ESBOZO SEMIÓTICO

PARA UNA METODOLOGÍA DE BASE EN CIENCIAS SOCIALES*

 

 

Juan Magariños de Morentin

 

 

 

CONTENIDO

 I. La investigación científica en ciencias sociales.. 1

II. El significado de los fenómenos sociales.......... 2

III. Los datos, la información y las hipótesis.......... 4

IV. Las operaciones analíticas.................................... 9

NOTAS........................................................................... 15

BIBLIOGRAFÍA............................................................ 56

 

 

1 ¿Puede haber una investigación científica en ciencias sociales?

I. La investigación científica en ciencias sociales

 1/ Cuando se habla de "investigación científica en ciencias sociales" y cuando se habla de "investigación científica en ciencias naturales", se está hablando, tanto en uno como en otro caso, de "investigación científica".

2/ Así enunciado, resulta intuitivamente cierto que, junto a la existencia de actividades de investigación científica, se está afirmando la existencia posible de actividades científicas que no sean de investigación, de actividades de investigación que no sean científicas y, por supuesto, de actividades que no sean ni científicas ni de investigación.

3/Suele dudarse o ser motivo de debate el tema de si, cuando se habla de "ciencias sociales", corresponde efectivamente hablar de "ciencia" e, incluso de "investigación científica"; tal duda o debate supone que determinado tipo de actividades pueden desarrollarse en el ámbito de las ciencias sociales siendo, no obstante, investigación no científica o actividad que no sea científica ni de investigación.

4/Al plantearse, aquí, el problema como pertinente a las denominadas "ciencias sociales" se parte del supuesto de que lo social puede ser objeto de conocimiento científico; de lo contrario se hablaría de "disciplinas o doctrinas sociales".

5/El desarrollo que sigue interesa solamente a quienes comparten (o están dispuestos a discutir lealmente) el supuesto de la existencia de las ciencias sociales; en esta oportunidad, no sería oportuno retrotraer, hasta las primeras justificaciones de tal supuesto, el tratamiento crítico del problema (sin desconocer que, en algunos ámbitos académicos, todavía resulta importante, si bien ya es de escaso interés); se admitirá, por tanto (con toda la provisionalidad que se desee), que existe la posibilidad de un conocimiento científico de los problemas sociales; al conjunto de los lenguajes mediante los cuales se produce dicho conocimiento se los denomina, en este trabajo, "ciencias sociales" (i) (ii).

6/Bajo este supuesto, en las ciencias sociales existen investigaciones científicas, así como también otros tipos de actividades que no sean de investigación pese a ser científicas; lo que quedaría fuera del ámbito que acaba de acotarse sería el conjunto de actividades que pretendiendo ser de investigación no sean científicas; por supuesto, se excluyen también las actividades que no siendo científicas tampoco sean de investigación.

7/De aquí en adelante se hablará exclusivamente de algunos aspectos relativos a las investigaciones científicas en el ámbito de las ciencias sociales.

2 ¿Qué es un fenómeno social?

II. El significado de los fenómenos sociales

8/El objeto de conocimiento de las ciencias sociales está constituido por el universo de los fenómenos sociales.

9/Se califica, aquí, como "social" a la representación/ interpretación actual o histórica, vigente en determinada comunidad, de algún fenómeno, incluyendo tanto a los denominados "culturales" como a los denominados "naturales"; la calidad de social no proviene, por tanto, de un determinado ámbito de emergencia de un fenómeno, sino de determinada operación que lo genera (en cuanto modo de aparición y de apariencia) (iii) (iv)

3 ¿Qué es representación?

10/Se entiende, en este trabajo, por "representación" la específica identificación perceptual (sensorial o imaginaria) de determinadas formas (y de su interrelación), pertenecientes a un determinado fenómeno, en función de su interpretación posible, en determinado momento de determinada sociedad (v) (vi) (vii).

4 ¿Qué es interpretación?

 11/Se entiende, en este trabajo, por "interpretación" la asignación conceptual de determinada significación a determinado fenómeno, en función de su representación posible, en determinado momento de determinada sociedad (viii).

12/"Representación" e "interpretación" se definen, por tanto, recursivamente; en este trabajo, tales términos se utilizarán indistinta o conjuntamente para especificar la calidad de la información en ciencias sociales, pero diferenciadamente según el enfoque del tema en el que se los incluya (ix).

13/Decir que "los fenómenos sociales son el objeto de conocimiento de las ciencias sociales" equivale a decir que "las ciencias sociales estudian los modos de representación/ interpretación social de cualquier tipo de fenómenos" (x).

5 ¿Qué es investigación?

14/Se entiende, en este trabajo, por "investigación" en el ámbito de las ciencias sociales, el proceso de elaboración de una explicación acerca de cómo y/o por qué y/o con qué resultado y/o a partir de qué precedente, a un determinado fenómeno se lo representa/interpreta de determinada manera en determinado momento de determinada sociedad (xi).

15/Existe, por ejemplo, un modo jurídico de representar/ interpretar cualquier tipo de fenómenos (desde un terremoto hasta la edición de un libro) y existen otros modos (psicológico, sociológico, histórico, antropológico, comunicacional, lingüístico, etc.) de representar/ interpretar ese mismo fenómeno; cada uno de estos modos constituye la especificidad del objeto de conocimiento de cada una de las ciencias sociales.

6 ¿La ciencia es un lenguaje?

16/Para que, en el ámbito de las ciencias sociales, una investigación sea científica, el proceso de elaboración de la mencionada explicación debe llevarse a cabo utilizando correcta y adecuadamente (o sea, conforme a las pertinentes reglas sintácticas y semánticas) el lenguaje particular de la ciencia correspondiente.

7 ¿Qué clase de lenguaje es el de las ciencias sociales?

17/El lenguaje de las ciencias sociales da cuenta de los distintos modos (sociales) de representación/interpretación de fenómenos cualesquiera; esta elaboración (social) de los fenómenos es ya un lenguaje: aquel mediante el cual los integrantes de una determinada sociedad interpretan intuitivamente la representación posible de los fenómenos de su entorno; en consecuencia, el lenguaje de las ciencias sociales es un metalenguaje (xii) (xiii) (xiv).

8 ¿Qué es la metodología de investigación en ciencias sociales?

18/Una investigación científica, en el ámbito de las ciencias sociales, necesita disponer, previamente, de un determinado conjunto de operaciones intermedias que establezcan la correspondencia bi-direccional entre el lenguaje (natural-intuitivo) que produce la representación/interpretación social de determinado fenómeno y el metalenguaje (teórico-crítico) que produce su explicación científica; ese conjunto de operaciones intermedias constituye la metodología de investigación en ciencias sociales (que es, por tanto, un metalenguaje de 2do grado) (xv).

19/De aquí en adelante, se hablará exclusivamente de algunos aspectos relativos a las características metalingüísticas de la metodología de las investigaciones científicas en el ámbito de las ciencias sociales.

III. Los datos, la información y las hipótesis

20/Un investigador en ciencias sociales necesita tener en claro determinados aspectos relativos a la etapa inicial de su tarea: la recopilación de los datos y de la información (xvi).

9 ¿Qué son los datos?

21/En principio, puede decirse que sus datos no son los fenómenos sino los discursos sociales acerca de los fenómenos (xvii).

10 ¿Qué es la información?

22/Puede decirse, también en principio, que su información no son los datos sino las representaciones/interpretaciones que en ellos (o sea, en el discurso social) pueden identificarse (xviii) (xix) (xx) (xxi).

23/La representación social de un fenómeno es el correlato perceptual de la interpretación social de tal fenómeno y ambas se materializan en el discurso social (verbal, gráfico, objetal, comportamental, musical, etc.), que no es sólo su soporte físico sino, también, el instrumento para su producción.

11 ¿Qué es el discurso social?

24/Se denomina, en este trabajo, "discurso social" el conjunto existencial de las construcciones que circulan en una sociedad, con eficacia para la efectiva producción y/o reproducción de representaciones perceptuales y de interpretaciones conceptuales o valorativas (xxii).

25/"Representación", "interpretación" y "discurso" son término que designan, aquí, conjuntos (enumerablemente infinitos) de representaciones, interpretaciones y discursos.

26/Resumiendo: los datos para una investigación en ciencias sociales son, por tanto, los discursos sociales en los que se materializan las interpretaciones que reciben las representaciones de determinados fenómenos, en determinado momento de determinada sociedad.

27/La interpretación que recibe la representación de determinado fenómeno, tal como se materializa en determinado discurso social, constituye la información de base para una investigación en ciencias sociales.

12 ¿Qué papel cumple la observación del investigador?

28/La personal percepción inmediata que del fenómeno puede tener el investigador es, tan sólo, una de tales múltiples representaciones socialmente interpretadas.

29/ Cuando el investigador incorpora, como dato, el testimonio de su percepción personal del fenómeno, está incorporando un discurso social más; advirtiendo este carácter, puede hacerlo; de lo contrario suele adquirir, en la investigación, el valor de un discurso privilegiado (ya que contrasta a los restantes testimonios acerca del fenómeno en estudio con su propia observación, haciendo de ésta la segura portadora de la máxima garantía de objetividad).

30/ La pretensión de percepción personal e inmediata del fenómeno le oculta (haciéndoselo inobservable o sea, perdiéndolo) el carácter interpretativo/representacional de cualquier percepción humana (es decir, el carácter de ya interpretado que posee todo fenómeno, en cuanto representable o percibible); con ello desnaturaliza la calidad de objeto de conocimiento social del fenómeno en estudio, que sólo se constituye en tal en cuanto ya interpretado en alguno (o varios) discursos sociales y en función de alguna (o varias) de sus representaciones sociales vigentes.

31/ La afirmación acerca de que lo que precisa identificar como información de base consiste en el conjunto (o subconjunto cuya pertinencia deberá justificar) de representaciones/interpretaciones actuales o históricas del fenómeno en estudio, no es una mera regla de procedimiento metodológico, sino una efectiva exigencia cognitiva (en el estado actual de la ciencia cognitiva): cualquier identificación o descripción de un fenómeno lo es a partir de determinado sistema social de representación/interpretación; la pretensión de captar el fenómeno en sí y objetivamente lleva implícito el sistema de valoraciones desde el que se lo identifica, describe e interpreta; en tal caso, lo que debería ser. objeto de la investigación (la explicación que se pretende) se da ya por puesta o aplicada al fenómeno; si ya se sabe lo que es (en cuanto identificable por sus cualidades propias), no es objeto de conocimiento sino de reconocimiento (en cuanto aserción intuitiva de tales cualidades); pero no hay intuición original o no contaminada (es decir, toda intuición está históricamente condicionada); así, tomar el fenómeno como dato positivo y no interpretado es tomarlo tal como alguna interpretación (no explicitada) permite representarlo; la pretendida investigación no desarrollaría más que el conjunto de variaciones posibles en el interior de determinado sistema de valores (xxiii).

13 ¿Hay diferencia entre el lenguaje social y el lenguaje que utiliza el investigador?

32/ Este es, de hecho, el modo en que cada miembro de determinada sociedad se representa e interpreta los fenómenos de su entorno; el investigador científico, en la especificidad de su tarea, no toma la posición de un usuario nativo de los sistemas de representación/interpretación vigentes en su sociedad; es usuario de un lenguaje científico (un metalenguaje) mediante el que explica el funcionamiento de los lenguaje nativos en la producción de tales representaciones / interpretaciones.

14 ¿Es posible un acceso inmediato a la interpretación / representación social de un fenómeno?

33/ Así como no existe un acceso inmediato al fenómeno en sí, no existe acceso inmediato a la interpretación ni a la representación (en sí) de tal fenómeno; ésta tampoco es una mera regla de procedimiento metodológico sino que responde a las exigencias del razonamiento lógico (en el estado actual de la ciencia de la lógica): la interpretación y la representación son inferencias (cuya producción debe probarse), el único elemento observable es el discurso social (xxiv).

34/ El discurso social materializa, al producirlas, las representaciones e interpretaciones posibles, en determinado momento de determinada sociedad; pero, también, el discurso social materializa, al utilizarlas, las operaciones cognitivas disponibles para la producción de representaciones e interpretaciones, en determinado momento de determinada sociedad.

35/ El discurso social, así entendido, constituye la entidad observable (el dato) en la que interviene el investigador en ciencias sociales para, mediante las operaciones analíticas correspondientes, establecer las características de representación e interpretación (la información) con las que habrá de elaborar la explicación acerca de la significación que adquiere determinado fenómeno, en determinado momento de determinada sociedad.

15 ¿Sobre qué hipótesis trabaja el investigador?

36/Al recopilar datos, el investigador formula (explícita o implícitamente; y es preferible explicitarla) una hipótesis: que esos datos son adecuados, necesarios y suficientes para elaborar la explicación que se propone; es, por tanto, un riesgo que asume: probar, a lo largo de su trabajo, tal adecuación, necesariedad y suficiencia; al conjunto de estas características se las denomina, en este trabajo, la "pertinencia" de los datos (xxv).

37/ Estas tres características no son, pues, inherentes al fenómeno sino al discurso social.

38/ La recopilación de los datos no es, por tanto, una tarea evaluable en función del fenómeno (lo que implicaría un uso perverso del concepto de "objetividad" o de "realidad"), sino que está en función de la representación/ interpretación cuya producción, respecto de determinado fenómeno, se propone explicar.

39/ A la objetividad y realidad de determinada representación/interpretación de determinado fenómeno, en cuanto efectivamente producida por y materializada en determinado discurso social. en un determinado momento de determinada sociedad, se las denomina, en este trabajo, su "vigencia" (xxvi).

40/ Esto incrementa el riesgo del investigador, ya que la hipótesis acerca de la pertinencia de los datos que recopila depende de otra hipótesis previa acerca de la vigencia de la información que, mediante las operaciones analíticas, habrá de identificar; hipótesis que, a su vez, depende de la probabilidad de una hipótesis inicial acerca del contenido de la explicación que propone para el fenómeno en estudio.

16 ¿Qué características tiene cada una de las hipótesis sobre las que trabaja el investigador?

41/ O sea, el investigador formula (en 3er lugar) la hipótesis (de trabajo) de que los datos que recopila son pertinentes, en función de haber formulado (en 2§ lugar) la hipótesis (metodológica) de que determinadas operaciones analíticas le permitirán identificar (en dichos datos) las relaciones vigentes utilizadas para la representación/interpretación de determinado fenómeno, en función, a su vez, de la hipótesis (teórica) formulada (en 1er lugar) acerca de la probabilidad de la explicación propuesta.

42/ Se entiende por "probabilidad" de una explicación, en este trabajo, la posibilidad de demostrar que la significación de un fenómeno se construye, en determinado momento de determinada sociedad, por la concreta eficacia de determinadas representaciones/interpretaciones (xxvii).

43/ La investigación puede demostrar que la hipótesis (3a) de trabajo era falsa o sea, que los discursos sociales recopilados no resultaron pertinentes para identificar las relaciones (de representación/ interpretación) capaces de producir la explicación que se pretendía.

44/ También puede resultar falsa la hipótesis (2a) metodológica, al comprobar que determinadas representaciones / interpretaciones, efectivamente presentes en el discurso social analizado, no son las representaciones / interpretaciones con las que determinada sociedad construye la significación de determinado fenómeno en determinado momento.

45/Por supuesto, también puede resultar falsa la hipótesis (1a) teórica, al demostrarse que ninguna clase de representaciones/ interpretaciones efectivamente vigentes en determinada sociedad logra probar el contenido significativo atribuido (supuesto), por el investigador, a determinado fenómeno.

17 ¿Qué consecuencias acarrea la falsabilidad de cada una de las 3 hipótesis?

46/ En los dos primeros casos, la investigación se retrotrae al momento inicial, haciéndose necesario planificar una nueva recopilación de datos, en el primer caso, y nuevas operaciones analíticas, en el segundo; el fracaso de una u otra de estas hipótesis no arrastra necesariamente el fracaso de la otra o de la una, pero también pueden darse conjuntamente; o sea, las representaciones/ interpretaciones pueden ser las efectivamente vigentes para atribuir significado a determinado fenómeno, pero no se encuentran materializadas en los discursos sociales recopilados; o bien, los discursos sociales las contienen, pero las operaciones analíticas no son las eficaces para identificarlas; por supuesto, ambos fracasos pueden concurrir, con lo cual la hipótesis teórica acerca del contenido significativo de determinado fenómeno sigue siendo un mero supuesto probable pero no probado (xxviii).

