ESBOZO SEMIÓTICO
PARA UNA
METODOLOGÍA DE BASE EN CIENCIAS SOCIALES*
Juan
Magariños de Morentin
CONTENIDO
I. La investigación científica en ciencias sociales.. 1
II. El
significado de los fenómenos sociales.......... 2
III. Los
datos, la información y las hipótesis.......... 4
IV. Las
operaciones analíticas.................................... 9
NOTAS...........................................................................
15
BIBLIOGRAFÍA............................................................
56
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1 ¿Puede haber una investigación
científica en ciencias sociales? |
I. La investigación
científica en ciencias sociales 1/ Cuando se habla
de "investigación científica en ciencias sociales" y cuando se
habla de "investigación científica en ciencias naturales", se está
hablando, tanto en uno como en otro caso, de "investigación
científica". 2/ Así enunciado, resulta
intuitivamente cierto que, junto a la existencia de actividades de
investigación científica, se está afirmando la existencia posible de
actividades científicas que no sean de investigación, de actividades de
investigación que no sean científicas y, por supuesto, de actividades que no
sean ni científicas ni de investigación. 3/Suele dudarse o ser
motivo de debate el tema de si, cuando se habla de "ciencias
sociales", corresponde efectivamente hablar de "ciencia" e,
incluso de "investigación científica"; tal duda o debate supone que
determinado tipo de actividades pueden desarrollarse en el ámbito de las
ciencias sociales siendo, no obstante, investigación no científica o
actividad que no sea científica ni de investigación. 4/Al plantearse, aquí, el
problema como pertinente a las denominadas "ciencias sociales" se
parte del supuesto de que lo social puede ser objeto de conocimiento
científico; de lo contrario se hablaría de "disciplinas o doctrinas
sociales". 5/El desarrollo que sigue
interesa solamente a quienes comparten (o están dispuestos a discutir
lealmente) el supuesto de la existencia de las ciencias sociales; en esta
oportunidad, no sería oportuno retrotraer, hasta las primeras justificaciones
de tal supuesto, el tratamiento crítico del problema (sin desconocer que, en
algunos ámbitos académicos, todavía resulta importante, si bien ya es de
escaso interés); se admitirá, por tanto (con toda la provisionalidad que se
desee), que existe la posibilidad de un conocimiento científico de los
problemas sociales; al conjunto de los lenguajes mediante los cuales se
produce dicho conocimiento se los denomina, en este trabajo, "ciencias
sociales" (i) (ii). 6/Bajo este supuesto, en
las ciencias sociales existen investigaciones científicas, así como también
otros tipos de actividades que no sean de investigación pese a ser
científicas; lo que quedaría fuera del ámbito que acaba de acotarse sería el
conjunto de actividades que pretendiendo ser de investigación no sean
científicas; por supuesto, se excluyen también las actividades que no siendo
científicas tampoco sean de investigación. 7/De aquí en adelante se hablará exclusivamente de algunos aspectos relativos a las investigaciones científicas en el ámbito de las ciencias sociales. |
2 ¿Qué es un fenómeno social? |
II. El significado
de los fenómenos sociales 8/El objeto de
conocimiento de las ciencias sociales está constituido por el universo de los
fenómenos sociales. 9/Se califica, aquí, como "social" a la representación/ interpretación actual o histórica, vigente en determinada comunidad, de algún fenómeno, incluyendo tanto a los denominados "culturales" como a los denominados "naturales"; la calidad de social no proviene, por tanto, de un determinado ámbito de emergencia de un fenómeno, sino de determinada operación que lo genera (en cuanto modo de aparición y de apariencia) (iii) (iv) |
3 ¿Qué es representación? |
10/Se entiende, en este trabajo,
por "representación" la específica identificación perceptual
(sensorial o imaginaria) de determinadas formas (y de su interrelación),
pertenecientes a un determinado fenómeno, en función de su interpretación
posible, en determinado momento de determinada sociedad (v) (vi) (vii). |
4 ¿Qué es interpretación? |
11/Se entiende, en este
trabajo, por "interpretación" la asignación conceptual de
determinada significación a determinado fenómeno, en función de su
representación posible, en determinado momento de determinada sociedad
(viii). |
12/"Representación"
e "interpretación" se definen, por tanto, recursivamente; en este
trabajo, tales términos se utilizarán indistinta o conjuntamente para
especificar la calidad de la información en ciencias sociales, pero diferenciadamente
según el enfoque del tema en el que se los incluya (ix). 13/Decir que "los fenómenos sociales son el objeto de conocimiento de las ciencias sociales" equivale a decir que "las ciencias sociales estudian los modos de representación/ interpretación social de cualquier tipo de fenómenos" (x). |
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5 ¿Qué es investigación? |
14/Se entiende, en este trabajo,
por "investigación" en el ámbito de las ciencias sociales, el
proceso de elaboración de una explicación acerca de cómo y/o por qué y/o con
qué resultado y/o a partir de qué precedente, a un determinado fenómeno se lo
representa/interpreta de determinada manera en determinado momento de
determinada sociedad (xi). |
15/Existe, por ejemplo, un modo jurídico
de representar/ interpretar cualquier tipo de fenómenos (desde un terremoto
hasta la edición de un libro) y existen otros modos (psicológico,
sociológico, histórico, antropológico, comunicacional, lingüístico, etc.) de
representar/ interpretar ese mismo fenómeno; cada uno de estos modos
constituye la especificidad del objeto de conocimiento de cada una de las
ciencias sociales. |
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6 ¿La ciencia es un lenguaje? |
16/Para que, en el ámbito de las
ciencias sociales, una investigación sea científica, el proceso de
elaboración de la mencionada explicación debe llevarse a cabo utilizando
correcta y adecuadamente (o sea, conforme a las pertinentes reglas
sintácticas y semánticas) el lenguaje particular de la ciencia
correspondiente. |
7 ¿Qué clase de lenguaje es el de
las ciencias sociales? |
17/El lenguaje de las ciencias
sociales da cuenta de los distintos modos (sociales) de
representación/interpretación de fenómenos cualesquiera; esta elaboración
(social) de los fenómenos es ya un lenguaje: aquel mediante el cual los
integrantes de una determinada sociedad interpretan intuitivamente la
representación posible de los fenómenos de su entorno; en consecuencia, el
lenguaje de las ciencias sociales es un metalenguaje (xii) (xiii) (xiv). |
8 ¿Qué es la metodología de
investigación en ciencias sociales? |
18/Una investigación científica,
en el ámbito de las ciencias sociales, necesita disponer, previamente, de un
determinado conjunto de operaciones intermedias que establezcan la
correspondencia bi-direccional entre el lenguaje (natural-intuitivo) que
produce la representación/interpretación social de determinado fenómeno y el
metalenguaje (teórico-crítico) que produce su explicación científica; ese
conjunto de operaciones intermedias constituye la metodología de
investigación en ciencias sociales (que es, por tanto, un metalenguaje de 2do
grado) (xv). |
19/De aquí en adelante,
se hablará exclusivamente de algunos aspectos relativos a las características
metalingüísticas de la metodología de las investigaciones científicas en el
ámbito de las ciencias sociales. III.
