamiento se hace eficaz y explicativo cuando el razonamiento sobre el que razona está materializado en frases efectivamente en uso, en determinada sociedad. Si esto se completa con un lenguaje teórico que viene siendo elaborado (formalizado) progresivamente por los científicos a lo largo de la (corta o larga) historia de cada ciencia particular y que le proporciona los razonamientos concretos con los que razona, se habrá ubicado, en la relación que las hace eficaces, a las operaciones metodológicas en ciencias sociales: el punto (metalingüístico) de confluencia del lenguaje teórico y el discurso social. Los científicos sociales tienen, adem s, la ventaja de contar con la larga y debatida experiencia que acompañó, en la epistemología de las ciencias naturales, a las modificaciones de las "reglas de correspondencia", en cuanto "descripciones de los diferentes procedimientos experimentales de conectar a las teorías con los fenómenos" (Suppe, F., 1979: 134), lo que mutatis mutandis se aplica a las operaciones analíticas (metalingüísticas) a las que se refiere este trabajo.

(xvi/ parág. 20). Al diferenciar los datos de la información, por una parte, se profundiza en la distancia que separa este enfoque metodológico del "empirismo de secano" al que se refiriera N.R. Hanson (1977: 21 y 27) y, por otra, se ajustan los conceptos para separar lo perceptualmente observable de lo que, en mayor o menor medida, ya implica alguna forma de transformación explícita (inferencia). En el primer aspecto, es contundente lo que afirma P. Suppes: "Lo que quiero hacer es esto: considerar las tesis filosóficas cl sicas de que se puede dar una interpretación causal absoluta de los fenómenos, de que se puede obtener de los fenómenos naturales una ley definitiva de tipo determinista y de que es necesario algún fundamento firme de la certeza perceptual para lograr un conocimiento seguro del mundo. Las tres son falsas y definitivamente anticuadas de acuerdo al tipo de teorías que en la actualidad han llegado a imponerse en la ciencia (...). Cuando se trata de conocimiento, los cimientos reales descansan sobre la arena y no sobre roca" ( 1979: 322-3). Conviene observar que las tesis expresamente negadas por P. Suppes son las que más frecuentemente se ostentan para criticar la falta de rigor científico de las ciencias sociales y que Suppes las enuncia tras un trabajo en el que profundiza el problema de la corregibilidad de los datos, como un análisis crítico previo a su identificación y utilización. Pero la sencillez del reconocimiento de lo endeble del conocimiento científico (sea natural o social) no justifica el registro intuitivo y acrítico de los fenómenos sociales que han de ser objeto de estudio, rechazándose su carácter apriorístico y condicionándolos a las características y calidades de la medición que registra de ellos lo que, en este trabajo, se denomina "información". Buscando otro ámbito al problema de dotar del rigor adecuado al análisis en ciencias sociales, M. Borillo propone "sustituir la información, tal como se la utiliza en el razonamiento tradicional de las Ciencias del Hombre, multiforme, irregular, implítica (...) por los datos, en la acepción estricta que el término posee en las Ciencias de la Naturaleza" (1977:7). Aquí, datos e información designarían al mismo conjunto de entidades, diferenciándose por el rigor del razonamiento con que se los considera. El cambio de nombre apunta a provocar un cambio radical de actitud ("un tel bouleversement") que M. Borillo identifica con el cumplimiento de la que denomina "condición mínima de regularidad", en cuanto "la correspondencia entre los fenómenos y los sistemas simbólicos encargados de representarlos debe ser tal que dos fenómenos idénticos deben tener necesariamente la misma representación y que a dos representaciones idénticas deben corresponder dos fenómenos idénticos o 'equivalentes', atendiendo a los criterios del estudio" (ibid.). Cfr. los parágrafos 73 a 76. Se opta, en el presente trabajo, por mantener diferenciados los términos "información" y "dato", no asignando uno a las ciencias sociales y el otro a las ciencias naturales, sino acotando el segundo (dato) al registro de los "discursos sociales" (cuya problemática será la de constituir el corpus adecuado, necesario y suficiente) y el primero (la información) al registro de determinadas marcas y relaciones materializadas en tales discursos sociales (cuya problemática será la de su identificación, contraste y transformabilidad, mediante las correspondientes operaciones analíticas; cfr. parágrafo 51 y 64). Cfr., también las notas a los parágrafos siguientes.

(xvii/ parág. 21). El concepto de dato que se propone en este parágrafo presenta un doble aspecto: por una parte, su diferenciación del fenómeno y, por otra su diferenciación de la información (para esto último, cfr. las notas al parágrafo siguiente). Si la primera actividad de una investigación, en ciencias sociales, consiste en recopilar los datos y estos no son los fenómenos, los fenómenos quedarían excluidos de la investigación; no obstante, lo que se desea excluir es la consideración trivial, intuitiva, holística de los fenómenos o sea, al fenómeno en sí. Por esta causa, lo primero que se incluye, como actividad elemental de toda investigación, es la recopilación del instrumento social (el discurso social) que los registra (ver parágrafo 24 y su nota). La materialidad del fenómeno, como garantía de objetividad inicial para la investigación, es una falacia; lo que el fenómeno objetivamente es, es el modo de ser representado e interpretado por determinada sociedad, lo que se ha definido, en otro lugar, bajo la expresión "objeto semiótico" (Magariños de Morentin, J. A., 1986: 151-2). Esta dependencia de lo objetivo a lo social figura entre las anticipaciones formuladas por C.S. Peirce, que han contribuido a su redescubrimiento: "(...) el verdadero origen del concepto de realidad muestra que este concepto incluye la noción de una COMUNIDAD, sin límites definidos y capaz de un determinado incremento de conocimiento" (5.311); "(...) el principio social está intrínsecamente enraizado en la lógica" (5.355), o bien, "La lógica está enraizada en el principio social " (2.654). Pero tal representación y/o interpretación no es objetiva ni directamente cognoscible (ver parágrafo 33); cuando se ha tratado de iniciar la investigación mediante la descripción del fenómeno lo que se ha hecho es partir de su representación/interpretación, tal como la intuye el investigador; esto ha deslizado a las investigaciones en ciencias sociales hacia consideraciones predominantemente subjetivas y/o literarias (ver parágrafo 62). O sea, no se excluye aquí al fenómeno para privilegiar la construcción mental de su representación/interpretación, sino que se lo excluye, justamente, para evitar que se parta de una acríticamente supuesta representación/interpretación. Por ello, lo que se considera efectivamente objetivo es tomar, como dato, a los textos de los discursos sociales que hablan del fenómeno, en cuanto materialidad empíricamente observable, cuyo conjunto efectivamente disponible en una sociedad contiene el conjunto de las relaciones posibles con las que dicha sociedad construye a dicho fenómeno (cfr. Foucault, M., 1970: 50 ss, para el concepto de "formación discursiva", afín a lo que se viene desarrollando). Este tratamiento del discurso como materialidad ha sido posible en virtud de la consideración de la lengua como materialidad y no según la clásica visión saussureana de la lengua como "vínculo social" consistente en "la suma de imágenes verbales almacenadas en todos los individuos" (Saussure, F. de, 1972: 97). Esta "suma" no es inmediatamente accesible; lo que sí lo es es el conjunto de los discursos que circulan efectivamente en determinado momento de determinada sociedad. Así ha podido escribir E. Benveniste que la lengua "funciona como una máquina de producción del sentido" (1974: 97). Esta "conversión teórica que toma en cuenta la existencia histórica de las "materialidades discursivas' desplaza, a la vez, la cuestión del sujeto y la de los datos, ya que, más allá del análisis sintáctico de la secuencia, tiende a reemplazar la interpretación semántica (...) por una práctica de la interrogación a los textos referidos a su posición en el campo histórico" (Gadet, F., et. M. Pˆcheux, 1981: 170). La debilidad de las ciencias sociales ha consistido en comenzar por tal "interpretación semántica" (referida a los discursos o referida a los fenómenos cuya interpretación se ponía fuera de discusión, como lo obvio); por el contrario, la posibilidad de consolidar la estructura científica de las ciencias sociales se basa en esta "práctica de interrogación de textos" que, aquí, se constituyen en los datos primarios de toda investigación. O sea, que, si se desea conservar el concepto de fenómeno, los fenómenos que estudian las ciencias sociales son los textos o discursos que produce determinada sociedad; una clase especial de fenómeno, por supuesto, ya que se trata de fenómenos que construyen la significación de otros fenómenos, habiendo sido (y siendo todavía) el acceso inmediato a dicha significación un espejismo en la historia de la conciencia. El tratamiento informático del análisis del discurso ha ido incrementando la preocupación por el registro empírico de las secuencias (frases) que producen el significado y no a la inversa. La óptica global para la aproximación a los hechos discursivos "ha sido resumida bajo la definición de 'morfología discursiva'". Morfología se toma aquí en su acepción cuasinaturalista: se trata de determinar, de observar, de clasificar una pluralidad de 'formas' en cuanto 'haces de rasgos' que permitan aislar y reconocer, no 'especies', sino los funcionamientos discursivos determinantes" (Lecomte, A., et P. Plante, 1986: 92). Sólo esta inversión en la consideración de lo que se entiende por lengua y discurso permite conferir a los discursos sociales el empírico y objetivo carácter de datos.

(xviii/ parág. 22) El concepto cl sico de "información como magnitud medible mediante una expresión isomorfa de la entropía negativa" (Bertalanffy, L. von, 1976: 93; considerando a tal "entropía negativa o información" como "una medida del orden o de la organización, ya que la última, en comparación con la distribución al azar, es un estado improbable", ibid.: 42) no contradice (al menos, ya que adem s puede caracterizar) lo que en este trabajo se designa como "información". En efecto, considerada como las representaciones/interpretaciones identificables en los datos, consiste en un orden medible (computable) entre aquellas relaciones físicas o "características distintivas" percibibles "en el plano de expresión del lenguaje" (Malmberg, B. 1969: 6) y, por tanto, manifiestas (si bien requieren de determinadas operaciones analíticas para su establecimiento y la descripción de su operatividad) en el discurso social. B. Malmberg estudia la información en relación a la distinción fonológica en cuanto "la secuencia de contenido ha sido segmentada en una serie de elementos de contenido discreto" (ibid.: 106); en este trabajo, se la considera sintácticamente y la identificación de los correspondientes elementos discretos será o no aceptable en la medida en que permitan, por identificación, contraste y transferencia (o sea, mediante relaciones parafrásticas o de sustitución) establecer las posibilidades semánticas de representación/interpretación actualizadas en cada concreto discurso social (lo que concuerda con el concepto sistémico, en cuanto "medida de la organización" en la producción del significado, frente a "la distribución al azar" de otras muchas relaciones existentes en el mismo discurso y que no conducen a la significación en estudio). El planteo está, también, muy próximo (y en la práctica metodológica resulta aplicable) a la propuesta de una gramática formal de un "lenguaje desambiguado", de naturaleza fundamentalmente sintáctica, como lo formuló R. Montague (1977: 158 ss).

(xix/ parág. 22) El conjunto de la información (identificable, contrastable y transformable; cfr. parágrafo 77) proporcionada por determinado corpus de datos (que el investigador considera adecuado, necesario y suficiente; cfr. parágrafo 36) constituye un dominio, en el sentido en que D. Shapere utiliza este término, siendo aplicables igualmente, a esta reflexión metodológica, las condiciones que exige para la asociación de los items de la información en tal dominio: "1 . La asociación se basa en alguna relación entre los items. 2. Este cúmulo así relacionado presenta un aspecto problemático. 3. Este problema es un problema importante. 4. La ciencia está 'lista' para ocuparse del problema" (Shapere, D., 1979: 578). En el presente planteo metodológico, el problema consiste, específicamente, en reconocer a dicha información como productora de la representación/interpretación con la que se construye la significación social de un fenómeno; siendo el establecimiento de esta significación social lo que constituye la importancia de tal problema.

(xx/ parág. 22) La primera distancia a tomar, cuando se habla de "información" en el sentido de este parágrafo, es frente al análisis del contenido. Corno expresa J. Cl. Gardin "todo proyecto de un método general de análisis del contenido en ciencias humanas (...) es una contradicción en los términos (...) Cuando Philip Stone y sus colaboradores elegían llamarágeneral Inquirer al programa de análisis de contenido que había de proporcionarles cierto renombre y cuando en el voluminoso libro publicado en 1966 bajo ese título, se informaba que el mismo computer approach se había seguido para elucidar el contenido de textos tan diferentes como cuentos esquimales, discursos políticos americanos, los últimos escritos de suicidas, verdaderos o falsos (hombres y textos) y muchos otros, un lector apresurado podía concluir que existía sin duda, de ahora en adelante, un "método general de análisis de contenido en ciencias humanas" (...) El método de análisis de contenido se reduce, en la práctica, a una indexación fundada en el empleo de un diccionario automático o tesaurus, diferente para cada aplicación; nada de general aquí, en consecuencia" (Gardin, J. Cl., 1987a: 61-2). El mismo Gardin continúa desarrollando la historia del tratamiento automático de la información recordando "que los primeros trabajos de análisis de textos (...) tuvieron por objetivo la construcción de 'sistemas de pregunta - respuesta' capaces de detectar ciertas correspondencias de sentido entre el enunciado de preguntas formuladas en una lengua natural y las bases de datos formadas por textos o fragmentos de textos escritos en la misma lengua", lo que, no obstante el progreso que implicaba frente al análisis de contenido, evidenciaba "la incapacidad en que se está para dar cuenta de las equivalencias de sentido más simples entre determinados enunciados de una misma lengua si no se define un metalenguaje que implica, de manera casi tautológica la declaración misma de la equivalencia" (ibid.: 745). Finalmente, alude a la aparición, en 1974, de "un informe Minsky cuyo título, la sustancia y sobre todo la frecuencia de las citas que aporta, permitirían pensar que constituye un primer manifiesto sobre las posiciones teóricas del análisis de textos. Vale la pena recordar al menos el título: "Un marco (general) para la representación de los conocimientos'. No se podría definir de manera más exacta y más concisa, en efecto, el problema central del análisis de textos. El objetivo de Minsky, sin embargo, era menos una teoría del lenguaje que, según sus propios términos, 'una teoría parcial del pensamiento tal como se manifiesta mediante la producción y la comprensión del lenguaje natural'. Lo esencial de la tesis es que, en toda actividad de este tipo, el sujeto acude necesariamente a los datos de la memoria, estructurados de determinada manera; resta por determinar lo que son esos datos (componente semántica) y la manera en que están organizados (componente lógica) (...). Se postula que los tipos de estructuras lógicas semánticas movilizadas en la producción y comprensión del lenguaje natural son finitas en número, desde el punto de vista de su forma y que es posible dar una caracterización de ellas, independiente de su contenido. En esta última vía se han enrolado, siguiendo a Minsky, la mayoría de los teóricos de la inteligencia artificial aplicada al análisis de textos" (ibid.:75-6). Es esta también la dirección que sigue el presente trabajo; así el concepto de información puede entenderse en este contexto histórico y de proyección analítica como el conjunto de las marcas y relaciones sintácticas identificables en el discurso social (sin hacer distinciones, provisionalmente, entre "discurso" y "texto", pero tomando la expresión en su sentido plenamente material de modo que se exija a lo que se recopile como "discurso social" o datos, su presencia perceptual empírica y no en cuanto alusión a una totalidad ideal) en cuanto socialmente utilizadas para producir los componentes semánticos (representativos/ interpretativos) del significado de un fenómeno; y que, por tanto, pueden permitir la construcción de una base de datos que represente, a su vez, la potencialidad expresiva de una sociedad. Estas marcas y relaciones se identificarán e interrelacionarán (por contrastación y transformación) mediante las operaciones analíticas pertinentes, según las pautas esbozadas en los parágrafos 72 a 89, proporcionando así una base objetiva y un proceso criticable a la propuesta explicativa de determinado fenómeno.

(xxi/ parág. 22). La relación de la información con la representación/interpretación constituye el principal desafío para la utilización fructífera del concepto de información; las posibilidades éxito y los riesgos de fracaso confluyen en este punto: "la esencia de la información reside en la configuración u organización de las señales, independientemente de la naturaleza sustantiva de éstas" (Buckley, W., 1978: 223). La información en cuanto marca o relación sintáctica es empírica y observable; en cuanto productora o portadora de representación/interpretación es conceptual e inferible (cfr. el parágrafo 33). La única alternativa del investigador (y lo que, en definitiva, lo constituye en tal) consiste en construir rigurosamente (según las exigencias de la lógica y del lenguaje teórico de su ciencia particular) la cadena de proposiciones que vayan de la información (como conjunto de premisas) a la representación/interpretación (como conclusión). El problema está actualmente elaborado en términos de la inteligencia artificial, lo que proporciona el control adicional del sistema de procesamiento; "se debe recordar que el procesamiento de un 'objeto', un 'problema' o un 'acontecimiento', el movimiento de 'un brazo mecánico' o de un 'peón' sobre un tablero de ajedrez, si se produce mediante una computadora, se dice que son todos prototípicos de la inteligencia artificial, si (1) esos objetos no se procesan por sí mismos (o sea en su materialidad básica), sino bajo una representación simbólica de algún tipo y (2) si la manipulación de los elementos de esta representación (es decir, la producción, el reconocimiento o la transformación de estos elementos simbólicos) se controla, en alguna medida, mediante reglas específicas" (Meunier, J. - G., 1989: 53-4). Lo observado por Meunier bajo el punto (1) es homólogo a la diferencia establecida en este trabajo entre dato e información: el dato, en cuanto materialidad observable, no es procesable por sí mismo, sino que requiere que determinadas relaciones que contiene sean traducidas según alguna representación simbólica; o sea la información consiste en el conjunto de representaciones/interpretaciones identificables en los datos . Por otra parte, coincidiendo con la condición (2), la manipulación (identificación, contraste y transformación; cfr. los parágrafos 77 a 86) de esta información requiere de determinadas operaciones analíticas metodológicamente básicas y específicamente adecuadas (o adecuadas a los textos de la ciencia social particular en cuyo ámbito trabaje el investigador).

(xxii/ parág. 24). En el amplio espectro de definiciones de "discurso", se prefiere continuar sosteniendo, provisionalmente, la formulada como "producto textual de las operaciones cognitivas, socialmente adquiridas por determinado emisor, en el cual y con las cuales se construyen los significados del mundo semiótico posible para ese determinado emisor" (Magariños de Morentin, J. A. y col., 1989: 22), que mantiene completa coherencia con el presente desarrollo metodológico.

(xxiii/ parág. 31). Como trasfondo del presente trabajo (que no se explicita más que en este breve comentario) existe una decisión de integración transdisciplinaria entre la semiótica (en el ya muy difundido sentido que le atribuye C. S. Peirce: "la lógica, en su sentido general, como creo haber mostrado, es solo otro nombre para la semiótica (semeiotiké), la cuasi necesaria o formal doctrina de los signos" (2.227), la ciencia cognitiva (cuyos principios centrales son "1) la dualidad tradicional entre mente y cerebro debe estrecharse hasta desaparecer (...); 2) el hombre puede simular artificialmente los procesos mentales (...); 3) el conocimiento es una representación simbólica de lo real", Rastier, F., 1987: 6) y la inteligencia artificial ("perturbación intelectual " que se ha comparado "con la que acompañó y siguió a la constitución de la astronomía copernicana y de la física galileana" y en la que "se encontrará finalmente realizado un materialismo del pensamiento sin concesiones", Henry, P., 1986: 299).

(xxiv/ parág. 33). La posibilidad de acceder a la representación/interpretación de un fenómeno, tal como ha sido producida o ha quedado registrada en un discurso social plantea, para el investigador, la necesidad de construir (manual o computacionalmente; pero con evidentes ventajas en el segundo caso y de modo casi seguramente insuficiente en el primero) un sistema experto, cuya arquitectura habrá de estar "basada en dos elementos fundamentales: - Base de conocimiento, que incorpora una representación de los hechos conocidos y deducibles, descriptivos del tema. - Motor inferencial, procedimiento capaz de responder y explicar preguntas, apoyado en la estructura de la base de conocimiento" (Cuena,J.,1985: 496). El razonamiento inferencial con el que se programa dicho motor inferencial utiliza, por lo general, "una formulación de origen probabilístico bayesiano, mezclada con aspectos de lógica difusa" (ibid.: 502; y para "el Teorema de Bayes:

P(e/h).P(h)

P(h/e) = ŽŽŽŽ

P(e)

P(h/e), la probabilidad de que ocurra h supuesta la evidencia e; P(e/h), recíproca; P(h), P(e), probabilidades previas (a priori) de ocurrencia de h y e ", ibid.: 510; cfr., también "Moteur d'inférence" en Glossaire, Le Moigne, J. L., (ed.): 359). Es interesante observar, ya que puede desconcertar, que H. Parret afirma que la inferencia en la racionalidad del discurso-ligado ("discoursebound rationality") no se corresponde con la inferencia lógica: "Las estrategias", en la producción del significado discursivo, "son regularidades externalizadas por una competencia comunicativa son cadenas de razones basadas en procesos de razonamiento. El discurso, para el pragmático, es una totalidad de regularidades (reconocible por su generalidad) que expresa el razonamiento teórico y práctico. Estas estrategias de comprensión son inferenciales (no inferencias lógicas , sin embargo , porque se realizan en y por medio del lenguaje natural). La actividad inferencial es, de hecho, un procedimiento de transposición del significado de un nivel objetivo a otro nivel parafrástico del discurso", Parret, H., 1983: 99). Lo interesante radica en advertir que la inferencia de la que Parret habla es la inferencia utilizada por el hablante en la producción de la significación; o sea, es la inferencia que debe descubrir el analista en el discurso social, en cuanto puesta allí por el usuario de la racionalidad social; es una de las "pretensiones de validez" que pone el hablante: "la pretensión (...) de que el acto de habla es correcto en relación con el contexto normativo vigente (o que el propio contexto normativo en cumplimiento del cual ese acto se ejecuta, es legítimo)" (Habermas, J., 1989: 144). Pero muy distinta es la inferencia que precisa realizar el analista para llegar a inferir, aplicando su racionalidad específica, que mediante esas inferencias efectivamente utilizadas por el hablante se produce determinada significación de determinado fenómeno social: "Si, por el contrario, tomamos en serio las pretensiones del actor exactamente en el sentido que este rationaliter les da, sometemos sus presuntas perspectivas de éxito a una crítica que se basa en nuestro saber y en nuestra comparación del decurso fáctico de la acción racional con arreglo a fines con un decurso construido en términos típicoideales" (ibid: 166). A lo que Parret se refiere es a la inferencia racional (pragmática y social) puesta por el hablante; a la que se refiere este esbozo metodológico es a la inferencia racional puesta por el investigador, la cual debe adecuarse a las exigencias de la lógica y de la ciencia social particular en cuyo marco trabaja. El investigador no puede permitirse compartir con el hablante lo que M. Bunge ha denominado "inferencia catalítica" que "tiene lugar en la 'anticipación' o el 'conjeturar' (sin duda frecuentemente incorrecto) resultado de laboriosas demostraciones o exigentes comprobaciones empíricas que carecen de Ersatz" (Bunge, M, 1965: 125); dejando al margen la observación de Bunge acerca de la eventual "incorrección " de la inferencia catalítica, lo expresado reafirma que el recurso a la inferencia lógica como deducción natural o como probabilística, no puede ser simplemente eliminado. Aún cuando el esquema del presente trabajo no coincida completamente, como advertirá el lector, con el siguiente desarrollo de R. Boyd, no obstante su planteo confluye facilitando la comprensión de las operaciones cognitivas a las que se alude en este parágrafo y de la construcción del referente: "A este respecto es importante observar que lo que ocurre no es realmente una división del trabajo lingüístico. En realidad, lo que se implica es la división social del trabajo mental (o mejor todavía, cognitiva): algunos son mecánicos de automóvil y saben lo que significa 'émbolo de acelerador', otros son empleados de vivero y saben lo que significa 'haya', mientras que otros son físicos que saben lo que significa 'agujero negro'. Esta división del trabajo no es originariamente un fenómeno lingüístico, ni es originariamente un fenómeno epistemológico: en cambio, como insiste Putnam, representa hechos acerca de la organización social del trabajo en determinada etapa del desarrollo histórico. La división del trabajo cognitivo se vincula con la emergencia del referente sólo porque éste se refleja en los modos que tiene la gente para recopilar información acerca de los rasgos del mundo y porque la noción de referencia es esencialmente una noción epistémica" (Boyd, R., 1979: 388-9).

(xxv/ parág. 36). Sin especificar sus componentes, como se propone en este parágrafo, el principio de pertinencia viene siendo tomado en cuenta por los análisis semióticos, incluso por los que continúan vinculados a una propuesta predominantemente intuitiva, en especial siguiendo a la escuela de A. J. Greimas; así J. Courtés afirma que la semiótica "encara los objetos que ella estudia desde un punto de vista muy determinado que les es común y en esto consiste el principio de pertinencia: cuando se trata de una colección de datos, el hacer semiótico se ejercerá solamente en la medida en que retiene sus características comunes (...). La semiótica postula que el acercamiento a la significación solo puede hacerse por medio de acercamientos diversificados y distintos, es decir, según niveles diferentes definidos por los rasgos distintivos comunes a (o extraídos de) los objetos estudiados" (Courtés, J., 1980: 34). En vez de hablar de niveles (que implican una sucesividad acumulativa) en este trabajo se prefiere hablar de "información " (para aprovechar la relativa neutralidad de este término a los efectos de plantear una concurrencia en acumulación simultánea de las relaciones o los "rasgos distintivos" de Courtés que habrán de explicar la producción de la significación y, de modo especial, por la interdependencia de dicha información respecto de las hipótesis planteadas por el investigador (cfr. parágrafos 40 y 41 ). Esto es importante, ya que sus "características comunes" no son tales en abstracto o en general sino en función de determinada significación cuya explicación se investiga. El concepto de "pertinencia" posee un status preciso en la epistemología cl sica (en inglés "relevance"); P. Achinstein lo desarrolla en los siguientes términos: "Aquí debo introducir el concepto de pertinencia y hablar de una propiedad como pertinente por ser un X. Entiendo por esto que si se sabe que un item posee determinadas propiedades y carece de otras, el hecho de que el item posee (o carece de) la propiedad en cuestión normalmente se contará, al menos en cierta medida, en favor (o en contra) de llegar a la conclusión de que es un X; y si se sabe que posee o que carece de la suficiente cantidad de propiedades de determinada clase, el hecho de que el item posea o carezca de la propiedad en cuestión puede contribuir justificadamente a establecer si es o no un X" (Achinstein, P., 1968: 6), especificando, un poco más adelante, las características de la "pertinencia semántica", ya bien a los efectos de proceder a la clasificación de X o a su confrontación con otras sustancias similares (ibid.: 10-1). Obsérvese no obstante que, en el presente trabajo, se consideran los rasgos de determinados datos (discursos sociales) en cuanto pertinentes para la producción/registro de determinada información. El desarrollo de Achinstein, en cuanto tendiente a establecer la pertinencia de un X, entra ya al análisis de la información para la producción de la significación de un determinado fenómeno. Lo que ocurre en la evaluación de los datos, aquí planteada es que sólo informa acerca de su aptitud para contener la información que produce dicha significación y que la decisión acerca de la pertinencia o no pertinencia de tales datos sólo puede alcanzarse mediante el análisis de la producción de la significación en cuestión (lo que aquí se diferencia designándola como el problema de la vigencia de la información contenida en tales datos).