47/ En el tercer caso, el del fracaso de la hipótesis teórica (lo que sólo puede establecerse mediante una recopilación adecuada, necesaria y suficiente del discurso social y mediante la aplicación de operaciones analíticas eficaces para la identificación de las representaciones/interpretaciones socialmente vigentes, pero que no conducen a la prueba de la explicación propuesta), resulta necesario formular una nueva hipótesis explicativa; esta nueva hipótesis, en la práctica de la investigación, por lo general, ya habrá resultado probada; el contenido de la conclusión alcanzada contradiría al contenido de la hipótesis inicial, pero la investigación resultaría válida con el sólo requisito de formular explícitamente dicha contradicción o, incluso (ya que la ciencia es un acto de comunicación), sustituyendo, en el informe final, el contenido de la hipótesis inicial fracasada y formulando, en su lugar, el contenido de la conclusión alcanzada (xxix) (xxx).

48/ No obstante, toda investigación científica produce un efecto de conocimiento: en los casos supuestos (el fracaso de las hipótesis), se habría establecido (al menos, provisionalmente) la no pertinencia de los datos y/o la no vigencia de la información y/o la no probabilidad de la explicación; exclusiones que implican un incremento de conocimiento.

49/ En resumen, no existen datos valiosos por sí mismos, sino datos útiles para fines determinados; no existen operaciones analíticas eficaces por sí mismas, sino operaciones analíticas eficaces para fines determinados; y, por supuesto, no existen explicaciones necesariamente probables, sino explicaciones posibles.

18 ¿Qué es el análisis de la información?

IV. Las operaciones analíticas

50/ Por cuanto antecede, el investigador en ciencias sociales necesita también tener en claro determinados aspectos de la segunda de las grandes etapas en que se distribuye su tarea: el análisis de la información.

51/ En este trabajo, se entiende por "análisis de la información" la aplicación de un conjunto de operaciones técnicas mediante las cuales se identifica, contrasta y transforma (2do metalenguaje), conforme a las reglas específicas de cada una de las ciencias sociales (1er metalenguaje), la información producida/reproducida en el discurso social recopilado (lenguaje objeto) (xxxi).

19 ¿Cuál es la diferencia entre las operaciones del discurso social y las del analista / investigador?

52/ Este conjunto de operaciones técnicas no difiere, en cuanto a su naturaleza, de aquellas mediante las que cada integrante de una sociedad interpreta la información de que dispone (xxxii).

53/ Este conjunto de operaciones técnicas difiere fundamentalmente, en cuanto a las exigencias impuestas a su aplicación, de aquellas mediante las que cada integrante de una sociedad interpreta la información de que dispone.

54/ La confusión o, al menos, la no clara delimitación entre esta proximidad en la naturaleza de las operaciones y esta divergencia en las exigencias de su aplicación, mantiene activo el debate acerca de la calidad científica del conocimiento de los fenómenos sociales, así como de la correspondiente investigación.

20 ¿Debe formalizarse el lenguaje de las ciencias sociales?

55/ También contribuye a mantener dicho debate la carencia o la parcialidad en la formalización de los lenguajes específicos a cada una de las ciencias sociales; se entiende, aquí, por "formalización "la existencia de definiciones explícitas de los términos teóricos y metodológicos utilizados en dichas ciencias; además, por supuesto, el conjunto de tales definiciones habrá de cumplir con las exigencias lógicas generales de ser completo, consistente y decidible.

56/ La primera dificultad: al no diferenciar adecuadamente entre la naturaleza de las operaciones mediante las que se interpreta (que es compartida por todo ser humano) y las exigencias impuestas a la aplicación de tales operaciones (que son específicas a la calidad científica de la interpretación), es fácilmente obviable (al menos, en teoría): el investigador en ciencias sociales no puede permitirse la interpretación intuitiva de la información que analiza; se entiende, aquí, por "interpretación intuitiva" la que se obtiene utilizando, de modo acrítico, los lenguajes sociales vigentes (xxxiii).

57/ Esto no quiere decir que la interpretación científica no pueda coincidir con la interpretación intuitiva; no se trata de diferenciar el contenido sino el procedimiento mediante el cual se produce la interpretación; lo que hace científica a una interpretación es el procedimiento, con independencia de que el resultado coincida o no con la intuición (xxxiv).

58/ La segunda dificultad: el encontrarse el lenguaje de las ciencias sociales en proceso de formalización (existiendo tan sólo, en su ámbito, sistemas teóricos parcialmente formalizados), proporciona al investigador un espacio propicio a la creación científica, con márgenes (y riesgos) mayores de los que se dispone en el ámbito de las ciencias naturales (xxxv) (xxxvi) (xxxvii).

59/ A este respecto, la tarea del investigador en ciencias sociales, en el momento previo al análisis y atendiendo ya a su implementación, consiste en formalizar su metalenguaje de referencia (o sea, en hacer explícitas las definiciones de los términos teóricos y metodológicos en función de los cuales habrá de intervenir analíticamente en el discurso social recopilado) (xxxviii).

21 ¿Cuál es el contenido del marco teórico de una investigación?

60/ El resultado de esta formalización (habitualmente designado "marco teórico"; que no consiste en el enunciado del repertorio de teorías existentes que puedan incidir sobre su objeto de conocimiento, sino en la exposición razonada del lenguaje teórico disponible, en el correspondiente estado de la ciencia y que pueda incidir sobre su objeto de conocimiento) contendrá a) definiciones explícitas (de los términos que designen conceptos y operaciones) provenientes de las teorías existentes; de una sola teoría o sintetizando varias (atendiendo, en este último caso, a los problemas relativos a la conmensurabilidad o inconmensurabilidad de teorías) y b) definiciones explícitas (de los términos que designan conceptos y operaciones) propias (o sea, elaboradas por el propio investigador), en aquellos aspectos (relativos al objeto de conocimiento de su investigación) que no preexistan en las teorías disponibles (o no hayan sido formalizados en ellas o cuya formalización no le conforme al investigador).

61/ En cualquier caso, el investigador cuidará la coherencia lógica del conjunto de las definiciones que utilice, según los mencionados criterios de completitud, consistencia y decidibilidad.

22 ¿Cuál es la diferencia entre un tratamiento blando vs. duro de los fenómenos sociales?

62/ Esta actitud legítima, incluible dentro de un "constructivismo" teórico, ha contribuido, por las características desviantes de su utilización, a difundir cierto desprestigio de las ciencias sociales, al menos desde espacios académicos habituados a disponer de estructuras teóricas totalmente formalizadas e, incluso, expresadas en lenguajes simbólicos que limitan aún más el margen de la ambigüedad terminológica; lo criticable es la no explicitación de las definiciones de los términos que vayan a utilizarse o lo incompleto, inconsistente o indecidible de su conjunto y, en consecuencia, la modificación ad hoc de tales definiciones (o la variación en la significación de los términos no definidos) por exigencias del desarrollo de la investigación; este tratamiento ambiguo o, al menos, blando de los fenómenos sociales ha aproximado sus resultados a la literatura, en la que la ambigüedad o polisemia de los términos es su procedimiento de creación estética (reconociéndose explícitamente la eficacia de lo estético en la producción del conocimiento); el constructivismo teórico, que aquí se postula como legítimo, exige un tratamiento terminológico y operativo duro (en cuanto específico al modo científico de producción del conocimiento); también en este caso es importante afirmar este criterio diferencial, si bien su desarrollo va dejando de ser interesante (xxxix).

23 ¿Cuáles son las características diferenciales de las operaciones analíticas que realiza el investigador?

63/ Disponiendo de (o construyendo) una formalización de sus términos teóricos (el metalenguaje de 1er grado de la ciencia social correspondiente), en lo que afecta a la especificidad del objeto de conocimiento que se propone investigar, el investigador procede a la identificación, definición y descripción funcional de las particulares operaciones analíticas (el metalenguaje de 2§ grado o metodología en sentido estricto) que considera necesario aplicar al discurso social recopilado.

64/ Se entiende, en este trabajo, por "operaciones analíticas" el conjunto de reglas de procedimiento que encuadran los modos específicos de intervención del investigador en el discurso social; tienen como finalidad demostrar la existencia, en dicho discurso social, de determinadas relaciones observables, y su productividad respecto de las representaciones/interpretaciones cuya vigencia y eficacia se enunciaron en la o las hipótesis teóricas.

24 ¿Cuál es la diferencia entre modelos y operaciones?

65/ Cabe la observación de que las hipótesis teóricas (y, mucho menos, las operaciones analíticas) no son modelos apriorísticos según los que resultarían, interpretadas las relaciones observables en el discurso social.

66/ Esto no excluye la dependencia epistemológica de tales hipótesis y operaciones respecto de la coyuntura histórica de la ciencia en la que trabaja el investigador, no existe el razonamiento científico puro, absoluto o ahistórico (xl).

67/ Las hipótesis teóricas formulan un supuesto acerca de la vigencia de determinadas representaciones/interpretaciones en cuanto efectivamente producidas por el discurso social y efectivamente productoras de la significación de determinado fenómeno social; no construyen ni reconstruyen al discurso social, sino que enuncian una conjetura acerca de la eficacia del discurso social como productor de tales representaciones / interpretaciones (xli).

68/ Las operaciones analíticas, en cuanto reglas de procedimiento, poseen el valor heurístico de interrogantes o preguntas acerca del modo de producción de tales representaciones/interpretaciones, a las que se encontrará respuesta (en caso de éxito) en el discurso social y según la modalidad de producción efectivamente ostentada por tal discurso; la función, por tanto, de las operaciones analíticas consiste en construir modelos (con validez restringida a la información analizada) y no en aplicarlos o verificarlos (xlii) (xliii).

25 ¿Qué es un modelo construido?

69/ Se entiende, en este trabajo, por "modelo construido" una interpretación posible de determinado discurso social, obtenida mediante la aplicación de un conjunto determinado de operaciones analíticas, a partir de una interpretación supuesta enunciada en la o las hipótesis teóricas; la existencia y características específicas de dicho modelo es un resultado que tan sólo es cognoscible a posteriori de la investigación.

26 ¿Cuáles son las características del conocimiento producido?

70/ El conocimiento así producido es riguroso, meramente posible y eminentemente falible; pero es históricamente plausible; estos son los rasgos fundamentales de la verdad científica; ésta sólo es (debe ser) consistente con el sistema teórico que la produce (xliv) (xlv) (xlvi).

71/ La eficacia de dicho conocimiento (riguroso, posible, falible y plausible), como explicación de la significación vigente de determinado fenómeno social en determinada sociedad, fundamenta su utilidad práctica (en cuanto posibilidad de intervención política en la coyuntura social) y establece (al menos, implícitamente) un límite histórico a la duración de su validez (historicidad del conocimiento científico).

72/ Las operaciones analíticas constituyen, en este trabajo, el instrumento específico para la producción (científica) de dicho conocimiento (científico).

27 ¿Cuáles son las características de las operaciones analíticas?

73/ Por cuanto antecede, en este trabajo, las operaciones analíticas se caracterizan por ser formales, independientes de las hipótesis teóricas y transferibles.

74/ Se dice, aquí, que una operación analítica es "formal" en cuanto no implica el contenido de su resultado.

75/ Se dice, aquí, que una operación analítica es "independiente de las hipótesis teóricas" en cuanto, según el discurso social al que se aplica, puede confirmarlas o invalidarlas; también, en cuanto mantiene su utilidad para la demostración de otras hipótesis teóricas diferentes o, incluso, contradictorias con las primeras (al aplicarse a un discurso social diferente).

76/ Se dice , aquí, que una operación analítica es "transferible" en cuanto un tercero puede aprender a utilizarla y alcanzar (al utilizarla) los mismos resultados, si la aplica al mismo discurso social.

28 ¿Qué clases de operaciones analíticas hay?

77/ En este trabajo, las operaciones analíticas, por sus características procedimentales, pueden ser: identificadoras, constrastativas y transformacionales; esta enumeración se limita a enunciar las operaciones analíticas de base en ciencias sociales; cada una de las restantes operaciones específicas de cada una de las ciencias sociales particulares quedará incluida en uno u otro de estos tres grandes grupos de operaciones fundamentales o combinará las características que las definen (xlvii).

29 ¿Cómo opera y qué resultado produce cada una de las operaciones analíticas?

78/ Se entiende, en este trabajo, por "operación analítica identificadora" aquella que segmenta y vincula marcas perceptuales efectivamente presentes en determinado discurso social (xlviii).

79/ Su aplicación depende de la hipótesis teórica (o supuesto) en la que se afirma que determinadas marcas (y no otras) son las productoras de las representaciones / interpretaciones con las que determinada sociedad atribuye determinada significación a determinado fenómeno, en determinado momento.

80/ Su éxito explica el modo material de producción de la significación de determinado fenómeno: componente sintáctico de la significación.

81/ Se entiende, en este trabajo, por "operación analítica contrastativa" aquella que relaciona las marcas perceptuales identificadas en determinado discurso social con otras marcas perceptuales identificadas en otro determinado discurso social, contemporáneo del primero (xlix).

82/ Su aplicación depende de la hipótesis teórica (o supuesto) en la que se afirma que el contraste entre las marcas de tales discursos sociales (contemporáneos) contrapuestos confiere, a las representaciones/interpretaciones producidas y/o reproducidas en uno de tales discursos, su específico significado diferencial.

83/ Su éxito explica el modo diferencial (y competitivo) en que cada discurso social produce la significación de un determinado fenómeno, en determinado momento de determinada sociedad; componente semántico de la significación.

84/ Se entiende, en este trabajo, por "operación analítica transformacional" aquella que relaciona los pares de marcas contrastadas en dos (conjuntos de) discursos sociales diferentes, pertenecientes a un determinado momento (una actualidad determinada) de determinada sociedad, con otros pares de marcas contrastadas en otros dos (conjuntos de) discursos sociales diferentes, pertenecientes a otro determinado momento (anterior o posterior, respecto de dicha actualidad) de esa misma determinada sociedad (l).

85/ Su aplicación depende de la hipótesis teórica (o supuesto) en la que se afirma que la transformación posible entre la específica significación diferencial de un fenómeno, en una actualidad determinada, y la específica significación diferencial de ese fenómeno, en otro momento determinado (anterior o posterior, respecto de dicha actualidad): a) no se ha producido, con lo que la significación del fenómeno sigue siendo la misma; o b) se ha producido, con lo que la significación diferencial no sólo no es la misma, sino que una de las enunciadas supera (o es superada por) las contradicciones inherentes a la otra.

86/ Sólo a condición de que la prueba de tal superación tenga éxito, podrá afirmar el investigador que posee la plenitud de la explicación de la significación de un determinado fenómeno, ya que, a más de la significación contrastada obtenida en función de un determinado momento, habrá establecido el modo histórico de dicha significación: componente dialéctico de la significación.

87/ Se entiende, en este trabajo, por "superación" la transformación de las peculiares características de la contradicción básica (inherente al hecho de que la significación de un fenómeno ocurre en el discurso social y no en el fenómeno) inicial, en otra contradicción subsiguiente de características peculiares (cuya estructura no se hará consciente si no es con el uso, en el tiempo, del discurso social que la contiene) y que deberá, a su vez, ser. superada (li).

88/ La sucesiva superación de esta secuencia de contradicciones constituye la trama histórica de los fenómenos sociales; reconstruirla, hasta el momento en que interviene el investigador o explicar el fenómeno en función de la trama histórica de los discursos sociales que le han ido confiriendo su significado constituye el objeto de conocimiento de una investigación en el ámbito de las ciencias sociales.

89/ Cuanto se ha ido desarrollando en los parágrafos precedentes constituye pautas metodológicas básicas para la investigación en ciencias sociales, derivadas de la reflexión crítica acerca de la posibilidad de una semiótica dura.


 

NOTAS

 

(i/ parág. 5). La indicación de que el problema de la calidad efectivamente científica de las ciencias sociales "todavía resulta importante" reconoce su trascendencia política, en cuanto afirmación de un espacio académico propio; advertir, no obstante, que "ya es de escaso interés" alude a la superación teórica de dicho problema, tanto por el generalizado rechazo, en las ciencias naturales, de "las lógicas de la justificación de la epistemología cl sica - empirista o racionalista -" (Lakatos, I., 1981: 176), como por la generalizada preocupación por establecer "la forma de la positividad" de las ciencias sociales (Foucault, M., 1968: 338).

(ii/ parág. 5). Definir a la ciencia como lenguaje no constituye una perspectiva específica de las ciencias sociales, sino que es pertinente a la ciencia en general; se sigue, en esto, el criterio de N. Bohr: "Estamos suspendidos del lenguaje de tal modo que no podemos decir qué está arriba ni qué está abajo" (citado en Bub, J., 1979: 453).