Los datos, la información y las hipótesis 20/Un investigador en
ciencias sociales necesita tener en claro determinados aspectos relativos a
la etapa inicial de su tarea: la recopilación de los datos y de la
información (xvi). |
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9 ¿Qué son los datos? |
21/En principio, puede decirse que
sus datos no son los fenómenos sino los discursos sociales acerca de los
fenómenos (xvii). |
10 ¿Qué es la información? |
22/Puede decirse, también
en principio, que su información no son los datos sino las
representaciones/interpretaciones que en ellos (o sea, en el discurso social)
pueden identificarse (xviii) (xix) (xx) (xxi). 23/La representación
social de un fenómeno es el correlato perceptual de la interpretación social
de tal fenómeno y ambas se materializan en el discurso social (verbal,
gráfico, objetal, comportamental, musical, etc.), que no es sólo su soporte
físico sino, también, el instrumento para su producción. |
11 ¿Qué es el discurso social? |
24/Se denomina, en este trabajo,
"discurso social" el conjunto existencial de las construcciones que
circulan en una sociedad, con eficacia para la efectiva producción y/o
reproducción de representaciones perceptuales y de interpretaciones
conceptuales o valorativas (xxii). |
25/"Representación",
"interpretación" y "discurso" son término que designan,
aquí, conjuntos (enumerablemente infinitos) de representaciones,
interpretaciones y discursos. 26/Resumiendo: los datos
para una investigación en ciencias sociales son, por tanto, los discursos
sociales en los que se materializan las interpretaciones que reciben las
representaciones de determinados fenómenos, en determinado momento de
determinada sociedad. 27/La interpretación que
recibe la representación de determinado fenómeno, tal como se materializa en
determinado discurso social, constituye la información de base para una
investigación en ciencias sociales. |
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12 ¿Qué papel cumple la observación
del investigador? |
28/La personal percepción
inmediata que del fenómeno puede tener el investigador es, tan sólo, una de
tales múltiples representaciones socialmente interpretadas. 29/ Cuando el
investigador incorpora, como dato, el testimonio de su percepción personal
del fenómeno, está incorporando un discurso social más; advirtiendo este
carácter, puede hacerlo; de lo contrario suele adquirir, en la investigación,
el valor de un discurso privilegiado (ya que contrasta a los restantes
testimonios acerca del fenómeno en estudio con su propia observación,
haciendo de ésta la segura portadora de la máxima garantía de objetividad). 30/ La pretensión de
percepción personal e inmediata del fenómeno le oculta (haciéndoselo
inobservable o sea, perdiéndolo) el carácter interpretativo/representacional
de cualquier percepción humana (es decir, el carácter de ya interpretado que
posee todo fenómeno, en cuanto representable o percibible); con ello
desnaturaliza la calidad de objeto de conocimiento social del fenómeno en
estudio, que sólo se constituye en tal en cuanto ya interpretado en alguno (o
varios) discursos sociales y en función de alguna (o varias) de sus
representaciones sociales vigentes. |
31/ La afirmación acerca de que lo
que precisa identificar como información de base consiste en el conjunto (o
subconjunto cuya pertinencia deberá justificar) de
representaciones/interpretaciones actuales o históricas del fenómeno en
estudio, no es una mera regla de procedimiento metodológico, sino una
efectiva exigencia cognitiva (en el estado actual de la ciencia cognitiva):
cualquier identificación o descripción de un fenómeno lo es a partir de
determinado sistema social de representación/interpretación; la pretensión de
captar el fenómeno en sí y objetivamente lleva implícito el sistema de
valoraciones desde el que se lo identifica, describe e interpreta; en tal
caso, lo que debería ser. objeto de la investigación (la explicación que se
pretende) se da ya por puesta o aplicada al fenómeno; si ya se sabe lo que es
(en cuanto identificable por sus cualidades propias), no es objeto de
conocimiento sino de reconocimiento (en cuanto aserción intuitiva de tales
cualidades); pero no hay intuición original o no contaminada (es decir, toda
intuición está históricamente condicionada); así, tomar el fenómeno como dato
positivo y no interpretado es tomarlo tal como alguna interpretación (no
explicitada) permite representarlo; la pretendida investigación no
desarrollaría más que el conjunto de variaciones posibles en el interior de
determinado sistema de valores (xxiii). |
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13 ¿Hay diferencia entre el
lenguaje social y el lenguaje que utiliza el investigador? |
32/ Este es, de hecho, el modo en
que cada miembro de determinada sociedad se representa e interpreta los
fenómenos de su entorno; el investigador científico, en la especificidad de
su tarea, no toma la posición de un usuario nativo de los sistemas de
representación/interpretación vigentes en su sociedad; es usuario de un
lenguaje científico (un metalenguaje) mediante el que explica el
funcionamiento de los lenguaje nativos en la producción de tales
representaciones / interpretaciones. |
14 ¿Es posible un acceso inmediato
a la interpretación / representación social de un fenómeno? |
33/ Así como no existe un
acceso inmediato al fenómeno en sí, no existe acceso inmediato a la
interpretación ni a la representación (en sí) de tal fenómeno; ésta tampoco
es una mera regla de procedimiento metodológico sino que responde a las
exigencias del razonamiento lógico (en el estado actual de la ciencia de la
lógica): la interpretación y la representación son inferencias (cuya
producción debe probarse), el único elemento observable es el discurso social
(xxiv). 34/ El discurso social
materializa, al producirlas, las representaciones e interpretaciones
posibles, en determinado momento de determinada sociedad; pero, también, el
discurso social materializa, al utilizarlas, las operaciones cognitivas
disponibles para la producción de representaciones e interpretaciones, en determinado
momento de determinada sociedad. 35/ El discurso social,
así entendido, constituye la entidad observable (el dato) en la que
interviene el investigador en ciencias sociales para, mediante las
operaciones analíticas correspondientes, establecer las características de
representación e interpretación (la información) con las que habrá de
elaborar la explicación acerca de la significación que adquiere determinado
fenómeno, en determinado momento de determinada sociedad. |
15 ¿Sobre qué hipótesis trabaja el
investigador? |
36/Al recopilar datos, el
investigador formula (explícita o implícitamente; y es preferible
explicitarla) una hipótesis: que esos datos son adecuados, necesarios y
suficientes para elaborar la explicación que se propone; es, por tanto, un
riesgo que asume: probar, a lo largo de su trabajo, tal adecuación,
necesariedad y suficiencia; al conjunto de estas características se las
denomina, en este trabajo, la "pertinencia" de los datos (xxv). 37/ Estas tres características
no son, pues, inherentes al fenómeno sino al discurso social. 38/ La recopilación de
los datos no es, por tanto, una tarea evaluable en función del fenómeno (lo
que implicaría un uso perverso del concepto de "objetividad" o de
"realidad"), sino que está en función de la representación/
interpretación cuya producción, respecto de determinado fenómeno, se propone
explicar. 39/ A la objetividad y
realidad de determinada representación/interpretación de determinado
fenómeno, en cuanto efectivamente producida por y materializada en
determinado discurso social. en un determinado momento de determinada
sociedad, se las denomina, en este trabajo, su "vigencia" (xxvi). 40/ Esto incrementa el
riesgo del investigador, ya que la hipótesis acerca de la pertinencia de los