(xxvi/ parág. 39). El problema de la vigencia está directamente vinculado al ámbito de la "deontología", término que pasó de designar una ciencia de lo moral como lo conveniente para el mayor número de personas (como lo fue para J. Benthman, creador de esta designación) a designar de las ciencias de lo normativo. Así, en el derecho, la vigencia de la norma se constituye por la concurrencia de la validez, y la eficacia, siendo, en la perspectiva kelseniana, la eficacia la condición de la validez: "pero no la razón de la misma. Una norma no es válida porque es eficaz; es válida si el orden al cual pertenece tiene, en general, eficacia" (Kelsen, H., 1958: 49). Por supuesto que existe un concepto jurídico de vigencia puramente formal, dependiendo tan solo del requisito que se establezca para la promulgación de la norma. En filosofía jurídica, el problema se relaciona inmediatamente con el de la existencia del Derecho y así "la dificultad nace desde un comienzo como una primera oposición entre positividad y vigencia del Derecho". Si se parte de definir al Derecho como norma "la positividad aparece como algo que se añade al ser del Derecho" (Cossio, C., 1954: 181); pero, para la teoría egológica (de directa derivación husserliana) "la positividad viene en la conducta misma en cuanto hecho y es simplemente su existencia, desde que el objeto jurídico también es con el modo de ser. de la existencia en el tiempo" y Cossio cita a Olivecrona, concordando con él: "que el Derecho está vigente significa que lo soportan algunas fuerzas combinadas de los hombres. La existencia del Derecho es la misma cosa que su estar en vigencia. El estar en vigencia o existencia del Derecho se define así como un efectivo hecho" (ibid.: 182). No extraña por tanto, que el tema sea retomado por las modalidades deónticas de la lógica, que "son usadas en frases tales como: 'es obligatorio (...)', 'es permitido (...)', 'es prohibido (...)'" referidas a un acto (Wright, G.E. von, 1970a: 65), vinculándose, en este campo, al análisis del prescribir: "la vida de una prescripción es así la duración de la vinculación entre una autoridad-norma y uno o varios sujetos-norma. Mientras dura esta vinculación se dice que la prescripción está en vigor. La existencia de una prescripción no es el hecho, como tal, de que se ha dado, sino el hecho de que está en vigor" (Wright, G. E. von, 1970b: 132). Estos planteos convencionales y cl sicos acerca de la "vigencia" quedan superados (en el sentido hegeliano del "aufheben" dialéctico en cuanto "proceso de despliegue de lo concreto por mediación de sus determinaciones internas eliminadas"; Karsz, S.,1971: 22) y por tanto, reestructurados en el seno de otra problemática, al formular M. Foucault su propuesta de análisis del discurso: "Por una parte el conjunto 'crítico' que aplica el principio de inversión: intentar establecer las formas de exclusión, de limitación, de apropiación, a que acabo de referirme; mostrar cómo se ha formado, en respuesta a qué necesidades, cómo se ha modificado y desplazado, qué restricciones han ejercido efectivamente, en qué medida se han transformado. Por otra parte el conjunto 'genealógico' que aplica los otros tres principios: cómo se han formado las series discursivas, transpasando, pese a o con el apoyo de esos sistemas de restricciones; cuál fue la norma especifica de cada uno y cuáles fueron sus condiciones de aparición, de crecimiento y de variación" (Foucault, M.,1971: 62). Tal "vigencia" de la información (en cuanto formas sociales de representación/interpretación de los fenómenos) que el investigador busca y recupera en los discursos sociales, asumidos, en este trabajo, en su plena positividad o efectiva existencia y concreta historia, en el ámbito de determinada sociedad; eliminando, hasta donde sea posible y con la mayor exigencia, los residuos idealistas y los aprioris de lo obvio en el conocimiento, de lo sustancial en la esencia de los fenómenos en sí y de lo universal en la razón.

(xxvii/ parág. 42). Aquí, la expresión "probabilidad de una explicación" no se refiere a un a consideración probabilista de la validez de determinada explicación, sino que está utilizada en el sentido que posee en lógica la expresión semejante de "probabilidad de un teorema", en cuanto a su deductibilidad formal en el cálculo de predicados (Hatcher, W.,1968: 30); lo que se afirma, por tanto, es que la propuesta de explicación (de la significación de un fenómeno) que constituye la 1ra. hipótesis (teórica) de una investigación debe resultar probada por una secuencia de enunciados que dan cuenta de la productividad de las representaciones/interpretaciones identificadas por el investigador en el corpus de discursos sociales seleccionados. Es también el sentido que le atribuye J. -C. Gardin a "la naturaleza de las operaciones que fundamentan el paso de los datos- iniciales a las proposiciones finales de la construcción, donde se enuncian las conclusiones del autor" (Gardin, J. - C., 1987a: 32).

(xxviii/ parág. 46). Las tres posibilidades se encuadran en la falsabilidad popperiana (diferente de la falibilidad peirceana, a la que se aludirá en la nota al parágrafo 70) en cuanto condición para decidir el carácter empírico de un sistema de enunciados, lo que lo constituye en científico (siempre dentro de la concepción popperiana) al ser posible refutarlo por la experiencia (Popper, K. R., 1977: 40, 75, 108, passim). Cada una de las proposiciones contenidas en las enunciaciones de cada una de las hipótesis tiene que poder demostrarse si resulta o no falsada; o sea, en la conclusión de la investigación se obtendrán nuevas enunciaciones que estarán formuladas (respecto de las correspondientes hipótesis) según alguna de las modalidades epistémicas de dicto, teniendo en cuenta que "si la negación de una proposición se verifica, la proposición se denomina falsificada" (Wright, G. H. von, 1970: 55 ss). Por supuesto que se trata de diferentes clases de falsedad: en el primer caso (falsedad de la 3a. hipótesis, de trabajo) lo que se niega es que el discurso social recopilado contenga la información necesaria para probar la explicación de la significación social del fenómeno (se trata, por tanto, de un caso de falsedad empírica); en el segundo caso (falsedad de la 2¦ hipótesis, metodológica) lo que se niega es que la información (las relaciones productoras de representaciones/interpretaciones) identificada en el discurso social recopilado se corresponda con las representaciones/interpretaciones con las que determinada sociedad construye la significación de determinado fenómeno en determinado momento (se constata, por tanto, la existencia de una contradicción pragmática entre los enunciados recuperados como información y los enunciados efectivamente vigentes en la sociedad en estudio); en el tercer caso (falsedad de la 1¦ hipótesis, teórica) lo que se niega es que el enunciado hipotético acerca de la significación atribuida a un determinado fenómeno pueda deducirse del conjunto de enunciados factuales relativos a las representaciones/interpretaciones (la información) vigentes en determinado momento y obtenidos mediante el análisis aplicado a un corpus pertinente de discursos sociales.

(xxix/ parág. 47). Este parágrafo destaca el carácter de contradicción lógica que deberá existir entre la significación hipotetizada y las representaciones/interpretaciones sociales efectivamente vigentes en los discursos sociales pertinentes para poder rechazar la primera. En efecto, para negar dicha hipótesis es preciso haber probado la vigencia de las representaciones/interpretaciones identificadas y la pertinencia del discurso social que las produce/registra; lo que se niega es que dicha pertinencia y dicha vigencia (adecuadamente verificadas) sean los antecedentes lógicos de la significación enunciada en la hipótesis; sólo en ese caso se habrá demostrado la falsedad (se habrá falsificado) la hipótesis teórica. Mientras no se obtiene éxito en probar la validez de las hipótesis 2¦ y 3¦ (conjuntamente) se está en condiciones de afirmar o de negar la validez de la 1¦ (lo que ocurrirá respectivamente según se pruebe o no la derivabilidad lógica de esta última a partir de las dos anteriores) o, según no se pruebe o se pruebe la contradicción lógica entre la una y las otras dos (la prueba de la derivabilidad y la de la no-contradicción lógica y la de la no-derivabilidad y la contradicción no son simétricas ya que en un caso, el de la contradicción o no-contradicción, ésta "procede de puras razones de lógica de proposiciones" (Hilbert, D. y W. Ackerman, 1962: 21) mientras que en el otro, el de la derivabilidad o no-derivabilidad, "pertenece a las proposiciones del sistema" (Ladrière, J., 1969: 153).

(xxx/ parág.47). Cabe preguntarse si, en definitiva, la metodología establece un orden para la realización de una investigación o este orden es el que corresponde al documento en que se comunican los resultados de dicha investigación. Dicho en términos más académicos, el problema se ha planteado como "la distinción entre contexto de descubrimiento y contexto de justificación''. P. K. Feyerabend resume la posición cl sica diciendo: "El descubrimiento puede ser irracional y no necesita seguir ningún método reconocido. La justificación, por otra parte o, para usar la Palabra Sagrada de una escuela diferente, la crítica, empieza solo después que se han hecho los descubrimientos y procede de una manera ordenada", a lo que contrapone su propia respuesta: "La investigación es, en su mejor condición, una interacción entre teorías nuevas que se enuncian de una manera explícita y viejas formas de las cosas que se han infiltrado en el lenguaje de observación" (Feyerabend, P. K., 1974: 99-100). Cfr parágrafos 56 y 57. Esta calidad interactiva de la investigación había sido afirmada por C. S. Peirce al oponerse a la existencia de un conocimiento intuitivo y, por tanto, a priori, como fundamento epistemológico de base, lo que se conoce como el problema de los fundamentos. "El paradigma alternativo de investigación y conocimiento que Peirce comienza a desarrollar en estos escritos" (en especial: Questions Concerning Certain Faculties Claimed for Man) "y que precisa y modifica a lo largo de su carrera es una concepción de la investigación como un proceso autocorrectivo que no tiene ningún comienzo absoluto o un punto de llegada y en el que cualquier afirmación está sujeta a críticas racionales ulteriores, aunque no podamos poner en cuestión a la vez todas las afirmaciones. Nuestros postulados cognoscitivos están legitimados no por sus orígenes -puesto que los orígenes del conocimiento son variados y falibles-, sino por las normas y reglas de la investigación misma. Y aun estas normas, reglas y patrones están abiertos ellos mismos a la crítica racional" (Bernstein, Richard J.,1979: 183). En este trabajo esta interacción entre la praxis de la investigación y las conjeturas cognitivas que la impulsan se conciben de modo dialéctico, en cuanto resolución de las contradicciones mediante cuya superación la investigación despliega la trama de conocimientos que va produciendo (cfr. parágrafos 77 en adelante y, en especial, los parágrafos 87 y 88).

(xxxi/ parág. 51). Tal conjunto de operaciones técnicas constituye lo que puede denominarse "pensamiento racional".

(xxxii/ parág. 52). "En la vida cotidiana utilizamos con alguna frecuencia la expresión 'pensamiento racional'. Se trata de una expresión relativamente comprensible, para cuyo uso extra científico nos basta con las representaciones que sobre su significado poseemos. Una comprensión poco más profunda de lo que es pensamiento racional es cosa que de manera no inmediata resulta de la formulación de una expresión inteligible. Obtenemos esta comprensión mediante el análisis científico, esto es, mediante la aplicación de una forma particular del pensamiento racional al conocimiento de un objeto que en este caso es, precisamente, el pensamiento racional (...). La razón surge y se desarrolla como propiedad social humana en relación inextrincable con el trabajo, por un lado, y con el lenguaje, por otro, y tiene un portador biosomático: vive unida al cerebro y al sistema nervioso del hombre que vive en sociedad" (Zeleny, J., 1982: 11 y 12). Todo ello entendido en un sentido pluralista de la razón que, en la actualidad, excede incluso "el concepto que Habermas proyecta de la razón en términos de teoría del consenso", exceso señalado por Lyotard: "reconocer a la pluralidad e intraducibilidad de los juegos del lenguaje entrelazados entre sí su autonomía y especificidad, no tratar de reducirlos unos a otros; con una regla que sería, empero, una regla general, 'dejadnos jugar (...) y dejadnos jugar en paz"' (citado en Wellmer, A., 1988: 109). Algo sencilla y humildemente anticipado por el fundador de la semántica moderna, M. Bréal: "por ser el lenguaje la obra del pueblo, es necesario, para comprenderlo, abandonar al lógico y hacerse pueblo con él" (1924: 233).

(xxxiii/ parág. 56). La intuición es un conocimiento social e histórico, muy próximo al "sentido común" y, en ambos casos, se confunde, como reflexionaba G. Moore, "el problema de si entendemos su significado (cosa que realmente nos ocurre a todos)" (se refiere al de la frase "la Tierra ha existido durante muchos años"), "con el problema de si sabemos qué quiere decir, en el sentido de ser capaces de hacer un análisis correcto de su significado" (Moore, G., 1974: 257). Esa es la intuición que no puede permitirse el investigador, ya que "es una facultad el stica; nuestros hijos no encontrarán, probablemente, dificultad alguna en aceptar como intuitivamente evidentes las paradojas de la relatividad, del mismo modo que nosotros no retrocedemos ante ideas que eran consideradas completamente no intuitivas hace un par de generaciones. Adem s, como todos sabemos, la intuición no es una guía segura: no puede ser utilizada adecuadamente como criterio de verdad ni de fecundidad en las exploraciones científicas" (Nagel, E. y J. R. Neuman, 1970:29). Por supuesto que queda fuera de esta exclusión el concepto de "intuición matemática", en virtud del cual Hilbert "contra lo que admiten Dedekind, Frege, Russell y los lógicos en general (para quienes las matemáticas no son sino una parte de la lógica), afirma la independencia de las matemáticas frente a la lógica. Las operaciones lógicas afectan a objetos que deben ser dados previamente a la intuición y que constituyen precisamente la realidad matemática" (Ladrière, J., 1969:26), así como el intuicionismo que ha sido la respuesta de Brouwer a la crisis de los fundamentos de la matemática, si bien en neta actitud polémica con Hilbert (Curry, H. B. y R. Feys, 1967:578). Es necesario, por tanto, diferenciar la intuición como supuesto en el origen del conocimiento (problema gnoseológicamente válido, cualquiera sea la actitud que se tome a su respecto) de la intuición como recurso metodológico para el desarrollo de una investigación, que es lo que se rechaza en este trabajo. Pero, ver la nota al parágrafo siguiente.

(xxxiv/ parág. 57). Tampoco se rechaza la intuición como componente empírica del pensamiento del investigador, coincidiendo, en esto, con las reflexiones de M. Bunge: "En cualquier trabajo científico, desde la búsqueda y el planteo del problema hasta el control de la solución, y desde la invención de las hipótesis-guías hasta su elaboración deductiva, intervienen la percepción de cosas, acontecimientos y signos; la imaginación o representación visual; la formación de conceptos de diversos grados de abstracción; la comparación que lleva a establecer analogías y la generalización inductiva junto con la loca conjetura; la deducción tanto formal como informal; análisis toscos y refinados y probablemente muchas otras maneras de formar, combinar y rechazar ideas, pues, digamos de paso, la ciencia está hecha de ideas y no de hechos (...). La siguiente es una enumeración de los usos del término 'intuición' más frecuentemente aceptados en la literatura científica contemporánea: percepción rápida, imaginación, razonamiento abreviado y sentido común" (Bunge, M., 1965: 88-9). De acuerdo, posiblemente, con todo ello, pero a condición de que se lo pruebe; lo que no es la intuición es un procedimiento ni un recurso probatorio. Cfr. el parágrafo 67 y su nota sobre la "abducción" peirceana.

(xxxv/ parág. 58). Es conveniente distinguir entre "formalización" y "simbolización". "Aunque simbolización y formalización sean dos pasos distintos y teóricamente separables, se encuentran, de hecho, estrechamente asociadas: pues la segunda es considerablemente facilitada por la primera de suerte que la llama casi irresistiblemente" (Blanché, R., 1965:44). Cuando la teoría está axiomatizada, "nos presenta proposiciones primeras que enuncian en lenguaje simbólico, relaciones lógicas entre términos primeros: puesto que no las propone sino a título de hipótesis, las admitimos como tales, bajo reserva de su compatibilidad. Pero, a partir de ahí, no recibiremos un término nuevo si no es definido con la ayuda de los términos primeros; no aceptaremos una proposición nueva si no es demostrada con la ayuda de las proposiciones primeras" (ibid., 45); tal la tarea y exigencia de la formalización. Con respecto a la simbolización, "el fin que uno se propone cuando se coloca bajo forma axiomática una teoría deductiva, es desprenderla de las significaciones concretas e intuitivas sobre la que en primer lugar fue construida, a fin de hacer aparecer claramente el esquema lógico abstracto (...). Así, bien pronto se hace sentir la necesidad de substituir las palabras que designaban las nociones primeras de la teoría, aún con el peso de su significación intuitiva, por símbolos desprovistos de sentido previo y susceptibles, en consecuencia, de recibir exacta y exclusivamente los que les confieren los axiomas" (ibid.: 43).

(xxxvi/ parág. 58). Resulta importante, en especial en el ámbito de las ciencias sociales, el trabajo de diferenciación realizado por E. W. Beth entre "derivabilidad formal" e "implicación semántica"; en el primer caso "existen ciertas reglas formales de inferencia, cada una de las cuales, si se aplica a las premisas apropiadas produce una conclusión inmediata" (Beth, E. W., 1978: 6); y por otra parte, "puede designarse como implicación semántica a la noción de consecuencia lógica que resulta pertinente en este contexto", siendo fundamental la dependencia del contexto (p. e.: contexto del conjunto de entidades, con su significado correspondiente, seleccionadas para interpretar las variables lógicas), lo que hace que, en el caso de la implicación semántica, "juega un papel esencial el 'valor de verdad' (es decir, la verdad o falsedad) de las nuevas premisas y la nueva conclusión" (ibid.: 7).

(xxxvii/ parág. 58). M. Borillo se pregunta "¨Por qué pretender ir hacia la formalización de las Ciencias del Hombre?" (1977: 24). La respuesta, desarrollada a través de una serie de observaciones sugeridas por su experiencia práctica y por las investigaciones desarrolladas durante algunos años en el Laboratoire d'lnformatique pour les Sciences de l'Homme dependiente del C.N.R.S., pueden resumirse así: 1) "pasar a una expresión formal la totalidad o parte de los elementos constitutivos de un problema es una restricción que implica mayor rigor en el análisis de los fenómenos empíricos y en la conducción de los razonamientos (...)"; 2) "la formalización permite la construcción de teorías 'm s potentes' (...)"; 3) "Los problemas de 'adecuación teórica' de los métodos matemáticos a la naturaleza profunda de los hechos estudiados (...) son cruciales para una reflexión sobre el estatuto científico de las Ciencias del Hombre (...)"; 4) "la aptitud funcional de los métodos formales para captar, representar y ordenar la información en su extensión y en su complejidad permite realizar la incorporación de informaciones correspondientes a clases de fenómenos distintos, pero susceptibles de encontrar en su asociación un alcance significativo más rico (...)"; 5) "resulta verosímil que la modificación de las problemáticas, desde el punto de vista de la extensión y de la riqueza de sus contenidos, se vincula, no sólo a los aspectos funcionales de los métodos formales evocados, sino también, de manera directa, a la naturaleza teórica de las construcciones (...). Esta capacidad integrativa (...) constituye el sustrato interno más seguro de una transdisciplinariedad por venir (...)"; 6) "el impacto de los métodos formales sobre las Ciencias del Hombre se manifiesta finalmente en la práctica de la investigación y de manera tanto más sorprendente cuanto que los cambios que han afectado a las Ciencias de la Naturaleza a escala secular están a punto de encontrar su equivalente a escala de decenios para las Ciencias del Hombre (...), es suficiente con recordar los puntos más importantes (...) desde el ángulo técnico, los problemas son los de la aplicación operatoria de los métodos y de los enfoques teóricos antes evocados (...), desde el punto de vista social e institucional, es una realidad que la producción científica adquiere rápidamente una dimensión colectiva que se opone al aspecto individual, a la autonomía erudita del sabio que ha predominado hasta aquí (...); la interdisciplinariedad tiene una doble componente, temática (...) pero también metodológica, ya que la formalización convocará tanto al semiólogo como al matemático. al lógico y al informático (...) sin descuidar la dialéctica de lo individual y de lo colectivo en el acto de reflexión y de creación (...), el equipo aparece cada vez m s, como responsable colectivamente de su obra. Lo que no excluye, por experiencia, que la diversidad de los roles individuales, lejos de borrarse, se exalta por la multiplicidad de saberes y de desarrollos que confronta (...). Otra ilusión será pensar que las técnicas informáticas instauren por sí mismas el libre acceso del investigador a la información científica (...). También ha de decirse que (la incorporación de la formalización en las Ciencias del Hombre) será 'difícil', como puede serlo el paso de la retórica al razonamiento, pese a que la naturaleza misma de esta transformación aproximará a investigadores de las Ciencias de la Naturaleza e investigadores de las Ciencias del Hombre en la búsqueda de una convergencia epistemológica en el interior de la esfera del conocimiento científico'' (ibid.: 25-30). Al cumplimiento de estas posibilidades y expectativas (que en algunos ámbitos de trabajo de las ciencias sociales ya son una realidad) ha confluido el desarrollo de técnicas analíticas denominadas "de razonamiento aproximado", las cuales en vez de limitarse a "representar el nivel de certeza mediante un único valor" proponen procedimientos destinados a "mejorar la calidad de la representación", en este caso, de los fenómenos sociales, mediante la aceptación de "un mayor número de parámetros para evaluar el grado de deductibilidad de una regla" (Cuena, J., 1985: 523-4); a ello concurren las lógicas denominadas "no monótonas", la lógica difusa, el método posibilístico y los actuales desarrollos de la representación matemática de los mundos posibles.

(xxxviii/ parág. 59). Sin entrar a la compleja problemática de la definición científica, resulta importante, en especial para la investigación en ciencias sociales, la diferencia analizada por S. A. Kripke, entre las definiciones científicas como sinónimo y como fijación del referente: "puesto que podemos identificar la luz por la impresión visual característica que nos produce, éste parece ser un buen ejemplo de fijar un referente" para la luz; pero si decidimos usar "luz" como una frase sinónimo con "todo aquello que nos causa una impresión visual -todo aquello que nos ayude a ver", esta equivalencia no servirá para definir la luz en otro universo posible "en el cual ciertas criaturas, quizá incluso quienes se llamasen 'gente' y habitaran ese planeta, fueran sensibles no a la luz sino a las ondas sonoras, sensibles a ellas exactamente del mismo modo en que somos sensibles a la luz" (Kripke, S. A., 1980: 130-1).

(xxxix/ parág. 62). "Para precisar la naturaleza de la poesía tenemos que detenernos ahora ante aquel carácter semántico específico -el ser un discurso o género polisentido (polisémico)- que la distingue de la ciencia, discurso o género unívoco" (Volpe, G . della, 1966: 120). G. della Volpe diferencia de este modo el discurso poético (en que cada término, sometido a la acción de los restantes términos de su contexto adquiere un plus semántico que inaugura para él un nuevo sentido) del discurso científico; y diferencia al discurso científico del discurso común utilizando el término "unívoco (cfr. la 'precisa determinación' galileana) y equívoco (cfr. los 'equívocos' galileanos) según los casos, según que se entienda la palabra o discurso científico o la palabra o discurso común, vulgar, para el último de los cuales usaremos también el término más riguroso de literal-material" (ibid: 121); de modo semejante a como lo había hecho anteriormente el discurso científico (en que cada término, sometido a la acción de los restantes términos de su contexto sufre un minus semántico que lo adscribe a un único e inmodificable sentido: conservación de su definición explícita a través de su uso en contextos que lo restrinjan a ella). Es particularmente interesante que aquel plus de lo poético (polisentido) y este minus de lo científico (que él caracteriza como el "respectivo locus semántico" generador de lo poético y lo científico; ibid.: 122) se cumple como transformaciones posibles de ese valor literal-material que ostenta el discurso común, en cuanto materia prima social de todo discurso. Por todo ello un poeta no usa sus términos y expresiones como se utilizan los conceptos en las ciencias sociales: "en contradicción con estos conceptos" (mímesis, diferencia, rasgo, gramma, deconstrucción: pertenecientes al lenguaje teórico de Derrida) "el equívoco significante azur cumple diversas funciones semánticas en el poema de Mallarmé, pero no puede leerse como concepto. A nadie se le ocurriría reprochar a Mallarmé el empleo inexacto de la palabra azur; lo contrario ocurre con el reproche de ser inciertos, aunque llenos de sentido, los conceptos semióticos de Derrida y los conceptos ideológicos de Adorno, cuando los emplean como términos relativos a las ciencias sociales ya que su disolución en expresiones 'poéticas' arrastra consigo la desintegración de las ciencias sociales" (Zima, P.V., 1989: 12).

(xl/ parág. 66). Cfr. la ya clásica controversia cuyos protagonistas principales fueron K. R. Popper y T. W. Adorno (Adorno, T. W. et al., 1973).

(xli/ parág. 67). El concepto peirceano de "abducción" (que en algunas oportunidades denomina también "retroducción") ofrece interesantes posibilidades de reflexión acerca de la formación de hipótesis. El tema ha sido trabajado en Magariños de Morentin, J. A. 1994c: 46-49: "Tentativamente puedo sugerir que las características que Peirce le confiere a la abducción se corresponden con las exigencias de racionalidad inherentes a la elaboración de un proyecto de investigación. Puede desorientar el hecho de que haya ubicado a la abducción a un mismo nivel con la inducción y la deducción como una de las 'tres clases de razonamiento en ciencia' (1.65), vinculándolas, respectivamente, con la probabilidad (inductiva), la necesidad (deductiva) y la expectabilidad (abductiva) (5.194); pero advirtiendo que 'la inferencia abductiva (...) está absolutamente más allá de la crítica. La sugerencia abductiva nos llega como un fogonazo. Es un acto de comprensión, aunque de una comprensión extremadamente falible' (5.181 ) (...). La abducción parecería, no obstante, poseer una estructura lógica interna como la que puede afirmarse de la inducción y de la deducción, identificable, definible, utilizable. En este sentido, recuerda Peirce que 'la abducción, pese a estar muy poco trabada por las leyes lógicas, es inferencia lógica, estableciendo su conclusión solo como problemática o conjetural, ello es cierto, pero teniendo sin embargo una forma lógica perfectamente definida' (5.188). El desarrollo explicativo de lo que es la abducción lo logra Peirce con particular eficacia, al relacionarla con el análisis de 'las conjeturas racionales' (1.608), refiriéndola a 'il lume naturale que iluminó las huellas de Galileo' (1.630) y, en especial, al establecerla como etapa necesaria para la formación (2.623) o adopción (7.202) de hipótesis. Se constituye así en el instrumento conceptual para la elaboración de un proyecto de investigación: 'este escalón hacia la adopción de una hipótesis, en cuanto sugerida por los hechos, es lo que llamo abducción (...), resulta axiom tico que una hipótesis adoptada por abducción solo puede adoptarse en prueba' (7.202); por eso, una vez que ha cumplido su eficacia, 'la retroducción no aporta seguridad. La hipótesis debe probarse. La prueba, para que sea lógicamente v lida, debe iniciarse honestamente, no con el escrutinio de los fenómenos, como se inicia la retroducción, sino con el examen de las hipótesis en cuanto muestra de todas las clases de consecuencias condicionales y experimentales que pueden seguirse de su verdad... ' (6.470). De este modo, la retroducción interviene tanto para la formulación de las hipótesis a partir de los hechos que ya conoce el investigador, como preparando el proceso de su prueba a través de los pasos observacionales y/o experimentales que requieran las consecuencias que de tales hipótesis se deriven; y no en otra cosa consiste el proceso de elaboración de un proyecto de investigación".

(xlii/ parág. 68). La eficacia heurística de las operaciones analíticas ha de entenderse también en el sentido en que la define H. Bremmernans, la cual "pese a su caracter aparentemente negativo, parece hoy día la más adecuada 'se entiende por heurística todo método o principio-guía programable que facilite la eliminación de posibilidades poco prometedoras en un proceso de investigación"' (citada en Le Moigne, J. L., 1986: 43).