(iii/ parág. 9). Este concepto de fenómeno, que se postula como específico a las ciencias sociales, excluye la posibilidad husserliana de conocimiento del fenómeno en sí mismo y retoma la tradición kantiana: "en el fenómeno los objetos y la manera de ser que nosotros les atribuimos son siempre considerados como alguna cosa realmente dada; solamente que, en tanto esta manera de ser no depende más que del modo de intuición del sujeto en su relación al objeto dado, este objeto es distinto como fenómeno de lo que es como objeto en sí" (Kant, Crítica de la Razón Pura: Estética trascendental, 8, III; 1950: 79). En el mismo sentido define C.S. Peirce al fenómeno (o "fáneron"): "la totalidad colectiva de todo lo que está de algún modo o en algún sentido presente ante la mente, sin considerar en absoluto si se corresponde o no con alguna cosa real" (Peirce: 1.284). Fenomenismo que asume Peirce con clara conciencia de ser "el fenomenismo de Kant y no el de Hume. En realidad lo que Kant llamó su revolución copernicana fue precisamente el paso de la visión nominalista a la visión realista de la realidad. La esencia de su filosofía fue considerar al objeto real como determinado por el entendimiento" (8.15). Residuo idealista (y, mal que le pese a Peirce, también hegeliano) que, en la visión constructiva del fenómeno, se elimina determinando, a su vez, al entendimiento por el discurso realizado mediante el uso social de la lengua; cfr., por ejemplo, el materialismo explícito de M. Pˆcheux, quien cifra sus esperanzas en el proyecto teórico de Mel'cuk y Zolkovskij, de quienes cita la definición de "sentido": "El sentido es lo que es común a las diversas expresiones reconocidas y utilizadas por los sujetos hablantes como sinónimas o, más brevemente, el sentido es la invariante de las transformaciones sinonímicas (paráfrasis)" (Pˆcheux, M., 1975: 268).

(iv/ parág. 9). En este sentido, también, "la opinión de René Thom según la cual 'toda ciencia es el estudio de una fenomenología'" (citado por Marty, R., 1986: 341).

(v/ parág. 10). Lo que requiere estar atento para no incurrir en "el error de estímulo (...) o el error de cosa o el error de objeto, esto es, la suposición de que la cuenta que da la mente de una cosa es idéntica a todas o algunas de las propiedades objetivas de la cosa" (Arnheim, R., 1971: 103).

(vi/ parág. 10). El concepto de representación que se define en este parágrafo sintetiza "las dos nociones conectadas entre sí, que no eran claramente distinguidas en aquel tiempo" (el de Kanty Schopenhauer) "y que se han prestado a confusión hasta el presente. En uno de sus sentidos, el término tenía un empleo 'sensorial' o 'perceptual' - así en la óptica fisiológica de Helmholtz y en la sicología de Mach -, que lo vinculaba con las filosofías empiristas de Locke y Hume. En su otro sentido, tenía un empleo más 'público' o 'lingüístico' - así en la mecánica de Hertz -, análogo al de la expresión 'representación gráfica' de la física actual" (Janik, A. y S. Toulmin, 1974: 166). Esta síntesis constituye "la relación fundante de la epistemología, la relación entre conocimiento y representación, habida cuenta de los nuevos conceptos aportados a la investigación científica por las nuevas técnicas de representación de los conocimientos (Le Moigne, J.-L.,1986: 52). Lo que encuentra sus antecedentes en C.S.Peirce: "(...) nuestros juicios perceptuales son las primeras premisas de todos nuestros razonamientos (...), todos nuestros restantes juicios son otras tantas teorías cuya única justificación es que han nacido y nacerán de juicios perceptuales" (5.116). Obsérvese: "juicios perceptuales" y no "percepciones", en el mismo sentido en que, en este trabajo, se habla de "representaciones".

(vii/ parág. 10). Es, adem s, importante conservar el carácter sustitutivo de toda representación. "Una representación es ese carácter de una cosa en virtud de la cual, para la producción de determinado efecto mental, puede estar en lugar de otra cosa" (Peirce: 1.564). Así, la representación del fenómeno no es el fenómeno, sino algo que está en su lugar, en la medida en que así lo acepte o establezca determinada comunidad.

(viii/ parág. 11). El uso que aquí se hace del término "interpretación" se distancia expresamente del enfoque característico de la hermenéutica; ésta explora la eficacia interpretativa ya bien en el sujeto: "el discurso interpretativo depende del sujeto interpretativo, cualificado por un saber preliminar y una competencia explicativa que le permiten comprometerse en la búsqueda del sentido" (Alexandrescu, S., 1979: 217), ya bien en el comentario "que trasmite un saber cuya pretensión es la verdad" asociando lo persuasivo a lo propiamente interpretativo: "el comentario interpreta el relato que toma por objeto" (Panier, L., 1979: 240). La hermenéutica se constituye sobre "lo inacabado, la infinitud de las interpretaciones" y, por ello, "es necesario comprender (...) que la hermenéutica y la semiología son dos tristes enemigas. En efecto, una hermenéutica que se repliega sobre una semiología debe creer en la existencia absoluta de los signos" lo que contradice el tiempo de la interpretación (hermenéutica) que es circular (Foucault, M., 1964: 8). Este sentido duro de la semiótica es el que se desarrolla, en este trabajo, como base metodológica en la que se incluye el concepto de interpretación; es también el sentido analítico en el que R.H. Thomason escribe en su "Introducción" a la obra de R. Montague: "en el lugar de concebir al tiempo pasado como si actuase sobre los valores extensionales de las fórmulas, le haremos actuar sobre las intensiones, siendo éstas, como las extensiones, denotaciones posibles construidas a partir de una estructura interpretativa" (1977: 42). Así, en este trabajo, se enuncian algunas consideraciones muy generales acerca de la naturaleza y el uso de las operaciones analíticas (en cuanto estructuras interpretativas) que le permitan al investigador identificar las denotaciones posibles (intensionales y extensionales) de los discursos sociales que producen la significación de los fenómenos en estudio. También es éste el sentido en que M. Bunge caracteriza la interpretación (con la sola observación de que, en este trabajo, en cuanto referido al ámbito de las ciencias sociales, la interpretación de un hecho se considera siempre mediada por la interpretación de un signo, en el sentido amplio de texto o discurso, siendo esta mediación el objeto específico de la investigación): "Interpretamos un hecho cuando lo explicamos e interpretamos un signo artifical (símbolo) cuando averiguamos o estipulamos lo que significa en un determinado contexto . Y un signo artificial significa - si es que significa - lo que representa o sea, su designatum (...). En particular, un signo unidad o término es significativo si designa un conjunto no-vacío ; la designación es no-ambigua si el conjunto es un conjunto-unidad. Y una sentencia será significativa si representa un conjunto de proposiciones; la sentencia será ambigua a menos que represente una sola proposición y será sin-sentido si no representa ninguna proposición" (Bunge, M., 1973: 161). M s adelante se refiere a la "explicación interpretativa" a la que diferencia de las 'explicaciones subsuntivas", afirmando que "sólo las teorías representacionales, las teorías que intentan representar el modus operandi de sus correlatos, pueden dar explicaciones más profundas. Las llamaremos explicaciones interpretativas" (ibid.: 585). La diferencia con Bunge está en considerar que, en las ciencias sociales, el "modus operandi" sobre el que recae tal representación/interpretación y, por tanto, el que constituye el objeto de la correspondiente investigación, consiste en la productividad material del lenguaje natural (en la empírica forma social con que se manifieste) para la producción de la significación de los fenómenos. El lenguaje natural (en su pluralidad inherente a su carácter social) cumple, respecto de los fenómenos sociales, un papel semejante (pero multiplicado y complicado en forma tal que resulta indispensable el acotamiento que, para su estudio, se impone el investigador) al de las teorías científicas con respecto a los hechos a los que se aplican. Respecto de estas últimas, dice P.K. Feyerabend, en un artículo ya cl sico: "Hechos y teorías están conectados mucho más íntimamente de lo que admite el principio de autonomía. No sólo la descripción de cada hecho singular depende de alguna teoría (la que, por supuesto, puede ser diferente de la que se está comprobando). Existen también hechos que no pueden desenterrarse más que con la ayuda de alternativas a la teoría que se comprueba, y que resulta inaprovechable tan pronto como se excluyen dichas alternativas. Esto sugiere que la unidad metodológica a la que debemos referirnos cuando se discuten cuestiones de prueba y de contenido empírico está constituida por un conjunto global de teorías en parte superpuestas, factualmente adecuadas, pero mutuamente inconsistentes (Feyerabend, P.K., 1970: 330). Así como la reflexión epistemológica posee un nivel metalingüístico respecto de las teorías científicas (naturales) que estudia (y aquí se inserta la reflexión de Feyerabend respecto de la existencia de "hechos que no pueden desenterrarse" más que tomando en cuenta multiplicidad de teorías o, al menos, sus alternativas) así las ciencias sociales poseen ya, en cuanto teorías formuladas, un nivel metalingüístico por intervenir en la multitud de los lenguajes sociales sin los cuales ningún fenómeno lograría ser desenterrado (o sea, no se lograría establecer la interpretación de la eficacia de tales lenguajes para la producción de la significación de determinado fenómeno).

(ix/ parág. 12). Pese a que el tema de la recursividad o recurrencia es tentador por lo fructífero que resulta para el conocimiento de los procesos de producción del conocimiento (a partir de la formulación del 5§ postulado de Peano), se lo menciona aquí, tan sólo como una reflexión metateórica acerca de las definiciones de los parágrafos 10 y 11 precedentes. La intención ha sido vincular, mediante una necesariedad conceptual, las operaciones sociales de representar e interpretar, estableciendo la imposibilidad de definir una sin acudir a la otra, pero manteniéndolas como diferentes (disintiendo, en esto, de ciertos comentarios de N.R. Hanson a quien lo que le interesa es negar la dualidad de ver e interpretar: "Nos atreveríamos a decir que 'la interpretación es la visión'", 1977: 104; pero que formula interesantes observaciones acerca de la diferencia entre "ver como" y "ver que", lo que permite aproximar su noción de ver o de visión a la que aquí se plantea de representar o representación). El problema que plantean las definiciones recursivas, en el sentido en que se las formula en este trabajo, se relaciona íntimamente con las que H. Poincaré denominó "definiciones impredicativas" y que B. Russell retomó como "principio del círculo vicioso", en la crítica a G. Frege, a! proponer su teoría de los tipos (Hatcher, W.S., 1968: 115 ss).

(x/ parág. 13). Pasa por aquí una sutil línea de diferencia entre las ciencias naturales y sociales. Por supuesto que, en principio, en uno y otro caso, se trata de ciencias y, así, no se plantea la diferencia en función de este concepto común . También es común a ambas la no-inmediatez del objeto de conocimiento; pero es diferente el instrumento que pone la mediación. En las ciencias cuyo objeto de conocimiento está constituido por los fenómenos sociales, la mediación sobre la que interviene la reflexión científica es, según se sostiene en este trabajo, el discurso social; en las ciencias cuyo objeto de conocimiento está constituido por los fenómenos naturales, la mediación está puesta por el discurso científico histórico (en cuanto precedente al del investigador que interviene en un momento determinado y que percibe su objeto a través de tal discurso precedente). No obstante, esto debe entenderse en cuanto predominio y no de un modo absoluto; los objetos del conocimiento científico natural también están mediados (adem s de por el discurso científico histórico pertinente) por el discurso social que, al menos, les atribuye una importancia cambiante y, en ocasiones, propone modos éticos y estéticos de representación/interpretación de tales objetos y que son recibidos por la reflexión científica (cuando lo son) como anticipaciones, objetivos o restricciones del conocimiento científico natural. Tal ocurre, por ejemplo, con "la utilización del lenguaje metafórico en un contexto científico", en cuyo caso, tal lenguaje "juega un papel en el desarrollo y articulación de teorías de ciencias relativamente maduras. Su función es una especie de catacresis o sea, se usan para introducir terminología teórica cuando no existe otra previamente" (Boyd, R., 1979: 357), así como "con las categorías de la mente que irán cambiando por acomodación del lenguaje y de la experiencia" (Kuhn, T.S., 1979: 418-9). Por su parte, los objetos del conocimiento científico social también están mediados (adem s de por el discurso social en el que intervienen) por la propia historia del discurso científico particular que establece, al menos en sus fracasos, las ausencias e inconsistencias en la formalización de alguna ciencia social particular y, consiguientemente, en la explicación de los fenómenos sociales en estudio. Se constituyen, así, anticipaciones de problemas, objetivos de conocimiento y restricciones (el "obstáculo epistemológico" bachelardiano) que se le imponen, como exigencias de superación, al investigador que interviene en un momento determinado; "todo esto, naturalmente, significa que el esfuerzo por acercarse más a una verdad definitiva, matemática o de otro tipo, nunca tiene fin. Lo que se necesita en cada fase es justamente que el pensamiento y la comunicación de uno estén en armonía con el contexto total, experimental y teórico, para el que son relevantes y la clave de tal armonía está en la sensibilidad para captar la disarmonía ("disharmony", en el original) en lo que se ha hecho ya" (Bohm, D., 1979: 438). Cfr., en este mismo trabajo, los parágrafos 35, 36, 64 a 70 y 73 a 76 y sus notas.

(xi/ parág. 14). Téngase en cuenta, también, el parágrafo 88. Peirce concibe la investigación, después de afirmar su identificación con el "estado de duda", del siguiente modo: "De este concepto salta el deseo de lograr establecer una opinión que consiste en determinada conclusión independiente de todas las limitaciones individuales, independiente del capricho, de la tiranía o de los accidentes de cualquier eventualidad...., - una conclusión a la cual llegaría cualquier hombre que haya seguido el mismo método y que lo haya exigido suficientemente. Al esfuerzo para lograr establecer tal opinión se lo llama investigación. La lógica es la ciencia que enseña si estos esfuerzos están correctamente dirigidos o no" (Peirce: 7.316). Pero, cfr. parágrafo 70 y su nota.

(xii/ parág 17). El problema suele plantearse respecto de la corrección o incorrección de decir que el lenguaje de las ciencias sociales es el lenguaje natural o sea, que en las ciencias sociales se utiliza el mismo lenguaje que en el habla cotidiana, diferenciándose, tan sólo, entre un "discurso científico informal" y un "discurso científico formal", en función de las características del "empleo" del lenguaje natural (Bloomfield, L.,1973: 99); o bien si, pese a la analogía formal entre el lenguaje utilizado en los textos de las ciencias sociales y el utilizado en el discurso social, se puede calificar al primero de efectivamente "natural", por oposición al lenguaje de las ciencias "de la naturaleza o de la materia, caracterizadas por el empleo de sistemas semiológicos propios" (Gardin, J.- Cl.,1987a 38; quien responde a su propia pregunta con la afirmación de que, en el caso de las ciencias sociales, se trata de "una oposición de hecho" debida "únicamente al estado primitivo donde permanecen la mayoría de ellas , en el camino hacia una simbolización eficaz de los hechos que estudian", con lo que conviene en coyuntural lo que, en este trabajo, se considera de profunda raíz epistemológica: la calidad semiótica de los fenómenos que estudian las ciencias sociales). Los investigadores del análisis del discurso son quienes han afirmado y asumido las consecuencias teóricas y operativas del carácter metalingüístico de los textos científicos que producen, ya bien como intervención en un 'preconstruido' para designar aquello que reenvía a una construcción anterior, exterior, en todo caso independiente, por oposición a lo que 'construye' el enunciado" (P. Henry, citado y asumido en Pˆcheux, M., 1975: 88-9), ya bien acudiendo a una "metalengua de descripción" inherente a "los textos consagrados al análisis del discurso como un discurso que tiene por objeto al discurso o a los discursos" (Marandin, J.-M., 1977: 55 y 33). También la semiótica misma se ha considerado como un metalenguaje, tanto en los textos ya cl sicos: "La semiótica, como ciencia, utiliza signos especiales para establecer hechos acerca de signos; es un lenguaje para hablar acerca de signos" (Morris, C., 1969: 86), como en aportes epistemológicos más recientes; así, afirmando el carácter interpretativo de la semiótica, H. Parret la considera "un metadiscurso que transpone el sentido mediante la descripción", concluyendo como propuesta de trabajo: "la teoría de la comprensión deberá referirse al hacer-saber ("making-to-know" en el original) de la semiótica. Para traducir estos contenidos epistemológicos en aportes metodológicos, trataré la profundidad y la generatividad vinculando estas nociones a la construcción y a la reconstrucción. La generatividad y la profundidad semióticas son radicalmente específicas, por una parte, con respecto a la generatividad y profundidad que construimos por transposición traslativa (en el uso del lenguaje ordinario, por ejemplo) y, por otra, con respecto a la generatividad y profundidad que reconstruimos por transposición explicativa (en las ciencias sociales, por ejemplo)" (Parret H., 1983: 78 y 81). En el enfoque metodológico que se plantea en este trabajo y formulándolo en términos de H. Parret, la semiótica se constituye como un conjunto de reglas (metalenguaje de 2do grado) que controlan la transformación del resultado de la tarea de transposición traslativa (mediante la que se construye el discurso social: lenguaje objeto) en el resultado de una transposición explicativa (con la que se reconstruye el discurso social en el texto del discurso científico: metalenguaje de 1er grado), siendo esta última tarea la específica a las ciencias sociales ya que explica la eficacia social de las representaciones/interpretaciones de tal discurso social.