datos que recopila depende de otra hipótesis previa acerca de la vigencia de
la información que, mediante las operaciones analíticas, habrá de
identificar; hipótesis que, a su vez, depende de la probabilidad de una
hipótesis inicial acerca del contenido de la explicación que propone para el
fenómeno en estudio. |
16 ¿Qué características tiene cada
una de las hipótesis sobre las que trabaja el investigador? |
41/ O sea, el
investigador formula (en 3er lugar) la hipótesis (de trabajo) de que los
datos que recopila son pertinentes, en función de haber formulado (en 2§
lugar) la hipótesis (metodológica) de que determinadas operaciones analíticas
le permitirán identificar (en dichos datos) las relaciones vigentes
utilizadas para la representación/interpretación de determinado fenómeno, en
función, a su vez, de la hipótesis (teórica) formulada (en 1er lugar) acerca
de la probabilidad de la explicación propuesta. 42/ Se entiende por
"probabilidad" de una explicación, en este trabajo, la posibilidad de
demostrar que la significación de un fenómeno se construye, en determinado
momento de determinada sociedad, por la concreta eficacia de determinadas
representaciones/interpretaciones (xxvii). 43/ La investigación
puede demostrar que la hipótesis (3a) de trabajo era falsa o sea, que los
discursos sociales recopilados no resultaron pertinentes para identificar las
relaciones (de representación/ interpretación) capaces de producir la
explicación que se pretendía. 44/ También puede
resultar falsa la hipótesis (2a) metodológica, al comprobar que determinadas
representaciones / interpretaciones, efectivamente presentes en el discurso
social analizado, no son las representaciones / interpretaciones con las que
determinada sociedad construye la significación de determinado fenómeno en
determinado momento. 45/Por supuesto, también
puede resultar falsa la hipótesis (1a) teórica, al demostrarse que ninguna
clase de representaciones/ interpretaciones efectivamente vigentes en
determinada sociedad logra probar el contenido significativo atribuido
(supuesto), por el investigador, a determinado fenómeno. |
17 ¿Qué consecuencias acarrea la
falsabilidad de cada una de las 3 hipótesis? |
46/ En los dos primeros
casos, la investigación se retrotrae al momento inicial, haciéndose necesario
planificar una nueva recopilación de datos, en el primer caso, y nuevas
operaciones analíticas, en el segundo; el fracaso de una u otra de estas
hipótesis no arrastra necesariamente el fracaso de la otra o de la una, pero
también pueden darse conjuntamente; o sea, las representaciones/
interpretaciones pueden ser las efectivamente vigentes para atribuir
significado a determinado fenómeno, pero no se encuentran materializadas en
los discursos sociales recopilados; o bien, los discursos sociales las
contienen, pero las operaciones analíticas no son las eficaces para
identificarlas; por supuesto, ambos fracasos pueden concurrir, con lo cual la
hipótesis teórica acerca del contenido significativo de determinado fenómeno
sigue siendo un mero supuesto probable pero no probado (xxviii). 47/ En el tercer caso, el
del fracaso de la hipótesis teórica (lo que sólo puede establecerse mediante
una recopilación adecuada, necesaria y suficiente del discurso social y
mediante la aplicación de operaciones analíticas eficaces para la
identificación de las representaciones/interpretaciones socialmente vigentes,
pero que no conducen a la prueba de la explicación propuesta), resulta
necesario formular una nueva hipótesis explicativa; esta nueva hipótesis, en
la práctica de la investigación, por lo general, ya habrá resultado probada;
el contenido de la conclusión alcanzada contradiría al contenido de la
hipótesis inicial, pero la investigación resultaría válida con el sólo requisito
de formular explícitamente dicha contradicción o, incluso (ya que la ciencia
es un acto de comunicación), sustituyendo, en el informe final, el contenido
de la hipótesis inicial fracasada y formulando, en su lugar, el contenido de
la conclusión alcanzada (xxix) (xxx). 48/ No obstante, toda
investigación científica produce un efecto de conocimiento: en los casos
supuestos (el fracaso de las hipótesis), se habría establecido (al menos,
provisionalmente) la no pertinencia de los datos y/o la no vigencia de la
información y/o la no probabilidad de la explicación; exclusiones que
implican un incremento de conocimiento. 49/ En resumen, no
existen datos valiosos por sí mismos, sino datos útiles para fines
determinados; no existen operaciones analíticas eficaces por sí mismas, sino
operaciones analíticas eficaces para fines determinados; y, por supuesto, no
existen explicaciones necesariamente probables, sino explicaciones posibles. |
18 ¿Qué es el análisis de la
información? |
IV. Las
operaciones analíticas 50/ Por cuanto antecede,
el investigador en ciencias sociales necesita también tener en claro
determinados aspectos de la segunda de las grandes etapas en que se
distribuye su tarea: el análisis de la información. 51/ En este trabajo, se
entiende por "análisis de la información" la aplicación de un
conjunto de operaciones técnicas mediante las cuales se identifica, contrasta
y transforma (2do metalenguaje), conforme a las reglas específicas de cada
una de las ciencias sociales (1er metalenguaje), la información
producida/reproducida en el discurso social recopilado (lenguaje objeto)
(xxxi). |
19 ¿Cuál es la diferencia entre
las operaciones del discurso social y las del analista / investigador? |
52/ Este conjunto de
operaciones técnicas no difiere, en cuanto a su naturaleza, de aquellas
mediante las que cada integrante de una sociedad interpreta la información de
que dispone (xxxii). 53/ Este conjunto de
operaciones técnicas difiere fundamentalmente, en cuanto a las exigencias
impuestas a su aplicación, de aquellas mediante las que cada integrante de
una sociedad interpreta la información de que dispone. 54/ La confusión o, al
menos, la no clara delimitación entre esta proximidad en la naturaleza de las
operaciones y esta divergencia en las exigencias de su aplicación, mantiene
activo el debate acerca de la calidad científica del conocimiento de los
fenómenos sociales, así como de la correspondiente investigación. |
20 ¿Debe formalizarse el lenguaje
de las ciencias sociales? |
55/ También contribuye a
mantener dicho debate la carencia o la parcialidad en la formalización de los
lenguajes específicos a cada una de las ciencias sociales; se entiende, aquí,
por "formalización "la existencia de definiciones explícitas de los
términos teóricos y metodológicos utilizados en dichas ciencias; además, por
supuesto, el conjunto de tales definiciones habrá de cumplir con las
exigencias lógicas generales de ser completo, consistente y decidible. 56/ La primera
dificultad: al no diferenciar adecuadamente entre la naturaleza de las
operaciones mediante las que se interpreta (que es compartida por todo ser
humano) y las exigencias impuestas a la aplicación de tales operaciones (que
son específicas a la calidad científica de la interpretación), es fácilmente
obviable (al menos, en teoría): el investigador en ciencias sociales no puede
permitirse la interpretación intuitiva de la información que analiza; se
entiende, aquí, por "interpretación intuitiva" la que se obtiene
utilizando, de modo acrítico, los lenguajes sociales vigentes (xxxiii). 57/ Esto no quiere decir
que la interpretación científica no pueda coincidir con la interpretación
intuitiva; no se trata de diferenciar el contenido sino el procedimiento
mediante el cual se produce la interpretación; lo que hace científica a una
interpretación es el procedimiento, con independencia de que el resultado
coincida o no con la intuición (xxxiv). 58/ La segunda
dificultad: el encontrarse el lenguaje de las ciencias sociales en proceso de
formalización (existiendo tan sólo, en su ámbito, sistemas teóricos