(xliii/ parág. 68). El concepto de ciencia como construcción, en especial referido a las ciencias sociales, ha sido desarrollado por J. -Cl. Gardin y fructíferamente aplicado a las investigaciones que dirige en el área de la arqueología: "(...) debemos considerar los textos científicos como objetos construidos con fines y por medios particulares" (Gardin, J.-CI., 1987b: 4). Esta característica textual de los científicos conduce a la noción de construcción simbólica, de la que señala "los dos componentes necesarios (a) la base semiológica, por una parte, es decir el conjunto de los símbolos que constituyen la representación de los objetos estudiados ('datos de base', 'base de datos'); (b) el aparato informático, por otra parte, entendido en un sentido real o figurado, a saber, el conjunto de las operaciones que vinculan la base con la cima de la construcción (hipótesis, conclusiones), expresadas por las cadenas de carácter algorítmico susceptibles de un tratamiento por computadora" (ibid: 15). "(...) el análisis de las construcciones plantea solamente dos preguntas precisas (...): tratándose de una obra escrita determinada, concebida como el producto de una tarea científica, nos preguntaremos de tanto en tanto de qué está hecha esta obra y lo que hace" . Respecto de lo primero la pregunta pertinente es: "¨por qué medios el autor pasa de un conjunto de observaciones dadas a su interpretación, llamadas según los casos explicación, taxonomía, regla, ley, teoría, modelo o cualquier otro término que implique franquear el espacio entre aprehensión ingenua de los fenómenos y la formulación de un comentario científico?" (Gardin, J.-CI., 1987a: 29). En cuanto al segundo tema: "lo que hace" un texto científico, Gardin reconoce un desequilibrio entre la eventual eficacia de 'una construcción científica en dominios como la física, la astronomía o la biología" en cuyos ámbitos comunica "a quien la comprende o a quien se sirve de ella -los dos usos no están necesariamente ligados- un cierto poder sobre el tipo de fenómenos a los que se refiere esa construcción. Un poder en el sentido mas concreto del término, ya que concluye en una explosión nuclear, el envío de un hombre a la luna o la fabricación de una bacteria bienhechora" y los resultados de las ciencias sociales respecto de los que se pregunta "¨de qué incremento de poder disfrutamos después de la lectura de una explicación científica de les Chats de Baudelaire?" (ibid.: 29-30). Bien puede pensarse que Gardin se ha dejado llevar por restricciones habituales en la consideración de la ciencia social, lo que es particularmente raro en él, que tanta preocupación manifiesta por la utilización de los sistemas expertos; el conocimiento científico del poema de Baudelaire aporta, al menos, importantes conocimientos acerca del funcionamiento de la mente humana (por ejemplo, en la creación del lenguaje o de nuevas posibilidades de representación del mundo) que constituyen la materia prima para la reflexión informática (por ejemplo en materia de inteligencia artificial), indispensable para la programación (e incluso para el hardware) que hace posible el viaje del hombre a las estrellas, la previsión de hambrunas en naciones y continentes o el diseño de políticas que derriben muros, que preserven idiosincrasias y que imposibiliten las explosiones nucleares sobre poblaciones. No es pequeño el poder de las ciencias sociales, si bien su afirmación y su incremento ha sido (como se sabe desde que existe historia escrita) objeto de aborrecimiento de todos los autoritarismos . Este comentario no restringe la validez de la propuesta teórica de Gardin que sintetiza con ambas preguntas (de qué está hecha y cuál es la eficacia de las construcciones científicas) y con el mismo concepto de "construcción científica", lo que denomina "el campo de la epistemología práctica".

(xliv/ parág. 70) . Ya es un postulado asumido por la epistemología que, por más exigencias que se impongan al tratamiento analítico de determinada información, no existe garantía absoluta de la validez del conocimiento adquirido: "(.. .) aunque el desarrollo científico suele ser razonable, no hay aquí nada que se pueda llamar adecuadamente 'lógica del descubrimiento' pues no hay ninguna garantía de que cierta línea de investigación, por razonable que sea, vaya a llevar a una solución del problema. En vez de hablar de una lógica del descubrimiento, resulta menos equívoco y más congruente con el espíritu de la ciencia referirnos a los análisis que se acaban de hacer como análisis que tratan de la racionalidad del desarrollo científico" (Shapere, D., 1979: 618). Pero esto no impide que el tratamiento científico de la información aplique las mayores exigencias posibles de racionalidad. Han sido positivos (y la semiótica se encuentra privilegiadamente situada en esa acción) los resultados de la crítica al logocentrismo inherente a la tarea de formación de conceptos teóricos. La dialéctica negativa de Adorno y la reflexión deconstructivista de Derida han sido herramientas especialmente filosas para el descubrimiento de las trampas del lenguaje en la creación de teorías, pese a haberse preservado los máximos requisitos de la lógica y la racionalidad con pretensión de universalidad. Y esta universalidad fue su error, como lo fue en los casos de Adorno y Derrida, no haber observado que su propia crítica necesitaba crear también conceptos para criticar conceptos, lo que permitió reconducir su crítica a la propuesta de "un nuevo logocentrismo" (Zima, P.V., 1989: 12), pero menos justifica la pretensión de P. V . Zima de rechazar tal logocentrismo acudiendo a una tesis dialógica en la que, según el enfoque concreto que le da este autor, tras una cobertura histórica y contrastativa, subyace el viejo esencialismo y universalismo: "no dándose estos universales colectivos, la terminología de las ciencias sociales sería no sólo contradictoria y fragmentaria, sino inconmensurable y cada coloquio entre sociólogos, semiólogos y psicólogos sería un diálogo de sordos" (ibid.: 17).

(xlv/ parág. 70). Uno de los criterios que adopta Peirce para reflexionar sobre las características de la producción de conocimiento mediante la investigación, consiste en la distinción entre duda y creencia. "Cuando creemos, hay una proposición que decide nuestras acciones conforme a alguna regla, de modo que conocida nuestra creencia se deduce con seguridad el modo según el cual debemos comportarnos, pero en el caso de la duda tenemos en nuestra mente una proposición más o menos identificada y no actuamos según ella" (7.313). A partir de esta diferencia (cuya oposición terminante, no obstante, elude: "la creencia y la duda pueden concebirse como diferenciándose solo en grado" (7.314)) afirma la actitud que debe acompañar al investigador: "la duda viviente es la vida de la investigación. Cuando se pone fin a la duda, el estudio debe detenerse" (7.315). Por eso la investigación no pretende dar respuestas terminantes, sino que "en principio tiende a perturbar las opiniones, a cambiarlas y a confirmar una determinada opinión que depende solo de la naturaleza de la propia investigación" (7 317). La aceptación del resultado de la investigación como definitivo transforma al conocimiento en creencia y elimina a la razón: "La única justificación del razonamiento es que plantea dudas y cuando la duda finalmente cesa, sin importar cómo, se ha alcanzado el fin del razonar" (7.324). "Ahora bien, si se fija la creencia no importa cómo, la duda, de hecho, ha desaparecido y no hay motivo, racional o no, para seguir razonando" (7.325). El fabilismo es también un concepto que tuvo especial desarrollo en la obra de Peirce. "Hay tres cosas a las que no puede esperarse alcanzar mediante el razonamiento, ellas son la certeza absoluta, la absoluta exactitud y la universalidad absoluta" (1.141). "En general, pues, no podemos buscar, en modo alguno, la certidumbre perfecta, ni la exactitud. Nunca podemos estar absolutamente seguros de nada, ni podemos establecer con alguna probabilidad el valor exacto de ninguna medida o razón general. Esta es mi conclusión, tras muchos años de estudio de la lógica y de la ciencia; y ésta es la conclusión a la que otros, de muy diferente estructura de pensamiento, han llegado de modo semejante" (1.147). Es de gran interés la totalidad de este punto 5§ ("falibilismo, continuidad y evolución", tres ideas claves en el pensamiento de Peirce; 1.141-75) del capítulo 3 ("Notas sobre filosofía de la ciencia"; en uno y otro caso, títulos formulados por los recopiladores). El tema reaparece en "la falibilidad del razonamiento y el sentimiento de racionalidad" (2.151-74). En la actualidad se difunde una tendencia a la mesura ante el exceso de confianza en la razón y se afirma una "desconfianza frente a las sistematizaciones muy fuertes y las generalizaciones excesivas y, en general, contra las construcciones de contenido normativo; por otro lado, se alienta una sana desconfianza; falibilista y una tolerancia frente a los procedimientos de las ciencias débiles, que no se ajustan a las pautas científicas positivas" (Habermas, J ., 1988: 105), todo ello vinculado, de modo casi contradictorio con la crítica "a la herencia racional de la Teoría Crítica (...) esto es, con un concepto de verdad filosófico, recogido de Hegel, que los viejos frankfurtianos nunca abandonaron y que es irreconciliable con la falibilidad del trabajo científico" (ibid.: 142).

(xlvi/ parág. 70). El concepto de plausibilidad se vincula, en las exigencias metodológicas vinculadas al desarrollo de la inteligencia artificial, al concepto de interpretación. Frente al criterio "de eliminar las interpretaciones consideradas impropias, postulando la univocidad del texto tratado", afirma R. Rastier (acotando al pie de página "este prejuicio racionalista se remonta a la filosofía eleática") "preferimos otro enfoque. Para una semántica interpretativa, la equivocidad es un dato fundamental. Por regla general, se encaran múltiples interpretaciones. En el mejor de los casos, puede establecerse que una interpretación es preferible a las restantes. En otros términos, y pese a que toda tradición hermenéutica milita contra esta conclusión, el sentido de un texto no pertenece al orden de la verdad, sino al de lo plausible. En vez de rechazar las interpretaciones consideradas impropias, conviene jerarquizarlas, graduando su plausibilidad en relación a una estrategia dada" (Rastier, R., 1987: 100). La plausibilidad ocupa ya un lugar preciso (¨o plausible?) entre las modalidades de la lógica modal; "la certidumbre (afirmable, negable)", vinculada a la completitud; "la plausibilidad (justificable, refutable)", vinculada a la contingencia ("no es refutable que no"); y "la propensión (rectificable, silencio)", vinculada a la monotonía, esta última "un tipo de modalidad muy interesante sugerido por S. Watanabe en su teoría de la propensión" (Sallantin. J., 1986: 127). Cfr. el texto de J.-CI. Gardin, aquí citado en diversas oportunidades (1987a).

(xlvii/ parág. 77). Aquí se formula como supuesto (la fundamentación del cual se ha realizado en otro trabajo: Magariños de Morentin, J. A., 1986: 141-59 y cuya crítica continúa abierta a la discusión teórica y al contraste de su eficacia en la práctica de las investigaciones) la afirmación de que estas tres operaciones son las necesarias y suficientes para producir la explicación de la significación social de cualquier fenómeno; su aplicación recursiva exige la inclusión del resultado alcanzado por cada una de ellas en cada una de las restantes; no se pretende dar respuesta definitiva al problema de la asignación de la calidad de primitiva a la sintaxis o a la semántica, pero se plantea una solución operativa integrando la relación de ambas en una perspectiva histórica.

(xlviii/ parág. 78). La operación identificadora está inmediatamente vinculada a la percepción, ya bien en el texto, ya bien en el fenómeno (a través de otro texto). La búsqueda de efectivas relaciones sintácticas (cualquiera sea la materia prima semiótica del texto en estudio: verbal, gráfica, objetal, etc.) de las que se afirma, por hipótesis, que son capaces de producir (con permanencia provisoria en la historia de determinada comunidad) la significación que identifica al fenómeno en estudio, pretende concretar operativamente ciertos conceptos teóricos de H. Parret "Ir a través de superficies y manifestaciones significa la búsqueda de permanencia e isomorfismo. Afortunadamente, los semiólogos neo-hjelmslevianos admiten que la búsqueda de la identidad ha de atraparse como un procedimiento de identificación o de reconocimiento de la identidad (Parret, H., 1983: 86). En esta etapa, el investigador aplica la operación identificadora, sin tomar en cuenta relaciones temporales (acronía) y tomando en cuenta, tan sólo, relaciones espaciales (sintáctica). Lo que se identifica, como su resultado, es el objeto semiótico: fragmento textual eficaz para la representación/interpretación de determinada cualidad del fenómeno; o bien, la cualidad del fenómeno en cuanto construida (o enunciable) por determinado fragmento textual (consideración intensional de la semiótica): "La identidad (...) no es la relación entre un objeto y sí mismo, sino la relación que se establece entre dos nombres cuando designan el mismo objeto" (Kripke, S. A., 1980: 107), identidad en la designación del objeto o en la designación de una cualidad de ese objeto. Con diferente terminología, esta operación, llamada allí "de atribución", se define en Magariños de Morentin, J. A., 1986: 145: "Aquella mediante la cual se pone en relación una forma con un valor".

(xlix/ parág. 81). Esta operación contrastativa tiene por objetivo establecer la presencia de, al menos, "dos valores antagonistas asignados a un lugar determinado del esquema sintáctico" resultante del análisis de un determinado corpus de discursos sociales, de modo "que pueda desencadenar, en el intradiscurso de las secuencias discursivas dominadas por determinada formación discursiva, una modalidad contrastativa de la identificación sintácticamente realizada" (Courtine, J.-J., 1981: 94). Esta contrastación "produce un efecto de referencia, en el sentido de que su forma sintáctica tiene por efecto la identificación contrastativa de sustitutos sinonímicos que pertenecen a dos clases referenciales antónimas" (ibid.: 102), siendo, a su vez, por efectos de esta referencialidad contrastante, como un fenómeno adquiere la calidad de objeto semiótico, ya no solo identificado, sino semantizado mediante la concurrencia efectiva de los enunciados competitivos simultáneamente (en sincronía) vigentes en una comunidad. En Magariños de Morentin, J. A., 1986: 148, se define esta operación (con el nombre de "operación de sustitución") como "aquella mediante la cual, dados n universos diferentes de formas (n mayor o igual a 2), en relación de sincronía, las formas pertenecientes a uno de tales universos se ponen en relación con los valores atribuidos a las formas del otro (u otros) universo(s)".

(l/ parág. 84). La operación transformacional (término que no se relaciona, en este caso, con las gramáticas generativas o transformacionales) tiene por objeto mostrar el valor histórico de la significación social de determinado fenómeno, relacionando el contraste de significaciones identificables en determinado momento de determinada sociedad, con el contraste de las significaciones identificables en otro determinado momento (anterior o posterior) de esa misma sociedad. Que aparezca o no tal valor histórico dependerá de que la relación entre tales contrastes demuestre la efectiva transformación de la significación en uno y otro de los momentos tomados en consideración (diacronía). A tal efectiva transformación del valor histórico se la denomina "superación" y, con este término, ha sido definida en Magariños de Morentin, J. A. (inédito): 23, como "aquella mediante la cual, dados n pares de universos de formas (n mayor o igual a 2) semióticamente semantizadas, las contradicciones lógicas inherentes a cada uno de tales pares dan lugar a nuevos pares de universos de formas con sus respectivos valores atribuidos" (se ha optado por esta versión de la definición, en vez de la de 1986: 153, para evitar lo farragoso de la definición desarrollada en este último lugar, si bien operativamente tiene un mayor valor descriptivo).

(li/ parág. 87). En esta definición de "superación" confluyen, tanto una consideración dialéctica como otra que aprovecha la metáfora topológica de la catástrofe. En el primer sentido, "lo que resulta superado se encuentra abolido, suprimido, en un sentido. Y, sin embargo, en otro sentido, lo superado no deja de existir, no cae en la pura y simple nada; al contrario, lo superado se encuentra elevado a un nivel superior. Pues ha servido de etapa, de mediación para obtener el 'resultado' superior, y, ciertamente, la etapa atravesada no existe ya en sí misma, aisladamente, tal y como era con anterioridad, sino que persiste a través de su negación, en el resultado" (Lefebvre, H., 1984: 267). Un estudioso tan poco sospechoso de hegelianismo como W. Labov formula las siguientes reflexiones que ayudan a entender e, incluso desde una perspectiva pragmática, a establecer la utilidad empírica del concepto de "superación"; "Las variables más próximas a la estructura de superficie frecuentemente son el foco del compromiso (affect) social. De hecho, los valores sociales se atribuyen a las reglas lingüísticas sólo cuando existe la variación. Los hablantes no aceptan fácilmente el hecho de que dos expresiones diferentes realmente 'signifiquen lo mismo' y hay una fuerte tendencia a atribuirles diferentes significados. Si un determinado grupo de hablantes usa una variante particular, entonces, el valor social atribuido a ese grupo se transferirá a esa variante lingüística. Sturtevant (1947) ha propuesto un modelo general de cambio lingüístico mostrando la oposición de dos formas cada una de ellas favorecida por un determinado grupo social. Cuando se alcanza el éxito y una forma llega a universalizarse, el grupo social a ella vinculado desaparece" (Labov, W., 1984: 251), y desaparece también el significado social diferencial del fenómeno construido mediante la correspondiente expresión. Desde la otra perspectiva, también entra en funcionamiento el concepto de "superación" cuando se describe o se aplica el concepto de "catástrofe". Aún sin concordar con las bases filosóficas inherentes al pensamiento de René Thom, resultan instrumentalmente útiles sus reflexiones. J. Petitot-Cocorda formula un elemental y claro resumen de ese modus operandi: "Para comprender un proceso de discontinuidad hay que colocarse en la siguiente situación general. Consideremos un sistema S susceptible de cierto número de estados estables regulados por una dinámica que opera en un espacio de parámetros descriptivos del sistema (del tipo espacio de fase) llamado espacio interno. Suponemos adem s que el sistema S depende de un control; es decir, que es posible operar sobre el mismo controlando el valor de otros parámetros que varían en otro espacio, llamado, por oposición, espacio externo. Sea entonces S el sistema para el valor s del control, encontrándose Ss en el estado estable As. Al hacer variar el control s en forma continua, puede suceder que para ciertos valores de ese control, una variación , por mínima que sea, haga saltar bruscamente el sistema de un estado a otro. Se dice entonces que se ha producido un cruce de un punto catastrófico, o bien que el sistema ha sufrido una catástrofe. Y en el caso (muy frecuente) de que sea el espacio externo el que soporta la aparición del fenómeno, su lugar catastrófico mismo aparecerá como un sistema de discontinuidades que discriminan zonas fenomenológicamente homogéneas" (Petitot-Cocorda, J., 1988: 129).
  

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LEYENDO (sólo sobre: IMAGEN)
REFLEXIONES PARA UNA APROXIMACION A UNA SEMIOTICA DE LA IMAGEN VISUAL

  Juan Magariños de Morentin
Facultad de Periodismo y Comunicación Social
Universidad Nacional de La Plata

Semiotica@magarinos.com.ar  

Nota: Las referencias bibliográficas pueden ubicarse por la clave numérica (arábiga), en la BIBLIOGRAFIA al final de estos Comentarios. Entre primeras barras: autor + título; entre segundas barras: página(s). Cuando únicamente aparece el número de orden (romano), el texto no se vincula a ningún autor en particular

I/444.1/126ss/ El atractor (ver CXX), en la relación percepción-cognición, decide según (y depende de) vigencias culturales socio-individuales.

II/454.1/9/ Las imágenes mentales no se originan (sólo, ni predominantemente) en las representaciones visuales (imágenes materiales), sino (además y predominantemente) en las descripciones (en cuanto repertorios o paradigmas de formas perceptuales y no en su traducción a sistemas o conjuntos de proposiciones verbales; ver el debate en Kosslyn -458.1/4ss) surgidas de las representaciones de determinadas formas (en sentido de Marr -403.1/3; esto tendría que ver con la genesis o el proceso de constitución del Catalogo de los Modelos 3D -403.1/319)

III/454.1/11/"La representación": término demasiado amplio; se necesitan nombres distintos para designar relaciones diferentes. A nivel cognitivo, se diferenciarían, al menos y en principio: (a) una representación perceptual o sea "lo que uno ve del mundo, en un momento determinado", en forma directa; (b) la forma que conocía (registrada en la memoria) y en virtud de cuyo conocimiento puede reconocer la que percibe (lo que, aquí, denomino "atractor"); (c) el proceso mediante el cual una forma, mnemónicamente presente (el mencionado atractor), está en el lugar de otra forma ya conocida (en cuanto ya percibida) o que se está percibiendo; (d) una imagen material que se le presenta a alguien y que contiene una forma que puede reconocer; (e) una forma que conocía y en virtud de cuyo conocimiento puede reconocer la que se le presenta mediante una imagen material; (f) el proceso mediante el cual una forma, presente en una imagen material, está en el lugar de una forma ya conocida (en cuanto ya percibida) o que se está percibiendo (ver, también, CXXXVI).

IV/454.1/14/"apresentaçao" como "mostración" (?) (ver, también, XIII y CLIII).

V/454.1/15/"Una representación... parece reproducir algo alguna vez ya presente en la conciencia"; no existe signo sin historia; el interpretante (alguna de sus clases) aporta ese atractor que permite el reconocimiento de la imagen (material) como una representación de otra cosa (ver LXVIII).

VI/454.1 /32/ Una semiótica de la imagen es una semiótica particular, como lo es una semiótica del texto o del lenguaje verbal. Todas las semióticas particulares participan de un núcleo de conocimientos que constituyen la semiótica general. O sea, una semiótica general contiene proposiciones que serán aplicables a cualquier semiótica particular de que se trate. En cada semiótica particular deberá comprobarse que cumple con tales proposiciones de la semiótica general; además deberán establecerse las proposiciones que son específicas a la semiótica particular que se esté estudiando. Puede haber rasgos que comparta con otra u otras semióticas, pero no con todas, ya que entonces se trataría de una proposición de la semiótica general. El hecho de compartir rasgos con alguna otra o con varias semióticas particulares puede dar lugar a identificar algunas regiones semióticas de relativa afinidad, cuidando de no generalizar por ello la aplicabilidad de otros aspectos diferenciales de tales semióticas particulares.

VII/454.1/35/ Dejo de lado todo tipo de imágenes que estén vinculadas a cualquier otro input sensorial (imágenes táctiles, acústicas, gustativas, etc.) que no sea la vista; o sea, me centro exclusivamente en las imágenes visuales. A su respecto, una diferencia básica es la que separa imágenes materiales (diferenciadas internamente por las clases de soporte y/o por la tecnología de producción y/o de percepción) e imágenes mentales; estas últimas se diferencian en imágenes ópticas (percepciones actuales) y imágenes del catálogo mental que, a su vez, se diferencian en percepciones históricas y atractores mnemónicos (en vez del catálogo de modelos 3D de Marr y de los geones de Biederman -444.1/13). [Los diagramas pueden pertener a cualquiera de estas clases.]

VIII/454.1/35/ Habrá que establecer acerca de qué clase de imágenes materiales van a formularse las correspondientes observaciones. Supongamos que tomamos la imagen fija (para hacer relativamente simple las primeras reflexiones que permitan disponer de una efectiva operatoria analítica). Pero, ¿se toma sólo el dibujo o también el cuadro o también la fotografía?, ¿qué ocurre con la escultura o con la arquitectura?, ¿qué con la escritura o con la señaléctica?, etc.

IX/[454.1/más adelante: Peirce-Escher]

X/454.1/42/ Sobre "la dependencia lingüística y la autonomía cognitiva de la imagen". También hablan de "los modelos simbólicos y analógicos de la imagen". Creo que actúan ambos; interactúan recursivamente, si bien podría afirmarse, por la calidad visual en juego, de un inicio o una primeridad analógica (la búsqueda del atractor que identifique la imagen material u óptica percibida). Asimismo, la interpretación de la imagen (el significado que puede conferirle un espectador perteneciente a determinado momento y grupo social) marca un predominio de lo simbólico (en especial [?] lingüístico). Esto no tiene nada que ver con la frecuencia de construcciones contextualizadoras de texto (verbal)-imagen. Pero en la interpretación confluyen también, además de la verbal, otras semiosis: visuales (otras imágenes materiales), musicales, gestuales, etc.

XI/454.1/43/ Sobre el logocentrismo imagen-semiótica y su crítica. Las imágenes construyen el mundo (o lo proyectan), lo que también hace la palabra. Pero, (1) la palabra construye o se proyecta sobre una imagen (material) del mundo de la misma manera (no con la misma eficacia) que lo hace con el mundo; (2) la imagen construye o se proyecta sobre la palabra (o mejor, sobre el texto para transformarlo en discurso) de la misma manera (no con la misma eficacia) que lo hace sobre el mundo; (3) la palabra (mnemónicamente actualizada) construye o se proyecta sobre la palabra actual (siendo esta reflexión trivial; ya que no me refiero al metalenguaje); y (4) la imagen (mnemónicamente actualizada) construye o se proyecta sobre la imagen actual (siendo esta reflexión menos habitual; pero 430.1/145; 404.1/69,78).

XII/454.1/44/ Quizá sea conveniente, antes de establecer las diferencias, confirmar los aspectos comunes que una semiótica visual comparte con las distintas semióticas (semiótica verbal, olfativa, gustativa, quinésica, etc.). Conforme a lo estudiado en los FLS (50.1/84ss), lo común estaría constituido por las tres clases de operaciones fundamentales: atribución, sustitución y superación. La primera afirma el carácter contextual del valor (sin que pueda generalizarse el concepto de significado, que no compartirían la totalidad de las semiosis), la segunda el carácter contrastante y la tercera la necesariedad de su agotamiento y transformación (o sea, su carácter histórico). Lo diferencial consistiría en establecer cómo estas operaciones se concretan en las distintas semiosis. Por ejemplo, en una semiotica visual: la atribución de valor por integracion contextual no se efectúa a partir de unidades discretas y codificadas, pese a lo cual es el contexto (en principio de la propia imagen material) el que confiere valor a cada entidad diferenciable (carácter de dicisigno inherente a toda imagen material); el contraste sustitutivo que identifica diferencialmente el valor contextualmente producido no se efectúa a partir de estructuras sintácticas formalizadas o formalizables, pese a lo cual es el contraste el que confiere identidad a la propuesta visual inherente a cada imagen material propuesta/percibida; y, finalmente, la superación que genera una nueva propuesta perceptual a partir del agotamiento y transformación de las precedentes no se efectúa a partir de sistemas de reglas semióticas, en mayor o menor medida exhaustivos respecto de sus posiblidades de actualización en las correspondientes imágenes materiales, pese a lo cual es el agotamiento del valor producido por la acumulación de cada una de las sucesivas actualizaciones en las correspondientes imágenes materiales, el que exige y establece los limites de posibilidad de la transformación de los modos de producción de tales imágenes.

XIII/454.1/44/ Toda semiosis simbólica produce una eficacia fundamentalmente cognitivo-conceptual (independiente de la eficacia de sus propios aspectos icónico-plásticos); la semiosis visual (por sí sola; con toda la irrealidad que supone tal acotación; o, quizá, más ajustadamente: independiente de la eficacia de sus propios aspectos simbólicos) produce una eficacia fundamentalmente mostrativa (no como puede llamarse "mostrativo" a un escrito que es mostrativo de su propia presencia para una primera interpretación fonética y una segunda interpretación semántica; sino inmediatamente mostrativo de percepciones que pueden sugerir pseudo-percepciones visualizables o imaginables; con lo que se especifica como una semiótica particular) y representacional (atendiendo a la eficacia de tal semiosis visual para estar por algo distinto de ella misma; con lo que participa de la semiótica general).

XIV/433.2/34/ Una taza de té (su percepción o su imagen mental) se puede representar (más bien, el conocimiento que se tiene a su respecto), en la mente, mediante múltiples códigos: el idioma en que se habla, la matemática, el dibujo, etc. Habría que ver si todos los códigos sustituyen a la percepción o su imagen mental o si se sustituyen entre ellos: si la matemática sustituye a la percepción o al dibujo (Sonesson parecen inclinarse a considerar que lo que se recodifica no es tanto el dibujo como la propia taza de té).

XV/454.1/53/ Es arriesgado decir que el contexto más importante de la imagen es el lenguaje verbal (con lo que se sigue sobrevalorando lo lingüístico). Por supuesto, se está pensando en el libro ilustrado o la imagen comentada. Pero la imagen puede estar asociada a otras imágenes y producir el cine o un museo. Además se supone la restricción a la imagen material, ya que la imagen visual (o percepción, incluso semióticamente interpretada) se encuentra predominantemente asociada a la acción, al sonido (ruido y/o música) e, incluso, al tacto y al gusto, así como también a las restantes imágenes del paneo visual.

XVI/454.1/53/ Es interesante trabajar sobre las interpretaciones visuales de la imagen material. Encontrar cuál es la imagen respecto de la cual o frente a la cual la que se está contemplado adquiere su significado específico.

XVII/454.1/54/ Recordar el problema de los teoremas de Euclides cuyo desarrollo simbólico (los enunciados de la geometría) no era suficiente para entenderlos, requiriéndose de la figura, ya que en ella había relaciones que no habían sido expresadas en la secuencia del razonamiento verbal y/o simbólico ("para quien no ve o no se representa mentalmente la figura, la demostración es deficiente" -40.1/12).