(xiii/ parág. 17). L. Hjelmslev, incorporando los desarrollos lógicos de su época (circa 1940; con especial alusión a los trabajos de los lógicos polacos, entre los que destaca, en lo que aquí interesa respecto de la noción de "metalenguaje", Alfred Tarski; cfr. Tarski, A., 1956), reconoce "la existencia de semióticas cuyo plano del contenido es, él mismo, una semiótica que trata de una semiótica" (Hjelmslev, L., 1971: 150). No obstante, siguiendo desarrollos lógicos posteriores (cfr., en especial, Curry, H.B., y R. Feys, 1967:58-61), a los efectos de evitar "los peligros del 'modo autónimo de hablar' - el modo, esto es, en el cual un ejemplar de una expresión simbólica se usa como nombre de esa expresión", así como para tomar los resguardos necesarios a los efectos de "estar seguros de que se ha evitado la 'confusión entre uso y mención'" (ibid.: 49-50), se ha considerado conveniente distinguir entre "metalenguaje" y "lenguaje exterior" a otro lenguaje (Desclès, J.P. et Guentcheva Desclès, 1977: 2), exigiendo, como criterio diferencial, que en el primero se utilice la misma lengua y que en el segundo intervenga "un sistema simbólico artificial y por tanto 'exterior' a la lengua" (ibid.: 5), en este sentido, las ciencias sociales, mientras se desarrollen formalizando (ver parágrafos 58 a 60) el lenguaje natural para dar cuenta de discursos producidos en tal lenguaje natural, se construirán como metalenguajes propiamente dichos; cuando utilicen un lenguaje simbólico (artificial) para dar cuenta de los discursos producidos en lenguaje natural, se construirán como lenguajes exteriores al lenguaje en estudio. La diferencia es importante, ya que mediante el metalenguaje una lengua puede decirlo todo, en particular describirse a sí misma" (Z.S. Harris, citado en ibid.: 9) mientras que el recurso a un lenguaje exterior responde al hecho de que "para Saumjan, estudiar las propiedades de una lengua (o lenguas) - o sistema U, objeto de estudio - significa construir otro sistema, llamémosle A, que tenga por finalidad 'simular' una (o varias) lengua(s)" (ibid.: 18). Esta finalidad de simulación implica la posibilidad de explicar los procedimientos mediante los cuales el lenguaje natural (sus discursos) en estudio produce la significación de los fenómenos de los que habla, por lo cual, el concepto de "lenguaje exterior" resulta más fructífero que el de "metalenguaje, pese al sustrato lógico común a ambos. Instrumentalmente, esto adquiere trascendencia cuando se apunta, en la investigación, a la elaboración de programas de inteligencia artificial o sea, "al análisis de los razonamientos propios de las ciencias humanas, considerados desde las nuevas perspectivas abiertas por los sistemas expertos" (Gardin, J.-CI., et al., 1987b: 1). Por su importancia para la comprensión del enfoque global del presente trabajo, en el que todos los pasos metodológicos tienden a hacer posible una constante consideración crítica de la aplicación del razonamiento al progreso y culminación de una investigación, resulta de interés la precisión que formula J. Cl. Gardin: "¨Cuál es el objeto que designamos como tal cuando hablamos del estudio o del análisis de los razonamientos? Una respuesta cómoda, aunque incompleta, es que la expresión concreta de un razonamiento en ciencia es el propio texto científico, donde el autor expone las operaciones intelectuales que lo han conducido desde la observación de ciertos hechos empíricos al enunciado de proposiciones designadas de diversos modos: tesis, hipótesis, interpretaciones, conclusiones, comentarios, explicaciones, etc." (ibid.: 4). Por razones de facilidad comunicativa, no obstante, en el presente trabajo, se hace constante y exclusiva referencia al carácter metalingüístico del "texto científico" de las ciencias sociales (en cuanto, esta última expresión es sinónima de "ciencias humanas" habitual entre los autores franceses), sin usar la diferencia entre metalenguaje y lenguaje exterior. Cfr., también, la nota al parágrafo siguiente.

(xiv/ parág. 17). No se desarrolla, tampoco, en este trabajo, la diferencia entre metalenguaje, metalengua, metatexto y metadiscurso ya que, pese a su importancia teórica, harían excesivamente farragosas estas notas y/u oscurecerían la aplicabilidad de las orientaciones metodológicas del texto (uno de sus más completos desarrollos puede encontrarse en el citado Desclès, J.P. et Z. Guentcheva Desclès, 1977); tampoco la, en última instancia, inexistencia del lenguaje objeto (en sentido estricto, por ser signos u objetos semióticos y no cosas, hechos o fenómenos en sí, el referente de cualquier lenguaje), siendo suficiente con esta observación para entender el sentido con que se utiliza tal expresión (lo que hace que, incluso, las ciencias naturales usen ya un metalenguaje en su textualidad; el único lenguaje objeto es el de los fenómenos en cuanto ya signos). No obstante, provisionalmente, se conservará la expresión "lenguaje objeto" para referirse al discurso social y al discurso (no metodológico) de las ciencias naturales; por lo que, al discurso de las ciencias sociales se lo considerará "metalenguaje" (de 1er grado), calidad que también posee el discurso metodológico de las ciencias naturales; al discurso metodológico de las ciencias sociales se lo considerará "metalenguaje" (de 2do grado), calidad que comparte el discurso epistemológico relativo a las ciencias naturales; puede por ello decirse que el discurso epistemológico relativo a las ciencias sociales ostenta la calidad de "metalenguaje" (que sería de un 3er grado).

(xv/ parág. 18). "En la medida en que toda proposición metalingüística relativa a los lenguajes naturales es analítica" (Lyons, J., 1977: 292), el carácter de las operaciones (analíticas) constitutivas de una metodología en ciencias sociales es metalingüística. La reflexión sobre las peculiaridades metalingüísticas de tales operaciones metodológicas (que aquí se postulan de 2do grado por la exigencia de dar cuenta, simultáneamente, en forma sucesiva o acumulativa, de las relaciones inherentes al discurso social y las inherentes al discurso teórico) todavía está por hacerse, al menos según la información de la que, en este trabajo, se dispone. Existe, no obstante, la plena conciencia de la necesidad de trabajar (metalingüísticamente) con "una cadena de operaciones explícitamente definidas que las vincule" (a las tesis) "con los hechos" (Gardin, J.-CI., 1987b: 6); a su vez, se es consciente de que "el desarrollo de los sistemas expertos, en ciencias humanas como fuera de ellas, se vincula esencialmente al progreso en las técnicas llamadas de 'Representación y Tratamiento de los Conocimientos"' (ibid.: 12) (también de neto carácter metalingüístico), con lo que las exigencias de programación constituyen un reaseguro del rigor de las operaciones analíticas utilizadas, sin que despierte temor el hecho de asumir, de ese modo "una perspectiva en todo caso no-filosófica, sino más bien técnica, tecnicista, tecnocrática incluso" (ibid.: 10). La reflexión metodológica en ciencias sociales se ve obligada, por tanto, a modificar el ámbito de referencia de sus criterios y hábitos de validación, que ya no encuentran su fundamento en puras consideraciones de razonabilidad lógica, sino en la medida en que tal razonabilidad lógica constituye la posibilidad de una implementación operatoria (calculabilidad o computabilidad): "se trata, ahora, de dotar a esta máquina de mecanismos que le permitan controlar el estado de sus conocimientos de tal manera que pueda concebir estrategias de razonamiento que se concreten mediante la realización de una tarea dada. Entre las operaciones de razonamiento sobre el razonamiento, las más importantes son: -Demostrar que se lo puede demostrar (...). -El autoaprendizaje (...). -La búsqueda de soluciones elegantes (...)" (Sallantin, J., 1986: 131), operaciones, todas ellas, que implican la práctica de una reflexión metalingüística. Pero, con frecuencia (también es necesario decirlo), las propuestas analíticas relacionadas con la inteligencia artificial parten de un mundo (o de sus fenómenos) que parecen representables según una "lógica natural" o según la interrelación de "primitivos semánticos" (Jackendoff, R., 1987: 91 passim), con lo que se pretende eliminar la consideración del lenguaje natural portador de esa lógica y atribuidor de esa semántica y con lo que se pondría a salvo de las divergencias de los lenguajes naturales, y por supuesto, de la historia. Se privilegia la observación del investigador como fuente de una segura (y, por tanto, suprema) racionalidad que, adem s (garantizada por la sinceridad del propio investigador), sería universal (o común a cualquier mente) y a-temporal (o eterna); cfr. frente a esto los parágrafos 28 a 32. Este mundo, "visto por un marciano" (parafraseando la crítica a Chomsky de Gadet, F. et M. Pˆcheux, 1981: 219) o ese lenguaje arbitrario y, por tanto, prescindible "pero solamente bajo la mirada impasible de Sirius" (según ironiza Benveniste, E., 1966: 51), es en realidad mucho más desconfiable que el contingente pero positivo (empírico) discurso que lo nombra (al mundo) y lo utiliza (el lenguaje). El razonamiento automático sobre el razonamiento se hace eficaz y explicativo cuando el razonamiento sobre el que razona está materializado en frases efectivamente en uso, en determinada sociedad. Si esto se completa con un lenguaje teórico que viene siendo elaborado (formalizado) progresivamente por los científicos a lo largo de la (corta o larga) historia de cada ciencia particular y que le proporciona los razonamientos concretos con los que razona, se habrá ubicado, en la relación que las hace eficaces, a las operaciones metodológicas en ciencias sociales: el punto (metalingüístico) de confluencia del lenguaje teórico y el discurso social. Los científicos sociales tienen, adem s, la ventaja de contar con la larga y debatida experiencia que acompañó, en la epistemología de las ciencias naturales, a las modificaciones de las "reglas de correspondencia", en cuanto "descripciones de los diferentes procedimientos experimentales de conectar a las teorías con los fenómenos" (Suppe, F., 1979: 134), lo que mutatis mutandis se aplica a las operaciones analíticas (metalingüísticas) a las que se refiere este trabajo.

(xvi/ parág. 20). Al diferenciar los datos de la información, por una parte, se profundiza en la distancia que separa este enfoque metodológico del "empirismo de secano" al que se refiriera N.R. Hanson (1977: 21 y 27) y, por otra, se ajustan los conceptos para separar lo perceptualmente observable de lo que, en mayor o menor medida, ya implica alguna forma de transformación explícita (inferencia). En el primer aspecto, es contundente lo que afirma P. Suppes: "Lo que quiero hacer es esto: considerar las tesis filosóficas cl sicas de que se puede dar una interpretación causal absoluta de los fenómenos, de que se puede obtener de los fenómenos naturales una ley definitiva de tipo determinista y de que es necesario algún fundamento firme de la certeza perceptual para lograr un conocimiento seguro del mundo. Las tres son falsas y definitivamente anticuadas de acuerdo al tipo de teorías que en la actualidad han llegado a imponerse en la ciencia (...). Cuando se trata de conocimiento, los cimientos reales descansan sobre la arena y no sobre roca" ( 1979: 322-3). Conviene observar que las tesis expresamente negadas por P. Suppes son las que más frecuentemente se ostentan para criticar la falta de rigor científico de las ciencias sociales y que Suppes las enuncia tras un trabajo en el que profundiza el problema de la corregibilidad de los datos, como un análisis crítico previo a su identificación y utilización. Pero la sencillez del reconocimiento de lo endeble del conocimiento científico (sea natural o social) no justifica el registro intuitivo y acrítico de los fenómenos sociales que han de ser objeto de estudio, rechazándose su carácter apriorístico y condicionándolos a las características y calidades de la medición que registra de ellos lo que, en este trabajo, se denomina "información". Buscando otro ámbito al problema de dotar del rigor adecuado al análisis en ciencias sociales, M. Borillo propone "sustituir la información, tal como se la utiliza en el razonamiento tradicional de las Ciencias del Hombre, multiforme, irregular, implítica (...) por los datos, en la acepción estricta que el término posee en las Ciencias de la Naturaleza" (1977:7). Aquí, datos e información designarían al mismo conjunto de entidades, diferenciándose por el rigor del razonamiento con que se los considera. El cambio de nombre apunta a provocar un cambio radical de actitud ("un tel bouleversement") que M. Borillo identifica con el cumplimiento de la que denomina "condición mínima de regularidad", en cuanto "la correspondencia entre los fenómenos y los sistemas simbólicos encargados de representarlos debe ser tal que dos fenómenos idénticos deben tener necesariamente la misma representación y que a dos representaciones idénticas deben corresponder dos fenómenos idénticos o 'equivalentes', atendiendo a los criterios del estudio" (ibid.). Cfr. los parágrafos 73 a 76. Se opta, en el presente trabajo, por mantener diferenciados los términos "información" y "dato", no asignando uno a las ciencias sociales y el otro a las ciencias naturales, sino acotando el segundo (dato) al registro de los "discursos sociales" (cuya problemática será la de constituir el corpus adecuado, necesario y suficiente) y el primero (la información) al registro de determinadas marcas y relaciones materializadas en tales discursos sociales (cuya problemática será la de su identificación, contraste y transformabilidad, mediante las correspondientes operaciones analíticas; cfr. parágrafo 51 y 64). Cfr., también las notas a los parágrafos siguientes.

(xvii/ parág. 21). El concepto de dato que se propone en este parágrafo presenta un doble aspecto: por una parte, su diferenciación del fenómeno y, por otra su diferenciación de la información (para esto último, cfr. las notas al parágrafo siguiente). Si la primera actividad de una investigación, en ciencias sociales, consiste en recopilar los datos y estos no son los fenómenos, los fenómenos quedarían excluidos de la investigación; no obstante, lo que se desea excluir es la consideración trivial, intuitiva, holística de los fenómenos o sea, al fenómeno en sí. Por esta causa, lo primero que se incluye, como actividad elemental de toda investigación, es la recopilación del instrumento social (el discurso social) que los registra (ver parágrafo 24 y su nota). La materialidad del fenómeno, como garantía de objetividad inicial para la investigación, es una falacia; lo que el fenómeno objetivamente es, es el modo de ser representado e interpretado por determinada sociedad, lo que se ha definido, en otro lugar, bajo la expresión "objeto semiótico" (Magariños de Morentin, J. A., 1986: 151-2). Esta dependencia de lo objetivo a lo social figura entre las anticipaciones formuladas por C.S. Peirce, que han contribuido a su redescubrimiento: "(...) el verdadero origen del concepto de realidad muestra que este concepto incluye la noción de una COMUNIDAD, sin límites definidos y capaz de un determinado incremento de conocimiento" (5.311); "(...) el principio social está intrínsecamente enraizado en la lógica" (5.355), o bien, "La lógica está enraizada en el principio social " (2.654). Pero tal representación y/o interpretación no es objetiva ni directamente cognoscible (ver parágrafo 33); cuando se ha tratado de iniciar la investigación mediante la descripción del fenómeno lo que se ha hecho es partir de su representación/interpretación, tal como la intuye el investigador; esto ha deslizado a las investigaciones en ciencias sociales hacia consideraciones predominantemente subjetivas y/o literarias (ver parágrafo 62). O sea, no se excluye aquí al fenómeno para privilegiar la construcción mental de su representación/interpretación, sino que se lo excluye, justamente, para evitar que se parta de una acríticamente supuesta representación/interpretación. Por ello, lo que se considera efectivamente objetivo es tomar, como dato, a los textos de los discursos sociales que hablan del fenómeno, en cuanto materialidad empíricamente observable, cuyo conjunto efectivamente disponible en una sociedad contiene el conjunto de las relaciones posibles con las que dicha sociedad construye a dicho fenómeno (cfr. Foucault, M., 1970: 50 ss, para el concepto de "formación discursiva", afín a lo que se viene desarrollando). Este tratamiento del discurso como materialidad ha sido posible en virtud de la consideración de la lengua como materialidad y no según la clásica visión saussureana de la lengua como "vínculo social" consistente en "la suma de imágenes verbales almacenadas en todos los individuos" (Saussure, F. de, 1972: 97). Esta "suma" no es inmediatamente accesible; lo que sí lo es es el conjunto de los discursos que circulan efectivamente en determinado momento de determinada sociedad. Así ha podido escribir E. Benveniste que la lengua "funciona como una máquina de producción del sentido" (1974: 97). Esta "conversión teórica que toma en cuenta la existencia histórica de las "materialidades discursivas' desplaza, a la vez, la cuestión del sujeto y la de los datos, ya que, más allá del análisis sintáctico de la secuencia, tiende a reemplazar la interpretación semántica (...) por una práctica de la interrogación a los textos referidos a su posición en el campo histórico" (Gadet, F., et. M. Pˆcheux, 1981: 170). La debilidad de las ciencias sociales ha consistido en comenzar por tal "interpretación semántica" (referida a los discursos o referida a los fenómenos cuya interpretación se ponía fuera de discusión, como lo obvio); por el contrario, la posibilidad de consolidar la estructura científica de las ciencias sociales se basa en esta "práctica de interrogación de textos" que, aquí, se constituyen en los datos primarios de toda investigación. O sea, que, si se desea conservar el concepto de fenómeno, los fenómenos que estudian las ciencias sociales son los textos o discursos que produce determinada sociedad; una clase especial de fenómeno, por supuesto, ya que se trata de fenómenos que construyen la significación de otros fenómenos, habiendo sido (y siendo todavía) el acceso inmediato a dicha significación un espejismo en la historia de la conciencia. El tratamiento informático del análisis del discurso ha ido incrementando la preocupación por el registro empírico de las secuencias (frases) que producen el significado y no a la inversa. La óptica global para la aproximación a los hechos discursivos "ha sido resumida bajo la definición de 'morfología discursiva'". Morfología se toma aquí en su acepción cuasinaturalista: se trata de determinar, de observar, de clasificar una pluralidad de 'formas' en cuanto 'haces de rasgos' que permitan aislar y reconocer, no 'especies', sino los funcionamientos discursivos determinantes" (Lecomte, A., et P. Plante, 1986: 92). Sólo esta inversión en la consideración de lo que se entiende por lengua y discurso permite conferir a los discursos sociales el empírico y objetivo carácter de datos.