parcialmente formalizados), proporciona al investigador un espacio propicio a
la creación científica, con márgenes (y riesgos) mayores de los que se
dispone en el ámbito de las ciencias naturales (xxxv) (xxxvi) (xxxvii). 59/ A este respecto, la
tarea del investigador en ciencias sociales, en el momento previo al análisis
y atendiendo ya a su implementación, consiste en formalizar su metalenguaje
de referencia (o sea, en hacer explícitas las definiciones de los términos
teóricos y metodológicos en función de los cuales habrá de intervenir
analíticamente en el discurso social recopilado) (xxxviii). |
21 ¿Cuál es el contenido del marco
teórico de una investigación? |
60/ El resultado de esta
formalización (habitualmente designado "marco teórico"; que no
consiste en el enunciado del repertorio de teorías existentes que puedan
incidir sobre su objeto de conocimiento, sino en la exposición razonada del
lenguaje teórico disponible, en el correspondiente estado de la ciencia y que
pueda incidir sobre su objeto de conocimiento) contendrá a) definiciones
explícitas (de los términos que designen conceptos y operaciones)
provenientes de las teorías existentes; de una sola teoría o sintetizando
varias (atendiendo, en este último caso, a los problemas relativos a la
conmensurabilidad o inconmensurabilidad de teorías) y b) definiciones
explícitas (de los términos que designan conceptos y operaciones) propias (o
sea, elaboradas por el propio investigador), en aquellos aspectos (relativos
al objeto de conocimiento de su investigación) que no preexistan en las
teorías disponibles (o no hayan sido formalizados en ellas o cuya
formalización no le conforme al investigador). 61/ En cualquier caso, el
investigador cuidará la coherencia lógica del conjunto de las definiciones
que utilice, según los mencionados criterios de completitud, consistencia y
decidibilidad. |
22 ¿Cuál es la diferencia entre un
tratamiento blando vs. duro de los fenómenos sociales? |
62/ Esta actitud legítima,
incluible dentro de un "constructivismo" teórico, ha contribuido,
por las características desviantes de su utilización, a difundir cierto
desprestigio de las ciencias sociales, al menos desde espacios académicos
habituados a disponer de estructuras teóricas totalmente formalizadas e,
incluso, expresadas en lenguajes simbólicos que limitan aún más el margen de
la ambigüedad terminológica; lo criticable es la no explicitación de las
definiciones de los términos que vayan a utilizarse o lo incompleto,
inconsistente o indecidible de su conjunto y, en consecuencia, la
modificación ad hoc de tales definiciones (o la variación en la significación
de los términos no definidos) por exigencias del desarrollo de la
investigación; este tratamiento ambiguo o, al menos, blando de los fenómenos
sociales ha aproximado sus resultados a la literatura, en la que la
ambigüedad o polisemia de los términos es su procedimiento de creación
estética (reconociéndose explícitamente la eficacia de lo estético en la
producción del conocimiento); el constructivismo teórico, que aquí se postula
como legítimo, exige un tratamiento terminológico y operativo duro (en cuanto
específico al modo científico de producción del conocimiento); también en
este caso es importante afirmar este criterio diferencial, si bien su
desarrollo va dejando de ser interesante (xxxix). |
23 ¿Cuáles son las características
diferenciales de las operaciones analíticas que realiza el investigador? |
63/ Disponiendo de (o
construyendo) una formalización de sus términos teóricos (el metalenguaje de
1er grado de la ciencia social correspondiente), en lo que afecta a la
especificidad del objeto de conocimiento que se propone investigar, el
investigador procede a la identificación, definición y descripción funcional
de las particulares operaciones analíticas (el metalenguaje de 2§ grado o
metodología en sentido estricto) que considera necesario aplicar al discurso
social recopilado. 64/ Se entiende, en este
trabajo, por "operaciones analíticas" el conjunto de reglas de
procedimiento que encuadran los modos específicos de intervención del
investigador en el discurso social; tienen como finalidad demostrar la
existencia, en dicho discurso social, de determinadas relaciones observables,
y su productividad respecto de las representaciones/interpretaciones cuya
vigencia y eficacia se enunciaron en la o las hipótesis teóricas. |
24 ¿Cuál es la diferencia entre
modelos y operaciones? |
65/ Cabe la observación
de que las hipótesis teóricas (y, mucho menos, las operaciones analíticas) no
son modelos apriorísticos según los que resultarían, interpretadas las
relaciones observables en el discurso social. 66/ Esto no excluye la
dependencia epistemológica de tales hipótesis y operaciones respecto de la
coyuntura histórica de la ciencia en la que trabaja el investigador, no
existe el razonamiento científico puro, absoluto o ahistórico (xl). 67/ Las hipótesis
teóricas formulan un supuesto acerca de la vigencia de determinadas
representaciones/interpretaciones en cuanto efectivamente producidas por el
discurso social y efectivamente productoras de la significación de
determinado fenómeno social; no construyen ni reconstruyen al discurso
social, sino que enuncian una conjetura acerca de la eficacia del discurso
social como productor de tales representaciones / interpretaciones (xli). 68/ Las operaciones
analíticas, en cuanto reglas de procedimiento, poseen el valor heurístico de
interrogantes o preguntas acerca del modo de producción de tales representaciones/interpretaciones,
a las que se encontrará respuesta (en caso de éxito) en el discurso social y
según la modalidad de producción efectivamente ostentada por tal discurso; la
función, por tanto, de las operaciones analíticas consiste en construir modelos
(con validez restringida a la información analizada) y no en aplicarlos o
verificarlos (xlii) (xliii). |
25 ¿Qué es un modelo construido? |
69/ Se entiende, en este trabajo,
por "modelo construido" una interpretación posible de determinado
discurso social, obtenida mediante la aplicación de un conjunto determinado
de operaciones analíticas, a partir de una interpretación supuesta enunciada
en la o las hipótesis teóricas; la existencia y características específicas
de dicho modelo es un resultado que tan sólo es cognoscible a posteriori de
la investigación. |
26 ¿Cuáles son las características
del conocimiento producido? |
70/ El conocimiento así
producido es riguroso, meramente posible y eminentemente falible; pero es
históricamente plausible; estos son los rasgos fundamentales de la verdad
científica; ésta sólo es (debe ser) consistente con el sistema teórico que la
produce (xliv) (xlv) (xlvi). 71/ La eficacia de dicho
conocimiento (riguroso, posible, falible y plausible), como explicación de la
significación vigente de determinado fenómeno social en determinada sociedad,
fundamenta su utilidad práctica (en cuanto posibilidad de intervención
política en la coyuntura social) y establece (al menos, implícitamente) un
límite histórico a la duración de su validez (historicidad del conocimiento
científico). 72/ Las operaciones
analíticas constituyen, en este trabajo, el instrumento específico para la
producción (científica) de dicho conocimiento (científico). |
27 ¿Cuáles son las características
de las operaciones analíticas? |
73/ Por cuanto antecede,
en este trabajo, las operaciones analíticas se caracterizan por ser formales,
independientes de las hipótesis teóricas y transferibles. 74/ Se dice, aquí, que
una operación analítica es "formal" en cuanto no implica el
contenido de su resultado. 75/ Se dice, aquí, que
una operación analítica es "independiente de las hipótesis
teóricas" en cuanto, según el discurso social al que se aplica, puede
confirmarlas o invalidarlas; también, en cuanto mantiene su utilidad para la