XVIII/454.1/62/ La clasificación de las imágenes (en su más amplio sentido) que me interesa tiene que ver con la clase de tarea de interpretación que exige a su intérprete. Por ejemplo (ensayando): (1) la imagen visual para constituirse en percipuum (454.1/61) requiere cumplir una tarea de identificación o sea, buscar en la memoria la imagen (en realidad, su atractor) con la que coincida, lo más próximamente posible, la que se está percibiendo o acaba de percibirse (correlación entre la memoria corta y la larga); normalmente, con esto se agota el cumplimiento de la tarea de reconocimiento (o sea, lo indispensable para saber "qué hay dónde mirando": Marr). (2) La imagen material (cualisignos icónicos y sinsignos icónicos) cuya primera tarea será, también, la de identificación, en principio muy semejante a la anterior, requiere, para cumplir con la tarea interpretativa, otra tarea hipertextual de correlación con elementos simbólicos (lenguaje verbal o escrito) y con los provenientes de las restantes semiosis (incluidas otras imágenes materiales) que la integren a la cultura del intérprete. (3) Las imágenes materiales (legisignos icónicos) que son la base perceptual o el significante, para la comunicación de signos simbólicos: aquí incluyo no sólo los diagramas o imágenes visuales acerca de relaciones conceptuales (árboles, redes, figuras que acompañan a demostraciones de la geometría, la física, la química, etc. y sistematizaciones conceptuales de las ciencias en general), sino también las imágenes acústicas o visuales correspondientes al lenguaje (habla, escritura, lenguaje gestual de sordomudos, ecuaciones, teoremas y demostraciones lógico-matemáticas, etc.); la operación que aquí se requiere es, en primer lugar, de correspondencia con entidades y reglas del aspecto significante de un código (registrado en los correspondientes atractores), en cuanto a la capacidad del perceptor de reconstruir las relaciones lógicas que constituyen a tales imágenes y, en segundo lugar, la operación de integración sintáctico-semántica de ese fragmento textual constituido por semejantes imágenes en el resto de la propuesta significante, atendiendo a la coherencia de su pretensión de racionalidad (454.1/67: Wittgenstein).

XIX/454.1/74/ Creo que no me interesa la diferenciación de las imágenes según su temporalización "como efecto del dispositivo que las produce y presenta" o por la modificación que puede ocasionarles su transcurso. En cambio, me resultaría interesante intentar diferenciar las imágenes por la inserción temporal que exijan al sujeto perceptor. [Ver más adelante, p.86: El tiempo intersticial] Por ejemplo, no habría percepción (adecuadamente cumplida) instantánea de ninguna clase de imágenes, ni de sus partes por pequeñas que sean (en este sentido, la velocidad de reconocimiento e interpretación de la palabra es mucho más rápida, siendo, en el transcurso del discurso -un diálogo, por ejemplo-, casi instantánea). Esto puede relacionarse con la frecuente consideración del universo plural y la percepción holística que exigen las imágenes. No contradice lo que estoy mencionando el caracter secuencial inherente a la palabra, ya que el tiempo requerido para cumplir esa secuencialidad, considerada incluso desde el oyente, sería menor del que requiere la percepción de la imagen. Aunque aparentemente la imagen se ve en un sólo acto en su totalidad, su interpretacion (supuesta la contemplación de una imagen "nueva") requiere un tiempo que puede ser considerable. Piénsese en la percepción de un dibujo de Escher y el tiempo gozoso que implica desentrañar los juegos de la representacion que propone (lo que los autores llaman tiempo intersticial).

XX/454.1/78/ Manteniendo adecuadamente separados tiempo y espacio, no sólo hay imágenes en movimiento (cine, video, TV; infografía y computación gráfica) sino imágenes fijas que requieren del movimiento del perceptor (escultura y arquitectura, al menos, y los casos de anamorfosis, como el de "Los embajadores"de Holbein).

XXI/454.1/81/ El tiempo de la enunciación de la imagen no creo que se corresponda con el tiempo de realización que el autor invierte en producirla. La enunciación de la imagen ocurre con cada presentacion de tal imagen a la percepción de alguien concreto (o de muchos). Y aquí es donde pueden tomarse en consideración tiempos distintos: el tiempo de la enunciación, que, en el caso de la imagen fija, sería instatáneo, y el tiempo de la interpretación que, en el mismo caso, tendría necesariamente duración. (Al margen de este comentario, debe tenerse en cuenta la inadecuación del concepto de enunciación para una metasemiótica de la imagen visual.)

XXII/454.1/81/ Reconstruir la historia de la producción de la imagen puede tener el mismo interés que se presta en la actualidad a la genealogía textual [por ejemplo: la generación de textos como problema científico en función de la demanda social, 243.1/65 // 205.1/174 // 169.18]

XXIII/454.1/84/ Hay un tiempo particular, marcado en una imagen (por contraste diferencial con alguna otra u otras imágenes; pienso, sobre todo, en cuadros), que no tiene que ver con el tiempo del referente o tiempo representado, sino que permite establecer el momento histórico (incluso, historia corta; ¿dependiente de la información -cultura- del usuario?) en que ha sido producida la imagen. ¿Por qué supimos, recorriendo un muséo, que determinados cuadros eran de la década del 60? Importancia de establecer, al margen de la intuición, en base a percepciones efectivamente identificadas, qué vemos en una imagen para saber que es de la década del 60.

XXIV/433.2/116/ No sé si hay una correcta (y, sobre todo, utilizable) interpretación de Hjelmslev. En mi opinión (que tampoco pretende ser una correcta interpretación de Hjelmslev), diferentes expresiones producen contenidos diferentes, sin que la inversa sea imaginable; diferente sustancia de la expresión va a permitir (a exigir) diferentes formas posibles de la expresión y las formas posibles de la expresión dependen de la sustancia sobre la que se construyan; cada forma posible diferente de la expresión va a configurar una determinada forma posible del contenido y el conjunto de estas formas posibles del contenido, así producidas, constituyen la sustancia de ese contenido, que no preexiste a tales formas sino que proviene de ellas (esta perspectiva constructivista no coincide, por supuesto, con Hjelmslev, que permanece en una visión sustancialista). Lo que aquí afirmo es que el contenido (tanto su sustancia como su forma) es el constructo que produce el interpretante al aceptar una expresión (tanto su sustancia como su forma) como posible representación de un referente y al aplicar a tal expresión las operaciones que la constituyen en representación. El contenido como constructo rompe con la hipótesis dualista acerca de la estructura del signo.

XXV/433.2/116/ La hipótesis Humboldt/Sapir/Whorf, no puede restringirse a la lengua; es totalmente válida si se la interpreta como refiriéndose a la semiótica; las formas de la semiótica condicionan el modo de pensar/mostrar. Tampoco las formas de la semiótica son universales, lo que mantiene la multiplicidad de los babélicos modos de pensar/mostrar (o MSPs), en los que se asienta la libertad. Tampoco considero válida la pretendida crítica de Eleanor Rosch (459.1/344).

XXVI/455.94/123/ ¿No sería preferible partir de nubes que de geones? Las nubes tendrían un núcleo formal como atractor (tener en cuenta, también, la nota CVI). En el continuum de las formas del mundo, hay zonas de especificidad (en la identificación) y zonas de ambigüedad, a partir de las cuales podrían identificarse otras (múltiples-posibles) nuevas zonas de especificidad. Hay múltiples-posibles transformaciones (conservando una única masa o generando partes/apéndices) que apelan (llaman, convocan, invocan) a otras formas identificables, a través de suscitar posibles atractores (recordar los dibujos en TV en que una masa identificada se va modificando para dar lugar a la representación de sucesivos múltiples-posibles atractores, cada uno con la posibilidad de concretar otras tantas identificaciones). Encuentro en esto el germen de la idea del atractor virtual, que conduce a una concepción generativa del aprendizaje de las respectivas semiosis. [Esta concepción generativa la fui identificando bastante más adelante, hacia el parágrafo CXV y, pese a mi consciente vigilancia para no utilizar elementos provenientes de la lingüística, considero que tiene cierta semejanza con el carácterágenerativo del aprendizaje de la lengua. Si puede llegar a sostenerse esta concepción, el proceso generativo de aprendizaje pertenecería a la Semiótica General.]

XXVII/454.1/128/ Sobre el carácter indicial de la fotografía. Por una parte, actualizo mi crítica a la concepción unitaria del índice, considerando que en cuanto signo, en sentido estricto, el índice sustituye, siendo por tanto la cosa que está en lugar de otra cosa, para alguien (lo que ya se advierte en el aspecto material o parte física de cualquier signo en cuanto a su carácter de presencia [¿podría decirse que el significante es el aspecto indicial del signo saussureano, en el sentido de que es una materialidad que está en lugar del significado, evocándolo, representándolo o construyéndoló y pese a la interpretación lacaniana de la barra del algoritmo saussureano como índice?]; pero también, en cuanto es la concreta presencia que está en lugar de otra concreta presencia -como la camisa en una vidriera está en lugar de la otra camisa que me entrega el vendedor y que me llevo satisfecho, después de haberle dicho que quería comprar "esa camisa que está en la vidriera"). Considero que éste es el sentido estricto (con toda su potencia sustitutiva, metafórica) del índice en cuanto clase de signo. No obstante, el otro aspecto, en el cual se lo considera más habitualmente, es el que toma en cuenta lo que de contigüidad, de metonímico, o sea, de integración en un contexto mayor, tiene también el signo. Aquí el signo no está en lugar de, sino que está como causa o efecto de, en cuanto recibe o proyecta la eficacia de su relación con otro signo, con el que se vincula mediante una relación temporal y/o espacial. El signo no aparece utilizado como sustituyente sino (a) como anticipación, (b) como consecuencia o (c) como manifestación de otro signo que, en el momento de percibir al primero, no está inmediatamente (inmediatez en el tiempo o en el espacio) percibible, pero cuya conexión con tal primero es un conocimiento que se tiene por experiencia, ya bien del transcurso del tiempo, ya bien de la dimensión espacial. Y Peirce tenía clara conciencia de esta doble vertiente en la consideración del índice, como lo manifiesta en la nota 23 al parág. 8.368, en la que propone "designations" para identificar la primera clase [metafórica]: "algunos están meramente en lugar de cosas o cuasi-cosas individuales de las que la mente interpretante ya ha tenido conocimiento", y "reagents" ["reactivos"] para la segunda [metonímica]: "otros pueden usarse para afirmar hechos. [...] (Los primeros) actúan para forzar la atención hacia lo propuesto. [...] un reactivo no puede indicar nada salvo que la mente ya tenga conocimiento de su conexión con el fenómeno que indica". Pese a la aclaración de Peirce, no creo que ambos conceptos quepan en el concepto de una misma y coherente calse de signo. Las características de los reactivos que, no obstante, también es posible encontrar en los signos, no hacen a su relación triádica semiotizante (representamen, objeto, interpretante), sino a su ubicación espacio-temporal respecto de otro signo; por ello considero que no es coherente utilizar ambos criterios para una misma clasificación de los signos. En cuanto a la operación de sustitución, los signos pueden clasificarse en íconos, índices (en el primer sentido: "designaciones") y símbolos. En cuanto a la operación de integración (o de contextualización), los índices (en el segundo sentido: "reactivos") pueden clasificarse en señales (que anticipan la futura presencia de otro determinado signo), indicios (que recuperan la pasada presencia de otro determinado signo) y síntomas (que muestran la contempránea y oculta presencia de otro determinado signo), todos ellos dependientes del conocimiento que se tenga de la concreta relación que lo efectivamente percibido guarda con lo virtualmente percibible. Los ejemplos (a partir de Merleau-Ponty, 68.2/115) pueden ser: la nube como señal de lluvia (la anticipa, pero no la representa o sustituye; se observa la falta de consistencia semiótica que tiene la conceptualización de los llamados "signos naturales"); la huella del pie en la arena como indicio del pie y de la persona que pasó por allí (recupera su presencia, pero no la representa o sustituye); la fiebre como síntoma de una infeccion que está ocurriendo en el interior del organismo (la muestra, pero no la representa o sustituye). La fiebre como síntoma se diferencia de la temperatura marcada en el termómetro que es un índice, en el segundo sentido o "reagent" y un símbolo por la convención del valor atribuido a ese "reagent"; Peirce, en la misma nota, en un ejemplo semejante: "las dos millas y media" que separan a su casa de la localidad de Milford, prefiere decir que se trata "no exactamente de un reactivo, sino de una descripción de un reactivo [...]. Se trata, por tanto, de un reactivo usado retóricamente". (Ver la diferencia entre lo diádico y lo triádico en el caso del "síntoma" y del "índice", -28.5/473) En castellano, puede aprovecharse la diferencia entre "índice" e "indicio". Esto es importante para hablar de la fotografía. El carácter indicial (en el segundo sentido: "reagent") de la fotografía establece la relación necesaria con determinado existente. Esto no elimina su carácter icónico en cuanto representación de algunas de las cualidades que se han aprendido a percibir (con la transformación óptica, química, de encuadre, etc. que el fotógrafo utilice o manipule). La fotografía es, por tanto, un sinsigno-icónico, ya que toma, de su efectiva dependencia de un existente, algunas de sus cualidades perceptuales.

XXVIII/433.2/133/ El uso es una clase de significado vs el significado es una clase de uso. El tema es importante, ya que plantea la posibilidad de una semiótica de la acción. No obstante, puede llegar a disfrazar una posición funcionalista/positivista; o generalizar hasta límites inaceptables (?) la extensión de la semiótica. El signo es una función, pero también la función sería un signo (connotativo).

XXIX/404.1/54/ Para la Gestalt, no son las palabras las que organizan el mundo, sino la percepción semiotizante; ver esto para la crítica de la discusión acerca de qué incluye a qué (habla vs semiótica)

XXX/28.1/339/ El signo o representación produce o modifica determinada idea. "El objeto de la representación no puede ser más que una representación de la que la primera representación es el interpretante. Pero una serie sin fin de representaciones, cada una representando a la anterior, puede concebirse que tenga a un objeto absoluto como su límite [¿Hegel?]. El significado de una representación no puede ser más que otra representación" [no un concepto, con lo que deja de serle aplicable el término "significado"]

XXXI/454.1/219/ La discusión está mal plateada. No se trata de decidir si las imágenes pueden mentir, decir la verdad, si son ambiguas, segmentables, etc., ya que esas son características de la semiosis verbal. Si las imágenes representan, tendremos que aceptar que pueden realizar todas las operaciones cognitivas que se relacionen con la representación (incluso la de evocar palabras con su correspondiente eficacia; igual que las palabras pueden evocar imágenes con su correspondiente eficacia). Lo primero que hay que establecer es el conjunto de posibilidades cognitivas de la operación de representación y después plantearse cuál de ellas cumple una imagen determinada y de qué manera lo hace.

XXXII/458.1/17/ La representación figurativa, de probarse, apoyaría la eficacia representacional de la percepción visual; la representación proposicional, de probarse, apoyaría la eficacia simbólica de la percepción visual, ya que implica su necesaria traducción a listas de expresiones verbales (?) (o de algún mentalese: Fodor, 462.3).

XXXIII/458.1/20/ Area V1 y áreas visuales vecinas: ambas zonas pueden estar interconectadas..

XXXIV/458.1/28/ ¿Por qué una forma (input) se transforma en un nombre (output) y no en otra forma (type) que se recupera como su identidad?. Ver las consecuencias de esta posible conjunción de "input-token" y "output-type". Cuidado: el "hidden" puede ser el "type" y el "output" la identidad del "input". La cuestión es, ¿qué hay en el "hidden"? ¿Una lista de proposiciones o un repertorio de modelos-figurativos o ambas cosas? (365.3). Pero, cuidado con hablar de "tipos" refiriéndose a los conjuntos de las imágenes mentales (ver CVI).

XXXV/458.1/28/ El aprendizaje por imágenes exige proponer imágenes que modifiquen progresivamente las imágenes almacenadas por el aprendiz. No puede enseñarse mediante imágenes que no tengan algún atractor almacenado. En lo verbal, esto se sabe y la enseñanza se programa progresivamente. Lo que no se conoce son las secuencias de transformación de las imágenes, ni la lógica de su transformación, etc.

XXXVI/458.1/28/ Comparando dos frases relativamente homogéneas, podemos identificar las transformaciones léxicas, sintácticas, prosódicas, que las diferencian. ¿Cuáles son las transformaciones que puede sufrir una imagen para dar lugar a otra relativamente homogénea o no? La retórica visual puede proporcionar algunas pistas. Pero, toda retórica es una variación respecto de algo considerado (localmente) como su grado cero (o sea, disponible en la memoria). Las caracteríticas comunes a lo verbal y lo visual forman parte de la semiótica general. Así, la semejanza como constatación observacional tiene que poder ser considerada como característica de la semiótica general o, al menos, como perteneciente a una determinada región semiótica.

XXXVII/458.1/31/ Diferenciar las operaciones cognitivas que se cumplen en la percepción de una misma imagen. Por ejemplo, ¿la forma, y el color y la profundidad, etc (la discriminación de Marr) requieren operaciones diferentes? ¿Cada una de ellas requiere un procesamiento interpretativo distinto?

XXXVIII/458.1/32/ Hay mucha interpretación (metafísica) en estos comentarios a los datos (p.e., los provenientes de la PET) que se manejan. También dependen, demasiado, de un estado de la tecnología y de los métodos canónicos de interpretación de los datos.

XXXIX/458.1/34/ Los resultados mentales (interpretaciones figurativas o simbólicas mnemónicamente disponibles) pueden ser supuestos (consciente o inconscientemente) actuantes sobre los input o las unidades hidden (o los subsistemas hidden [?]) del procesamiento cerebral.

XL/458.1/36/ Kosslyn hace referencia al capítulo sobre "Representation and Description" de la obra de Marr. Las definiciones de ambos términos y sus desarrollos explicativos, en particular los que formula acerca de la expresión "formal scheme" (403.1/21), constituyen, quizás, el punto en que más se aproximan la representación de Marr y el "representamen" de Peirce (28.2/274.)

XLI/458.1/39/ Mas que cuidar que la teoría y las habilidades del sistema observado sean mutuamente consistentes, hay que observar, primero, si la teoría permite descubrir habilidades que no se habían hecho conscientes anteriormente.

XLII/458.1/58/ El test de "El camino en el bosque" (cómo es; cómo se actúa ante el árbol que lo atraviesa; cómo es la copa que se encuentra; cómo está [¿llena, vacía?]; qué se hace con ella; etc.) podría servir para estudiar la relación palabra-imagen.

XLIII/458.1/59/ Tarea: de completar el contexto de una fotografía. Unos con palabras, otros con imágenes.

XLIV/458.1/59/ Tarea: transformar una forma primaria elemental (círculo, cuadrado, triángulo) en la forma de un objeto identificable, a través de x (4, 7) pasos, cada uno aportando una única modificación de un aspecto (?). Otra: elaborar una imagen de un objeto (o paisaje), con modificaciones que preserven la estructura de la forma propuesta; p.e., °//°: un camino en un paisaje.

XLV/458.1/72/ No sé si estoy de acuerdo con el contenido conceptual atribuido a la identificación en base al que lo diferencia (o para diferenciarlo) del reconocimiento. En la identificación pueden actuar las relaciones contextuales (actuales e históricas) que mantiene una forma con las otras formas y seguir operando a nivel perceptual, sin necesidad de incorporar información verbal (nombre, descripción de su hábitat, de su comportamiento, etc.). En el reconocimiento pueden actuar sustituciones simbólicas, a partir de las cuales puede continuarse (con la interpretación), sin necesidad de incorporar otras informaciones perceptuales. Propuesta diferencial: identifico una forma cuando considero que he percibido un ejemplar capaz de actualizar un atractor en la memoria; la reconozco cuando le asigno un lugar en un contexto igualmente perceptual; la interpreto, cuando la incluyo en el discurso de la cultura que, además de lo visual, aporta necesariamente información verbal (en principio, su nombre; después, otros datos históricos, económicos, lógicos, etc). Más allá del nombre que se les atribuya, interesa establecer si se trata, efectivamente, de 3 operaciones diferenciables (criterio reajustado en C).

XLVI /458.1/5/ El estudio de las partes puede ser una base para el estudio de la sintaxis (consultar la "partología" en Dubois /204.1/), pero la segmentación identificatoria de tales partes plantea problemas no resueltos en el ámbito de las imágenes materiales (ver la crítica de Sonesson a las segmentaciones de Floch analizando la "Composición IV" de Kandinsky /433.2/154/).

XLVII/458.1/61+69/ El (mal llamado) código visual tiene la propiedad de ser dinámico: cada objeto registrado permite una serie de variaciones que no eliminan la capacidad de identificarlo (no eliminan su identidad). Frente al código (propiamente dicho) de unidades (relativamente) invariables y (consistentemente) discretas, como la lengua, p.e., las imágenes mentales constituyen un catálogo o repertorio de unidades (consistetemente) variables y (al menos, en algún grado experimental) discretas a las que, posiblemente, pueda aplicárseles el nombre de "atractores".

XLVIII/458.1/70/ El hombre tiene que aprender a hablar, pero no tiene que aprender a ver. Aunque le falte el contexto social, podrá ver; pero sin contexto social no podrá hablar. Por obra de la sociedad, se domestica la visión y se clausura el habla; por obra de la sociedad, se vuelven bravías las artes visuales y se emancipan las artes literarias.

XLIX/458.1/72/ Los códigos lingüísticos (con sus gramáticas) contienen unidades: lexemas, y relaciones: sintaxis. Los catálogos de las imágenes (con sus grafémicas [ver /438.1/]) contienen unidades (dinámicas): captan textura, color y forma, (identifican y reconocen), y relaciones (dinámicas): captan ubicación, tamaño y orientación (reconocen: contextualización espacial).

L/461.1/2/ En el caso de la imagen digital, ésta se produce a partir de un algoritmo perfectamente definido; ¿constituye el conjunto de las fórmulas de tal algoritmo un "conjunto finito de símbolos a partir de los cuales se han construido las oraciones" (o, como lo llama Chomsky, un "alfabeto")?

LI/461.1/2/ Hasta ahora, sólo pueden tomarse en sentido metafórico los términos y expresiones que se estan aplicando a lo visual: "lenguaje visual" (que se sustituirá por "semiosis"), "gramática visual", "sintaxis", "alfabeto", "fonología plástica"..., y ya tiene madurez suficiente la semiótica visual (en especial, la semiótica de las imágenes materiales) como para definir de modo riguroso y diferencial, así como para aplicar adecuadamente su propio lenguaje, productor de su especificidad.

LII/461.1/3/ Al margen de las dificultades cuantitativas u operativas para trasladar a lo visual los conceptos lingüísticos, el obstáculo fundamental es de carácter cognitivo: la base perceptual, identificatoria e interpretativa implica un comportamiento mental diferente (la naturaleza del input, su procesamiento y las características del output son distintas en el caso de las palabras y en el caso de las imágenes).

LIII/461.1/4/ El carácter dinámico de las unidades componentes de lo visual es fundamental para intentar explicar su integración en la imagen para la producción de su eficacia. En vez de código se tendrán catálogos (o el repertorio, como lo califica el Grupo m /404.1/93/, pero no de tipos, como estos mismos autores lo caracterizan) dinámicos, en los que los criterios de integración no tienen semejanza alguna con la sintaxis verbal (o de otras semiosis simbólicas: lógica formal, álgebra, etc.).

LIV/461.1/2/ En el caso de las imágenes, ¿en qué se transforma la exigencia de "pertenecer a un uso correcto del lenguaje visual"? Aparte de estar implicada en ello la metáfora de una gramática del lenguaje visual, tampoco el uso del lenguaje verbal se evalúa en función de determinada normatividad, sino de su aceptabilidad por determinada comunidad; aceptabilidad que genera tan sólo una transitoria y localizada normatividad en permanente cambio. La "Lingua universalis" (acotada por Leibniz a una "Mathesis"), como objetivo de la evolución humana, constituiría simplemente una regresión hacia un (igualmente hipotético e irreal) lenguaje jafético (por otra parte, ¿sería concebible una Imaginaria universalis?)

LV/461.1/10/ La observación, según Rorschach, puede aproximarse a la identificación según Kosslyn. Imediatamente a continuación, estaría el reconocimiento y, después, la interpretación.

LVI/461.1/10/ Ante la definición que da el autor del "análisis semiótico" se ve la necesidad de redefinirlo desde una perspectiva actualizadamente cognitiva.

LVII/461.1/10/ Es necesario encontrar la designación más adecuada y no-metafórica para nombrar a quien está percibiendo; creo que "observador" puede servir; otras, perceptor, percibidor, etc. (pero no: lector).

LVIII/461.1/11/ La "intuición de una geometría topológica" no se justifica en el estado actual de los estudios sobre la percepción. Después de MARR y con independencia de la aceptación, rechazo o modificación de sus desarrollos concretos, el enfoque adecuado se considera que corresponde a la llamada "Teoría calculatoria"

LIX/458.1/28/ Por lo tanto, en el hidden, intervienen otras informaciones no visuales (conceptuales, verbales, etc.).

LX/458.1/28/ "Estas redes están entrenadas de modo que aprenden a realizar una específica correspondencia input/output. En un primer momento, muy breve, cargas al azar se ubican sobre las conexiones. Así, la red comienza actuando azarosamente [...]. En cada prueba. un maestro compara el output con el output esperado...", etc. Lo que se relaciona con los fractales y el caos determinista (ver Mac Cormac & Stamenov /449.1/6ss y también Van Eenwyk /449.1/323ss).

LXI/458.1/70/ Este "ver constantemente formas nuevas" y poderlas "identificar siempre", conecta con las operaciones de generación y transformación; en el ámbito de la imagen, se tratará de operaciones de identificación original y de modificación de formas base (atractores), teniendo en cuenta la diferencia que surge según que las operaciones lo sean de percepción o de producción de imágenes materiales o mentales.

LXII/458.1/1-3/ El problema de las imágenes mentales es central para la comprensión de una semiótica de la imagen; apunta a determinar y resolver lo que ocurren en el interpretante.

LXIII/461.1/65/ Si se conocen las operaciones y funciones neurológicas que intervienen en la identificación y el reconocimiento de las imágenes visuales, se conocen las características de los catálogos de imágenes mentales que construyen su dinamismo para buscar su correspondencia con las imágenes visuales. Antecedente y consecuente, aquí, se corresponden con el paso de la reflexión sobre operaciones cerebrales a la reflexión sobre operaciones mentales (King /449.1/179ss).

LXIV/461.1/67/ El lingüísta es necesariamente un usuario de la lengua; el estudioso de las imágenes visuales no suele saber producirlas, pero es un usuario de la visión.

LXV/461.1/67/ En lo figurativo, no hay un orden secuencial de las reglas gramaticales de modo que "las operaciones del primer nivel tienen que haberse cumplido antes que las del segundo nivel"; esto ni siquiera es correcto, salvo para algunos enfoques estructuralistas, tampoco en lo verbal; la mayoría de las reglas gramaticales de cualquier semiosis se activan en paralelo.

LXVI/461.1/69/ Las relación topológica de vecindad puede ser fructífera para construir el concepto de contexto visual.

LXVII/461.1/73/ Los catálogos de Marr y los geones de Biederman mantienen una fuerte dependencia del concepto de buena forma.

LXVIII/461.1/73/ Lo ya conocido, no es necesario vincularlo a la buena forma, pero sí fundamenta la importancia de las imágenes mentales (o atractores) en el reconocimiento de las percepciones visuales (ver V).

LXIX/458.1/285/ Las cuatro habilidades de la imaginería son fundamentales para el análisis de las imágenes: generación, inspección, mantenimiento y transformación.

LXX/458.1/285/ ¿Tiene sentido y, si sí, cuál, razonar con imágenes? ¿Tiene sentido y, si sí, cuál, aprender con imágenes? ¿Tiene sentido y, si sí, cuál, hablar del "significado"de las imágenes?

LXXI/458.1/286/ También los "tres modos de generar imágenes visuales mentales" son fundamentales para el análisis de las imágenes: recordar, combinar y diseñar mentalmente.

LXXII/458.1/286/ En el segmento procesual correspondiente a cada operación (generación, inspección, mantenimiento y transformación) que se realice con el objeto de producir imágenes (materiales) (o en la relación diferencial: perceptual-material), se produce una determinada y diferente eficacia semiótica (posible), ya que depende de la estructura conceptual (en el sentido pan-semiótico de Jackendoff /365.3/193ss/) del interpretante.

LXXIII/458.1/286/ Los efectos de fugacidad, transformación o permanencia de las imágenes dependen de complejas interrelaciones psico-socio-cognitivas; y también estas interrelaciones provocan dicha fugacidad o permanencia (que se dé una u otra situación) y asignan diferentes imágenes en uno y otro caso.