(xviii/ parág. 22) El concepto cl sico de "información como magnitud medible mediante una expresión isomorfa de la entropía negativa" (Bertalanffy, L. von, 1976: 93; considerando a tal "entropía negativa o información" como "una medida del orden o de la organización, ya que la última, en comparación con la distribución al azar, es un estado improbable", ibid.: 42) no contradice (al menos, ya que adem s puede caracterizar) lo que en este trabajo se designa como "información". En efecto, considerada como las representaciones/interpretaciones identificables en los datos, consiste en un orden medible (computable) entre aquellas relaciones físicas o "características distintivas" percibibles "en el plano de expresión del lenguaje" (Malmberg, B. 1969: 6) y, por tanto, manifiestas (si bien requieren de determinadas operaciones analíticas para su establecimiento y la descripción de su operatividad) en el discurso social. B. Malmberg estudia la información en relación a la distinción fonológica en cuanto "la secuencia de contenido ha sido segmentada en una serie de elementos de contenido discreto" (ibid.: 106); en este trabajo, se la considera sintácticamente y la identificación de los correspondientes elementos discretos será o no aceptable en la medida en que permitan, por identificación, contraste y transferencia (o sea, mediante relaciones parafrásticas o de sustitución) establecer las posibilidades semánticas de representación/interpretación actualizadas en cada concreto discurso social (lo que concuerda con el concepto sistémico, en cuanto "medida de la organización" en la producción del significado, frente a "la distribución al azar" de otras muchas relaciones existentes en el mismo discurso y que no conducen a la significación en estudio). El planteo está, también, muy próximo (y en la práctica metodológica resulta aplicable) a la propuesta de una gramática formal de un "lenguaje desambiguado", de naturaleza fundamentalmente sintáctica, como lo formuló R. Montague (1977: 158 ss).

(xix/ parág. 22) El conjunto de la información (identificable, contrastable y transformable; cfr. parágrafo 77) proporcionada por determinado corpus de datos (que el investigador considera adecuado, necesario y suficiente; cfr. parágrafo 36) constituye un dominio, en el sentido en que D. Shapere utiliza este término, siendo aplicables igualmente, a esta reflexión metodológica, las condiciones que exige para la asociación de los items de la información en tal dominio: "1 . La asociación se basa en alguna relación entre los items. 2. Este cúmulo así relacionado presenta un aspecto problemático. 3. Este problema es un problema importante. 4. La ciencia está 'lista' para ocuparse del problema" (Shapere, D., 1979: 578). En el presente planteo metodológico, el problema consiste, específicamente, en reconocer a dicha información como productora de la representación/interpretación con la que se construye la significación social de un fenómeno; siendo el establecimiento de esta significación social lo que constituye la importancia de tal problema.

(xx/ parág. 22) La primera distancia a tomar, cuando se habla de "información" en el sentido de este parágrafo, es frente al análisis del contenido. Corno expresa J. Cl. Gardin "todo proyecto de un método general de análisis del contenido en ciencias humanas (...) es una contradicción en los términos (...) Cuando Philip Stone y sus colaboradores elegían llamar general Inquirer al programa de análisis de contenido que había de proporcionarles cierto renombre y cuando en el voluminoso libro publicado en 1966 bajo ese título, se informaba que el mismo computer approach se había seguido para elucidar el contenido de textos tan diferentes como cuentos esquimales, discursos políticos americanos, los últimos escritos de suicidas, verdaderos o falsos (hombres y textos) y muchos otros, un lector apresurado podía concluir que existía sin duda, de ahora en adelante, un "método general de análisis de contenido en ciencias humanas" (...) El método de análisis de contenido se reduce, en la práctica, a una indexación fundada en el empleo de un diccionario automático o tesaurus, diferente para cada aplicación; nada de general aquí, en consecuencia" (Gardin, J. Cl., 1987a: 61-2). El mismo Gardin continúa desarrollando la historia del tratamiento automático de la información recordando "que los primeros trabajos de análisis de textos (...) tuvieron por objetivo la construcción de 'sistemas de pregunta - respuesta' capaces de detectar ciertas correspondencias de sentido entre el enunciado de preguntas formuladas en una lengua natural y las bases de datos formadas por textos o fragmentos de textos escritos en la misma lengua", lo que, no obstante el progreso que implicaba frente al análisis de contenido, evidenciaba "la incapacidad en que se está para dar cuenta de las equivalencias de sentido más simples entre determinados enunciados de una misma lengua si no se define un metalenguaje que implica, de manera casi tautológica la declaración misma de la equivalencia" (ibid.: 745). Finalmente, alude a la aparición, en 1974, de "un informe Minsky cuyo título, la sustancia y sobre todo la frecuencia de las citas que aporta, permitirían pensar que constituye un primer manifiesto sobre las posiciones teóricas del análisis de textos. Vale la pena recordar al menos el título: "Un marco (general) para la representación de los conocimientos'. No se podría definir de manera más exacta y más concisa, en efecto, el problema central del análisis de textos. El objetivo de Minsky, sin embargo, era menos una teoría del lenguaje que, según sus propios términos, 'una teoría parcial del pensamiento tal como se manifiesta mediante la producción y la comprensión del lenguaje natural'. Lo esencial de la tesis es que, en toda actividad de este tipo, el sujeto acude necesariamente a los datos de la memoria, estructurados de determinada manera; resta por determinar lo que son esos datos (componente semántica) y la manera en que están organizados (componente lógica) (...). Se postula que los tipos de estructuras lógicas semánticas movilizadas en la producción y comprensión del lenguaje natural son finitas en número, desde el punto de vista de su forma y que es posible dar una caracterización de ellas, independiente de su contenido. En esta última vía se han enrolado, siguiendo a Minsky, la mayoría de los teóricos de la inteligencia artificial aplicada al análisis de textos" (ibid.:75-6). Es esta también la dirección que sigue el presente trabajo; así el concepto de información puede entenderse en este contexto histórico y de proyección analítica como el conjunto de las marcas y relaciones sintácticas identificables en el discurso social (sin hacer distinciones, provisionalmente, entre "discurso" y "texto", pero tomando la expresión en su sentido plenamente material de modo que se exija a lo que se recopile como "discurso social" o datos, su presencia perceptual empírica y no en cuanto alusión a una totalidad ideal) en cuanto socialmente utilizadas para producir los componentes semánticos (representativos/ interpretativos) del significado de un fenómeno; y que, por tanto, pueden permitir la construcción de una base de datos que represente, a su vez, la potencialidad expresiva de una sociedad. Estas marcas y relaciones se identificarán e interrelacionarán (por contrastación y transformación) mediante las operaciones analíticas pertinentes, según las pautas esbozadas en los parágrafos 72 a 89, proporcionando así una base objetiva y un proceso criticable a la propuesta explicativa de determinado fenómeno.

(xxi/ parág. 22). La relación de la información con la representación/interpretación constituye el principal desafío para la utilización fructífera del concepto de información; las posibilidades éxito y los riesgos de fracaso confluyen en este punto: "la esencia de la información reside en la configuración u organización de las señales, independientemente de la naturaleza sustantiva de éstas" (Buckley, W., 1978: 223). La información en cuanto marca o relación sintáctica es empírica y observable; en cuanto productora o portadora de representación/interpretación es conceptual e inferible (cfr. el parágrafo 33). La única alternativa del investigador (y lo que, en definitiva, lo constituye en tal) consiste en construir rigurosamente (según las exigencias de la lógica y del lenguaje teórico de su ciencia particular) la cadena de proposiciones que vayan de la información (como conjunto de premisas) a la representación/interpretación (como conclusión). El problema está actualmente elaborado en términos de la inteligencia artificial, lo que proporciona el control adicional del sistema de procesamiento; "se debe recordar que el procesamiento de un 'objeto', un 'problema' o un 'acontecimiento', el movimiento de 'un brazo mecánico' o de un 'peón' sobre un tablero de ajedrez, si se produce mediante una computadora, se dice que son todos prototípicos de la inteligencia artificial, si (1) esos objetos no se procesan por sí mismos (o sea en su materialidad básica), sino bajo una representación simbólica de algún tipo y (2) si la manipulación de los elementos de esta representación (es decir, la producción, el reconocimiento o la transformación de estos elementos simbólicos) se controla, en alguna medida, mediante reglas específicas" (Meunier, J. - G., 1989: 53-4). Lo observado por Meunier bajo el punto (1) es homólogo a la diferencia establecida en este trabajo entre dato e información: el dato, en cuanto materialidad observable, no es procesable por sí mismo, sino que requiere que determinadas relaciones que contiene sean traducidas según alguna representación simbólica; o sea la información consiste en el conjunto de representaciones/interpretaciones identificables en los datos . Por otra parte, coincidiendo con la condición (2), la manipulación (identificación, contraste y transformación; cfr. los parágrafos 77 a 86) de esta información requiere de determinadas operaciones analíticas metodológicamente básicas y específicamente adecuadas (o adecuadas a los textos de la ciencia social particular en cuyo ámbito trabaje el investigador).

(xxii/ parág. 24). En el amplio espectro de definiciones de "discurso", se prefiere continuar sosteniendo, provisionalmente, la formulada como "producto textual de las operaciones cognitivas, socialmente adquiridas por determinado emisor, en el cual y con las cuales se construyen los significados del mundo semiótico posible para ese determinado emisor" (Magariños de Morentin, J. A. y col., 1989: 22), que mantiene completa coherencia con el presente desarrollo metodológico.

(xxiii/ parág. 31). Como trasfondo del presente trabajo (que no se explicita más que en este breve comentario) existe una decisión de integración transdisciplinaria entre la semiótica (en el ya muy difundido sentido que le atribuye C. S. Peirce: "la lógica, en su sentido general, como creo haber mostrado, es solo otro nombre para la semiótica (semeiotiké), la cuasi necesaria o formal doctrina de los signos" (2.227), la ciencia cognitiva (cuyos principios centrales son "1) la dualidad tradicional entre mente y cerebro debe estrecharse hasta desaparecer (...); 2) el hombre puede simular artificialmente los procesos mentales (...); 3) el conocimiento es una representación simbólica de lo real", Rastier, F., 1987: 6) y la inteligencia artificial ("perturbación intelectual " que se ha comparado "con la que acompañó y siguió a la constitución de la astronomía copernicana y de la física galileana" y en la que "se encontrará finalmente realizado un materialismo del pensamiento sin concesiones", Henry, P., 1986: 299).

(xxiv/ parág. 33). La posibilidad de acceder a la representación/interpretación de un fenómeno, tal como ha sido producida o ha quedado registrada en un discurso social plantea, para el investigador, la necesidad de construir (manual o computacionalmente; pero con evidentes ventajas en el segundo caso y de modo casi seguramente insuficiente en el primero) un sistema experto, cuya arquitectura habrá de estar "basada en dos elementos fundamentales: - Base de conocimiento, que incorpora una representación de los hechos conocidos y deducibles, descriptivos del tema. - Motor inferencial, procedimiento capaz de responder y explicar preguntas, apoyado en la estructura de la base de conocimiento" (Cuena,J.,1985: 496). El razonamiento inferencial con el que se programa dicho motor inferencial utiliza, por lo general, "una formulación de origen probabilístico bayesiano, mezclada con aspectos de lógica difusa" (ibid.: 502; y para "el Teorema de Bayes:

 

P(e/h).P(h)

P(h/e) = ŽŽŽŽ

P(e)

P(h/e), la probabilidad de que ocurra h supuesta la evidencia e; P(e/h), recíproca; P(h), P(e), probabilidades previas (a priori) de ocurrencia de h y e ", ibid.: 510; cfr., también "Moteur d'inférence" en Glossaire, Le Moigne, J. L., (ed.): 359). Es interesante observar, ya que puede desconcertar, que H. Parret afirma que la inferencia en la racionalidad del discurso-ligado ("discoursebound rationality") no se corresponde con la inferencia lógica: "Las estrategias", en la producción del significado discursivo, "son regularidades externalizadas por una competencia comunicativa son cadenas de razones basadas en procesos de razonamiento. El discurso, para el pragmático, es una totalidad de regularidades (reconocible por su generalidad) que expresa el razonamiento teórico y práctico. Estas estrategias de comprensión son inferenciales (no inferencias lógicas , sin embargo , porque se realizan en y por medio del lenguaje natural). La actividad inferencial es, de hecho, un procedimiento de transposición del significado de un nivel objetivo a otro nivel parafrástico del discurso", Parret, H., 1983: 99). Lo interesante radica en advertir que la inferencia de la que Parret habla es la inferencia utilizada por el hablante en la producción de la significación; o sea, es la inferencia que debe descubrir el analista en el discurso social, en cuanto puesta allí por el usuario de la racionalidad social; es una de las "pretensiones de validez" que pone el hablante: "la pretensión (...) de que el acto de habla es correcto en relación con el contexto normativo vigente (o que el propio contexto normativo en cumplimiento del cual ese acto se ejecuta, es legítimo)" (Habermas, J., 1989: 144). Pero muy distinta es la inferencia que precisa realizar el analista para llegar a inferir, aplicando su racionalidad específica, que mediante esas inferencias efectivamente utilizadas por el hablante se produce determinada significación de determinado fenómeno social: "Si, por el contrario, tomamos en serio las pretensiones del actor exactamente en el sentido que este rationaliter les da, sometemos sus presuntas perspectivas de éxito a una crítica que se basa en nuestro saber y en nuestra comparación del decurso fáctico de la acción racional con arreglo a fines con un decurso construido en términos típicoideales" (ibid: 166). A lo que Parret se refiere es a la inferencia racional (pragmática y social) puesta por el hablante; a la que se refiere este esbozo metodológico es a la inferencia racional puesta por el investigador, la cual debe adecuarse a las exigencias de la lógica y de la ciencia social particular en cuyo marco trabaja. El investigador no puede permitirse compartir con el hablante lo que M. Bunge ha denominado "inferencia catalítica" que "tiene lugar en la 'anticipación' o el 'conjeturar' (sin duda frecuentemente incorrecto) resultado de laboriosas demostraciones o exigentes comprobaciones empíricas que carecen de Ersatz" (Bunge, M, 1965: 125); dejando al margen la observación de Bunge acerca de la eventual "incorrección " de la inferencia catalítica, lo expresado reafirma que el recurso a la inferencia lógica como deducción natural o como probabilística, no puede ser simplemente eliminado. Aún cuando el esquema del presente trabajo no coincida completamente, como advertirá el lector, con el siguiente desarrollo de R. Boyd, no obstante su planteo confluye facilitando la comprensión de las operaciones cognitivas a las que se alude en este parágrafo y de la construcción del referente: "A este respecto es importante observar que lo que ocurre no es realmente una división del trabajo lingüístico. En realidad, lo que se implica es la división social del trabajo mental (o mejor todavía, cognitiva): algunos son mecánicos de automóvil y saben lo que significa 'émbolo de acelerador', otros son empleados de vivero y saben lo que significa 'haya', mientras que otros son físicos que saben lo que significa 'agujero negro'. Esta división del trabajo no es originariamente un fenómeno lingüístico, ni es originariamente un fenómeno epistemológico: en cambio, como insiste Putnam, representa hechos acerca de la organización social del trabajo en determinada etapa del desarrollo histórico. La división del trabajo cognitivo se vincula con la emergencia del referente sólo porque éste se refleja en los modos que tiene la gente para recopilar información acerca de los rasgos del mundo y porque la noción de referencia es esencialmente una noción epistémica" (Boyd, R., 1979: 388-9).