demostración de otras hipótesis teóricas diferentes o, incluso,
contradictorias con las primeras (al aplicarse a un discurso social
diferente). 76/ Se dice , aquí, que
una operación analítica es "transferible" en cuanto un tercero
puede aprender a utilizarla y alcanzar (al utilizarla) los mismos resultados,
si la aplica al mismo discurso social. |
28 ¿Qué clases de operaciones
analíticas hay? |
77/ En este trabajo, las
operaciones analíticas, por sus características procedimentales, pueden ser:
identificadoras, constrastativas y transformacionales; esta enumeración se
limita a enunciar las operaciones analíticas de base en ciencias sociales;
cada una de las restantes operaciones específicas de cada una de las ciencias
sociales particulares quedará incluida en uno u otro de estos tres grandes
grupos de operaciones fundamentales o combinará las características que las
definen (xlvii). |
29 ¿Cómo opera y qué resultado
produce cada una de las operaciones analíticas? |
78/ Se entiende, en este
trabajo, por "operación analítica identificadora" aquella que
segmenta y vincula marcas perceptuales efectivamente presentes en determinado
discurso social (xlviii). 79/ Su aplicación depende
de la hipótesis teórica (o supuesto) en la que se afirma que determinadas
marcas (y no otras) son las productoras de las representaciones /
interpretaciones con las que determinada sociedad atribuye determinada
significación a determinado fenómeno, en determinado momento. 80/ Su éxito explica el
modo material de producción de la significación de determinado fenómeno:
componente sintáctico de la significación. 81/ Se entiende, en este
trabajo, por "operación analítica contrastativa" aquella que
relaciona las marcas perceptuales identificadas en determinado discurso
social con otras marcas perceptuales identificadas en otro determinado
discurso social, contemporáneo del primero (xlix). 82/ Su aplicación depende
de la hipótesis teórica (o supuesto) en la que se afirma que el contraste
entre las marcas de tales discursos sociales (contemporáneos) contrapuestos
confiere, a las representaciones/interpretaciones producidas y/o reproducidas
en uno de tales discursos, su específico significado diferencial. 83/ Su éxito explica el
modo diferencial (y competitivo) en que cada discurso social produce la
significación de un determinado fenómeno, en determinado momento de
determinada sociedad; componente semántico de la significación. 84/ Se entiende, en este
trabajo, por "operación analítica transformacional" aquella que
relaciona los pares de marcas contrastadas en dos (conjuntos de) discursos
sociales diferentes, pertenecientes a un determinado momento (una actualidad
determinada) de determinada sociedad, con otros pares de marcas contrastadas
en otros dos (conjuntos de) discursos sociales diferentes, pertenecientes a
otro determinado momento (anterior o posterior, respecto de dicha actualidad)
de esa misma determinada sociedad (l). 85/ Su aplicación depende
de la hipótesis teórica (o supuesto) en la que se afirma que la
transformación posible entre la específica significación diferencial de un
fenómeno, en una actualidad determinada, y la específica significación
diferencial de ese fenómeno, en otro momento determinado (anterior o
posterior, respecto de dicha actualidad): a) no se ha producido, con lo que
la significación del fenómeno sigue siendo la misma; o b) se ha producido,
con lo que la significación diferencial no sólo no es la misma, sino que una
de las enunciadas supera (o es superada por) las contradicciones inherentes a
la otra. 86/ Sólo a condición de
que la prueba de tal superación tenga éxito, podrá afirmar el investigador
que posee la plenitud de la explicación de la significación de un determinado
fenómeno, ya que, a más de la significación contrastada obtenida en función
de un determinado momento, habrá establecido el modo histórico de dicha
significación: componente dialéctico de la significación. 87/ Se entiende, en este
trabajo, por "superación" la transformación de las peculiares
características de la contradicción básica (inherente al hecho de que la
significación de un fenómeno ocurre en el discurso social y no en el
fenómeno) inicial, en otra contradicción subsiguiente de características
peculiares (cuya estructura no se hará consciente si no es con el uso, en el
tiempo, del discurso social que la contiene) y que deberá, a su vez, ser.
superada (li). 88/ La sucesiva
superación de esta secuencia de contradicciones constituye la trama histórica
de los fenómenos sociales; reconstruirla, hasta el momento en que interviene
el investigador o explicar el fenómeno en función de la trama histórica de
los discursos sociales que le han ido confiriendo su significado constituye
el objeto de conocimiento de una investigación en el ámbito de las ciencias
sociales. 89/ Cuanto se ha ido
desarrollando en los parágrafos precedentes constituye pautas metodológicas
básicas para la investigación en ciencias sociales, derivadas de la reflexión
crítica acerca de la posibilidad de una semiótica dura. |
(i/ parág. 5). La
indicación de que el problema de la calidad efectivamente científica de las
ciencias sociales "todavía resulta importante" reconoce su
trascendencia política, en cuanto afirmación de un espacio académico propio;
advertir, no obstante, que "ya es de escaso interés" alude a la
superación teórica de dicho problema, tanto por el generalizado rechazo, en las
ciencias naturales, de "las lógicas de la justificación de la
epistemología cl sica - empirista o racionalista -" (Lakatos, I., 1981:
176), como por la generalizada preocupación por establecer "la forma de la
positividad" de las ciencias sociales (Foucault, M., 1968: 338).
(ii/ parág. 5). Definir a
la ciencia como lenguaje no constituye una perspectiva específica de las
ciencias sociales, sino que es pertinente a la ciencia en general; se sigue, en
esto, el criterio de N. Bohr: "Estamos suspendidos del lenguaje de tal
modo que no podemos decir qué está arriba ni qué está abajo" (citado en
Bub, J., 1979: 453).
(iii/ parág. 9). Este
concepto de fenómeno, que se postula como específico a las ciencias sociales,
excluye la posibilidad husserliana de conocimiento del fenómeno en sí mismo y
retoma la tradición kantiana: "en el fenómeno los objetos y la manera de
ser que nosotros les atribuimos son siempre considerados como alguna cosa
realmente dada; solamente que, en tanto esta manera de ser no depende más que
del modo de intuición del sujeto en su relación al objeto dado, este objeto es
distinto como fenómeno de lo que es como objeto en sí" (Kant, Crítica de
la Razón Pura: Estética trascendental, 8, III; 1950: 79). En el mismo sentido
define C.S. Peirce al fenómeno (o "fáneron"): "la totalidad
colectiva de todo lo que está de algún modo o en algún sentido presente ante la
mente, sin considerar en absoluto si se corresponde o no con alguna cosa
real" (Peirce: 1.284). Fenomenismo que asume Peirce con clara conciencia
de ser "el fenomenismo de Kant y no el de Hume. En realidad lo que Kant
llamó su revolución copernicana fue precisamente el paso de la visión
nominalista a la visión realista de la realidad. La esencia de su filosofía fue
considerar al objeto real como determinado por el entendimiento" (8.15).
Residuo idealista (y, mal que le pese a Peirce, también hegeliano) que, en la
visión constructiva del fenómeno, se elimina determinando, a su vez, al
entendimiento por el discurso realizado mediante el uso social de la lengua;
cfr., por ejemplo, el materialismo explícito de M. Pˆcheux, quien cifra sus
esperanzas en el proyecto teórico de Mel'cuk y Zolkovskij, de quienes cita la
definición de "sentido": "El sentido es lo que es común a las
diversas expresiones reconocidas y utilizadas por los sujetos hablantes como
sinónimas o, más brevemente, el sentido es la invariante de las
transformaciones sinonímicas (paráfrasis)" (Pˆcheux, M., 1975: 268).