LXXIV/449.1/179/ Hay mucha retórica en estos trabajos, en cuanto desarrollan una propuestas que descansan, en gran parte y pese al recurso a la neurofisiología, en la terminología que utilizan. Habría que ver qué queda si se efectúa una tarea de deconstrucción.

LXXV/449.1/333/ Es necesario trabajar los conceptos desarrollados por Van Eenwik en los puntos 3.4 "Attractors" y 3.5 "Fractal attractors", pensándolos en función exclusivamente de la imagen.

LXXVI/332.22/229/ El artículo de Mandelblit & Zachar puede aportar mucho para la elaboración del concepto de atractor en semiótica de la imagen. Por las referencias que hace, me conviene retomar el libro de Fauconnier y conseguir el de Fauconnier & Turner para completar el esquema de los mundos semióticos posibles de la imagen.

LXXVII//332.22/236/ Las cuatro características que los autores proponen como marco conceptual de lo que denominan "unidad dinámica" ("modelo estable de correlación", inseparabilidad del "contexto de observación", la aparición de "propiedades emergentes" y que "en su interacción con el entorno, la nueva unidad [...] refleja las propiedades del sistema como una totalidad") sugieren la posibilidad de su atribución a las imágenes dinámicas (las dos o más clases de atractores) que componen el repertorio mnemónico para el reconocimiento de formas.

LXXVIII/332.22/240/ La imagen mental (en cuanto atractor) tendría esta característica de "asociación flexible" y de "espacio imaginario" o espacio mental virtual, como unidad (dinámica) en la que convergerían los distintos niveles (en cuanto constituyentes plásticos) de imágenes (en cuanto marcas) registrados en lugares del cerebro topológicamente dispersos.

LXXIX/458.1/290/ Esta representación genérica es la que no veo tan perfilada como cualquiera de los modelos 3D propuestos por Marr, sino como algo amorfo, relativamente próximo a la imagen en cuestión, y dotado de un dinamismo de transformación rápido y proteico (ver nota 3, p.423: imagen esquelética o imagen global: imagen (del objeto) de frecuencia espacial baja).

LXXX/ Marr: la representación (predominantemente) cerebral. Peirce: la representación (predominantemente) mental

LXXXI/28.2/303/ ¿Triadismo en Marr? Serie sin fin de representaciones; sólo se cambia el ropaje por otro más diáfano: ¿catálogo de modelos en Peirce?

LXXXII/403.1/31 y 36/ El proceso y la secuencia de representaciones, ¿como la serie sin fin de representaciones?

LXXXIII /28.1/480/ La representación como tríada genuina; incluye un signo o representamen que media entre un objeto y un pensamiento que lo interpreta. ¿Cualidad semiótica (por reconducción a lo geométrico) de los modelos de Marr/403.1/ "Los ejes canónicos de una forma"; "debe identificarse, a partir de una imagen, el sistema de coordenadas y los ejes componentes del modelo"; "el catálogo de modelos 3-D"; "índice de especificidad", "índice de adjunción"; "índice de ancestro"; su preocupación por establecer "la geometría de superficie"; "la geometría de los cruzamientos-0"; "Algunos teoremas de la geometría tridimensional de Euclides"; "representaciones primitivas de la geometría de la imagen local"; "Verdaderamente, parte de lo divertido es que nunca se sabe de dónde vendrá la siguiente clave: ...un teorema acerca de la geometría tridimensional"; "Operador: cálculo local que debe aplicarse en cada lugar de la imagen, haciendo uso de la intensidad, allí y en la inmediata vecindad"; "cálculo retinex"; "el principio de modularidad, que afirma que cualquier cálculo extenso puede dividirse en un conjunto de subprocesos pequeños, casi independientes y especializados"; "Tener que formular la teoría calculatoria de un proceso introduce una gran y útil disciplina en el tema"; "¿qué problemas calculatorios han sido resueltos y qué información se necesitó para resolverlos?"; "tres niveles: el de la teoría calculatoria, del algoritmo y de la implementación"; "una vez formulada una teoría calculatoria para un proceso, pueden diseñarse algoritmos para aplicarla y puede compararse su comportamiento con el del procesador visual humano".

LXXXIV/28.1/487/ La representación como aquello que varias de tales cosas tienen en común. ¿"Permanencia perceptual", en Kosslyn, e "invariantes" en Marr (citando a Gibson)?

LXXXV/28.1/458/ Hic et nunc, frase preferida de Duns Scotus.

LXXXVI/28.1/538/ Niega el sentido de la frase: "Yo vi que era rojo"; lo compacto de la imagen no se distribuye en sujeto y predicado. Diferenciar entre lo que se ve, su imagen y su representación; o bien: ser - estar representado - y su sibolización. El predicado aparece en el juicio perceptual, pero no en la percepción. Esto se vincula con la distancia entre imagen y palabra; la imagen permite formar pensamiento pero no es pensamiento (en cuanto el pensamiento es lenguaje; pero no sólo lenguaje; o, quizá mejor desde otro enfoque, el pensamiento no agota las capacidades cognitivas; necesidad de explorar los procesos de la mente visual, verdadera terra incognita).

LXXXVII/404.1/54/ "No son las palabras las que organizan, sino la percepción semiotizante". Por ello, la semiótica visual es (predominantemente) una semiótica-objeto, mientras que la semiótica verbal es, en todos los casos, una metasemiótica.

LXXXVIII/404.1/57/ El Grupo µ busca, para la construcción de una semiótica visual, "un ser nacido de las propiedades perceptuales del sistema visual", pero, luego, parecen no ser totalmente coherentes con esta afirmación.

LXXXIX/404.1/427/ La teoría del repertorio y la de "la célula abuela según la cual cada representación de objeto determinado se fija en una célula nerviosa estabilizada", se debate en Kosslyn.

XC/404.1/89/ Atender a la reflexión cerca de que las peculiaridades del canal sensorial (espectáculo natural) son completamente independientes de la problemática semiótica (espectáculo artificial). Aquí, µ se refiere específicamente al canal visual. En la nota de pg. 428, consideran como oposición correcta: espectáculos (semióticos) vs sensaciones (no semióticas).

XCI/404.1/95/ Pero línea y contorno son entidades heterogéneas. La línea no existe en la naturaleza (o, más correctamente, en la percepción de la naturaleza), sino en su representación; el contorno sí, en función de la distinta iluminación de las superficies.

XCII/404.1/98/ µ habla de las representaciones como "tipos estabilizados a diferentes niveles de abstracción". Creo preferible, a la inversa, hablar de dinamización; dinámica que permitirá la interpretación de las representaciones a los distintos niveles de abstracción. Esta dinámica incluye también la transformación de los caracteres que, según la representación (reconocida o producida) resultarán ser pertinentes o no (pero no a priori; los carácteres pertinentes a priori son considerados tales en virtud de la herencia cultural y de su materialización en el conocimiento enciclopédico, lo que nos ubica en la interpretación).

XCIII/404.1/94-95/ Se continúa con la transferencia conceptual y operatoria originada en la lingüística; salvo que pueda afirmarse que son elementos y componentes de la Semiótica General. Conviene explorar la semiótica visual como una operatoria semiótico-cognitiva con un origen y desarrollo diferente. Partir de Hjelmslev vincula las explicaciones al modelo lingüístico; aunque Hjelmslev incluya a la lingüística como una parte de la semiótica, sus métodos y operaciones no se independizan de las formas de descripción y explicación de la lingüística; no hay un pensamiento original en lo semiótico que demuestre que se razona no a diferencia de (o en oposición a), sino con independencia de la lingüística. El modelo de Peirce, no en cuanto taxonomía (y también excluyendo todo sometimiento dogmático a su semiótica), sino en cuanto descripciones operatorio-cognitivas, proporciona mayor libertad.

XCIV/404.1/104/ µ establece la necesidad de tomar en cuenta las relaciones de coordinación y preordenación. Quizá sean más importantes operaciones como las de búsqueda de afinidades (?) entre perceptuum e imágenes dinámicas, las de transformación (operaciones con las que se identifica la imagen perceptual) y las de contextualización (con las que se la reconoce) como las operaciones primarias (iniciales) previas a la interpretación (ver al respecto: Ullman, Shimon /470.2/)

XCV/404.1/43/ (Sobre la linealización de lo espacial) La inclusión del tiempo, como linealización del espacio, es inconsistente y deriva de lo que ya en lingüística es metafórico: el tiempo invertido en emitir una secuencia verbal no es lineal, salvo en su representación escritural; además es, cronológica y semánticamente, reversible; o sea, al final de la frase, adquiere, retroactivamente, sentido lo enunciado al comienzo y en cada una de sus instancias intermedias. La contextualización perceptual es, en principio, sincrónica, sin que se cumpla ningún proceso de linealización (ni en el uso retórico de este término, ni en su uso básico). Tampoco rompe esta espacialidad sicrónica el análisis de sus componentes ni el tiempo utilizado por el ojo para recorrer el espacio percibido. La percepción focalizada en un punto se informa simultáneamente de otros puntos dispersos en un determinado ámbito de la pecepción y de esta percepcion plural y simultánea surge el sentido del punto focalizado. Importancia de distinguir entre sentido, que parece congruente con el reconocimiento de lo visual, y significado que no sería exclusivamente visual sino intersemiótico, en cuanto interpretación. Pero, la percepción fija es, en definitiva, un concepto teórico, ya que la visión humana es fundamentalmente móvil. Por ello, conviene incorporar el tiempo cuando se recorre un perceptum relativamente complejo y se lo reconduce a una síntesis, no de un antes en un ahora, sino de dimensión topográfica; o sea, no se trata de linealizar el espacio, sino de espacializar el tiempo (en la medida en que estas expresiones son algo más que logomaquia).

XCVI/404.1/105/ Lo que µ denomina ""ejes visuales" por analogía con los ejes descritos por la semántica lingüística" se asienta sobre una relación no-simétrica: el eje visual es perceptual y el eje semántico es conceptual.

XCVII/ Muchos de los conceptos, operaciones, reflexiones sobre las condiciones y operaciones cognitivas que intervienen en la identificación y/o reconocimiento y/o interpretación de las imágenes materiales han sido realizadas, como tema o como experiencia visual, en diferentes épocas y clases de desarrollos gráficos. Por ejemplo, la computarización de imágenes televisivas de modo que muestren la transformación, en secuencias sucesivas, de un rostro en otro (Humprey Bogard en Ava Gardner), se correlaciona con el posible funcionamiento de las imágenes dinámicas en el repertorio de la memoria. También, la temporalidad (instantaneidad) de las imágenes materiales puede explorarse (al menos en el caso de la historieta), estableciendo a qué momento del diálogo (en los globitos) corresponde la situacion efectivamente representada, etc. Algunas situaciones gráficas, efectivamente construidas, pueden sugerir preguntas o respuestas de nivel teórico y, viceversa, puede encontrarse en situaciones gráficas la concreción de reflexiones teóricas.

XCVIII/ Considero necesario analizar las operaciones y categorías lingüísticas que son concreción, en el análisis o la teorización de una semiótica verbal, de operaciones y categorías que provienen de la semiótica general, antes de excluirlas radicalmente de la problemática de una posible semiótica visual. Será necesario, en aquellos casos en que se las admita como parte de la semiótica general, reducir las características inherentes a la especificidad de lo verbal, establecer su formulación general y recomponerlas con las características inherentes a la especificidad de lo visual (si es ésta la semiosis a cuyo estudio se propone aplicarlas); considero lo dicho como límite y advertencia autocrítica a mi rechazo terminante del logocentrismo. Por ejemplo, el concepto y la operatoria relativa a la isotopía, ¿son exclusivos de la semiosis verbal o pertenecen a la semiótica general, concretándose de modo específico y diferencial en la primera y en la semiosis visual?

XCIX/ Si bien resulta, aparentemente, imposible rastrear la imaginería mnemónica del espectador de una imagen material, para establecer el repertorio de imágenes dinámicas en función de las cuales identifica y reconoce (dejo de lado la interpretación) la imagen material que está percibiendo, es posible solicitarle que dé cuenta de los aspectos gráficos concretos en virtud de los cuales confiere, a dicha imagen material, determinado valor o significado (la reconduce a determinado atractor). O sea, puede partirse de su interpretación verbal, para reconstruir los rasgos visuales que posee(n) su(s) imágen(es) dinámica(s) y que el espectador inquirido actualiza en dicha interpretación. Téngase en cuenta que la interpretación (en la medida en que la diferencio de la identificación y del reconocimiento, en cuanto tríada de operaciones cognitivas distintas) se realiza acudiendo a la totalidad de las semiosis disponibles, en cuanto el intérprete participa de determinada cultura. La propuesta consiste en que identifique, hablando, rasgos visuales que reconoce y semantiza. Si, ante una concreta imagen material, afirma que "se trata de un anciano", puede requerírsele que diga por qué lo ve como "un anciano", a lo que posiblemente respondería que "por las canas", debiendo preguntarse todavía "¿por qué o dónde ve canas?", hasta que describa los rasgos pictóricos con los que el autor (de modo supuestamente coordinado con un sector, al menos, de su sociedad) construyó la representación de las canas; o, si el espectador dice: "por las arrugas", se le pedirá que describa los rasgos pictóricos que, para él, como intérprete (de modo supuestamente coordinado con el autor), construyen la representación de las arrugas. Estas descripciones lo serán, simultáneamente, de la imagen material y de su imagen mnemónica de referencia o atractor. Registrando, en él o en varios integrantes de determinada comunidad, los rasgos pictóricos señalados, podrá disponerse del repertorio (parcial pero incrementable) de marcas determinantes y de contextos determinados (verbalmente descritos) de los que dispone para la identificación y el reconocimiento de determinadas imágenes materiales. Por supuesto y pese al camino indirecto que acabo de proponer, no hay evidencia más inmediata de las imágenes mentales que las imágenes materiales producidas por el hombre. Pero el mito de que saber dibujar depende, en gran medida, de un don natural (que se posee o no), impide disponer de la abundancia de imágenes materiales que se requerirían para una exploración representativa del repertorio de imágenes mentales (como se dispone, a través del habla, de construcciones verbales con las que pueden explorarse los hábitos cognitivos aplicados a su producción; recuérdese la paradoja que afirma que "heterológico" no es heterológico /395.1/20/). Si se enseñara a dibujar con la sistematicidad, obligatoriedad y perentoria exigencia social con que se enseña a leer y a escribir, la mayoría sabría dibujar, uno mejor y otros peor, tal como unos escriben, hablan o leen mejor y otros peor.

C/ Consideración visual de las operaciones de una Semiótica General. 1) La identificación (Atribución). Agrupación de las marcas hasta la constitución del determinado: el mínimo identificable; operación: selección y agrupación de marcas. [Todas las operaciones trabajan en paralelo.] 2) El reconocimiento. Agrupacion de determinados para formar conjuntos de identificables y conjuntos progresivamente crecientes hasta constituir macrounidades que vuelven a ser identificables y reconocibles (¿a nivel macro; pero de modo tal que antes de alcanzar tal macrounidad no se sabría que la estaban constituyendo?; atender al problema de lo "a posterior" o "ad hoc" de estas operaciones en cada propuesta perceptual]. (El reconocimiento mantiene las características que Kosslyn le atribuye a esta operación. Lo que modifico es la operación a la que designo "identificación". La que Kosslyn así denomina, aquí es la llamada "interpretación". En cambio Kosslyn no reserva una denominación especial a la que aquí denomino "identificación"; todo lo más puede considerarse que se corresponde con lo que Kosslyn afirma que ocurre en el "visual buffer".). Los rasgos son arbitrarios y los conjuntos identificables son progresivamente menos arbitrarios [a la inversa de lo que ocurre en la semiosis verbal, en la que el discurso gana en libertad conforme se desarrolla], pero hasta un determinado punto en que la composición de identificables vuelve a adquirir libertad.

CI/ También juega la contra-memoria: la transformación de los identificables. Serán las características de esta transformación las que introducirán la estética, la interpretación en función del resto de la cultura, la concepción ideológica. Esto ya es sustitucion. Entonces, el análisis consiste en establecer las características de esta transformación. De nuevo, el problema radica en la recuperación constatable de la memoria visual activada por una imagen material. Se puede recuperar, con limitaciones y riesgos de desvíos y perversiones, a través del testimonio verbal. Pero también tiene que poderse mediante testeos gráficos (sin que sepa bien en qué puede consistir esto). Juega en contra la absurda resistencia a dibujar, diciendo que no se sabe hacerlo; todos pueden dibujar (harto cuesta aprender a escribir).

CII/ La identificación no sólo se produce construyendo prototipos y sus gradientes de desvío, mediante series de proposiciones (verbales), sino que hay que explorarlos mediante propuestas gráficas. La producción de la identificación mediante fragmentos (tipo Biederman /444.1/ y /455.94/).

CIII/ Trabajar el tema tipo "Esbozo": secuencias claras de enunciados, completadas con notas teórica y visualmente complejas. Concretar visualmente cada problema y, después, desarrollar los comentarios teóricos.

CIV/ Los Mundos Semióticos Posibles (en adelante, MSPs) en la gráfica. Toda imagen material realiza un MSP que es tal en cuanto transformación de otro MSP que está a disposición del espectador y en base al cual concreta la interpretación. Pero los MSP actúan ya a nivel de la identificación y el reconocimiento. Recordar que el tema central de los MPs es la conservación (o el grado y las características de la transformación) de la identidad (no la identificación, pero relacionado).

CV/404.1/149 Posibilidad de segmentación en la imagen material figurativa: identificar el segmento mayor que todavía no es figurativo, según algún orden de figuración (lo que puede diferir de la representación pretendida o construida por el autor).O bien, el mínimo segmento que ya es figurativo (idem); decidir si es útil alguno de los dos criterios. Pautas para otro criterio, en S. Ullman (/470.2/233).

CVI/404.1/93 Las unidades analíticas de la imagen material figurativa (y quizá también de la no-figurativa) no parten del type, ya que no se articulan en un sistema de unidades discretas cuyas relaciones sintácticas están formalizadas (ni con la correspondencia semántica preestablecida), sino que parten de la modalidad (tal como la configura Peirce /28.2/382-90, 775, 778, /28.4/552n; ver también Tone (como cualisigno: 28.4/537), Tinge (28.8/294), Potisign (28.8/347-355-358-360s-363s) o Mark (28.8/337-363-364-367); también, "different sensory modes" (28.1/312), por lo que igualmente interesa verlas desde los lugares del cualisigno y del rhema.

CVII/ Utilización de Peirce de forma heterodoxa: el "type" (o "legisigno") y, con él, el nivel de lo simbólico se concretan o materializan en el "token" (o "sinsigno") y, con él, en el nivel de lo indicial. Así también, el "tone" (o "cualisigno") y, con él, el nivel de lo icónico, se concretan o materializan en el "token" (o "sinsigno") y, con él, en el nivel de lo indicial, cumpliéndose las mismas funciones que para el "type" (pero sin las características normativas del sistema), como por ejemplo, en cuanto al valor atribuido contextualmente por el "dicisigno" y la unicidad de los rasgos o marcas constitutivas de cada presencia de la imagen material.

CVIII/28.1/313/ "Presentments as signs". Introduce el concepto según el cual "tones are signs of visceral qualities of feeling" (nuestro atractor) y lo analiza, en especial, respecto de los olores y aromas.

CIX/28.6/222-237/ El "quale" puede ser el nombre del segmento mínimo ya significativo de la imagen visual (sólo material o también abarcando la imagen perceptual y mental), a diferencia del "tone" o del "mode" que corresponderían al segmento mínimo todavía no significativo. Creo que el concepto de quale conserva algo de lo personal que hay en toda percepción, así como la imposibilidad de reconducirlo a un sistema y, pese a esa imposibilidad, su capacidad para generar la identificación y el reconocimiento de las imágenes (verlo también en Dennett/444.1/).

CX/459.1/302/ Una pintura (dibujo, fotografía) propone una imagen retinal externa a la retina, en la que se sugieren soluciones a lo que sería el trabajo neurológico de recuperar determinada información, a partir de la cual se puede producir determinada identificación y, por las características de esta identificación, se puede producir determinada interpretación.

CXI/459.1/303/ Posiblemente, un cuadro de la época cubista de Picasso está más próximo (o da un testimonio más rico en información respecto) a las características del repertorio de imágenes mentales (atractores) disponibles para la identificación de una percepción en un momento dado, que las instancias de los modelos 3-D de Marr.

CXII/458.1/298/ Recordar la relación entre el caos (de input) y la selección (el "maestro") que conduce a un output determinado (con la secuencia de inputs-outputs que puedan estimarse como progresivo filtro para la identificación-búsqueda de la representación en cuestión).

CXIII/458.1/301/ Importancia de la diferencia entre la imagen de las propiedades del objeto (color, textura, bordes, etc.) y las relaciones espaciales pertinentes a la estructura de las propiedades del objeto (diferenciar con ejemplos concretos ambos aspectos); si bien ambos son procesos semióticos, el primero opera a nivel de la semiosis sustituyente (representamen) y el segundo a nivel de la semiosis sustituida (referente, pero tal como lo desarrollan Rastier /243.1/82/; Jackendoff /365.2/23/; Magariños /50.15/56).

CXIV/458.1/313/ El papel de la imaginería en el dibujo vs. la posibilidad de que la habilidad provenga de "un conjunto de coordenadas motrices que se formulan en ausencia de la imaginería".

CXV/458.1/316/ Posibilidad de activar el subsistema del modelo ejemplar (atractor inmediato) o del modelo categorial (atractor mediato o atractor de atractores) o del modelo generativo (atractor virtual).

CXVI/458.1/317/ La mayor aptitud de uno u otro emisferio para procesar estímulos procedentes de la palabra o de la imagen está vinculada con las diferentes operaciones necesarias para interpretar el tipo de señales que son las palabras o el tipo de señales que son las imágenes (o sea, la específica y diferencial operación que las constituye en signos).

CXVII/458.1/319/ ¿En qué loci del proceso perceptual (o de generación de imaginería) pueden existir condicionamientos psico-socio-culturales que dirijan (selectivamente), favorezcan o restrinjan la producción de la identificación/ reconocimiento de determinada representación, todo ello en la etapa previa a la interpretación?

CXVIII/465.1/ Es interesante la correspondencia entre conceptos (en la filosofía) y perceptos (en el arte).

CXIX/433.2/154/ ¿Cómo Floch (si es que efectivamente lo hace) puede afirmar valores o significados ("la doble forma extendida significa la conjunción de dos temas [subjects] con un valor positivo" [la cursiva-negrita es mía]) que vayan más allá de la identificación de posiciones en un paradigma de posibles relaciones formales, identificación lograda a partir de la reiteración de una concreta relación (de oposición o semejanza) percibida en una determinada imagen material? Hasta aquí sólo tendríamos el significado contextual de determinada forma (su posibilidad de asociación con otra), pero no su significado semántico (la diferencia entre una asociación efectivamente propuesta en determinada imagen con otra asociación efectivamente propuesta en otra determinada imagen ó en otra parte de la misma imagen).

CXX/459.1/346/ El atractor, mencionado anteriormente, no tiene vinculación con el prototipo (tampoco con el desarrollo que de él hace Rosch, /118.8/), salvo su consideración exclusivamente en cuanto imagen. O sea, no se trataría de un núcleo o conjunto de categorías conceptuales sino, si fuera admisible y en la medida en que lo fuera, de categorías puramente perceptuales: rasgos visualmente percibibles mediante los que adscribimos lo percibido a determinada imagen conservada en la memoria. Denomino, por tanto, "atractor" a un conjunto de formas, reiteradamente percibidas, que, en un momento dado, ya está organizado, con cierta constancia (sin que corresponda evaluar lo correcto o incorrecto de tal organización, sino su vigencia o falta de vigencia, dejando lugar a las plurales variaciones culturales), en una imagen mental, cuya relativa reiteración o determinada constricción psicológica ocasiona su permanencia en la memoria, y que, por tanto, se encuentra disponible para contrastarse con un determinado conjunto de formas ocasionalmente percibido, permitiendo identificar (o no) a este último como una de sus variantes posibles.

CXXI/433.2/177/ No concuerdo con este modo de atribuir significado a los elementos plásticos. En principio, predominan significados valorativos y/o psicológicos no motivados (como inherentes a cada uno de los motivos plásticos) o sea, sin considerar la contextualización de tales elementos plásticos, ni la transformación cultural por desplazamiento temporal y/o espacial de los intérpretes.

CXXII/433.2/178/ El significado (¿connotativo?) del signo plástico creo que lo he captado, con bastante precisión operativa, en el signo ideológico del desarrollo del algoritmo saussureano (50.15/109 y referencias allí indicadas).

CXXIII/ Los MSPs son un instrumento útil ya que pueden proporcionar un enfoque eficaz para el análisis de las imágenes (como para el análisis de otras semiosis). La operación de los MSPs relaciona, cualquiera sea la semiosis de la que se trate, un texto de base con uno o varios textos interpretacionales. Es una operación destinada a mostrar la permanencia o la transformación que puede rastrearse en la tarea de exploración del hipertexto. Entonces, pueden establecerse las permanencias, eliminaciones o inversiones de sentido (¿contradicciones?) que ocurren entre elementos pertenecientes a textos diferentes. Por ejemplo: si se toma el cuadro "Las meninas" de Velázquez (como texto de base), pueden establecer las características de su correlación con alguno, varios o todos los cuadros de la serie correlativa pintada por Picasso (como texto interpretativo homeosemiótico), con alguno o varios párrafos del trabajo de M. Foucault sobre el mismo tema (como texto interpretativo heterosemiótico), con algún poema que le esté dedicado, etc. Una investigación, que utilice los MSPs al modo de este ejemplo, puede establecer los modos de apropiación de un determinado texto por una determinada cultura (por determinadas obras de esta cultura y por la comunidad correspondiente en la medida en que sea usuaria de esa cultura), con todas la variaciones temáticas que pueden aplicárseles. O sea:

SEMIOSIS DE BASE

MSPi MSPj
 
 

HOMEOSEMIOSIS HETEROSEMIOSIS
 
 

CXXIV/456.1/247/ Koffka se opone terminantemente (y ya lo ha hecho anteriormente) a considerar a la experiencia o al aprendizaje como origen de la articulación de nuestro campo (perceptual) en cosas o en figuras y fondo, afirmando que tal articulación se considera "como el resultado directo de la distribución del estímulo, esto es, como la organización espontánea surgida mediante el mosaico del estímulo". No creo que esto se compagine con la posición, por ejemplo, de Jackendoff, en cuanto a considerar al referente como proyectado (por la experiencia, el aprendizaje y ciertas "categorías ontológicas"). O sea, una afirmación como ésta, ¿forma parte de los aspectos superados de la Gestalt? La memoria dinámica a la que me refiero, constituida por atractores, la considero predominantemente originada en la experiencia o el aprendizaje y su aplicación a los estímulos perceptuales permite acceder a la identificación y reconocimiento de los objetos exteriores; pero estos estímulos no tendrían una dinámica propia, sino que la memoria intervendría organizándolos de determinada manera y no de otra, en función de concretas posibilidades identificadas durante el mencionado aprendizaje generativo.

CXXV/456.1/182/ No es que la línea tenga que llegar a formar "una figura cerrada o casi cerrada" para que ya no veamos "una línea simplemente sobre un fondo homogéneo, sino una figura plana limitada por una línea", o sea, no es que la línea tenga que llegar a cerrarse para que aparezca una forma, sino que la línea que se cierra no es un primitivo sino la representación gráfica de un contorno oclusivo. El contorno oclusivo es previo (sin poder afirmar si, además, es un primitivo), siendo la línea un elemento disponible para su representación.

CXXVI/459.1/17/ El punto crítico, en el estudio de la imagen, está en el comienzo o primeras operaciones a realizar sobre determinada imagen. ¿Lo primero es segmentar? ¿No es posible una explicación sin haber identificado diversos elementos entre los que se afirma que existen relaciones o sobre los que intervienen específicas operaciones que producen, en uno y/u otro caso, determinado(s) efecto(s), que es lo que se trata de explicar? ¿Ese efecto consiste en el significado de la imagen? ¿Es pertinente al estudio de la imagen hablar de "significado"? ¿Sería pertinente hablar más bien de "mostración representativa"? ¿La explicación del significado requiere un proceso analítico y, por tanto, una primitiva segmentación, mientras que la explicación de la mostración no lo requiere ni, por tanto, requiere segmentar? El efecto fundamental de una imagen es proponer una percepción y a esto llamo "efecto de representación"; después se la interpretará en función de determinada cultura y a esto llamo "efecto de significación" de una imagen.