(xxv/ parág. 36). Sin especificar sus componentes, como se propone en este parágrafo, el principio de pertinencia viene siendo tomado en cuenta por los análisis semióticos, incluso por los que continúan vinculados a una propuesta predominantemente intuitiva, en especial siguiendo a la escuela de A. J. Greimas; así J. Courtés afirma que la semiótica "encara los objetos que ella estudia desde un punto de vista muy determinado que les es común y en esto consiste el principio de pertinencia: cuando se trata de una colección de datos, el hacer semiótico se ejercerá solamente en la medida en que retiene sus características comunes (...). La semiótica postula que el acercamiento a la significación solo puede hacerse por medio de acercamientos diversificados y distintos, es decir, según niveles diferentes definidos por los rasgos distintivos comunes a (o extraídos de) los objetos estudiados" (Courtés, J., 1980: 34). En vez de hablar de niveles (que implican una sucesividad acumulativa) en este trabajo se prefiere hablar de "información " (para aprovechar la relativa neutralidad de este término a los efectos de plantear una concurrencia en acumulación simultánea de las relaciones o los "rasgos distintivos" de Courtés que habrán de explicar la producción de la significación y, de modo especial, por la interdependencia de dicha información respecto de las hipótesis planteadas por el investigador (cfr. parágrafos 40 y 41 ). Esto es importante, ya que sus "características comunes" no son tales en abstracto o en general sino en función de determinada significación cuya explicación se investiga. El concepto de "pertinencia" posee un status preciso en la epistemología cl sica (en inglés "relevance"); P. Achinstein lo desarrolla en los siguientes términos: "Aquí debo introducir el concepto de pertinencia y hablar de una propiedad como pertinente por ser un X. Entiendo por esto que si se sabe que un item posee determinadas propiedades y carece de otras, el hecho de que el item posee (o carece de) la propiedad en cuestión normalmente se contará, al menos en cierta medida, en favor (o en contra) de llegar a la conclusión de que es un X; y si se sabe que posee o que carece de la suficiente cantidad de propiedades de determinada clase, el hecho de que el item posea o carezca de la propiedad en cuestión puede contribuir justificadamente a establecer si es o no un X" (Achinstein, P., 1968: 6), especificando, un poco más adelante, las características de la "pertinencia semántica", ya bien a los efectos de proceder a la clasificación de X o a su confrontación con otras sustancias similares (ibid.: 10-1). Obsérvese no obstante que, en el presente trabajo, se consideran los rasgos de determinados datos (discursos sociales) en cuanto pertinentes para la producción/registro de determinada información. El desarrollo de Achinstein, en cuanto tendiente a establecer la pertinencia de un X, entra ya al análisis de la información para la producción de la significación de un determinado fenómeno. Lo que ocurre en la evaluación de los datos, aquí planteada es que sólo informa acerca de su aptitud para contener la información que produce dicha significación y que la decisión acerca de la pertinencia o no pertinencia de tales datos sólo puede alcanzarse mediante el análisis de la producción de la significación en cuestión (lo que aquí se diferencia designándola como el problema de la vigencia de la información contenida en tales datos).

(xxvi/ parág. 39). El problema de la vigencia está directamente vinculado al ámbito de la "deontología", término que pasó de designar una ciencia de lo moral como lo conveniente para el mayor número de personas (como lo fue para J. Benthman, creador de esta designación) a designar de las ciencias de lo normativo. Así, en el derecho, la vigencia de la norma se constituye por la concurrencia de la validez, y la eficacia, siendo, en la perspectiva kelseniana, la eficacia la condición de la validez: "pero no la razón de la misma. Una norma no es válida porque es eficaz; es válida si el orden al cual pertenece tiene, en general, eficacia" (Kelsen, H., 1958: 49). Por supuesto que existe un concepto jurídico de vigencia puramente formal, dependiendo tan solo del requisito que se establezca para la promulgación de la norma. En filosofía jurídica, el problema se relaciona inmediatamente con el de la existencia del Derecho y así "la dificultad nace desde un comienzo como una primera oposición entre positividad y vigencia del Derecho". Si se parte de definir al Derecho como norma "la positividad aparece como algo que se añade al ser del Derecho" (Cossio, C., 1954: 181); pero, para la teoría egológica (de directa derivación husserliana) "la positividad viene en la conducta misma en cuanto hecho y es simplemente su existencia, desde que el objeto jurídico también es con el modo de ser. de la existencia en el tiempo" y Cossio cita a Olivecrona, concordando con él: "que el Derecho está vigente significa que lo soportan algunas fuerzas combinadas de los hombres. La existencia del Derecho es la misma cosa que su estar en vigencia. El estar en vigencia o existencia del Derecho se define así como un efectivo hecho" (ibid.: 182). No extraña por tanto, que el tema sea retomado por las modalidades deónticas de la lógica, que "son usadas en frases tales como: 'es obligatorio (...)', 'es permitido (...)', 'es prohibido (...)'" referidas a un acto (Wright, G.E. von, 1970a: 65), vinculándose, en este campo, al análisis del prescribir: "la vida de una prescripción es así la duración de la vinculación entre una autoridad-norma y uno o varios sujetos-norma. Mientras dura esta vinculación se dice que la prescripción está en vigor. La existencia de una prescripción no es el hecho, como tal, de que se ha dado, sino el hecho de que está en vigor" (Wright, G. E. von, 1970b: 132). Estos planteos convencionales y cl sicos acerca de la "vigencia" quedan superados (en el sentido hegeliano del "aufheben" dialéctico en cuanto "proceso de despliegue de lo concreto por mediación de sus determinaciones internas eliminadas"; Karsz, S.,1971: 22) y por tanto, reestructurados en el seno de otra problemática, al formular M. Foucault su propuesta de análisis del discurso: "Por una parte el conjunto 'crítico' que aplica el principio de inversión: intentar establecer las formas de exclusión, de limitación, de apropiación, a que acabo de referirme; mostrar cómo se ha formado, en respuesta a qué necesidades, cómo se ha modificado y desplazado, qué restricciones han ejercido efectivamente, en qué medida se han transformado. Por otra parte el conjunto 'genealógico' que aplica los otros tres principios: cómo se han formado las series discursivas, transpasando, pese a o con el apoyo de esos sistemas de restricciones; cuál fue la norma especifica de cada uno y cuáles fueron sus condiciones de aparición, de crecimiento y de variación" (Foucault, M.,1971: 62). Tal "vigencia" de la información (en cuanto formas sociales de representación/interpretación de los fenómenos) que el investigador busca y recupera en los discursos sociales, asumidos, en este trabajo, en su plena positividad o efectiva existencia y concreta historia, en el ámbito de determinada sociedad; eliminando, hasta donde sea posible y con la mayor exigencia, los residuos idealistas y los aprioris de lo obvio en el conocimiento, de lo sustancial en la esencia de los fenómenos en sí y de lo universal en la razón.

(xxvii/ parág. 42). Aquí, la expresión "probabilidad de una explicación" no se refiere a un a consideración probabilista de la validez de determinada explicación, sino que está utilizada en el sentido que posee en lógica la expresión semejante de "probabilidad de un teorema", en cuanto a su deductibilidad formal en el cálculo de predicados (Hatcher, W.,1968: 30); lo que se afirma, por tanto, es que la propuesta de explicación (de la significación de un fenómeno) que constituye la 1ra. hipótesis (teórica) de una investigación debe resultar probada por una secuencia de enunciados que dan cuenta de la productividad de las representaciones/interpretaciones identificadas por el investigador en el corpus de discursos sociales seleccionados. Es también el sentido que le atribuye J. -C. Gardin a "la naturaleza de las operaciones que fundamentan el paso de los datos- iniciales a las proposiciones finales de la construcción, donde se enuncian las conclusiones del autor" (Gardin, J. - C., 1987a: 32).

(xxviii/ parág. 46). Las tres posibilidades se encuadran en la falsabilidad popperiana (diferente de la falibilidad peirceana, a la que se aludirá en la nota al parágrafo 70) en cuanto condición para decidir el carácter empírico de un sistema de enunciados, lo que lo constituye en científico (siempre dentro de la concepción popperiana) al ser posible refutarlo por la experiencia (Popper, K. R., 1977: 40, 75, 108, passim). Cada una de las proposiciones contenidas en las enunciaciones de cada una de las hipótesis tiene que poder demostrarse si resulta o no falsada; o sea, en la conclusión de la investigación se obtendrán nuevas enunciaciones que estarán formuladas (respecto de las correspondientes hipótesis) según alguna de las modalidades epistémicas de dicto, teniendo en cuenta que "si la negación de una proposición se verifica, la proposición se denomina falsificada" (Wright, G. H. von, 1970: 55 ss). Por supuesto que se trata de diferentes clases de falsedad: en el primer caso (falsedad de la 3a. hipótesis, de trabajo) lo que se niega es que el discurso social recopilado contenga la información necesaria para probar la explicación de la significación social del fenómeno (se trata, por tanto, de un caso de falsedad empírica); en el segundo caso (falsedad de la 2¦ hipótesis, metodológica) lo que se niega es que la información (las relaciones productoras de representaciones/interpretaciones) identificada en el discurso social recopilado se corresponda con las representaciones/interpretaciones con las que determinada sociedad construye la significación de determinado fenómeno en determinado momento (se constata, por tanto, la existencia de una contradicción pragmática entre los enunciados recuperados como información y los enunciados efectivamente vigentes en la sociedad en estudio); en el tercer caso (falsedad de la 1¦ hipótesis, teórica) lo que se niega es que el enunciado hipotético acerca de la significación atribuida a un determinado fenómeno pueda deducirse del conjunto de enunciados factuales relativos a las representaciones/interpretaciones (la información) vigentes en determinado momento y obtenidos mediante el análisis aplicado a un corpus pertinente de discursos sociales.

(xxix/ parág. 47). Este parágrafo destaca el carácter de contradicción lógica que deberá existir entre la significación hipotetizada y las representaciones/interpretaciones sociales efectivamente vigentes en los discursos sociales pertinentes para poder rechazar la primera. En efecto, para negar dicha hipótesis es preciso haber probado la vigencia de las representaciones/interpretaciones identificadas y la pertinencia del discurso social que las produce/registra; lo que se niega es que dicha pertinencia y dicha vigencia (adecuadamente verificadas) sean los antecedentes lógicos de la significación enunciada en la hipótesis; sólo en ese caso se habrá demostrado la falsedad (se habrá falsificado) la hipótesis teórica. Mientras no se obtiene éxito en probar la validez de las hipótesis 2¦ y 3¦ (conjuntamente) se está en condiciones de afirmar o de negar la validez de la 1¦ (lo que ocurrirá respectivamente según se pruebe o no la derivabilidad lógica de esta última a partir de las dos anteriores) o, según no se pruebe o se pruebe la contradicción lógica entre la una y las otras dos (la prueba de la derivabilidad y la de la no-contradicción lógica y la de la no-derivabilidad y la contradicción no son simétricas ya que en un caso, el de la contradicción o no-contradicción, ésta "procede de puras razones de lógica de proposiciones" (Hilbert, D. y W. Ackerman, 1962: 21) mientras que en el otro, el de la derivabilidad o no-derivabilidad, "pertenece a las proposiciones del sistema" (Ladrière, J., 1969: 153).

(xxx/ parág.47). Cabe preguntarse si, en definitiva, la metodología establece un orden para la realización de una investigación o este orden es el que corresponde al documento en que se comunican los resultados de dicha investigación. Dicho en términos más académicos, el problema se ha planteado como "la distinción entre contexto de descubrimiento y contexto de justificación''. P. K. Feyerabend resume la posición cl sica diciendo: "El descubrimiento puede ser irracional y no necesita seguir ningún método reconocido. La justificación, por otra parte o, para usar la Palabra Sagrada de una escuela diferente, la crítica, empieza solo después que se han hecho los descubrimientos y procede de una manera ordenada", a lo que contrapone su propia respuesta: "La investigación es, en su mejor condición, una interacción entre teorías nuevas que se enuncian de una manera explícita y viejas formas de las cosas que se han infiltrado en el lenguaje de observación" (Feyerabend, P. K., 1974: 99-100). Cfr parágrafos 56 y 57. Esta calidad interactiva de la investigación había sido afirmada por C. S. Peirce al oponerse a la existencia de un conocimiento intuitivo y, por tanto, a priori, como fundamento epistemológico de base, lo que se conoce como el problema de los fundamentos. "El paradigma alternativo de investigación y conocimiento que Peirce comienza a desarrollar en estos escritos" (en especial: Questions Concerning Certain Faculties Claimed for Man) "y que precisa y modifica a lo largo de su carrera es una concepción de la investigación como un proceso autocorrectivo que no tiene ningún comienzo absoluto o un punto de llegada y en el que cualquier afirmación está sujeta a críticas racionales ulteriores, aunque no podamos poner en cuestión a la vez todas las afirmaciones. Nuestros postulados cognoscitivos están legitimados no por sus orígenes -puesto que los orígenes del conocimiento son variados y falibles-, sino por las normas y reglas de la investigación misma. Y aun estas normas, reglas y patrones están abiertos ellos mismos a la crítica racional" (Bernstein, Richard J.,1979: 183). En este trabajo esta interacción entre la praxis de la investigación y las conjeturas cognitivas que la impulsan se conciben de modo dialéctico, en cuanto resolución de las contradicciones mediante cuya superación la investigación despliega la trama de conocimientos que va produciendo (cfr. parágrafos 77 en adelante y, en especial, los parágrafos 87 y 88).

(xxxi/ parág. 51). Tal conjunto de operaciones técnicas constituye lo que puede denominarse "pensamiento racional".

(xxxii/ parág. 52). "En la vida cotidiana utilizamos con alguna frecuencia la expresión 'pensamiento racional'. Se trata de una expresión relativamente comprensible, para cuyo uso extra científico nos basta con las representaciones que sobre su significado poseemos. Una comprensión poco más profunda de lo que es pensamiento racional es cosa que de manera no inmediata resulta de la formulación de una expresión inteligible. Obtenemos esta comprensión mediante el análisis científico, esto es, mediante la aplicación de una forma particular del pensamiento racional al conocimiento de un objeto que en este caso es, precisamente, el pensamiento racional (...). La razón surge y se desarrolla como propiedad social humana en relación inextrincable con el trabajo, por un lado, y con el lenguaje, por otro, y tiene un portador biosomático: vive unida al cerebro y al sistema nervioso del hombre que vive en sociedad" (Zeleny, J., 1982: 11 y 12). Todo ello entendido en un sentido pluralista de la razón que, en la actualidad, excede incluso "el concepto que Habermas proyecta de la razón en términos de teoría del consenso", exceso señalado por Lyotard: "reconocer a la pluralidad e intraducibilidad de los juegos del lenguaje entrelazados entre sí su autonomía y especificidad, no tratar de reducirlos unos a otros; con una regla que sería, empero, una regla general, 'dejadnos jugar (...) y dejadnos jugar en paz"' (citado en Wellmer, A., 1988: 109). Algo sencilla y humildemente anticipado por el fundador de la semántica moderna, M. Bréal: "por ser el lenguaje la obra del pueblo, es necesario, para comprenderlo, abandonar al lógico y hacerse pueblo con él" (1924: 233).

(xxxiii/ parág. 56). La intuición es un conocimiento social e histórico, muy próximo al "sentido común" y, en ambos casos, se confunde, como reflexionaba G. Moore, "el problema de si entendemos su significado (cosa que realmente nos ocurre a todos)" (se refiere al de la frase "la Tierra ha existido durante muchos años"), "con el problema de si sabemos qué quiere decir, en el sentido de ser capaces de hacer un análisis correcto de su significado" (Moore, G., 1974: 257). Esa es la intuición que no puede permitirse el investigador, ya que "es una facultad el stica; nuestros hijos no encontrarán, probablemente, dificultad alguna en aceptar como intuitivamente evidentes las paradojas de la relatividad, del mismo modo que nosotros no retrocedemos ante ideas que eran consideradas completamente no intuitivas hace un par de generaciones. Adem s, como todos sabemos, la intuición no es una guía segura: no puede ser utilizada adecuadamente como criterio de verdad ni de fecundidad en las exploraciones científicas" (Nagel, E. y J. R. Neuman, 1970:29). Por supuesto que queda fuera de esta exclusión el concepto de "intuición matemática", en virtud del cual Hilbert "contra lo que admiten Dedekind, Frege, Russell y los lógicos en general (para quienes las matemáticas no son sino una parte de la lógica), afirma la independencia de las matemáticas frente a la lógica. Las operaciones lógicas afectan a objetos que deben ser dados previamente a la intuición y que constituyen precisamente la realidad matemática" (Ladrière, J., 1969:26), así como el intuicionismo que ha sido la respuesta de Brouwer a la crisis de los fundamentos de la matemática, si bien en neta actitud polémica con Hilbert (Curry, H. B. y R. Feys, 1967:578). Es necesario, por tanto, diferenciar la intuición como supuesto en el origen del conocimiento (problema gnoseológicamente válido, cualquiera sea la actitud que se tome a su respecto) de la intuición como recurso metodológico para el desarrollo de una investigación, que es lo que se rechaza en este trabajo. Pero, ver la nota al parágrafo siguiente.