(iv/ parág. 9). En este
sentido, también, "la opinión de René Thom según la cual 'toda ciencia es
el estudio de una fenomenología'" (citado por Marty, R., 1986: 341).
(v/ parág. 10). Lo que
requiere estar atento para no incurrir en "el error de estímulo (...) o el
error de cosa o el error de objeto, esto es, la suposición de que la cuenta que
da la mente de una cosa es idéntica a todas o algunas de las propiedades objetivas
de la cosa" (Arnheim, R., 1971: 103).
(vi/ parág. 10). El
concepto de representación que se define en este parágrafo sintetiza "las
dos nociones conectadas entre sí, que no eran claramente distinguidas en aquel
tiempo" (el de Kanty Schopenhauer) "y que se han prestado a confusión
hasta el presente. En uno de sus sentidos, el término tenía un empleo
'sensorial' o 'perceptual' - así en la óptica fisiológica de Helmholtz y en la
sicología de Mach -, que lo vinculaba con las filosofías empiristas de Locke y
Hume. En su otro sentido, tenía un empleo más 'público' o 'lingüístico' - así
en la mecánica de Hertz -, análogo al de la expresión 'representación gráfica'
de la física actual" (Janik, A. y S. Toulmin, 1974: 166). Esta síntesis
constituye "la relación fundante de la epistemología, la relación entre
conocimiento y representación, habida cuenta de los nuevos conceptos aportados
a la investigación científica por las nuevas técnicas de representación de los
conocimientos (Le Moigne, J.-L.,1986: 52). Lo que encuentra sus antecedentes en
C.S.Peirce: "(...) nuestros juicios perceptuales son las primeras premisas
de todos nuestros razonamientos (...), todos nuestros restantes juicios son
otras tantas teorías cuya única justificación es que han nacido y nacerán de juicios
perceptuales" (5.116). Obsérvese: "juicios perceptuales" y no
"percepciones", en el mismo sentido en que, en este trabajo, se habla
de "representaciones".
(vii/ parág. 10). Es, adem
s, importante conservar el carácter sustitutivo de toda representación.
"Una representación es ese carácter de una cosa en virtud de la cual, para
la producción de determinado efecto mental, puede estar en lugar de otra
cosa" (Peirce: 1.564). Así, la representación del fenómeno no es el
fenómeno, sino algo que está en su lugar, en la medida en que así lo acepte o
establezca determinada comunidad.
(viii/ parág. 11). El uso
que aquí se hace del término "interpretación" se distancia
expresamente del enfoque característico de la hermenéutica; ésta explora la
eficacia interpretativa ya bien en el sujeto: "el discurso interpretativo
depende del sujeto interpretativo, cualificado por un saber preliminar y una
competencia explicativa que le permiten comprometerse en la búsqueda del
sentido" (Alexandrescu, S., 1979: 217), ya bien en el comentario "que
trasmite un saber cuya pretensión es la verdad" asociando lo persuasivo a
lo propiamente interpretativo: "el comentario interpreta el relato que
toma por objeto" (Panier, L., 1979: 240). La hermenéutica se constituye
sobre "lo inacabado, la infinitud de las interpretaciones" y, por
ello, "es necesario comprender (...) que la hermenéutica y la semiología
son dos tristes enemigas. En efecto, una hermenéutica que se repliega sobre una
semiología debe creer en la existencia absoluta de los signos" lo que
contradice el tiempo de la interpretación (hermenéutica) que es circular
(Foucault, M., 1964: 8). Este sentido duro de la semiótica es el que se
desarrolla, en este trabajo, como base metodológica en la que se incluye el
concepto de interpretación; es también el sentido analítico en el que R.H.
Thomason escribe en su "Introducción" a la obra de R. Montague:
"en el lugar de concebir al tiempo pasado como si actuase sobre los
valores extensionales de las fórmulas, le haremos actuar sobre las intensiones,
siendo éstas, como las extensiones, denotaciones posibles construidas a partir
de una estructura interpretativa" (1977: 42). Así, en este trabajo, se
enuncian algunas consideraciones muy generales acerca de la naturaleza y el uso
de las operaciones analíticas (en cuanto estructuras interpretativas) que le
permitan al investigador identificar las denotaciones posibles (intensionales y
extensionales) de los discursos sociales que producen la significación de los
fenómenos en estudio. También es éste el sentido en que M. Bunge caracteriza la
interpretación (con la sola observación de que, en este trabajo, en cuanto
referido al ámbito de las ciencias sociales, la interpretación de un hecho se
considera siempre mediada por la interpretación de un signo, en el sentido
amplio de texto o discurso, siendo esta mediación el objeto específico de la
investigación): "Interpretamos un hecho cuando lo explicamos e
interpretamos un signo artifical (símbolo) cuando averiguamos o estipulamos lo
que significa en un determinado contexto . Y un signo artificial significa - si
es que significa - lo que representa o sea, su designatum (...). En particular,
un signo unidad o término es significativo si designa un conjunto no-vacío ; la
designación es no-ambigua si el conjunto es un conjunto-unidad. Y una sentencia
será significativa si representa un conjunto de proposiciones; la sentencia
será ambigua a menos que represente una sola proposición y será sin-sentido si
no representa ninguna proposición" (Bunge, M., 1973: 161). M s adelante se
refiere a la "explicación interpretativa" a la que diferencia de las
'explicaciones subsuntivas", afirmando que "sólo las teorías
representacionales, las teorías que intentan representar el modus operandi de
sus correlatos, pueden dar explicaciones más profundas. Las llamaremos
explicaciones interpretativas" (ibid.: 585). La diferencia con Bunge está
en considerar que, en las ciencias sociales, el "modus operandi"
sobre el que recae tal representación/interpretación y, por tanto, el que constituye
el objeto de la correspondiente investigación, consiste en la productividad
material del lenguaje natural (en la empírica forma social con que se
manifieste) para la producción de la significación de los fenómenos. El
lenguaje natural (en su pluralidad inherente a su carácter social) cumple,
respecto de los fenómenos sociales, un papel semejante (pero multiplicado y
complicado en forma tal que resulta indispensable el acotamiento que, para su
estudio, se impone el investigador) al de las teorías científicas con respecto
a los hechos a los que se aplican. Respecto de estas últimas, dice P.K.
Feyerabend, en un artículo ya cl sico: "Hechos y teorías están conectados
mucho más íntimamente de lo que admite el principio de autonomía. No sólo la
descripción de cada hecho singular depende de alguna teoría (la que, por
supuesto, puede ser diferente de la que se está comprobando). Existen también
hechos que no pueden desenterrarse más que con la ayuda de alternativas a la
teoría que se comprueba, y que resulta inaprovechable tan pronto como se
excluyen dichas alternativas. Esto sugiere que la unidad metodológica a la que
debemos referirnos cuando se discuten cuestiones de prueba y de contenido
empírico está constituida por un conjunto global de teorías en parte superpuestas,
factualmente adecuadas, pero mutuamente inconsistentes (Feyerabend, P.K., 1970:
330). Así como la reflexión epistemológica posee un nivel metalingüístico
respecto de las teorías científicas (naturales) que estudia (y aquí se inserta
la reflexión de Feyerabend respecto de la existencia de "hechos que no
pueden desenterrarse" más que tomando en cuenta multiplicidad de teorías
o, al menos, sus alternativas) así las ciencias sociales poseen ya, en cuanto
teorías formuladas, un nivel metalingüístico por intervenir en la multitud de
los lenguajes sociales sin los cuales ningún fenómeno lograría ser desenterrado
(o sea, no se lograría establecer la interpretación de la eficacia de tales
lenguajes para la producción de la significación de determinado fenómeno).