CXXVII/11.1/15/ Sin embargo, toda la construcción de Foucault acerca del cuadro Las Meninas podría valer igualmente si la construcción fuese acerca de una puesta en escena teatral, un cuadro vivo que reprodujese la situación representada por Velázquez. De donde, nada que sea específicamente pictórico se ofrece, se propone, se explica en las páginas de Foucault. Algunas restricciones a lo que acabo de afirmar:

(a) lo que refleja el espejo del fondo; el hecho de que no refleje al espectador sino a la pareja real, crea un espacio y una ubicación imposibles en una escena teatral; de ahí la necesidad de aceptar que, aquello de lo que escribe Foucault, se trata de una imagen, la cual, en cuanto propuesta perceptual imaginaria, puede permitirse quebrar la distribución espacial que se requeriría para que un espejo devolviera la imagen que éste devuelve. Hay aquí una inexistencia de la pareja reflejada que aproxima la propuesta perceptual a la pintura paradójica de Magritte o a las ilusiones ópticas de Escher. Un espejo, en una escena teatral, situado donde éste se encuentra, nos devolvería nuestra imagen o la de otros espectadores efectivamente presentes en la platea del teatro, por lo que se trataría de una imagen-objeto, en cuanto primera representación de un existente. El espejo, en el cuadro, situado en el lugar del cuadro en que se encuentra, es la imagen de la imagen (efectiva) de un existente (virtual) y es por lo tanto una metaimagen. Sólo las representaciones (cuadros, fotografías, cine, ologramas, etc.) pueden contener metaimágenes. [Alessandria]

(b) Foucault, al comentar la representación de las imágenes reflejadas en el espejo, necesita construir un espacio "exterior al cuadro" lo que, a su vez, le lleva a tener que definir, con rigor peirceano, lo que entiende por "cuadro" [2.228: A sign, or representamen]: "un fragmento rectangular de líneas y colores [is something] encargado [which stands] de representar [in some respect or capacity] algo [for something] a los ojos de todo posible espectador [to somebody]".

Foucault defiende, empecinadamente, su deseo de hablar de la pintura de la pintura; asume la aceptación del condicional que enuncia diciendo: "si se quiere mantener abierta la relación entre el lenguaje y lo visible, si se quiere hablar no en contra de su incompatibilidad sino a partir de ella..."; y, para inducir una respuesta afirmativa también en el lector, le establece la condiciones a que tiene que someter al lenguaje.

CXXVIII/ El trabajo sobre el estudio de la imagen puede llamarse "Semiotica de la imagen visual. Identificación, reconocimiento, interpretación". La primera parte trataría de "El análisis de las imágenes visuales" (pero, ver CXXXII) y sus dos secciones serían: "La identificación" y "El reconocimiento". La segunda parte estudiaría "La interpretación de las imágenes visuales" y tendría diversas secciones.

CXXIX/317.2/29/ Minsky construye una metasemiótica lógico-simbólica para analizar cierto tipo de imágenes, mediante los que denomina "Perceptrones", con el objetivo de diseñar los correspondientes programas de computación que le permitan establecer la relación entre las percepciones y el reconocimiento de modelos. Marr (403.1) construye una metasemiótica gráfica, en cuanto representación, elaborada como un sistema formal, para describir determinadas entidades o formas o percepciones visuales. Biederman (455.94) construye una metasemiótica gráfica, a partir de la identificación de geones, para fundamentar una Teoría de la comprensión humana de las imágenes. Floch (177.7) reelabora, a nivel lógico-simbólico, una metasemiótica destinada a proporcionar una explicación semiótica de las imágenes materiales (ver, también, entre otros: Jannello; Sonesson; Saint-Martin; etc.).

CXXX/ Sobre "Grafémicas" (Ver /438.1/)

CXXXI/ Tras toda producción gráfica hay siempre un paradigma de posibilidades que se actualizaron en ella (la relación necesaria entre producción y paradigma pertenece a la Semiótica General). Encontrar sus regularidades (posiblemente, con una fuerte limitación localista) es la tarea de una eventual analítica de la imagen visual (pero, ver parágrafo siguiente).

CXXXII/ [Abstract para el Congreso de Siena] "La cuadratura del círculo y el análisis de las imagenes". Una de las paradojas más difundidas de la geometría es la conocida como "cuadratura del círculo". Contiene un problema de interrelación de imágenes del que se pretende dar cuenta mediante su transposición a un lenguaje simbólico. Lo que evidencia es la diversa eficacia de lo visual y de lo algebraico: lo que se expresa mediante imágenes no se corresponde con lo que puede formularse mediante enunciados lógicos. No existe ningún obstáculo para imaginar o, incluso, realizar informáticamente la paulatina transformación de un cuadrado en un círculo o viceversa, de modo tal que la cantidad de pixels constitutivos de uno y otro se mantenga constante. Lo que resulta imposible es formular esa transformación según las reglas de buena formación del sistema de la matemática. No sólo considero que éste es un buen ejemplo (mutatis mutandis) de la distancia que existe entre lo figurativo y lo simbólico, sino que lo incluyo en la problemática de lo que se conoce como "análisis de las imágenes", expresión igualmente paradojal. Sólo las reglas de lo icónico (cuyo rhema no es un sistema sino un repertorio de formas posibles dinámicas o atractores) puede dar cuenta del efecto de significación de los íconos. Esto sin perjuicio de que la palabra permita identificar el problema (como aquí) o, incluso, al menos provisionalmente, llene los huecos (que deberán ser los menos y los mínimos posibles) que se produzcan entre las imágenes y, en última instancia, integre a las imágenes en determinada cultura y en determinado momento histórico, lo que ya corresponde a la interpretación y no al análisis.

CXXXIII/317.2/269/ Quizá no sea posible construir una única semiótica de la imagen, sino que sea necesario articular un sistema semiótico constituido por operaciones, no contradictorias, pero sí independientes en su principio teórico, en su aptitud operativa y, por tanto, en el aporte de conocimiento que en cada caso proporcionen.

CXXXIV/317.2/271/ Para la identificación y reconocimiento de una imagen sería necesario que un administrador dirigiera diferentes tipos de estímulos hacia atractores diferentes. La percepción de un dibujo, tipo historieta o como las ilustraciones que protagonizaron ciertos vocabularios y enciclopedias de 1920/30 (/475.1/ y /476.1/) tiene que encontrar un atractor (el maestro), en la memoria visual, que probablemente no tenga interrelación ninguna con el atractor que permita identificar un trabajo de Kandinsky.

CXXXV/317.2/278/ Plantean, implícitamente, el problema del atractor: "considérese el problema de comparar un modelo de input arbitrario con una colección de modelos en la memoria, para encontrar qué memoria es más semejante con ese estímulo".

CXXXVI/ El trabajo sobre Semiótica de la Imagen parece tener que comenzar con un estudio acerca del concepto de representación tal que conduzca a una propuesta de definición y a su discusión. Toda imagen es representación, pero la inversa no es válida. De modo general el concepto de representación abarca: (1) una propuesta para que se ejecute determinada operación mental, (2) cada una de las imágenes mnemónicas disponibles, (3) la pertinente operación mental (para la que puede ser esclarecedor el concepto de "representación" en Marr: 403.1/20 y 296) y (4) su resultado. En el caso de las imágenes, la representación4 , como resultado es una determinada configuración de imágenes, obtenida a partir de imágenes preexistentes en la memoria, la representación2,, que se dinamizan y transforman al correlacionarlas con determinada propuesta perceptual (representación1 ), mediante una determinada operación mental que se denomina también de "representación3". Esto supone que no puede existir una representación si no se dispone de imágenes almacenadas en la memoria. Pero estas imágenes ya son representaciones2. Este segundo uso enfoca la problemática de la percepción visual (aquel resultado, aquí histórico, de "saber qué hay dónde, mirando", según Marr: 403.1), su almacenaje mnemónico y la disponibilidad de ese resultado. El primer uso enfoca la problemática de las imágenes materiales (representación1), como propuestas para una percepción visual de características especiales (quien percibe la imagen material obtiene el resultado de "saber qué . . . [aquí pueden usarse, salvo la existencia actual del presente de indicativo, todos los modos y tiempos del verbo "haber": "habría", "si hubiera", "hubo", "habrá", ...] dónde, mirando". También podría decirse que se obtiene el resultado de "saber lo que puedo ver [saber qué hay dónde, mirandó] mirando"), con lo que se toma en consideración la característica semiótica de las imágenes materiales, en cuanto representación de lo visible (visibilidad representativa que incluye su propia negación o sea, lo invisible). En cuanto al tercer uso o"representación3", se trata de aquél que designa un conjunto de operaciones de interrelación entre los resultados históricos de la percepción visual, mnemónicamente almacenados: "representación2" y las propuestas de las imágenes materiales: "representación1"; lo que conduce, finalmente, a la producción del resultado actual de una percepción: "representación4". Estas operaciones y resultados elementales permitirán, en principio, diferenciar tres conjuntos que designan, en cada caso, una nueva operación y su resultado: identificación, reconocimiento e interpretación, cada una con su problemática específica y diferencial.

CXXXVII/433.2/179/ La connotación es un resultado que se obtiene por agregación, sobre una imagen básica. Parece ser trabajo a nivel plástico, pero no exclusivamente, ya que también pueden concurrir sobreagregados icónicos. ¿Cuál es, entonces, la diferencia entre connotación y retórica?

CXXXVIII/317.2/5/ En el estudio de la imagen visual es fundamental mantener el procesamiento en paralelo de las entidades que se tomen en consideración (lo plástico y lo icónico; las marcas, los determinantes y los determinados; la identificación, el reconocimiento y la interpretación, etc.) Quizá el trabajo en paralelo rompa el dilema entre lo analítico y lo holístico.

CXXXIX/ 317.2/5/ Los MSPs son fundamentales para el estudio de la imagen material, en cuanto su construcción requiere que interactúen relaciones de entidades visuales consideradas en paralelo. Esto quiere decir que, en un estudio que utilice los MSPs como instrumento metodológico, se excluye la consideración de entidades aisladas, de secuencias lineales, de superficies autoreferenciales, que son construcciones derivadas de la tradición occidental, no sólo logocéntrica, sino en dependencia fuerte de su transformación escritural. Los MSPs son constructos multidimensionales de cuya correspondencia, contraste o contradicción mutua surge la identificación, el reconocimiento y la interpretación de las propuestas perceptuales constituidas por las imágenes materiales.

CXL/ La palabra, la imagen plana y la escultura. La palabra: 1-significado conceptual; 2-propuesta de un símbolo para la sustitución proyectiva y/o reconstructiva de determinado lugar en un sistema de referentes. La imagen plana y la escultura: 1-mostración representacional. En el caso de la imagen plana: 2-propuesta de una imagen material, única de entre todas las posibles imágenes mentales, en sustitución de la tarea neurológica que requeriría la percepción del referente correspondiente. La escultura: 2-propuesta de una imagen material para la elaboración sustitutiva, a través de sus múltiples posibles imágenes retinales (bidimensionales) [¿hay una dimensión dinámica autónoma (no bi, ni tridimensional), que permite ir construyendo sus posibles aspectos cambiantes?], de su identificación tridimensional.

CXLI/456.1/129/ Hay que diferenciar cuidadosamente el atractor vs. la hipótesis de la asimilación.

CXLII/465.1/134/ "Mirando" debería ser un conjunto de imágenes, enteras, fragmentadas, dislocadas, superpuestas, etc., mostrando relaciones, paralelismos, simultaneidades, etc., con la menor cantidad posible de palabras como descripción y transformación del centro de interés, interconexión, etc., de tales imágenes (esto es una reacción al texto de Deleuze/465.2/). La reflexión sobre la imagen deberá permitir esbozar algo (quizá: mente visual) que es como una forma de pensamiento inexplorada, que se aparta de la unidad y del orden secuencial, que se inicia con una pluralidad identificada (no-gestáltica) y se integra con transformaciones en paralelo que permiten no sólo comprenderla (efecto de la percepción fenomenológica) sino también explicarla (cómo ha sido construida la imagen, cuál es su eficacia semiótica y por qué posee esa determinada eficacia semiótica).

CXLIII/ Hablar de eficacia semiótica es referirse, en general, al efecto de significación que es propio de toda clase de signos. Quizá convenga restringir el uso de la expresión "el significado" (expresión utilizada, por extensión metafórica, para designar a la eficacia semiótica de la práctica totalidad de los signos) a la eficacia semiótica de los símbolos (por razones conocidas, en las que ahora no me detengo). Cuando se habla de la eficacia semiótica de las imágenes-materiales visuales habría que hablar de mostración o de un particular sentido de representación (lo que requiere una justificación, en la que ahora no me detengo). Con absoluta provisionalidad y hasta tanto se establezca la oportunidad diferencial de utilizar los términos "mostración" y/o "representación", utilizaré la expresión "eficacia semiótica", con el expreso designio de no referirme al significado, cuando aluda al efecto representacional que pueden producir las imágenes.

CXLIV/ [desde el tren; febrero 1998] La percepción de la totalidad del paisaje se construye con las imágenes más próximas, pasando a alta velocidad en dirección contraria a la del tren, y las imágenes más distantes (se requiere un amplio panorama, del tipo de la pampa argentina) avanzando muy lentamente, en la misma dirección del tren (hasta que van quedando atrás). Entre ambas, en algún lugar de la estrecha franja que abarca la inmensa llanura, hay un punto, prácticamente incapturable, que es el centro virtual en torno al cual todo gira. De algún modo ésta es una metáfora de la elemental organización de los MSPs (versión transformada de las formaciones discursivas de Foucault). Se llega a ellos, en el análisis del discurso, mediante la identificación sucesiva y secuencial de los enunciados (funciones relacionales) que se encuentran como concreción de lo efectivamente dicho. La reflexión acerca de las imágenes-materiales visuales me lleva a considerar (y esto también aplicado al discurso verbal) que el conocimiento no está en la segmentación ni en la construcción de series (de definiciones contextuales), etapas ambas imprescindibles pero fundamentalmente instrumentales, sino en la propuesta en simultaneidad (o en paralelo) de las entidades identificadas y reconocidas: nueva versión del pensamiento holístico, por superación tanto de la Gestalt como del estructuralismo analítico.

CXLV/ Habrá que establecer si el atractor opera sólo en las etapas de identificación/ reconocimiento o es una entidad que continúa siendo necesaria para (o ya desde) la interpretación. Téngase en cuenta que la identificación/reconocimiento se supone que es una operación que actúa al exclusivo nivel de la imagen mental visual, mientras que (por definición y mientras tal definición encuentre sustento) la interpretación requiere la puesta en funcionamiento de otras semiosis (predominantemente, la verbal). Esto no quiere decir que la interpretación de un texto simbólico (en especial, del verbal) no requiera el cumplimiento (en paralelo) de las operaciones de identificación/ reconocimiento y, por tanto, la intervención del atractor, cuando la interpretación de tal texto simbólico requiera la actualización de determinada imagen mental visual.

CXLVI/ MUNDOS SEMIOTICOS POSIBLES

MSP1 MSP2

¯ ¯
 

a/ Descripción1

a/ Descripción2

b/ de Interacciones1

b/ de Interacciones2

c/ Transformacionales1

c/ Transformacionales2

 

¯

DIFERENCIAL:

¬ ¬ ¬ ¬ ¬ ¬ ¬ ¬ ¬ ¬ ¬ ¬ ¬ Significado de MSP1

Significado de MSP2 ® ® ® ® ® ® ® ® ® ® ® ® ®

CXLVII/404.1/50/ Todo ícono está construido con elementos plásticos. Los elementos plásticos no adquieren sentido (por tanto, no alcanzan su eficacia semiótica) más que en la medida en que están iconizados (o sea, son elementos constitutivos de un ícono). No hay signos plásticos fuera de los signos icónicos; son su materia prima constitutiva. Tampoco, por tanto, hay signos icónicos que no estén constituidos por signos plásticos. Los signos plásticos están representados por el "S/s1" del algoritmo semiótico, en cuanto semiosis sustituyentes puras, lo cual es un estricto procedimiento analítico metasemiótico. Su eficacia semiótica "s1" consiste en que, mediante sus "reglas de interacción transformacional" (que deberán haberse descrito en algún MSP1), atribuye un significado "s" a alguna forma "S1" de otra semiosis (algún otro MSP2), coyunturalmente destinataria de su eficacia semiótica, eficacia en la que consiste su calidad de signo ideológico. Todo esto, según resulta interpretado por un determinado receptor (individual-social), en el que se constituye un nuevo signo (si la acción semiotizante ha sido eficaz). Esto puede aportar algunas consideraciones acerca del índice, ya que, (1) en cuanto caracterización de lo existencial ("índice" propiamente dicho), es ya siempre semiosis sustituida destinada a recibir todo y cualquier significado de alguna semiosis sustituyente (cuya materia prima será icónica y/o simbólica); (2) en cuanto caracterizado por la puesta en relación ("dicisigno") es ya siempre la regularidad utilizada para interrelacionar (contextualizar) los íconos y/o símbolos de la semiosis sustituyente; y (3) en cuanto caracterizado por su unicidad ("sinsigno") es ya siempre la especificidad inherente a la materia prima semiótica (simbólica o icónica) utilizada para la construcción de dicha semiosis sustituyente. Por tanto, el índice es siempre el existente que resulta existir, para el conocimiento de alguien, de la específica manera que se lo permiten la calidad y las reglas de interrelación de la materia prima semiótica utilizada para construir (o proyectar) dicha existencia.

CXLVIII/ La calidad semiótica de las imágenes-materiales (o sea, su diferencia de las imágenes perceptuales) se advierte al reparar en dos carencias que, por el contrario, son inherentes a la percepción: el movimiento y el sonido, así como en un agregado que nunca se encuentra en la percepción: la línea. No obstante, hay imágenes materiales con movimiento (aparente o no) y sonido (el cine, el video, las imágenes digitales) y también las hay sin líneas (pintura concreta).

CXLIX/433.2/201/ La exploración hacia la que me siento más atraído es la de considerar a las imágenes como signos convencionales, pero no pertenecientes a algún sistema de tipos, como ocurre con los signos del lenguaje verbal, sino de características propias, dinámicos, intuitivamente aplicados y con escasa reflexión teórica a su respecto.

CL/433.2/210/ El referente como signo de su signo (el Papa como signo de su fotografía: Sebeok, en /454.1/127/); de nuevo, la presencia del atractor que consiste en una imagen mental dinámica, la cual puede estar originada por la imagen perceptual del referente cuando se está en presencia de la imagen material (conozco el personaje y lo reconozco en la fotografía) o por la imagen material cuando se está en presencia de la imagen perceptual del referente (conozco la fotografía y reconozco al personaje al verlo).

CLI/ La definición más elemental que puede darse de una imagen material (pintura, escultura, fotografía, cine, etc.) es la de ser una propuesta de experiencia visual. En este caso, la iré explorando en relación con las imágenes materiales fijas.

CLII/ En cuanto propuesta, supone su producción para ser visualmente percibida e interpretada por el propio productor y, fundamentalmente, por otros, lo que la constituye en un comportamiento semiótico y la integra en un proceso comunicacional. En cuanto propuesta de experiencia, supone que tiene una finalidad específica, consistente en provocar en el cerebro y la mente del perceptor un comportamiento determinado. En cuanto propuesta de experiencia visual, supone que el comportamiento cerebral y mental que provoca en el perceptor consiste en la generación de determinadas imágenes visuales y en su interpretación. Incluso limitada a las imágenes materiales fijas, esta experiencia visual propuesta puede ser de muy diversas clases.

CLIII/ La calidad básica de la propuesta es que consiste en ser una mostración. Es una propuesta destinada a ser vista y, por tanto, su productor se propone mostrar el resultado de su producción. Es lo que Santaella Braga y Noeth (454.1/14), en la versión portuguesa de su obra designan con el término "apresentaV ao". Si ello fuera así, una pregunta elemental podría ser, ¿qué muestra esta imagen material?, lo que no es lo mismo, todavía, que preguntarse ¿qué representa? Quizá, para responder a la pregunta sobre la mostración podría utilizarse alguno de los procedimientos de Marr, en base a filtros y máscaras (403.3/485)o, también, en base a filtros del Grupo m (404.1/163, 168, 308) o, incluso, conforme al uso que les atribuye Minsky a las máscaras o simples funciones j (317.2/22) para establecer (en especial en las imágenes cromáticas) qué es lo que progresivamente se va percibiendo, al aclarar, también progresivamente, hasta la transparencia, una secuencia de filtros que comiencen desde la casi absoluta opacidad. Esto permitiría ir identificando zonas de contraste, que intervendrían en la delimitación o segmentación perceptual-no-representativa de lo que el productor se propuso mostrar, pero que intervendrían constitutivamente para la propuesta perceptual representativa (si ese fuera el caso). Téngase en cuenta que la mostración (o problemática del signo plástico) es a la representación (o problemática del signo icónico; ambas problemáticas tomadas, en sus líneas básicas, tal como las propone el Grupo m /404.1/124ss y 186ss), como la sintaxis es a la semántica. Tomo esta comparación, no como una renuncia al rechazo del logocentrismo, sino como uno de los aspectos pertenecientes a la semiótica general, de la que participan tanto las imágenes materiales como los discursos verbales. Se trata de aquel aspecto que diferencia la forma de la expresión de la forma del contenido (79.1/65ss), coincidiendo con Hjelmslev acerca de la inestricable función de solidaridad que las vincula, si bien, escuchando a Peirce, no la agota, por no ser el contenido algo esencial, depositado en el objeto, sino algo contingente construido en la mente del intérprete. Estos conceptos son también pertinentes a una semiótica general, en cuanto la forma de la expresión tiene siempre la posibilidad de que el intérprete la agote en su propia mostración, sin dejar por ello de cumplir la función semiótica (una posibilidad es que los functores intervinientes sean la semiosis objeto y la metasemiosis de un mismo sistema semiótico).

CLIV/317.2/22/ ¿Tiene sentido preguntarse si existe en (o respecto a) la imagen material un grupo de transformaciones que no afecte su propiedad fundamental o sea su capacidad de mostración?

CLV/ Captar técnicamente la combinatoria que lleva al armado de lo que se muestra; tal sería el primer o más elemental objetivo de una semiótica de la imagen material. Para ello es necesario saber qué es lo que se muestra. Si se trata de imagenes figurativas, el recurso a la memoria de imágenes puede orientar hacia lo que se está armando. Si las imágenes no son figurativas, habrá que acudir a otros aspectos de la memoria visual, quizá a las imágenes mentales de experiencias cromáticas sin (o desprovistas de) figuración. La recuperación de las etapas seguidas por el artista, no tiene nada que ver con la estructura en cuestión.

CLVI/468.1/38/ Los paquetes de software para animación suelen abarcar dos clases principales de formas: polígonos y curvas flexibles, con lo que están aplicando una combinación las dos ideas principales de generación de formas: los geones de Biederman y las imágenes-dinámicas que se proponen aquí. A su vez, la construcción de personajes con segmentos o partes individuales (468.1/42) se aproxima al catálogo de modelos 3D de Marr, incluyendo la estructura del modelo (los índices de especificidad, adjunción y origen /403.1/318) y lo que Marr denomina "selectividad direccional" (403.1/175) al emplear jerarquías para unir objetos entre sí (468.1/45).

CLVII/404.1/186/ Considero el desarrollo del signo plástico que hace el Grupo m uno de sus más importantes aportes a la semiótica de la imagen visual. Coincide con y fundamenta lo que en diversas partes he denominado "signo ideológico" (50.12/152ss/ó /50.13/54ss/ó/50.14/121ss/ó/50.15/109) o sea, la función semiótica que registra el incremento o el sesgo del sentido que proviene del cómo (con qué sintaxis y/o tratamiento de la materia prima) ha sido realizado un texto (verbal o visual) y ya no sólo de qué es lo construido o representado (la sustitución referencial) en él. Su estudio conduce a una semiótica intensiva , reservando el estudio del signo icónico a lo que sería una semiótica extensiva de la imagen material. Meramente como ejemplo y guía de la reflexión, puede decirse que la variación en el signo ideológico es la diferencia fundamental entre Las Meninas de Velázquez y las de Picasso.

CLVIII/404.1/189/ Gran parte de la dificultad para comprender la función semiótica del signo plástico (aquí comentado exclusivamente en el ámbito de las imágenes visuales) radica en la necesidad de ponerlo en correlación, de modo aparentemente ineludible, con un sistema (o sea, con tipos) o con un código (o sea, con entidades discretas) o en la necesidad de describirlo, como hacen los autores, en función de oposiciones estructurales. Se elude el primer dilema admitiendo la existencia de repertorios (designación que también utilizan los autores) de imágenes mentales dinámicas (o atractores) (frente a la designación de "tipos" con que los autores identifican a la materia prima de aquellos repertorios) y respecto de su descripción, obteniéndola mediante procesos de integración en paralelo.

CLIX/404.1/191/ Se comienza a notar la insuficiencia del esquema diádico. Para que el signo plástico pueda tener una explicación semiótica válida es fundamental incorporar la capacidad del interpretante para identificarlo, reconocerlo y, en definitiva, interpretarlo. La operación mental de un interpretante, para captar el juego con el referente propuesto por obras como, por ejemplo, las de Magritte o de Escher, puede estar compartida por una gran multitud de receptores. No obstante, aunque es lo más evidente o, justamente, por serlo, no es ese juego lo que constituye su calidad de pictórico, en cuanto propuesta concreta de una experiencia visual, sino la especificidad de forma, textura y color en las pinturas de Magritte o la del tratamiento lineal en los dibujos de Escher.

CLX/468.1/17/ En general, se establecen cuatro componentes fundamentales para realizar la animación de dibujos por computadora: forma, movimiento, tiempo y acción. El trabajo que estoy leyendo es sumamente elemental, pero permite comenzar la reflexión acerca de la imagen en movimiento y extraer algunos parámetros para repensar, desde otra perspectiva, la imagen material.

CLXI/207.2/32/ El hipertexto es fundamental para el estudio de la imagen material. Ya bien se configure en un dispositivo informático o se lo mantenga como aproximación a las características operativas del cerebro, esa disponibilidad de información y la posibilidad de su cruzamiento y asociación constante, plural y de amplísimos márgenes son imprescindibles por la ausencia de un código de unidades discretas o de un sistema de relaciones normadas, en fin, por la ausencia de tipos y la necesidad de recurrir a algo semejante a los "rasgos de familia" wittgensteinianos.

CLXII/207.2/80/ La mayor importancia del concepto de hipertexto, tal como lo elabora el autor, radica en centrar el problema de la significación en establecer esos otros textos que resultan indispensables para entender, compartir o interpretar el que se propone en el acto comunicativo. En lo verbal, parece accesible el rastreo que nos aporte la información acerca de los otros textos que maneja el autor o el otro intérprete para producir uno u otro significado; en lo visual, la recuperación de las imágenes de que dispone el autor o el otro intérprete parece, empíricamente, mucho más difícil; lo que no impide que siga siendo indispensable.

CLXIII/ "Tener aspecto de" (a semejanza del "aire de familia" en Wittgenstein /89.3/par.67) es la expresión que apunta, con mayor proximidad, a la puesta en correlación entre una imagen mental y una imagen perceptual para la identificación de esta última; o sea, designa a la primera operación cognitiva que se realiza cuando se atiende a una percepción. Expresa que se posee un atractor al cual se remite una percepción para "saber qué se está viendo al mirar"; no es una forma discreta ni posee relaciones normadas con otros atractores disponibles; no integra el catálogo de modelos de Marr, sino que indica la existencia de una configuración blanda, capaz de modificarse hasta coincidir con la forma percibida sin transgredir los límites (blandos) más allá de los cuales ya se entraría en el ámbito de otro atractor. No se construye como un gradiente de transformaciones conceptuales respecto de un prototipo (a partir del trabajo de E. Rosch /118.8/, ver, por ejemplo, G. Kleiber, en /204.1/103-129), sino, en todo caso, como un gradiente de transformaciones perceptuales respecto de un registro mnemónico, vinculado a la experiencia histórica de las percepciones de un determinado sujeto (y, de ahí, a la de un grupo social).