(xxxiv/ parág. 57). Tampoco se rechaza la intuición como componente empírica del pensamiento del investigador, coincidiendo, en esto, con las reflexiones de M. Bunge: "En cualquier trabajo científico, desde la búsqueda y el planteo del problema hasta el control de la solución, y desde la invención de las hipótesis-guías hasta su elaboración deductiva, intervienen la percepción de cosas, acontecimientos y signos; la imaginación o representación visual; la formación de conceptos de diversos grados de abstracción; la comparación que lleva a establecer analogías y la generalización inductiva junto con la loca conjetura; la deducción tanto formal como informal; análisis toscos y refinados y probablemente muchas otras maneras de formar, combinar y rechazar ideas, pues, digamos de paso, la ciencia está hecha de ideas y no de hechos (...). La siguiente es una enumeración de los usos del término 'intuición' más frecuentemente aceptados en la literatura científica contemporánea: percepción rápida, imaginación, razonamiento abreviado y sentido común" (Bunge, M., 1965: 88-9). De acuerdo, posiblemente, con todo ello, pero a condición de que se lo pruebe; lo que no es la intuición es un procedimiento ni un recurso probatorio. Cfr. el parágrafo 67 y su nota sobre la "abducción" peirceana.

(xxxv/ parág. 58). Es conveniente distinguir entre "formalización" y "simbolización". "Aunque simbolización y formalización sean dos pasos distintos y teóricamente separables, se encuentran, de hecho, estrechamente asociadas: pues la segunda es considerablemente facilitada por la primera de suerte que la llama casi irresistiblemente" (Blanché, R., 1965:44). Cuando la teoría está axiomatizada, "nos presenta proposiciones primeras que enuncian en lenguaje simbólico, relaciones lógicas entre términos primeros: puesto que no las propone sino a título de hipótesis, las admitimos como tales, bajo reserva de su compatibilidad. Pero, a partir de ahí, no recibiremos un término nuevo si no es definido con la ayuda de los términos primeros; no aceptaremos una proposición nueva si no es demostrada con la ayuda de las proposiciones primeras" (ibid., 45); tal la tarea y exigencia de la formalización. Con respecto a la simbolización, "el fin que uno se propone cuando se coloca bajo forma axiomática una teoría deductiva, es desprenderla de las significaciones concretas e intuitivas sobre la que en primer lugar fue construida, a fin de hacer aparecer claramente el esquema lógico abstracto (...). Así, bien pronto se hace sentir la necesidad de substituir las palabras que designaban las nociones primeras de la teoría, aún con el peso de su significación intuitiva, por símbolos desprovistos de sentido previo y susceptibles, en consecuencia, de recibir exacta y exclusivamente los que les confieren los axiomas" (ibid.: 43).

(xxxvi/ parág. 58). Resulta importante, en especial en el ámbito de las ciencias sociales, el trabajo de diferenciación realizado por E. W. Beth entre "derivabilidad formal" e "implicación semántica"; en el primer caso "existen ciertas reglas formales de inferencia, cada una de las cuales, si se aplica a las premisas apropiadas produce una conclusión inmediata" (Beth, E. W., 1978: 6); y por otra parte, "puede designarse como implicación semántica a la noción de consecuencia lógica que resulta pertinente en este contexto", siendo fundamental la dependencia del contexto (p. e.: contexto del conjunto de entidades, con su significado correspondiente, seleccionadas para interpretar las variables lógicas), lo que hace que, en el caso de la implicación semántica, "juega un papel esencial el 'valor de verdad' (es decir, la verdad o falsedad) de las nuevas premisas y la nueva conclusión" (ibid.: 7).

(xxxvii/ parág. 58). M. Borillo se pregunta "¨Por qué pretender ir hacia la formalización de las Ciencias del Hombre?" (1977: 24). La respuesta, desarrollada a través de una serie de observaciones sugeridas por su experiencia práctica y por las investigaciones desarrolladas durante algunos años en el Laboratoire d'lnformatique pour les Sciences de l'Homme dependiente del C.N.R.S., pueden resumirse así: 1) "pasar a una expresión formal la totalidad o parte de los elementos constitutivos de un problema es una restricción que implica mayor rigor en el análisis de los fenómenos empíricos y en la conducción de los razonamientos (...)"; 2) "la formalización permite la construcción de teorías 'm s potentes' (...)"; 3) "Los problemas de 'adecuación teórica' de los métodos matemáticos a la naturaleza profunda de los hechos estudiados (...) son cruciales para una reflexión sobre el estatuto científico de las Ciencias del Hombre (...)"; 4) "la aptitud funcional de los métodos formales para captar, representar y ordenar la información en su extensión y en su complejidad permite realizar la incorporación de informaciones correspondientes a clases de fenómenos distintos, pero susceptibles de encontrar en su asociación un alcance significativo más rico (...)"; 5) "resulta verosímil que la modificación de las problemáticas, desde el punto de vista de la extensión y de la riqueza de sus contenidos, se vincula, no sólo a los aspectos funcionales de los métodos formales evocados, sino también, de manera directa, a la naturaleza teórica de las construcciones (...). Esta capacidad integrativa (...) constituye el sustrato interno más seguro de una transdisciplinariedad por venir (...)"; 6) "el impacto de los métodos formales sobre las Ciencias del Hombre se manifiesta finalmente en la práctica de la investigación y de manera tanto más sorprendente cuanto que los cambios que han afectado a las Ciencias de la Naturaleza a escala secular están a punto de encontrar su equivalente a escala de decenios para las Ciencias del Hombre (...), es suficiente con recordar los puntos más importantes (...) desde el ángulo técnico, los problemas son los de la aplicación operatoria de los métodos y de los enfoques teóricos antes evocados (...), desde el punto de vista social e institucional, es una realidad que la producción científica adquiere rápidamente una dimensión colectiva que se opone al aspecto individual, a la autonomía erudita del sabio que ha predominado hasta aquí (...); la interdisciplinariedad tiene una doble componente, temática (...) pero también metodológica, ya que la formalización convocará tanto al semiólogo como al matemático. al lógico y al informático (...) sin descuidar la dialéctica de lo individual y de lo colectivo en el acto de reflexión y de creación (...), el equipo aparece cada vez m s, como responsable colectivamente de su obra. Lo que no excluye, por experiencia, que la diversidad de los roles individuales, lejos de borrarse, se exalta por la multiplicidad de saberes y de desarrollos que confronta (...). Otra ilusión será pensar que las técnicas informáticas instauren por sí mismas el libre acceso del investigador a la información científica (...). También ha de decirse que (la incorporación de la formalización en las Ciencias del Hombre) será 'difícil', como puede serlo el paso de la retórica al razonamiento, pese a que la naturaleza misma de esta transformación aproximará a investigadores de las Ciencias de la Naturaleza e investigadores de las Ciencias del Hombre en la búsqueda de una convergencia epistemológica en el interior de la esfera del conocimiento científico'' (ibid.: 25-30). Al cumplimiento de estas posibilidades y expectativas (que en algunos ámbitos de trabajo de las ciencias sociales ya son una realidad) ha confluido el desarrollo de técnicas analíticas denominadas "de razonamiento aproximado", las cuales en vez de limitarse a "representar el nivel de certeza mediante un único valor" proponen procedimientos destinados a "mejorar la calidad de la representación", en este caso, de los fenómenos sociales, mediante la aceptación de "un mayor número de parámetros para evaluar el grado de deductibilidad de una regla" (Cuena, J., 1985: 523-4); a ello concurren las lógicas denominadas "no monótonas", la lógica difusa, el método posibilístico y los actuales desarrollos de la representación matemática de los mundos posibles.

(xxxviii/ parág. 59). Sin entrar a la compleja problemática de la definición científica, resulta importante, en especial para la investigación en ciencias sociales, la diferencia analizada por S. A. Kripke, entre las definiciones científicas como sinónimo y como fijación del referente: "puesto que podemos identificar la luz por la impresión visual característica que nos produce, éste parece ser un buen ejemplo de fijar un referente" para la luz; pero si decidimos usar "luz" como una frase sinónimo con "todo aquello que nos causa una impresión visual -todo aquello que nos ayude a ver", esta equivalencia no servirá para definir la luz en otro universo posible "en el cual ciertas criaturas, quizá incluso quienes se llamasen 'gente' y habitaran ese planeta, fueran sensibles no a la luz sino a las ondas sonoras, sensibles a ellas exactamente del mismo modo en que somos sensibles a la luz" (Kripke, S. A., 1980: 130-1).

(xxxix/ parág. 62). "Para precisar la naturaleza de la poesía tenemos que detenernos ahora ante aquel carácter semántico específico -el ser un discurso o género polisentido (polisémico)- que la distingue de la ciencia, discurso o género unívoco" (Volpe, G . della, 1966: 120). G. della Volpe diferencia de este modo el discurso poético (en que cada término, sometido a la acción de los restantes términos de su contexto adquiere un plus semántico que inaugura para él un nuevo sentido) del discurso científico; y diferencia al discurso científico del discurso común utilizando el término "unívoco (cfr. la 'precisa determinación' galileana) y equívoco (cfr. los 'equívocos' galileanos) según los casos, según que se entienda la palabra o discurso científico o la palabra o discurso común, vulgar, para el último de los cuales usaremos también el término más riguroso de literal-material" (ibid: 121); de modo semejante a como lo había hecho anteriormente el discurso científico (en que cada término, sometido a la acción de los restantes términos de su contexto sufre un minus semántico que lo adscribe a un único e inmodificable sentido: conservación de su definición explícita a través de su uso en contextos que lo restrinjan a ella). Es particularmente interesante que aquel plus de lo poético (polisentido) y este minus de lo científico (que él caracteriza como el "respectivo locus semántico" generador de lo poético y lo científico; ibid.: 122) se cumple como transformaciones posibles de ese valor literal-material que ostenta el discurso común, en cuanto materia prima social de todo discurso. Por todo ello un poeta no usa sus términos y expresiones como se utilizan los conceptos en las ciencias sociales: "en contradicción con estos conceptos" (mímesis, diferencia, rasgo, gramma, deconstrucción: pertenecientes al lenguaje teórico de Derrida) "el equívoco significante azur cumple diversas funciones semánticas en el poema de Mallarmé, pero no puede leerse como concepto. A nadie se le ocurriría reprochar a Mallarmé el empleo inexacto de la palabra azur; lo contrario ocurre con el reproche de ser inciertos, aunque llenos de sentido, los conceptos semióticos de Derrida y los conceptos ideológicos de Adorno, cuando los emplean como términos relativos a las ciencias sociales ya que su disolución en expresiones 'poéticas' arrastra consigo la desintegración de las ciencias sociales" (Zima, P.V., 1989: 12).

(xl/ parág. 66). Cfr. la ya clásica controversia cuyos protagonistas principales fueron K. R. Popper y T. W. Adorno (Adorno, T. W. et al., 1973).

(xli/ parág. 67). El concepto peirceano de "abducción" (que en algunas oportunidades denomina también "retroducción") ofrece interesantes posibilidades de reflexión acerca de la formación de hipótesis. El tema ha sido trabajado en Magariños de Morentin, J. A. 1994c: 46-49: "Tentativamente puedo sugerir que las características que Peirce le confiere a la abducción se corresponden con las exigencias de racionalidad inherentes a la elaboración de un proyecto de investigación. Puede desorientar el hecho de que haya ubicado a la abducción a un mismo nivel con la inducción y la deducción como una de las 'tres clases de razonamiento en ciencia' (1.65), vinculándolas, respectivamente, con la probabilidad (inductiva), la necesidad (deductiva) y la expectabilidad (abductiva) (5.194); pero advirtiendo que 'la inferencia abductiva (...) está absolutamente más allá de la crítica. La sugerencia abductiva nos llega como un fogonazo. Es un acto de comprensión, aunque de una comprensión extremadamente falible' (5.181 ) (...). La abducción parecería, no obstante, poseer una estructura lógica interna como la que puede afirmarse de la inducción y de la deducción, identificable, definible, utilizable. En este sentido, recuerda Peirce que 'la abducción, pese a estar muy poco trabada por las leyes lógicas, es inferencia lógica, estableciendo su conclusión solo como problemática o conjetural, ello es cierto, pero teniendo sin embargo una forma lógica perfectamente definida' (5.188). El desarrollo explicativo de lo que es la abducción lo logra Peirce con particular eficacia, al relacionarla con el análisis de 'las conjeturas racionales' (1.608), refiriéndola a 'il lume naturale que iluminó las huellas de Galileo' (1.630) y, en especial, al establecerla como etapa necesaria para la formación (2.623) o adopción (7.202) de hipótesis. Se constituye así en el instrumento conceptual para la elaboración de un proyecto de investigación: 'este escalón hacia la adopción de una hipótesis, en cuanto sugerida por los hechos, es lo que llamo abducción (...), resulta axiom tico que una hipótesis adoptada por abducción solo puede adoptarse en prueba' (7.202); por eso, una vez que ha cumplido su eficacia, 'la retroducción no aporta seguridad. La hipótesis debe probarse. La prueba, para que sea lógicamente v lida, debe iniciarse honestamente, no con el escrutinio de los fenómenos, como se inicia la retroducción, sino con el examen de las hipótesis en cuanto muestra de todas las clases de consecuencias condicionales y experimentales que pueden seguirse de su verdad... ' (6.470). De este modo, la retroducción interviene tanto para la formulación de las hipótesis a partir de los hechos que ya conoce el investigador, como preparando el proceso de su prueba a través de los pasos observacionales y/o experimentales que requieran las consecuencias que de tales hipótesis se deriven; y no en otra cosa consiste el proceso de elaboración de un proyecto de investigación".

(xlii/ parág. 68). La eficacia heurística de las operaciones analíticas ha de entenderse también en el sentido en que la define H. Bremmernans, la cual "pese a su caracter aparentemente negativo, parece hoy día la más adecuada 'se entiende por heurística todo método o principio-guía programable que facilite la eliminación de posibilidades poco prometedoras en un proceso de investigación"' (citada en Le Moigne, J. L., 1986: 43).

(xliii/ parág. 68). El concepto de ciencia como construcción, en especial referido a las ciencias sociales, ha sido desarrollado por J. -Cl. Gardin y fructíferamente aplicado a las investigaciones que dirige en el área de la arqueología: "(...) debemos considerar los textos científicos como objetos construidos con fines y por medios particulares" (Gardin, J.-CI., 1987b: 4). Esta característica textual de los científicos conduce a la noción de construcción simbólica, de la que señala "los dos componentes necesarios (a) la base semiológica, por una parte, es decir el conjunto de los símbolos que constituyen la representación de los objetos estudiados ('datos de base', 'base de datos'); (b) el aparato informático, por otra parte, entendido en un sentido real o figurado, a saber, el conjunto de las operaciones que vinculan la base con la cima de la construcción (hipótesis, conclusiones), expresadas por las cadenas de carácter algorítmico susceptibles de un tratamiento por computadora" (ibid: 15). "(...) el análisis de las construcciones plantea solamente dos preguntas precisas (...): tratándose de una obra escrita determinada, concebida como el producto de una tarea científica, nos preguntaremos de tanto en tanto de qué está hecha esta obra y lo que hace" . Respecto de lo primero la pregunta pertinente es: "¨por qué medios el autor pasa de un conjunto de observaciones dadas a su interpretación, llamadas según los casos explicación, taxonomía, regla, ley, teoría, modelo o cualquier otro término que implique franquear el espacio entre aprehensión ingenua de los fenómenos y la formulación de un comentario científico?" (Gardin, J.-CI., 1987a: 29). En cuanto al segundo tema: "lo que hace" un texto científico, Gardin reconoce un desequilibrio entre la eventual eficacia de 'una construcción científica en dominios como la física, la astronomía o la biología" en cuyos ámbitos comunica "a quien la comprende o a quien se sirve de ella -los dos usos no están necesariamente ligados- un cierto poder sobre el tipo de fenómenos a los que se refiere esa construcción. Un poder en el sentido mas concreto del término, ya que concluye en una explosión nuclear, el envío de un hombre a la luna o la fabricación de una bacteria bienhechora" y los resultados de las ciencias sociales respecto de los que se pregunta "¨de qué incremento de poder disfrutamos después de la lectura de una explicación científica de les Chats de Baudelaire?" (ibid.: 29-30). Bien puede pensarse que Gardin se ha dejado llevar por restricciones habituales en la consideración de la ciencia social, lo que es particularmente raro en él, que tanta preocupación manifiesta por la utilización de los sistemas expertos; el conocimiento científico del poema de Baudelaire aporta, al menos, importantes conocimientos acerca del funcionamiento de la mente humana (por ejemplo, en la creación del lenguaje o de nuevas posibilidades de representación del mundo) que constituyen la materia prima para la reflexión informática (por ejemplo en materia de inteligencia artificial), indispensable para la programación (e incluso para el hardware) que hace posible el viaje del hombre a las estrellas, la previsión de hambrunas en naciones y continentes o el diseño de políticas que derriben muros, que preserven idiosincrasias y que imposibiliten las explosiones nucleares sobre poblaciones. No es pequeño el poder de las ciencias sociales, si bien su afirmación y su incremento ha sido (como se sabe desde que existe historia escrita) objeto de aborrecimiento de todos los autoritarismos . Este comentario no restringe la validez de la propuesta teórica de Gardin que sintetiza con ambas preguntas (de qué está hecha y cuál es la eficacia de las construcciones científicas) y con el mismo concepto de "construcción científica", lo que denomina "el campo de la epistemología práctica".