(ix/ parág. 12). Pese a que
el tema de la recursividad o recurrencia es tentador por lo fructífero que
resulta para el conocimiento de los procesos de producción del conocimiento (a
partir de la formulación del 5§ postulado de Peano), se lo menciona aquí, tan
sólo como una reflexión metateórica acerca de las definiciones de los
parágrafos 10 y 11 precedentes. La intención ha sido vincular, mediante una
necesariedad conceptual, las operaciones sociales de representar e interpretar,
estableciendo la imposibilidad de definir una sin acudir a la otra, pero
manteniéndolas como diferentes (disintiendo, en esto, de ciertos comentarios de
N.R. Hanson a quien lo que le interesa es negar la dualidad de ver e
interpretar: "Nos atreveríamos a decir que 'la interpretación es la
visión'", 1977: 104; pero que formula interesantes observaciones acerca de
la diferencia entre "ver como" y "ver que", lo que permite
aproximar su noción de ver o de visión a la que aquí se plantea de representar
o representación). El problema que plantean las definiciones recursivas, en el
sentido en que se las formula en este trabajo, se relaciona íntimamente con las
que H. Poincaré denominó "definiciones impredicativas" y que B.
Russell retomó como "principio del círculo vicioso", en la crítica a
G. Frege, a! proponer su teoría de los tipos (Hatcher, W.S., 1968: 115 ss).
(x/ parág. 13). Pasa por
aquí una sutil línea de diferencia entre las ciencias naturales y sociales. Por
supuesto que, en principio, en uno y otro caso, se trata de ciencias y, así, no
se plantea la diferencia en función de este concepto común . También es común a
ambas la no-inmediatez del objeto de conocimiento; pero es diferente el
instrumento que pone la mediación. En las ciencias cuyo objeto de conocimiento
está constituido por los fenómenos sociales, la mediación sobre la que
interviene la reflexión científica es, según se sostiene en este trabajo, el
discurso social; en las ciencias cuyo objeto de conocimiento está constituido
por los fenómenos naturales, la mediación está puesta por el discurso
científico histórico (en cuanto precedente al del investigador que interviene
en un momento determinado y que percibe su objeto a través de tal discurso
precedente). No obstante, esto debe entenderse en cuanto predominio y no de un
modo absoluto; los objetos del conocimiento científico natural también están
mediados (adem s de por el discurso científico histórico pertinente) por el
discurso social que, al menos, les atribuye una importancia cambiante y, en
ocasiones, propone modos éticos y estéticos de representación/interpretación de
tales objetos y que son recibidos por la reflexión científica (cuando lo son)
como anticipaciones, objetivos o restricciones del conocimiento científico
natural. Tal ocurre, por ejemplo, con "la utilización del lenguaje
metafórico en un contexto científico", en cuyo caso, tal lenguaje
"juega un papel en el desarrollo y articulación de teorías de ciencias
relativamente maduras. Su función es una especie de catacresis o sea, se usan
para introducir terminología teórica cuando no existe otra previamente"
(Boyd, R., 1979: 357), así como "con las categorías de la mente que irán
cambiando por acomodación del lenguaje y de la experiencia" (Kuhn, T.S.,
1979: 418-9). Por su parte, los objetos del conocimiento científico social
también están mediados (adem s de por el discurso social en el que intervienen)
por la propia historia del discurso científico particular que establece, al
menos en sus fracasos, las ausencias e inconsistencias en la formalización de alguna
ciencia social particular y, consiguientemente, en la explicación de los
fenómenos sociales en estudio. Se constituyen, así, anticipaciones de
problemas, objetivos de conocimiento y restricciones (el "obstáculo
epistemológico" bachelardiano) que se le imponen, como exigencias de
superación, al investigador que interviene en un momento determinado;
"todo esto, naturalmente, significa que el esfuerzo por acercarse más a
una verdad definitiva, matemática o de otro tipo, nunca tiene fin. Lo que se necesita
en cada fase es justamente que el pensamiento y la comunicación de uno estén en
armonía con el contexto total, experimental y teórico, para el que son
relevantes y la clave de tal armonía está en la sensibilidad para captar la
disarmonía ("disharmony", en el original) en lo que se ha hecho
ya" (Bohm, D., 1979: 438). Cfr., en este mismo trabajo, los parágrafos 35,
36, 64 a 70 y 73 a 76 y sus notas.
(xi/ parág. 14). Téngase en
cuenta, también, el parágrafo 88. Peirce concibe la investigación, después de
afirmar su identificación con el "estado de duda", del siguiente
modo: "De este concepto salta el deseo de lograr establecer una opinión
que consiste en determinada conclusión independiente de todas las limitaciones
individuales, independiente del capricho, de la tiranía o de los accidentes de
cualquier eventualidad...., - una conclusión a la cual llegaría cualquier
hombre que haya seguido el mismo método y que lo haya exigido suficientemente.
Al esfuerzo para lograr establecer tal opinión se lo llama investigación. La
lógica es la ciencia que enseña si estos esfuerzos están correctamente
dirigidos o no" (Peirce: 7.316). Pero, cfr. parágrafo 70 y su nota.
(xii/ parág 17). El
problema suele plantearse respecto de la corrección o incorrección de decir que
el lenguaje de las ciencias sociales es el lenguaje natural o sea, que en las
ciencias sociales se utiliza el mismo lenguaje que en el habla cotidiana,
diferenciándose, tan sólo, entre un "discurso científico informal" y
un "discurso científico formal", en función de las características
del "empleo" del lenguaje natural (Bloomfield, L.,1973: 99); o bien
si, pese a la analogía formal entre el lenguaje utilizado en los textos de las
ciencias sociales y el utilizado en el discurso social, se puede calificar al
primero de efectivamente "natural", por oposición al lenguaje de las
ciencias "de la naturaleza o de la materia, caracterizadas por el empleo
de sistemas semiológicos propios" (Gardin, J.- Cl.,1987a 38; quien
responde a su propia pregunta con la afirmación de que, en el caso de las
ciencias sociales, se trata de "una oposición de hecho" debida
"únicamente al estado primitivo donde permanecen la mayoría de ellas , en
el camino hacia una simbolización eficaz de los hechos que estudian", con
lo que conviene en coyuntural lo que, en este trabajo, se considera de profunda
raíz epistemológica: la calidad semiótica de los fenómenos que estudian las
ciencias sociales). Los investigadores del análisis del discurso son quienes
han afirmado y asumido las consecuencias teóricas y operativas del carácter
metalingüístico de los textos científicos que producen, ya bien como
intervención en un 'preconstruido' para designar aquello que reenvía a una
construcción anterior, exterior, en todo caso independiente, por oposición a lo
que 'construye' el enunciado" (P. Henry, citado y asumido en Pˆcheux, M.,
1975: 88-9), ya bien acudiendo a una "metalengua de descripción"
inherente a "los textos consagrados al análisis del discurso como un
discurso que tiene por objeto al discurso o a los discursos" (Marandin,
J.-M., 1977: 55 y 33). También la semiótica misma se ha considerado como un
metalenguaje, tanto en los textos ya cl sicos: "La semiótica, como
ciencia, utiliza signos especiales para establecer hechos acerca de signos; es
un lenguaje para hablar acerca de signos" (Morris, C., 1969: 86), como en
aportes epistemológicos más recientes; así, afirmando el carácter
interpretativo de la semiótica, H. Parret la considera "un metadiscurso
que transpone el sentido mediante la descripción", concluyendo como
propuesta de trabajo: "la teoría de la comprensión deberá referirse al
hacer-saber ("making-to-know" en el original) de la semiótica. Para
traducir estos contenidos epistemológicos en aportes metodológicos, trataré la
profundidad y la generatividad vinculando estas nociones a la construcción y a
la reconstrucción. La generatividad y la profundidad semióticas son
radicalmente específicas, por una parte, con respecto a la generatividad y
profundidad que construimos por transposición traslativa (en el uso del
lenguaje ordinario, por ejemplo) y, por otra, con respecto a la generatividad y
profundidad que reconstruimos por transposición explicativa (en las ciencias
sociales, por ejemplo)" (Parret H., 1983: 78 y 81). En el enfoque
metodológico que se plantea en este trabajo y formulándolo en términos de H.