CLXIV/404.1/126/ La complejidad de las relaciones inherentes al signo, cuya comprensión tiene particular importancia cuando se trata de los íconos, refuerza la necesidad de encontrar las operaciones requeridas para su estudio tanto procesual como en paralelo.

CLXV/404.1/131/ No existe objeto no-semiotizado, ya que, en el caso aparentemente más próximo a tal situación, si la experiencia perceptual fuera inédita (la visión originaria de un objeto nuevo), en cuanto percibida ya estaría semiotizada o no podría percibírsela. El tema no está definido en Peirce, para quien, por una parte, "The quality of feeling is the true psychical representative of the first category of the inmediate as it is in its immediacy, of the present in its direct positive presentness"(28/1/5.44); pero también afirma que si bien "the feeling is simply a quality of immediate consciousness" (28/1/1.307), no obstante, "whatever is in the mind in any mode of consciousness there is necessarily an immediate consciousness and consequently a feeling [...] all that is immediatly present to a man is what is in his mind in the present instant. [...] But when he asks what is the content of the present instant, his question always comes too late" (28/1/1.310), con lo que el objeto (aunque el objeto sea tán intimo como ese sentimiento), en cuanto objeto de conocimiento, ya está semiotizado y es irrecuperable en cuanto pura sensación.

CLXVI/404.1/136/ El referente u objeto ya semiotizado es siempre el resultado de una intervención semiótica previa, de modo que un primer objeto todavía no semiotizado puede estar constituido como un constructo conceptual, pero es inimaginable (tanto visual como mnemónicamente) por contradictorio, ya que el pensamiento incluye a todos sus objetos en la historia y un objeto fuera de la historia no sería objeto de conocimiento y para que lo sea ya es resultado de alguna intervención semiótica previa (ver 50.15/56). Cualquier relación que se establezca, desde una semiótica visual, entre un significante/representamen y un referente tendrá como este último a alguna de las posibilidades perceptuales provenientes de la historia del objeto y no al objeto en sí; será, por tanto, una transformación propuesta por el significante y cumplida sobre alguna percepción histórica del referente, con el resultado de proporcionar una nueva percepción posible al intérprete de la imagen (muy próxima a esto está también la reflexión de los autores /404.1/434n18). A escala ontogenética, éste es el proceso de constitución de las imágenes mentales de la memoria visual.

CLXVII/404.1/137/ "El tipo no tiene características físicas; puede describirse mediante una serie de características conceptuales..." En principio, el debate (ver Kosslyn, /458.1/5/) acerca del carácter conceptual (conteniendo un predicado que vincula a uno o más argumentos: a propositional representation) o figurativo (especificando las ubicaciones y valores de las configuraciones de puntos en un espacio: a depictive representation) de las imágenes mentales parece inclinarse por lo figurativo, complementado o no, pero en un segundo lugar, por lo conceptual. Esto excluye el concepto de tipo del bagaje teórico de una semiótica visual. En la producción, no se actualizan tipos (lo que es de aceptación unánime) sino que se proponen transformaciones a determinados atractores que se supone que comparten los integrantes de determinado grupo social. En la identificación/reconocimiento, no se rastrea una eventual "cotypie" entre significante icónico y referente sino que se recupera (o no) el atractor (si existe, de lo contrario se percibe a la imagen material como significante plástico) más próximo a la imagen material propuesta (en su enfoque dualista, los integrantes del Grupo m reconducen la estructura triangular, y no triádica, del signo a pares de relaciones diádicas).

CLXVIII/404.1/138/ Hablar de "transformación" es arriesgado pues supone una base, relativamente estable, sobre la que se aplican tales transformaciones. El Grupo m apunta, en definitiva, a la retórica; de ahí la importancia que le confiere al tema de las transformaciones, las que operarían a partir de un grado cero que atribuyen a la percepción visual de los "espectáculos naturales". Sin embargo tampoco lo sobredimensionan, hasta el punto de afirmar que "no es el fenómeno de la transformación el que le confiere a un hecho visual el estatuto de significante o de referente" (139); lo cual enriquece la consideración del referente como habiendo sido un significante histórico o estando destinado a llegar a serlo.

CLXIX/404.1/139/ Las transformaciones que proponen los autores (geométricas, analíticas, algebraicas y ópticas) como intervención en el referente, a la hora de producir el ícono, podrían constituir una aproximación a las posibles direcciones de la transformación que puede sufrir un atractor para identificar una forma perceptual. Lo que el ícono registra a través de tales transformaciones no sería tanto sus semejanzas y diferencias con el referente sino más bien un estado determinado del atractor (de entre sus posibilidades dinámicas), propuesto a los perceptores como posible atractor para una diferente (y original) identificación (con lo que ésta contiene de construcción) perceptual. Si las imágenes tienen una finalidad didáctica, en cuanto enseñan a mirar, el aporte consiste en proponer otros determinados estados del atractor (o de los atractores) que difieren de los que hasta ese momento se disponía socialmente (ya que, aunque el atractor sea una imagen mental, su disponibilidad depende de la cultura y de la historia de la sociedad a la que pertenecen los perceptores).

CLXX/404.1/147/ El conocimiento que procede de la semiosis visual no participa de la lógica, en la medida en que la lógica es fundamentalmente proposicional; no es secuencial, en la medida en que lo secuencial es un aprendizaje proveniente de la sintaxis oracional; no es categórico, en la medida en que las categorías del pensamiento "se manifiestan como la transposición de las categorías de la lengua" (275.1/70) [hay otras exclusiones].

CLXXI/404.1/151/ En vez de decir que "las marcas se definen por la ausencia de correspondencia con un tipo", puede estudiarse la eficacia de decir que las marcas se definen por no existir atractor del que puedan derivarse, ni hacia el que puedan conducir.

CLXXII/404.1/151/ No conviene traducir la forma visual (en especial, en el caso de las marcas) en expresiones lingüísticas. Se refieren los autores, coyunturalmente, a "la manifestación significante describible como /línea vertical/ o /línea oblicua/"; a partir de la descripción lingüística de la forma visual pueden derivarse conclusiones pertinentes al lenguaje pero no a una semiosis icónica. Creo que conviene mostrar las marcas y sus posibilidades de transformación y de interrelación, pero no describirlas o explicar verbalmente sus posibilidades de transformación y de interrelación. Un estudio acerca de la eficacia semiótica de determinadas imágenes concretas debería poder desarrollarse en base a secuencias de imágenes, preferentemente en paralelo, recurriendo lo menos posible a la palabra, que cumpliría, así, un papel de mero conector entre grupos de transformaciones de imágenes.

CLXXIII/404.1/93/ Sobre concepto y estructura del "Repertorio" conviene observar que, en especial, no concuerdo con lo afirmado en los puntos: "(2) el repertorio está organizado por oposiciones y difereneicas: es un sistema" y "(4) lo que autoriza esta prueba [de conformidad] es la noción de tipo: el repertorio es un sistema de tipos." Si se admite que el repertorio está constituido por atractores, estos no son, en modo alguno, tipos ni su forma de estar disponibles (su organización virtual) es la de un sistema, sin que por ello se ponga en juego (404.1/95) la semioticidad o no-semioticidad de las imágenes visuales; se trata más bien de un tema que requiere ser pensado desde una lógica difusa o borrosa (463.1).

CLXXIV/404.1/101/ El paso a dar para tomar distancia del estructuralismo de los autores (discutido, pero siempre presente) puede consistir en rechazar el concepto de sistema basado en diferencias opositivas (404.1/94) y el de modelo, así como la especularidad que éste impone: no se encontrará en el mundo más de lo que permite el modelo; sólo deberá probar que las relaciones modelizadas confieren mayor racionalidad a determinadas variables predefinidas. La propuesta consiste en sustituir el concepto de modelo por el de operación. La aplicación de determinada operación a un corpus de fenómenos (simbólicos, icónicos o indiciales) produce una configuración meramente transitoria y local para establecer, de cualquier elemento no predeterminado ni predefinido, las características que lo definen y las relaciones que, en cada caso, se muestran eficaces para dar cuenta de (explicar) un determinado proceso de representación. Lo que es necesario definir es el proceso o modo de comportamiento que se le asigna a cada operación. Una semiótica de la imagen tiene que dar cuenta de las operaciones aplicadas a determinada materia semiótica por su productor para constituirla en determinada representación1 y de las operaciones aplicadas a la imagen construida con tal materia semiótica por determinado intérprete (virtual o actual; individual o grupal, etc.) para constituirla en otra determinada representación2 que podrá o no coincidir con la primera. Y aquí, en vez de afirmar que "el repertorio es un sistema de tipos" (lo que mantiene el rigor de lo modélico) me parece más fructífero considerar que lo que tanto el productor como el intérprete actualizan ante una imagen visual proviene de un repertorio de atractores (siendo fundamental la diferencia entre partir y/o llegar a un repertorio de atractores y no ya a un sistema de tipos).

CLXXV/404.1/101/ Por otra parte, en vez de "un modelo de articulación" de los signos visuales puede resultar fructífero acudir al dispositivo de los MSPs, en cuanto conjunto de operaciones relativamente estables (prefiero también esta última expresión a las exigencias del cálculo lógico en cuanto consistente, completo y decidible), identificables localmente respecto de determinada imagen. La eventual crítica de no poderse alcanzar de este modo un conocimiento sustantivo generalizable (dejada ya de lado la pretensión de un conocimiento absoluto y universal) queda desplazada ante la posibilidad (que sí se afirma) de poder alcanzar un conocimiento instrumental relativamente generalizable acerca de la índole y características de las operaciones aplicables durante la tarea de identificación, reconocimiento e interpretación de las imágenes visuales. Las operaciones relativamente estables, constitutivas de cada MSP (propuesto por determinada imagen material y actualizado por determinado intérprete), pueden agruparse en dos grandes conjuntos (todavía demasiado generales, pero que establecen una divisoria básica por la distinta eficacia de las operaciones que los constituyen) que son las operaciones metasemióticas (con eficacia posible, emergente exclusivamente de la semiosis visual) y operaciones intersemióticas o pertinentes a alguna semiótica exterior (como paráfrasis de la diferencia entre metalenguaje y lenguaje exterior /248.60-61/2/; aquellas para cuya eficacia se requiere la participación de más de una semiosis: integración de la semiosis, en este caso, visual, con las semiosis no sólo verbal sino también musical, arquitectónica e, incluso, de base táctil, olfativa y gustativa, todavía tan escasamente identificadas ni exploradas).

CLXXVI/404.1/105/ Los llamados "ejes visuales" (al margen de lo que considero es una inoportuna remisión a los ejes de la semántica lingüística, que tampoco en esta disciplina son de admisión pacífica, sino dependientes de la propuesta teórica del análisis de contenido y, por ejemplo, inconmensurables con los instrumentos de un análisis del discurso de origen foucaultiano) suponen una correlación con las configuraciones pertinentes de la realidad visual. No creo que esto se excluya por retomar la observación de Palmer al que citaron previamente: "[las unidades estructurales] están en la mente y no en el mundo" (404.1/103). Desde mi propia perspectiva, las entidades básicas que estoy tratando de identificar, limitadas a las que puedan servir de fundamento para una semiótica de las imágenes (materiales) visuales (y no para una semiótica de la percepción visual en general) serán un resultado de las transformaciones (término central en el Grupo m , que aquí comienzo a resignificar) diferenciales (lo que, no obstante, puede tener un valor Æ ) respecto de las propiedades básicas identificables en otra u otras imágenes (materiales) visuales y no en el mundo y ni siquiera en la representación mental del mundo. Una semiótica visual comienza en alguna imagen material y su eficacia depende de la transformación que propone respecto de otras imágenes materiales disponibles, esas sí, como imágenes mentales (atractores) de contraste. La retórica de la imagen (material) visual tiene como objeto de estudio la transformación que determinada imagen (material) visual propone respecto de las restantes imágenes (materiales) visuales hegemónicamente vigentes (quizá un posible grado cero relativo, nunca absoluto, de la semiosis correspondiente), en determinada comunidad. La correlación es, por el momento, metasemiótica o sea, inter-imágenes-materiales-visuales, tal como puede resultar elaborada por un eventual observador para la identificación y reconocimiento, pero todavía no para la interpretación, la cual aquí se construye recién por la correlación intersemiótica con otras semiosis cuya "sustancia de la expresión" (Hjelmslev) es diferente de la de las imágenes materiales visuales.

CLXXVII/404.1/106/ Pienso que el desacuerdo con los autores, que va surgiendo conforme avanzan en sus desarrollos, proviene de su minimización de la diferencia natural vs. artificial. Una "Teoría del signo visual" (que incluiría lo natural) no es el encuadre adecuado para una "retórica de la imagen" (que sólo tiene sentido en relación con lo artificial), por la excesiva amplitud de la primera. La distinción natural-artificial es importante (pese a que "natural-artificial" quizá no sea la terminología adecuada); lo que ocurre en el caso de la visión es que la aparente inmediatez entre lo visto y lo visualmente representado parece (equivocadamente, a mi criterio) permitir tratarlo como una totalidad coherente. A nadie se le ocurriría unificar la semiosis de lo sonoro (si tuviera sentido constituir tal entidad teórica) y la semiosis de lo verbal, pese a que en este sentido se plantea la distinción entre lo natural y lo artificial; pero sí parece posible unificar la semiosis de lo visual y la semiosis de lo visualmente representado, pese a que la diferencia se basa en la misma distinción. Todavía habría que determinar si puede elaborarse una teoría semiótica en base a un único y determinado conjunto de operaciones relativamente estables (ver CLXXV) que abarque las imágenes materiales figurativas y no-figurativas o, incluso, que abarque las imágenes materiales fijas y en movimiento o si no se tratará más bien en esos y, posiblemente, otros casos de teorías semióticas particulares diferentes, dejando quizá un mínimo común denominador (expresión cuyo uso, en otro contexto, los autores critican a U. Eco) para una semiótica regional (que posiblemente adolecería de las mismas críticas).

CLXXVIII/404.1/106/ Otra de las limitaciones de este enfoque proviene de la posición reiteradamente estructuralista y dualista (saussuro-hjelmsleviana) que adoptan como referencia teórica constante para fundamentar sus afirmaciones.

CLXXIX/404.1/110/ "Lo perceptual" (ver también /404.1/91) no es un criterio que considere adecuado (o, más específicamente, suficiente) para decidir acerca de la semiótica de la imagen material, hacia la que pretende ir estas notas. Lo perceptual, aún ya implícitamente acotado a la percepción visual, se superpone al marco general de lo sensorial, aquí, del sentido de la vista (en cuanto órgano para el procesamiento de un determinado input de información). Este aspecto orgánico no puede ser base de una semiótica, sino de varias. En el caso de la percepción auditiva, no se discute la existencia, entre otras, de una semiótica verbal y de una semiótica musical, sin que haya encontrado todavía desarrollo suficiente la reflexión conducente a diferenciar una semiótica del ruido, en cuanto conjunto (eventualmente significativo) del input de información acústica que percibe el ser humano. En una clasificación, aparentemente heteróclita, de lo perceptual visual, en otro trabajo, insinué la posibilidad de diferenciar entre "paisajes, jardines y mensajes"; el primero, para acotar el significado atribuible a lo que los autores designan como "espectáculo natural"; el segundo y el tercero para introducir una distinción que avanzase en diferenciar la turba multa que preocupa al Grupo m : el "jardín" como designación del paisaje ya modificado o, incluso, construido para producir, con la misma materia o sustancia de la expresión utilizada por los "paisajes", un pretendido (en cuanto dependiente del interpretante) efecto de sentido y el "mensaje" como designación, aquí, de una representación pictórica, en todos los casos exclusivamente construida, destinada a producir, con otra materia o sustancia de la expresión diferente a la utilizada por los paisajes y por los jardines, un pretendido (en cuanto dependiente del interpretante) efecto de sentido. A estos "mensajes"que, en estas notas, están íntegra y exclusivamente constituidos por las que he denominado como "imágenes materiales", se circunscriben las reflexiones semióticas que voy desarrollando. Al Grupo m le preocupa esta multiplicidad de posibles vertientes semióticas generadas por lo perceptual, pero se abstienen de precisar recortes que, en todos los casos, consideran imprecisos y de algún modo arbitrarios.

CLXXX/404.1/109/ Vuelvo sobre el tema. El nudo gordiano que entrelaza y diferencia los espectáculos naturales y los espectáculos artificiales puede cortarse negando, simplemente, la posibilidad de existencia de los espectáculos naturales. Heredero de un racionalismo positivista, el concepto de espectáculos naturales va quedando arrinconado en las regiones epistemológicas de algunos cultores de las ciencias físico naturales, imbuidos de la ideología tradicionalista del sentido común. Esta hipóstasis del testimonio de la experiencia sobre la existencia de un objeto de la experiencia previa a toda experiencia ha sido disuelta porágran parte de los investigadores de la(s) ciencia(s) de la cognición (ver p.e., la respuesta de Jackendoff /365.2/27). Se afianza, por tanto, la calidad de proyección, construcción o referencia que tiene todo objeto, en coincidencia, también, con las perspectivas semióticas que optan por una vía ajena al sustancialismo, desde las cuales todo objeto es ya un referente (entendido éste como un objeto semiotizado), resultando un sinsentido pretender el conocimiento de un objeto que no sea ya un objeto conocido (por analogía con Peirce, /28.2/231, 308), pero que contenga las claves de validación de todo conocimiento de tal objeto. Si esto es así: si el objeto es siempre ya un referente, también es un sinsentido hablar de "espectáculos naturales", como la contemplación de la "materia no-técnica animada o inanimada" (verágrenienvky /469.1/53), ya que todo espectáculo visto por el ojo humano (y sólo lo visto por el ojo humano es un espectáculo) es un espectáculo artificial. Sólo que, aquí, esta artificialidad necesaria (el necesario ejercicio de la facultad semiotizante) constituye lo natural al hombre (50.13/21ss), naturaleza que está ya muy distante de aquel supuesto objeto de conocimiento previo a cualquier conocimiento del objeto. Disolución, por tanto, de lo natural en lo artificial y del entresijo de sus mutuas remisiones.

CLXXXI/ Lo anterior permite repensar la posibilidad de construir una semiótica de los signos visuales (que no se correspondería, no obstante, con una semiótica de la percepción visual), la cual, desarrollada con el adecuado rigor, cumplirá el papel de una epistemología, estableciendo las características de los referentes percibidos, tal como resultan percibidos en determinado momento de determinado grupo social. La hegemonía que adquiera el discurso acerca de tales características (dentro del grupo social o expandiéndose a otros grupos sociales) constituirá el nivel de base al que deberán adecuarse todos los discursos que apetezcan la calidad de verdaderos (relativismo objetivo). También permite afirmar la posibilidad de construir una semiótica de las imágenes materiales (tal como viene siendo esbozada en estas notas), la cual, desarrollada con el adecuado rigor, cumplirá el papel de una ciencia destinada a establecer las características de las representaciones posibles, en determinado momento de determinado grupo social, de los referentes percibidos. Esta semiótica de las imágenes materiales necesita, para alcanzar el rigor exigido, cumplir el papel de una metodología destinada a establecer las operaciones mentales que intervienen en la producción y/o interpretación de tales representaciones y a probar la específica eficacia, en determinado momento de determinado grupo social, de dicha intervención. En definitiva, en vez de la oscura e inestable dicotomía de los "espectáculos naturales vs. espectáculos artificiales" y en vez de los solapamientos semióticos que origina, puede pensarse en una semiótica del referente y en (no vs.) una semiótica de la representación. Así considerado, un objeto (que antes habría quedado incluido en un "espectáculo natural") no necesariamente es un referente sino que puede ser, en determinadas circunstancias, una representación (sin que pueda ser, simultáneamente, el referente y su representación; y sin que pueda ser tampoco, meramente, un objeto) y un objeto (que antes habría quedado incluido en un "espectáculo artificial") no necesariamente es una representación, sino que puede ser, en determinadas circunstancias, un referente (sin que pueda ser, simultáneamente, la representación y su referente; y sin que pueda ser tampoco, meramente, un objeto).

CLXXXII/470.2/5/ ¿Cuál es la relación y, más importante todavía, cuál es la diferencia entre los atractores y los diversos modelos constitutivos de las memorias asociativas ("almacenaje de un número suficiente de vistas diferentes asociadas con cada objeto y comparación de la imagen del objeto visto en determinado momento con todas las vistas almacenadas en la memoria")?

CLXXXIII/470.2/14/ Habrá que tener en cuenta las operaciones de correlación entre la percepción de los objetos y los eventuales modelos almacenados en la memoria, tal como lo platean estas tres grandes clases de teorías acerca del reconocimiento de objetos, para ver si aportan elementos definitorios de los atractores. O sea, ¿se almacenan u operan en la mente (i) propiedades invariantes, o (ii) descripciones estructurales y/o las partes provenientes de su descomposición, o (iii) transformaciones compensables entre el objeto visto y el modelo almacenado?

CLXXXIV/470.2/56/ Al estudiar su utilidad para el reconocimiento de objetos 3-D, hay una clara preocupación por diferenciar la eficacia de un proceso simbólico (la descripción estructural, por ejemplo) frente a la de un proceso gráfico (el método de la alineación) y por preferir este último.

CLXXXV/404.1/137/ No es posible atribuir al tipo, que se postula como el elemento con el que se constituye el repertorio, perteneciente por tanto a la memoria, los principios teóricos con los que se construye la noción de tipo en referencia a las categoría naturales muy discutibles y discutidos (ver Rosch /118.8/ y diversos enfoques críticos en Dubois /204.1/).

CLXXXVI/403.1/22/ Toda imagen material proviene del procesamiento mental previo de otra/s imagen/ágenes mental/es que, a su vez, proviene/n de un conjunto indefinido y numerable de imágenes de todo tipo (perceptuales, mentales, materiales) ya mentalmente procesadas.

CLXXXVII/403.1/25/ En el caso de las imágenes materiales (o sea, las que también puede designarse "imágenes perceptuales representacionales" o "imágenes gráficas" [ver cómo resolver este conflicto terminológico banal]), el algoritmo establece formalmente la transformación. Pero ésta no operaría, como afirma el Grupo m , en el eje que vincula al referente y al significante, sino a partir de imágenes perceptuales no representacionales y de imágenes perceptuales representacionales; o bien entre distintas actualizaciones de imágenes perceptuales representacionales.

CLXXXVIII/403.1/31/ En la percepción de una imagen material, a diferencia de la representación de las imágenes del mundo exterior, no hay observación irrelevante. La imagen material se caracteriza porque, en ella, todo lo observable es relevante: completitud informativa de la imagen material.

CLXXXIX/403.1/36/ Las consideraciones de Marr sobre el procesamiento de las imágenes del mundo externo son aplicables, en principio, al proceso de percepción de las imágenes materiales, en cuanto pertenecen a ese mundo externo. Pero en una segunda instancia, el proceso de la percepción se especializa (lo que requiere determinado aprendizaje) para identificar, reconocer e interpretarlas, en cuanto imágenes perceptuales representacionales.

CXC/403.1/37/ Ante las imágenes materiales se dan las dos primeras etapas representacionales identificadas por Marr: el "esbozo primario" y el "esbozo 2½ -D". La tercera etapa, la representación del "modelo 3-D", aparentemente eficaz en el caso de las llamadas "imágenes figurativas" o, más peirceanamente, "sinsignos icónicos", lo es tan sólo en cuanto construcción de imaginería mental. La efectiva representación de una entidad existencial y, por su intermedio, su conocimiento previo o, al menos, independiente respecto de su percepción inmediata (como es el caso de las fotografías, pinturas y dibujos realistas, ilustraciones científicas o enciclopédicas /475.1/-/476.1/, tomografías computadas, etc.) es una utilización pragmática que deriva del modelo producido por el esbozo 2½ -D, en cuanto imagen virtual disponible para el reconocimiento de la posterior percepción de determinada entidad existencial, pero cuyo proceso representacional se agota con independencia de esta eventual utilización pragmática.

CXCI/403.1/41/ En la visión primitiva de una imagen material, intervienen los cuatro factores señalados por Marr, con las siguientes particularidades: la geometría bidimensional es interna a la imagen material; las reflectancias, la iluminación y el punto de vista ocurren a un doble nivel: en cuanto puestos/registrados por el productor (humano, dispositivo mecánico-químico, digital, etc.) de la imagen material y en cuanto valores de intensidad de la propia representación construida como imagen material.

CXCII/403.1/42/ Toda imagen material es una propuesta perceptual sustitutiva de las "relaciones bidimensionales en la retina del observador" (CX). Por ello y en cuanto tal, la imagen material puede definirse como "una propuesta de experiencia visual" (CLI).

CXCIII/403.1/43/ Quizá habría que decir que la imagen retinal del "mundo visible"... "mundo visible"... "puede considerarse como compuesta de superficies lisas que tienen funciones de reflectancia cuya estructura espacial puede elaborarse"; lo que daría lugar a la inclusión, en el repertorio mnemónico, de un nuevo atractor o de una concreta adecuación de un atractor histórico.

CXCIV/471.1/4/ Dadas las etapas posibles de deterioro en el reconocimiento de objetos, en la tarea consciente de percibir se identifican dos componentes fundamentales y necesarios: la visión y el conocimiento general. El primero puede estudiarse mediante las operaciones metasemióticas necesarias y suficientes para dar cuenta del proceso de la percepción; el segundo constituye un conjunto abierto de operaciones, ya que se deberá dar cuenta de las que intervienen en el proceso de interpretación de lo percibido. Se corresponden, también, con las denominadas "agnosia aperceptiva" y "agnosia asociativa" (Lissauer, citado por Farah [6]), esta última implica una "percepción normal despojada de su significado". Pero la modalidad específica del procesamiento perceptual del estímulo es lo que no se cumple en la agnosia aperceptiva, lo que quiere decir que dicho procesamiento perceptual del estímulo puede estudiarse con independencia del significado o asociación de lo percibido al conocimiento general (enciclopedia).

CXCV/471.1/10/ Las operaciones que pueden deteriorarse (agn. aperc.) son las de reconocimiento, correlación, copiado y diferenciación de estímulos visuales simples, a las que la autora diferencia de las operaciones que intervienen en el reconocimiento de objetos reales al que se puede llegar mediante inferencias a partir de las claves disponibles: color, tamaño, textura y reflectancia (y otras provenientes de otras sensaciones, como olor, sabor o sonido).

CXCVI/471.1/12/ El uso espontáneo de un trazado (dibujo) de los contornos del objeto, mediante pequeños movimientos de la cabeza y de las manos, refuerza la idea del carácter primitivo de la disponibilidad de lo gráfico como instrumento para la representación (constructiva) del mundo, de algún modo equiparable a la función instrumental de la palabra, al menos en cuanto a su primitividad. Se trata de gestos con eficacia icónica, que se conservan pese a graves deterioros en el procesamiento directo de los estímulos visuales.

CXCVII/471.1/16/ Por la simultanagnosia dorsal, son operaciones distintas la de percibir detalles de una imagen compleja y la de integrarlos en una totalidad (ya que tales pacientes "no pueden apreciar el significado general de la imagen"). No obstante, no resulta claro que se entiende por "significado" de lo que se percibe. Porque puede ser: (1) la asociación de lo que se percibe con un tipo del que lo percibido es una realización (o token); (2) la asociación de lo que se percibe con un término que es su nombre; (3) el reconocimiento de lo que se percibe como algo que se corresponde, aproximadamente, con una imagen mental. O sea, en este y en otro muchos textos que trabajan desde un enfoque psicofísico, se dice, de modo totalmente intercambiable, que se conoce el significado de algo que se percibe cuando se lo puede poner en correspondencia: (1) con un tipo, (2) con un nombre, (3) con una imagen mental. No obstante, la operación cognitiva que se realiza es muy diferente en cada uno de estos casos. En (1) lo percibido se pone en correspondencia con un conjunto de enunciados que estipulan las características que debe reunir; en (2) lo visualmente percibido se pone en correspondencia con un símbolo verbal el cual, a su vez, designa, por convención, a un concepto; en (3) lo visualmente percibido se pone en correspondencia con un atractor mental, en virtud de compartir un conjunto de marcas y un determinado orden en la forma de integrarse tales marcas en una totalidad. Si bien considero que es este último sentido el que más puede interesar a una metasemiótica de la imagen visual, no considero adecuado hablar aquí de "significado", el cual resulta más conforme con los otros dos casos, reservando, para designar al reconocimiento que se cumple en este tercer caso, el término "mostración".