(xliv/ parág. 70) . Ya es un postulado asumido por la epistemología que, por más exigencias que se impongan al tratamiento analítico de determinada información, no existe garantía absoluta de la validez del conocimiento adquirido: "(.. .) aunque el desarrollo científico suele ser razonable, no hay aquí nada que se pueda llamar adecuadamente 'lógica del descubrimiento' pues no hay ninguna garantía de que cierta línea de investigación, por razonable que sea, vaya a llevar a una solución del problema. En vez de hablar de una lógica del descubrimiento, resulta menos equívoco y más congruente con el espíritu de la ciencia referirnos a los análisis que se acaban de hacer como análisis que tratan de la racionalidad del desarrollo científico" (Shapere, D., 1979: 618). Pero esto no impide que el tratamiento científico de la información aplique las mayores exigencias posibles de racionalidad. Han sido positivos (y la semiótica se encuentra privilegiadamente situada en esa acción) los resultados de la crítica al logocentrismo inherente a la tarea de formación de conceptos teóricos. La dialéctica negativa de Adorno y la reflexión deconstructivista de Derida han sido herramientas especialmente filosas para el descubrimiento de las trampas del lenguaje en la creación de teorías, pese a haberse preservado los máximos requisitos de la lógica y la racionalidad con pretensión de universalidad. Y esta universalidad fue su error, como lo fue en los casos de Adorno y Derrida, no haber observado que su propia crítica necesitaba crear también conceptos para criticar conceptos, lo que permitió reconducir su crítica a la propuesta de "un nuevo logocentrismo" (Zima, P.V., 1989: 12), pero menos justifica la pretensión de P. V . Zima de rechazar tal logocentrismo acudiendo a una tesis dialógica en la que, según el enfoque concreto que le da este autor, tras una cobertura histórica y contrastativa, subyace el viejo esencialismo y universalismo: "no dándose estos universales colectivos, la terminología de las ciencias sociales sería no sólo contradictoria y fragmentaria, sino inconmensurable y cada coloquio entre sociólogos, semiólogos y psicólogos sería un diálogo de sordos" (ibid.: 17).

(xlv/ parág. 70). Uno de los criterios que adopta Peirce para reflexionar sobre las características de la producción de conocimiento mediante la investigación, consiste en la distinción entre duda y creencia. "Cuando creemos, hay una proposición que decide nuestras acciones conforme a alguna regla, de modo que conocida nuestra creencia se deduce con seguridad el modo según el cual debemos comportarnos, pero en el caso de la duda tenemos en nuestra mente una proposición más o menos identificada y no actuamos según ella" (7.313). A partir de esta diferencia (cuya oposición terminante, no obstante, elude: "la creencia y la duda pueden concebirse como diferenciándose solo en grado" (7.314)) afirma la actitud que debe acompañar al investigador: "la duda viviente es la vida de la investigación. Cuando se pone fin a la duda, el estudio debe detenerse" (7.315). Por eso la investigación no pretende dar respuestas terminantes, sino que "en principio tiende a perturbar las opiniones, a cambiarlas y a confirmar una determinada opinión que depende solo de la naturaleza de la propia investigación" (7 317). La aceptación del resultado de la investigación como definitivo transforma al conocimiento en creencia y elimina a la razón: "La única justificación del razonamiento es que plantea dudas y cuando la duda finalmente cesa, sin importar cómo, se ha alcanzado el fin del razonar" (7.324). "Ahora bien, si se fija la creencia no importa cómo, la duda, de hecho, ha desaparecido y no hay motivo, racional o no, para seguir razonando" (7.325). El fabilismo es también un concepto que tuvo especial desarrollo en la obra de Peirce. "Hay tres cosas a las que no puede esperarse alcanzar mediante el razonamiento, ellas son la certeza absoluta, la absoluta exactitud y la universalidad absoluta" (1.141). "En general, pues, no podemos buscar, en modo alguno, la certidumbre perfecta, ni la exactitud. Nunca podemos estar absolutamente seguros de nada, ni podemos establecer con alguna probabilidad el valor exacto de ninguna medida o razón general. Esta es mi conclusión, tras muchos años de estudio de la lógica y de la ciencia; y ésta es la conclusión a la que otros, de muy diferente estructura de pensamiento, han llegado de modo semejante" (1.147). Es de gran interés la totalidad de este punto 5§ ("falibilismo, continuidad y evolución", tres ideas claves en el pensamiento de Peirce; 1.141-75) del capítulo 3 ("Notas sobre filosofía de la ciencia"; en uno y otro caso, títulos formulados por los recopiladores). El tema reaparece en "la falibilidad del razonamiento y el sentimiento de racionalidad" (2.151-74). En la actualidad se difunde una tendencia a la mesura ante el exceso de confianza en la razón y se afirma una "desconfianza frente a las sistematizaciones muy fuertes y las generalizaciones excesivas y, en general, contra las construcciones de contenido normativo; por otro lado, se alienta una sana desconfianza; falibilista y una tolerancia frente a los procedimientos de las ciencias débiles, que no se ajustan a las pautas científicas positivas" (Habermas, J ., 1988: 105), todo ello vinculado, de modo casi contradictorio con la crítica "a la herencia racional de la Teoría Crítica (...) esto es, con un concepto de verdad filosófico, recogido de Hegel, que los viejos frankfurtianos nunca abandonaron y que es irreconciliable con la falibilidad del trabajo científico" (ibid.: 142).

(xlvi/ parág. 70). El concepto de plausibilidad se vincula, en las exigencias metodológicas vinculadas al desarrollo de la inteligencia artificial, al concepto de interpretación. Frente al criterio "de eliminar las interpretaciones consideradas impropias, postulando la univocidad del texto tratado", afirma R. Rastier (acotando al pie de página "este prejuicio racionalista se remonta a la filosofía eleática") "preferimos otro enfoque. Para una semántica interpretativa, la equivocidad es un dato fundamental. Por regla general, se encaran múltiples interpretaciones. En el mejor de los casos, puede establecerse que una interpretación es preferible a las restantes. En otros términos, y pese a que toda tradición hermenéutica milita contra esta conclusión, el sentido de un texto no pertenece al orden de la verdad, sino al de lo plausible. En vez de rechazar las interpretaciones consideradas impropias, conviene jerarquizarlas, graduando su plausibilidad en relación a una estrategia dada" (Rastier, R., 1987: 100). La plausibilidad ocupa ya un lugar preciso (¨o plausible?) entre las modalidades de la lógica modal; "la certidumbre (afirmable, negable)", vinculada a la completitud; "la plausibilidad (justificable, refutable)", vinculada a la contingencia ("no es refutable que no"); y "la propensión (rectificable, silencio)", vinculada a la monotonía, esta última "un tipo de modalidad muy interesante sugerido por S. Watanabe en su teoría de la propensión" (Sallantin. J., 1986: 127). Cfr. el texto de J.-CI. Gardin, aquí citado en diversas oportunidades (1987a).

(xlvii/ parág. 77). Aquí se formula como supuesto (la fundamentación del cual se ha realizado en otro trabajo: Magariños de Morentin, J. A., 1986: 141-59 y cuya crítica continúa abierta a la discusión teórica y al contraste de su eficacia en la práctica de las investigaciones) la afirmación de que estas tres operaciones son las necesarias y suficientes para producir la explicación de la significación social de cualquier fenómeno; su aplicación recursiva exige la inclusión del resultado alcanzado por cada una de ellas en cada una de las restantes; no se pretende dar respuesta definitiva al problema de la asignación de la calidad de primitiva a la sintaxis o a la semántica, pero se plantea una solución operativa integrando la relación de ambas en una perspectiva histórica.

(xlviii/ parág. 78). La operación identificadora está inmediatamente vinculada a la percepción, ya bien en el texto, ya bien en el fenómeno (a través de otro texto). La búsqueda de efectivas relaciones sintácticas (cualquiera sea la materia prima semiótica del texto en estudio: verbal, gráfica, objetal, etc.) de las que se afirma, por hipótesis, que son capaces de producir (con permanencia provisoria en la historia de determinada comunidad) la significación que identifica al fenómeno en estudio, pretende concretar operativamente ciertos conceptos teóricos de H. Parret "Ir a través de superficies y manifestaciones significa la búsqueda de permanencia e isomorfismo. Afortunadamente, los semiólogos neo-hjelmslevianos admiten que la búsqueda de la identidad ha de atraparse como un procedimiento de identificación o de reconocimiento de la identidad (Parret, H., 1983: 86). En esta etapa, el investigador aplica la operación identificadora, sin tomar en cuenta relaciones temporales (acronía) y tomando en cuenta, tan sólo, relaciones espaciales (sintáctica). Lo que se identifica, como su resultado, es el objeto semiótico: fragmento textual eficaz para la representación/interpretación de determinada cualidad del fenómeno; o bien, la cualidad del fenómeno en cuanto construida (o enunciable) por determinado fragmento textual (consideración intensional de la semiótica): "La identidad (...) no es la relación entre un objeto y sí mismo, sino la relación que se establece entre dos nombres cuando designan el mismo objeto" (Kripke, S. A., 1980: 107), identidad en la designación del objeto o en la designación de una cualidad de ese objeto. Con diferente terminología, esta operación, llamada allí "de atribución", se define en Magariños de Morentin, J. A., 1986: 145: "Aquella mediante la cual se pone en relación una forma con un valor".

(xlix/ parág. 81). Esta operación contrastativa tiene por objetivo establecer la presencia de, al menos, "dos valores antagonistas asignados a un lugar determinado del esquema sintáctico" resultante del análisis de un determinado corpus de discursos sociales, de modo "que pueda desencadenar, en el intradiscurso de las secuencias discursivas dominadas por determinada formación discursiva, una modalidad contrastativa de la identificación sintácticamente realizada" (Courtine, J.-J., 1981: 94). Esta contrastación "produce un efecto de referencia, en el sentido de que su forma sintáctica tiene por efecto la identificación contrastativa de sustitutos sinonímicos que pertenecen a dos clases referenciales antónimas" (ibid.: 102), siendo, a su vez, por efectos de esta referencialidad contrastante, como un fenómeno adquiere la calidad de objeto semiótico, ya no solo identificado, sino semantizado mediante la concurrencia efectiva de los enunciados competitivos simultáneamente (en sincronía) vigentes en una comunidad. En Magariños de Morentin, J. A., 1986: 148, se define esta operación (con el nombre de "operación de sustitución") como "aquella mediante la cual, dados n universos diferentes de formas (n mayor o igual a 2), en relación de sincronía, las formas pertenecientes a uno de tales universos se ponen en relación con los valores atribuidos a las formas del otro (u otros) universo(s)".

(l/ parág. 84). La operación transformacional (término que no se relaciona, en este caso, con las gramáticas generativas o transformacionales) tiene por objeto mostrar el valor histórico de la significación social de determinado fenómeno, relacionando el contraste de significaciones identificables en determinado momento de determinada sociedad, con el contraste de las significaciones identificables en otro determinado momento (anterior o posterior) de esa misma sociedad. Que aparezca o no tal valor histórico dependerá de que la relación entre tales contrastes demuestre la efectiva transformación de la significación en uno y otro de los momentos tomados en consideración (diacronía). A tal efectiva transformación del valor histórico se la denomina "superación" y, con este término, ha sido definida en Magariños de Morentin, J. A. (inédito): 23, como "aquella mediante la cual, dados n pares de universos de formas (n mayor o igual a 2) semióticamente semantizadas, las contradicciones lógicas inherentes a cada uno de tales pares dan lugar a nuevos pares de universos de formas con sus respectivos valores atribuidos" (se ha optado por esta versión de la definición, en vez de la de 1986: 153, para evitar lo farragoso de la definición desarrollada en este último lugar, si bien operativamente tiene un mayor valor descriptivo).

(li/ parág. 87). En esta definición de "superación" confluyen, tanto una consideración dialéctica como otra que aprovecha la metáfora topológica de la catástrofe. En el primer sentido, "lo que resulta superado se encuentra abolido, suprimido, en un sentido. Y, sin embargo, en otro sentido, lo superado no deja de existir, no cae en la pura y simple nada; al contrario, lo superado se encuentra elevado a un nivel superior. Pues ha servido de etapa, de mediación para obtener el 'resultado' superior, y, ciertamente, la etapa atravesada no existe ya en sí misma, aisladamente, tal y como era con anterioridad, sino que persiste a través de su negación, en el resultado" (Lefebvre, H., 1984: 267). Un estudioso tan poco sospechoso de hegelianismo como W. Labov formula las siguientes reflexiones que ayudan a entender e, incluso desde una perspectiva pragmática, a establecer la utilidad empírica del concepto de "superación"; "Las variables más próximas a la estructura de superficie frecuentemente son el foco del compromiso (affect) social. De hecho, los valores sociales se atribuyen a las reglas lingüísticas sólo cuando existe la variación. Los hablantes no aceptan fácilmente el hecho de que dos expresiones diferentes realmente 'signifiquen lo mismo' y hay una fuerte tendencia a atribuirles diferentes significados. Si un determinado grupo de hablantes usa una variante particular, entonces, el valor social atribuido a ese grupo se transferirá a esa variante lingüística. Sturtevant (1947) ha propuesto un modelo general de cambio lingüístico mostrando la oposición de dos formas cada una de ellas favorecida por un determinado grupo social. Cuando se alcanza el éxito y una forma llega a universalizarse, el grupo social a ella vinculado desaparece" (Labov, W., 1984: 251), y desaparece también el significado social diferencial del fenómeno construido mediante la correspondiente expresión. Desde la otra perspectiva, también entra en funcionamiento el concepto de "superación" cuando se describe o se aplica el concepto de "catástrofe". Aún sin concordar con las bases filosóficas inherentes al pensamiento de René Thom, resultan instrumentalmente útiles sus reflexiones. J. Petitot-Cocorda formula un elemental y claro resumen de ese modus operandi: "Para comprender un proceso de discontinuidad hay que colocarse en la siguiente situación general. Consideremos un sistema S susceptible de cierto número de estados estables regulados por una dinámica que opera en un espacio de parámetros descriptivos del sistema (del tipo espacio de fase) llamado espacio interno. Suponemos adem s que el sistema S depende de un control; es decir, que es posible operar sobre el mismo controlando el valor de otros parámetros que varían en otro espacio, llamado, por oposición, espacio externo. Sea entonces S el sistema para el valor s del control, encontrándose Ss en el estado estable As. Al hacer variar el control s en forma continua, puede suceder que para ciertos valores de ese control, una variación , por mínima que sea, haga saltar bruscamente el sistema de un estado a otro. Se dice entonces que se ha producido un cruce de un punto catastrófico, o bien que el sistema ha sufrido una catástrofe. Y en el caso (muy frecuente) de que sea el espacio externo el que soporta la aparición del fenómeno, su lugar catastrófico mismo aparecerá como un sistema de discontinuidades que discriminan zonas fenomenológicamente homogéneas" (Petitot-Cocorda, J., 1988: 129).


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(Los números romanos al final de las referencias remiten a las notas en que se citan los correspondientes textos.)

 

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Juan Magariños de Morentin

Facultad de Periodismo y Comunicación Social

Universidad Nacional de La Plata

 

Han colaborado en el presente trabajo los integrantes del Equipo de Investigación "Análisis Semiótico del Discurso Político", radicado en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata: Cristina Baccin, Nancy Adriana Fernández, Carlos Eduardo Gassmann, Roque Graciano y Juan Domingo Masiuk, así como la colaboradora Miriam Silvestre.

 

Agradezco a quienes leyeron los originales de este trabajo y aportaron sus sugerencias: Dr. Anibal Bibiloni, Ing. Julio Cuyás, Dr. Osvaldo Ferrer, Dr. Héctor Lahitte, Prof. Ural Amor Pérez y Dra. Giovanna Winchkler; ello no les obliga a compartir nuestros puntos de vista y, por supuesto, no son responsables por nuestros eventuales errores.

 

 

* Primera edición, 1991- Reeditado en Fundamentos Lógicos de la Semiótica. Buenos Aires, Edicial, 1996.