CXCVIII/471.1/23/ Siguen aportándose elementos que fortalecen la tesis de que los objetos se constituyen mediante "determinantes voluntarios" que actúan "top-down", o sea, que se proyectan desde la mente.

CXCIX/471.1/23/ Son tres problemas distintos (supone operaciones cognitivas diferentes, ya que puede resultar dañada una con independencia de las otras) : ver un objeto, un conjunto de objetos o una parte de un objeto.

CC/471.1/30/ Lo que antes decía (CXCVII) acerca de que el significado de una imagen se suele vincular, en uno de sus sentidos posibles, con su relación con un tipo, se ratifica por el desorden conocido como "déficit de categorización perceptual", en el que se oscila entre afirmar la existencia de un fallo en esta categorización perceptual y un fallo de la invariancia de orientación. O sea, si no se es capaz de "correlacionar objetos tridimensionales a través de cambios de perspectiva", se está afirmando que falla la identificación del tipo a través de su categorización conceptual, impidiendo el reconocimiento cuando cambian estas categorías por haberse modificado el punto de vista. Tipo, categorización perceptual e invariancia de orientación son conceptos estrechamente vinculados. Habrá que establecer el significado específico de la expresión "categorización perceptual".

CCI/471.1/37/ Lo que se afirma acerca de que "lo que tienen en común el reconocimiento de formas y la aparentemente simple tarea de calcado es la necesidad de agrupar juntos los elementos del contorno registrados por separado, en unidades de orden superior", ratifica la diferenciación de las operaciones metasemióticas de identificación y reconocimiento, tal como las defino en /50.19/.

CCII/471.1/47/ La primera alternativa que plantea M. Farah: si el lugar del déficit es perceptual o post perceptual (aludiendo, con esto último, a la intervención de la memoria de corto plazo), la encuentro limitada por un tercer criterio: no hay percepción que no requiera la intervención de la memoria. El problema se desplazaría hacia la calidad (y los eventuales déficits) del atractor que permite el reconocimiento de lo que se percibe.

CCIII/471.1/49/ Sobre la segunda alternativa, acerca de si los estímulos múltiples se reconocen normalmente en forma serial o en paralelo, creo importante tener en cuenta que el reconocimiento de una imagen supone ya la integración de múltiples marcas, ninguna de ellas reconocida en cuanto tal (para lo que se necesita el esfuerzo del análisis), sino todas resueltas (en paralelo) en la imagen construida. El proceso es semejante tanto se trate de imágenes materiales como del reconocimiento de objetos, como se desprende del estudio de D. Marr en la construcción del esbozo primario y su transformación (en paralelo) en el esbozo 2½ -D (403.1/270ss). También fue la opción de Minsky & Paper, quienes concibieron el perceptrón como un artefacto de operación en paralelo (317.2/17).

CCIV/ En el cualisigno icónico, la totalidad de la propuesta de experiencia visual en que consiste la imagen es una marca, sin determinante ni determinado que pretenda construir y, por tanto, sin que provoque la intervención de reconocimiento de ningún atractor. El estudio de los cualisignos icónicos no tiene por qué coincidir con los criterios establecidos para el estudio de los sinsignos icónicos, por lo que su posibilidad de análisis está todavía por establecer. Esto puede estar indicando que quizá existan tantas metasemióticas de la imagen visual como clases de íconos se identifiquen; en nuestro caso los cualisignos, sinsignos y legisignos icónicos daría lugar a tres metasemióticas o a tres subgrupos de una metasemiótica de la imagen visual o a una determinada región semiótica (XXXVI), según la autonomía relativa o la relativa subordinación a criterios comunes que establezca el análisis respecto de cada una de ellas.

CCV/403.1/37/ El Esbozo Primario permite pensar en la identificación mediante marcas. El Esbozo 2½ -D exige la intervención del atractor1, sobre la correspondiente superficie de oclusión. Para la representación del Modelo 3-D se requiere la participación (histórica) del atractor2 , de modo que pueda generarse la ubicación y eficacia del eje centrado en el objeto mediante la traslación de las transformaciones aprendidas a partir de algunas construcciones de actitudes y movimientos efectivamente observadas.

CCVI/403.1/73/ Lo que Marr denomina "descriptores" pueden considerarse también como los elementos constitutivos de las marcas o de la sustancia de la expresión (Hjelmslev) y del cualisigno (Peirce), así como de los signos plásticos (sin la autonomía que el Grupo m les asigna).

CCVII/403.1/99/ La imagen material como la representación de esta representación (aquella que consiste en "entender cómo las descripciones del mundo pueden obtenerse eficiente y confiablemente a partir de sus imágenes", y las preguntas que aquí se formula).

CCVIII/403.1/50/ En las imágenes materiales, los "contornos subjetivos" son los que se identifican y reconocen respectivamente como marcas o como entidades. El problema de identificar aspectos semejantes a la "interpolación, continuación y discontinuidades" (403.1/285) es inherente al signo plástico y puede determinar la percepción de otros objetos diferentes a los representados por los signos icónicos.

CCIX/403.1/300/ ¿El enfoque que atiende a las características generativas del cálculo inherente al aprendizaje del reconocimiento de formas es otra "alternativa a depender de una enumeración exhaustiva de todas las apariencias posibles", diferente a la formulada por Marr al proponer "un sistema de coordenadas centrado en el objeto", o es un proceso previo para poder llegar a establecer adecuadamente este sistema?

CCX/403.1/318/ Las referencias al "conjunto de descripciones almacenadas" y a los "varios índices en la colección" (específicamente menciona los índices de especificidad, de adjunción y de ancestro) están planteando determinadas inferencias que es necesario tener en cuenta para completar los "caminos de acceso al catálogo" que Marr sugiere. La inferencia para establecer la forma de lo no-percibido a partir de lo efectivamente percibido propone los temas de un eventual cálculo generativo en el reconocimiento de formas y de un atractor virtual que sería su resultado (o uno de los resultados de este cálculo generativo). Este último tema podría formularse en los siguientes términos. ¿Se puede dibujar el frente opuesto (el lado oscuro de la luna) de un objeto o de un conjunto de objetos, a partir del frente efectivamente percibido por un espectador? Se requiere recurrir a una imagen mental disponible pero que carece del estímulo visual actual que es el que puede ser captado por un atractor. El atractor virtual no es meramente un atractor posible perteneciente al repertorio de la imaginería, sino que es el atractor hacia el que se dirigiría un estímulo visual que no se está percibiendo, en un momento dado, desde el punto de vista construido por el espectador, sino que sería el que se percibiría desde el punto de vista que construiría dicho espectador tras un desplazamiento en su relación espacial con el objeto, mediante un cambio en su ubicación. La hipótesis que formulo es que este atractor virtual interviene efectivamente en la construcción tridimensional de los objetos, como complemento efectivo del atractor que identifica las marcas y reconoce la entidad por ellas determinada, a partir de la información proporcionada por una concreta percepción visual. El problema de establecer cómo este atractor virtual interviene en un momento determinado para producir un reconocimiento que sin él resultaría inaccesible, o de establecer cómo llega a estar disponible sin que pertenezca todavía a la memoria de trabajo, constituye el objeto de estudio del que puede denominarse "cálculo generativo".

CCXI/

CCXII/ Marcas, ejes y superficies constituyen los elementos básicos para el estudio de las operaciones de identificación y reconocimiento de una metasemiótica visual.

CCXIII/458.1/55/ La interferencia de la imaginería (visual) con la percepción visual constituye un tema fundamental cuando se estudian las operaciones de representación e interpretación. Dejo, por el momento, de lado la participación, en estas operaciones, de las asociaciones con imágenes mnemónicas procedentes de otros inputs sensoriales. La afirmación de Kosslyn acerca de que haya que tener en cuenta la interferencia, positiva o negativa, de imágenes visuales mnemónicas con la percepción de determinada imagen material, plantea la necesidad de recuperarlas explícitamente (a dichas imágenes visuales mnemónicas) para empezar a explicar por qué el hecho de que el interpretante haya seleccionado determinado atractor en el momento de percibir determinada imagen material y por qué el hecho de que contraste, diferencie e integre a dicha percepción con determinadas y no otras imágenes mentales históricas le permite atribuirle una interpretación visualmente integrada en el mundo semiótico posible desde el que participa en su correspondiente sistema cultural. Esta recuperación explícita fundamenta (y, con todas sus dificultades empíricas, posibilita) la existencia de una metasemiótica visual que de cuenta de la representación e interpretación visual de las imágenes materiales visuales.

CCXIV/458.1/56/ Otro es el problema, pero también importante para la constitución del cuerpo teórico de una metasemiótica visual, acerca de las consecuencias semióticas provenientes de la afirmación de que "se utilizan procesos comunes para evaluar modelos imaginados y modelos percibidos".

CCXV/458.1/60/ La imaginería visual (repertorio de atractores y de posibilidades relacionales) constituye el sistema al que el interpretante remite el resultado de la percepción visual, una vez cumplida la operación de identificación, para poder cumplir la operación de reconocimiento, tras la cual, si ha tenido éxito, podrá proceder a cumplir con la tarea de interpretación (esta forma secuencial es más propia del análisis que del efectivo procesamiento del input perceptual, el cual actuaría en paralelo).

CCXVI/458.1/60/ "Identificar un estímulo", en Kosslyn, se corresponde con "interpretar una imagen", en la terminología que aquí voy configurando. (Incidentalmente, preferiría decir "interpretar una forma", de modo más acorde con el progreso de las marcas-imágenes-formas en la terminología de Marr, pero ello podría requerir demasiada modificación en otras partes de este texto.) Lo que ahora me interesa destacar es que, cualquiera sea la operación que se está aplicando efectivamente (en mi terminología: "identificación", "reconocimiento" o "interpretación"), una vez aplicada cualquiera de ellas "se sabe más acerca del estímulo de lo que se percibe en el estímulo per se", no tanto (o no sólo) por el conocimiento enciclopédico al que alude Kosslyn (que tiene semillas adentro, su nombre, para qué puede usarse, dónde conseguirlo, etc.), sino por la generación de conocimiento visual proveniente de la expansión de algunas configuraciones visuales efectivamente percibidas a otras percepciones nuevas, como hipótesis visual acerca de la parte no percibida de su configuración perceptual.

CCXVII/458.1/60/ El "problema de la identificación del objeto" es el de la correspondencia del input perceptual, organizado, al menos, a nivel 2½ -D, con algún atractor disponible en la imaginería o resultante de alguna transformación aprendida.

CCXVIII/458.1/60-61-62-63-64/ A partir de la propuesta de Kosslyn, las reglas para aceptar la unidad del atractor, en los casos de las variaciones en el input perceptual ("se puede acceder a las memorias adecuadas bajo diversas circunstancias") que enuncia, plantean las siguientes cuestiones, todas ellas relacionadas con la existencia (¿filogenética?, ¿aprendida?) de una operación inferencial que acepte o rechace el mantenimiento de la identidad del objeto.

Comienza identificando dos situaciones provocadas por diferencias de ubicación y distancia.

(1) No es suficiente la formulación de Kosslyn. Afirma la existencia de una habilidad para mantener la identidad del objeto cuando varía el ángulo visual, cuando que eso es lo que hay que probar (si se mantiene) o explicar (por qué se mantiene). Que el observador sepa que se trata del mismo objeto no explica cómo se ha logrado mantener la identidad. El niño tiene que aprender cuándo ello es así y cuando no. Un gato negro no es una patera negra vista de lejos, pese a las eventuales (y relativas) constancias perceptuales.

(2) Kosslyn afirma la existencia de una habilidad para mantener la identidad del objeto cuando sus imágenes caen en diferentes lugares de la retina. También aquí, que el observador sepa que se trata del mismo objeto no explica cómo se ha logrado mantener la identidad. El niño tiene que aprender a privilegiar otras relaciones que serán las que, en definitiva, mantenga la identidad del objeto.

Kosslyn estudia, después, las variaciones de la forma, formulando cuatro afirmaciones al respecto, y establece la posibilidad de identificar una clase de formas nuevas por corresponder a un tipo de objeto dado (458.1/61). Se corresponde con la capacidad para generalizar, o sea, "se pueden identificar objetos cuando sus formas no se corresponden exactamente con las formas de objetos vistos previamente". El tema lo desglosa en varios aspectos.

(3) El problema de mantener la identidad del objeto cuando se lo ve desde diferentes perspectivas implica haber resuelto el de conocer cómo es (o se vería) la parte del objeto que no se está viendo (el lado oscuro de la luna) y admitir, por tanto, que se está viendo el mismo objeto cuando es ésa la parte que se ve.

(4) El problema de mantener la identidad del objeto cuando varían las formas de sus partes es de neta naturaleza conceptual y tiene poco que ver con el procesamiento de la percepción y su correlación con un atractor visual. Se trata de una norma que, por eficacia de otro tipo de discurso, en general perteneciente a la enciclopedia cultural de determinada sociedad o grupo social, en mayor o menorágrado científicamente fundada, admite un determinado conjunto de ejemplares como el dominio extensional de determinado tipo, en algún lugar, implícita o explícitamente, intensionalmente definido. Aparte del ejemplo de las sillas, ofrecido por Kosslyn, están los muy conocidos de las aves (del gorrión al pingüino) o de los perros (desde el pekinés hasta el gran danés) y la totalidad de las tipologías. Sólo conociendo y aceptando tales tipologías puede admitirse que se mantiene la identidad del objeto, la cual no encuentra ninguna evidencia en la experiencia del observador. Es un problema de la interpretación.

(5) Diferente es el caso en que se mantiene la identidad del objeto cuando varían las relaciones espaciales entre sus partes. Aquí el problema cae plenamente en la asociación entre un input perceptual, que puede seleccionarse de entre una gran variedad de inputs posibles, y un atractor, en principio mucho más pobre en variaciones. Aquí, el aprendizaje de la operación inferencial posiblemente depende mucho de las imágenes almacenadas durante la percepción del movimiento; no constituyendo una acumulación ilimitada, sino captando la regla de las transformaciones perceptuales que el movimiento posible va proporcionando respecto de cada tipo de objetos. La importancia de estas reglas de las transformaciones perceptuales a partir del movimiento es tal que bien puede considerarse al movimiento como el principal generador de información acerca de las (criticablemente llamadas) constancias perceptuales.

(6) En el mantenimiento de la identidad del objeto, contenga o no partes o características opcionales está en juego la operación semiótica de integración, yuxtaposición o contextualización. Se diferencia de lo someramente analizado en el punto 4, porque no está en juego, de forma decisiva, ningún conocimiento diferente al perceptual para establecer si se produce o no el matenimiento de la identidad. Pero, no obstante, se aproxima al supuesto del punto 4 porque el conocimiento acerca del carácter necesario o accidental de las componentes presentes o ausentes en determinado imput perceptual depende del conocimiento que se tenga acerca de determinado objeto y contribuye para decidir si se está o no en presencia de un mismo objeto.

Continúa reflexionando acerca de tres situaciones en las que se manifiesta un empobrecimiento del input.

(7) Respecto del mantenimiento de la identidad de objetos parcialmente ocluidos se plantea un problema que, de nuevo, está fundamentalmente vinculado con la experiencia perceptual. Entre los primeros aprendizajes del niño (cuarto estadio piagetiano: 187.2/159), está el descubrimiento de la continuidad de la existencia de un objeto, pese a haber quedado oculto tras otro.

(8) La posibilidad de identificar objetos cuando la imagen está degradada participa de la hipótesis de Marr acerca de la identificación de la forma mediante los ejes y las superficies de oclusión. De las situaciones con las que ejemplifica Kosslyn, unas remiten a la falta de iluminación suficiente y a condiciones atmosféricas adversas, en cuyo caso lo que permanece para la identificación es la masa o bulto y aún de estos sólo se percibirían sus contornos, lo que ratifica la importancia de las superficies de oclusión en cuanto mínimo perceptual que sería, en la mayoría de los casos, suficiente para la identificación del objeto. Otras de las situaciones ejemplificadas se refieren a los esbozos o dibujos lineales. En estos casos, el representamen icónico está constituido ya bien por los contornos o límites de las mencionadas superficies de oclusión y/o ya bien por el trazado de los ejes que estructuran las figuras propuestas.

(9) La identificación de objetos muy cercanos, mucho más de lo que suele ser la proximidad con que se los ve habitualmente, se hace problemática porque el objeto construido por el input perceptual no es un objeto conocido. Lo efectivamente percibido sólo puede ser reconocido en el contexto mayor que configura al objeto total. Lo efectivamente percibido, en esta situación, se corresponde con el esbozo primario de Marr o con las marcas del Grupo m o con el puzzle propuesto en la figura Dallenbach (460.1/14-16), en cuanto insuficientes para ser reconducidas a algún atractor.

Continúa Kosslyn proponiendo dos situaciones bajo el encuadre de instancias específicas. Lo que las une consiste en que el reconocimiento se produce en función del reconocimiento, en el input perceptual, de determinadas características particulares; se trata de un reconocimiento por diferenciación y no porágeneralización. Es el tipo de operación reflexionando sobre la cual Marr planteó a la sensibilidad ("sensitivity") como una exigencia para un cálculo de la representación de las formas, en cuanto a que pueda expresar sutiles diferencias (403.1/298), y exigió la incorporación de un índice de especificidad ("specificity index") (403.1/318) al catálogo de modelos 3-D, de modo que puedan clasificarse según la precisión de la información que aportan. No obstante, son distintas en cuanto a la operación mental que implica su reconocimiento: distinción a partir de la comparación de dos o más imágenes y identificación a partir de la ubicación de un elemento en más de un contexto.

(10) Para la identificación de objetos específicos se requiere la preexistencia de atractores que actuen exclusivamente en el reconocimiento de ese determinado objeto; o sea se trata de un problema de unicidad consistente en lograr la identidad de algo en cuanto único.

(11) Para la identificación de relaciones espaciales específicas se requiere la preexistencia de atractores relacionales que fijen posiciones realtivas de determinadas marcas en determinada forma o de determinadas formas en el ámbito espacial que las contiene. Y así parece que ambas operaciones vuelven a aproximarse ya que comparten la tarea de establecer la identidad de algo, ya bien de un objeto único, ya bien de un contexto único.

La última habilidad que Kosslyn supone necesaria para satisfacer las diversas circunstancias en que se puede producir la identificación de objetos consiste en la posibilidad de captar varios objetos y escenas, distinguiendo en ello dos variantes.

(12) El efecto de identificar múltiples objetos en una unica mirada requiere la operación de poder identificar no sólo determinado objeto sino los restantes del contexto en el que el primero aparece. Es el efecto inverso a desconocer al objeto que se percibe con excesiva proximidad.

(13) El efecto de identificar múltiples objetos "automáticamente" supone, según Kosslyn, que la identificación no se efectúa objeto a objeto, sino que capta el contexto, condición necesaria para que pueda admitirse que el contexto afecta la identificación del objeto.

CCXIX/332.22/237/ La confirmación de la intervención de distintas regiones funcionales del cerebro para procesar distintos rasgos o aspectos dimensionales de un mismo estímulo sensorial (visual), ratifica la importancia de utilizar, para el análisis, un criterio de segmentación básica o inicial de la imagen visual que explore la mayor dimensión de tal imagen que no resulte reconocida, todavía, por algún atractor. Asimismo, la necesidad de encontrar una solución al problema del vínculo ratifica la importancia de disponer de un criterio de integración que proporcione un principio de explicación a la eficacia con que un determinado atractor logra éxito al ensamblar el conjunto heterogéneo de rasgos o aspectos dimensionales, de modo que permitan, al menos, un reconocimiento posible.

CCXX/332.22/240/ La afirmación acerca de que "los bordes de la información neurológica en el cerebro son no sólo borrosos sino cambiables de un contexto a otro" también es fundamental en una semiótica de la imagen visual. Implica que ningún rasgo elemental (o "marca", en la terminología del Grupo m ) se vincula necesariamente a determinado atractor, sino que constituyen un repertorio, a partir del cual pueden combinarse de diversos modos, constituyendo, en cada caso, atractores diferentes. Al ser las formas (atractores) subjetivas (en el sentido de Marr), las marcas registran las imágenes con las que se componen tales formas; composición o construcción que depende exclusivamente del contexto en que se las organiza (a las imágenes o marcas). Esto también apoya la propuesta de Biederman en cuanto a poder identificar un repertorio de geones, a partir de los cuales podría generarse cualquier forma. El obstáculo surge de la configuración geométrica de tales geones, que los incluye en un lenguaje gráfico con reglas procedentes de su formalización en cuanto lenguaje exterior y no de un metalenguaje o metasemiótica efectivamente pertinente al lenguaje o semiótica cuyas relaciones se exploran. Aquí es importante establecer la validez de esa calidad "borrosa" que los autores atribuyen a los bordes de las unidades (dinámicas) que estudian y que excluiría tanto la posibilidad de considerarlos tipos (como pretende el Grupo m ) como la posibilidad de generar un sistema cerrado de formas originales (como propone Biederman).

CCXXI/332.22/240/ Han ido apareciendo tres expresiones cuya eventual sinonimia requiere cierta reflexión: "marcas", "componentes plásticos" e "imágenes", así como también se requiere reflexionar sobre su diferencia y capacidad constructiva respecto de otro conjunto de expresiones, también vinculadas por cierta eventual sinonimia: "atractor", "imagen mental", "espacio mental virtual" y "forma". En cuanto al primer conjunto pueden esbozarse las siguientes semejanzas y diferencias. Marca, manteniendo su definición relativamente próxima al uso con que la aplica el Grupo m , es, en cada caso particular (o sea, en cada contexto visual que se explora), el percepto máximo que no queda incluido en el campo de reconocimiento de ningún atractor. Los componentes plásticos, excluyendo el carácter de signo pleno (con expresión y contenido) que, a lo plástico, le atribuye el Grupo m y manteniéndolo con un alcance más corto, limitado a ser un constituyente o componente del signo icónico (en sus tres variantes; ver CCIV), alude a una posible clasificación de las marcas que el Grupo m distribuye en "formas", "colores" y "texturas". Aceptando esta distribución, en principio, sugiero no obstante cambiar "formas" por "contornos" (en el sentido que le da Marr), para evitar la componente de identificación subjetiva inherente al término "forma" y para aprovechar la mayor vinculación a la pura operación perceptual de registro de la profundidad en función del brillo y la disparidad en cuanto permiten identificar las correspondientes superficies de oclusión. por su parte, el concepto de imagen, también en el sentido que le confiere Marr, está próximo al de marca, en el uso del Grupo m . Pero el uso habitual, tanto en el lenguaje coloquial como en el más técnico de la mayoría de los textos semióticos, aproximan "imagen" y "forma" y no "imagen" y "marca"; es también el sentido en que vengo utilizando la expresión "imagen mental" e "imagen material": el atractor, en el primer caso, y la configuración visual que cae bajo la eficacia de un determinado atractor, en el segundo. Pertenecería, por tanto, al segundo conjunto de términos. Quedan en el primero: "marcas" y "componentes plásticos", éstos como posible clasificación de la materia prima constitutiva de los primeros.

CCXXII/332.22/240/ En cuanto al segundo conjunto: "atractor", "imagen mental", "espacio mental virtual" y "forma", no agota, en absoluto, la terminología básica de una semiótica visual, sino que se trata de reflexionar sobre sus posibles semejanzas y diferencias, por abarcar un dominio relativamente homogéneo. El término "atractor" destaca el aspecto activo de la imagen mental, mientras que con la expresión "imagen mental" aludo a su configuración en un momento determinado. Como aporte del trabajo de Mandelblit & Zachar que vengo comentando, interesa enriquecer el concepto de imagen mental con su eventual caracter de espacio imaginario o, con la expresión por la que opto, de "espacio mental virtual", bien entendido que se trata de una configuración cerebral. Se especifica, por tanto, que la imagen mental, admitiendo la hipótesis topográfica que sostiene Kosslyn, no se da en una única región cerebral, sino que resulta de la asociación (por el efecto de sincronización, al que aluden aquellos autores) de los diversos registros mentales de los diversos componentes plásticos a los que me referí en la nota anterior. Esta sincronización de registros mentales de componentes plásticos es el origen de la imagen mental que pretende actuar como atractor, por cuya acción se reconduce el conjunto de componentes plásticos de determinada imagen material y de las marcas consiguientes a una configuración reconocible. Tal la forma, en el sentido de Marr, pero que, conforme a lo expresado antes, aquí designaré "imagen reconocida".

CCXXIII/ Téngase en cuenta que, en todos los casos, cada entidad perceptualmente identificable (primer conjunto) o reconocible (segundo conjunto) tiene su correlato en la imaginería mental. Habrá, por tanto, marcas perceptuales y componentes plásticos perceptuales así como marcas mentales y componentes plásticos mentales. No es tan directa la correlación entre los aspectos mentales y perceptuales de: "atractor", "imagen mental", "espacio mental virtual" y "forma". En la medida en que pueda determinarse la función cumplida por cada una de las regiones cerebrales intervinientes, en cuanto al aspecto sensorial específico que en ella queda registrado, se habrá establecido la red cortical o espacio mental virtual que se activa para el reconocimiento de determinada propuesta perceptual; simultáneamente, se conocerán los inputs perceptuales que tienen como destino tales regiones y que serán los efectivamente importantes para el análisis semiótico. Si resultan convalidados, la información visual relativa a contorno, color y textura serán los componentes plásticos perceptuales que activarán los correspondientes componentes plásticos mentales. Estos, a su vez, generarán marcas mentales que serán hipótesis que guiarán la búsqueda, por parte de la atención visual, de marcas perceptuales efectivamente presentes en el objeto percibido. Satisfecha esta búsqueda se habrá establecido la correspondencia entre determinado espacio mental virtual y la estructura perceptual de determinado objeto (lo que de él puede percibirse y sus interrelaciones). De todos los espacios mentales virtuales teóricamente posibles a partir de determinado conjunto de información perceptual, aquél que resulte seleccionado como adecuado para establecer dicha correspondencia es el que se designará como "atractor". Este atractor permite la fijación del correspondiente espacio mental virtual, al que se designa como "imagen mental", así como la fijación de la correspondiente estructura perceptual, designada como "imagen material". La expresión "imagen mental" es, por tanto, un sinónimo de, "espacio mental virtual", sólo que esta última conserva la referencia a la integración de los registros mentales de una pluralidad de inputs sensoriales. De la misma manera, las expresiones "imagen material" y "estructura perceptual" son también sinónimas, conservando la última la referencia a la integración de una pluralidad de inputs sensoriales.

CCXXIV/477.1/3/ La dicotomía entre memoria perceptual y memoria motriz que, según afirma Fuster, se corresponde con la diferencia entre memoria declarativa versus procedural, permite establecer un origen diferente en el reconocimiento de las imágenes fijas que representarían lo perceptual-declarativo, frente al reconocimiento de las imágenes en movimiento (o del movimiento) que representarían lo motriz-procedural.

CCXXV/477.1/15/ La especificidad de una memoria icónica, la cual duplica aproximadamente la imagen sensorial que la produjo (477.1/13), y el hecho de que la adquisición y recordación del material verbal se facilite por las asociaciones de este material con items en la memoria de largo plazo, está relacionado con las características de formalización simbólica del código verbal y con las características dinámicas del atractor icónico con el que se correlacionan las imágenes sensoriales percibidas (se excluye el legisigno icónico). Las variaciones icónicas del material verbal constituyen un desafío para el eventual intérprete; la formalización simbólica de las imágenes sensoriales las distancian del registro de la memoria icónica y exigen un conocimiento previo de la convención correspondiente por parte del eventual intérprete.

CCXXVI/477.1/113/ Una vez más aparece el componente de la memoria como fundamental, junto con el contexto, para el reconocimiento de las imágenes, tanto perceptuales como materiales y mentales.

CCXXVII/477.1/120/ Que se reconozca un grado de plasticidad en la capacidad de adecuación de las células nerviosas en el reconocimiento de rostros, refuerza la idea de la existencia de un repertorio de atractores mnemónicos (en cuanto unidades dinámicas, /332.22/229ss). No creo que corresponda limitarlo al caso del reconocimiento de los rostros, sino que esta plasticidad sería característica compartida por todos los atractores de imágenes visuales.
 

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