Parret, la semiótica se constituye como un conjunto de reglas (metalenguaje de
2do grado) que controlan la transformación del resultado de la tarea de
transposición traslativa (mediante la que se construye el discurso social:
lenguaje objeto) en el resultado de una transposición explicativa (con la que
se reconstruye el discurso social en el texto del discurso científico:
metalenguaje de 1er grado), siendo esta última tarea la específica a las
ciencias sociales ya que explica la eficacia social de las
representaciones/interpretaciones de tal discurso social.
(xiii/ parág. 17). L.
Hjelmslev, incorporando los desarrollos lógicos de su época (circa 1940; con
especial alusión a los trabajos de los lógicos polacos, entre los que destaca,
en lo que aquí interesa respecto de la noción de "metalenguaje",
Alfred Tarski; cfr. Tarski, A., 1956), reconoce "la existencia de
semióticas cuyo plano del contenido es, él mismo, una semiótica que trata de una
semiótica" (Hjelmslev, L., 1971: 150). No obstante, siguiendo desarrollos
lógicos posteriores (cfr., en especial, Curry, H.B., y R. Feys, 1967:58-61), a
los efectos de evitar "los peligros del 'modo autónimo de hablar' - el
modo, esto es, en el cual un ejemplar de una expresión simbólica se usa como
nombre de esa expresión", así como para tomar los resguardos necesarios a
los efectos de "estar seguros de que se ha evitado la 'confusión entre uso
y mención'" (ibid.: 49-50), se ha considerado conveniente distinguir entre
"metalenguaje" y "lenguaje exterior" a otro lenguaje
(Desclès, J.P. et Guentcheva Desclès, 1977: 2), exigiendo, como criterio
diferencial, que en el primero se utilice la misma lengua y que en el segundo
intervenga "un sistema simbólico artificial y por tanto 'exterior' a la
lengua" (ibid.: 5), en este sentido, las ciencias sociales, mientras se
desarrollen formalizando (ver parágrafos 58 a 60) el lenguaje natural para dar
cuenta de discursos producidos en tal lenguaje natural, se construirán como
metalenguajes propiamente dichos; cuando utilicen un lenguaje simbólico
(artificial) para dar cuenta de los discursos producidos en lenguaje natural,
se construirán como lenguajes exteriores al lenguaje en estudio. La diferencia
es importante, ya que mediante el metalenguaje una lengua puede decirlo todo,
en particular describirse a sí misma" (Z.S. Harris, citado en ibid.: 9)
mientras que el recurso a un lenguaje exterior responde al hecho de que
"para Saumjan, estudiar las propiedades de una lengua (o lenguas) - o sistema
U, objeto de estudio - significa construir otro sistema, llamémosle A, que
tenga por finalidad 'simular' una (o varias) lengua(s)" (ibid.: 18). Esta
finalidad de simulación implica la posibilidad de explicar los procedimientos
mediante los cuales el lenguaje natural (sus discursos) en estudio produce la
significación de los fenómenos de los que habla, por lo cual, el concepto de
"lenguaje exterior" resulta más fructífero que el de
"metalenguaje, pese al sustrato lógico común a ambos. Instrumentalmente,
esto adquiere trascendencia cuando se apunta, en la investigación, a la
elaboración de programas de inteligencia artificial o sea, "al análisis de
los razonamientos propios de las ciencias humanas, considerados desde las
nuevas perspectivas abiertas por los sistemas expertos" (Gardin, J.-CI.,
et al., 1987b: 1). Por su importancia para la comprensión del enfoque global
del presente trabajo, en el que todos los pasos metodológicos tienden a hacer
posible una constante consideración crítica de la aplicación del razonamiento
al progreso y culminación de una investigación, resulta de interés la precisión
que formula J. Cl. Gardin: "¨Cuál es el objeto que designamos como tal
cuando hablamos del estudio o del análisis de los razonamientos? Una respuesta
cómoda, aunque incompleta, es que la expresión concreta de un razonamiento en
ciencia es el propio texto científico, donde el autor expone las operaciones
intelectuales que lo han conducido desde la observación de ciertos hechos
empíricos al enunciado de proposiciones designadas de diversos modos: tesis,
hipótesis, interpretaciones, conclusiones, comentarios, explicaciones,
etc." (ibid.: 4). Por razones de facilidad comunicativa, no obstante, en
el presente trabajo, se hace constante y exclusiva referencia al carácter
metalingüístico del "texto científico" de las ciencias sociales (en
cuanto, esta última expresión es sinónima de "ciencias humanas"
habitual entre los autores franceses), sin usar la diferencia entre
metalenguaje y lenguaje exterior. Cfr., también, la nota al parágrafo
siguiente.
(xiv/ parág. 17). No se
desarrolla, tampoco, en este trabajo, la diferencia entre metalenguaje,
metalengua, metatexto y metadiscurso ya que, pese a su importancia teórica,
harían excesivamente farragosas estas notas y/u oscurecerían la aplicabilidad
de las orientaciones metodológicas del texto (uno de sus más completos
desarrollos puede encontrarse en el citado Desclès, J.P. et Z. Guentcheva
Desclès, 1977); tampoco la, en última instancia, inexistencia del lenguaje
objeto (en sentido estricto, por ser signos u objetos semióticos y no cosas,
hechos o fenómenos en sí, el referente de cualquier lenguaje), siendo
suficiente con esta observación para entender el sentido con que se utiliza tal
expresión (lo que hace que, incluso, las ciencias naturales usen ya un
metalenguaje en su textualidad; el único lenguaje objeto es el de los fenómenos
en cuanto ya signos). No obstante, provisionalmente, se conservará la expresión
"lenguaje objeto" para referirse al discurso social y al discurso (no
metodológico) de las ciencias naturales; por lo que, al discurso de las
ciencias sociales se lo considerará "metalenguaje" (de 1er grado),
calidad que también posee el discurso metodológico de las ciencias naturales;
al discurso metodológico de las ciencias sociales se lo considerará
"metalenguaje" (de 2do grado), calidad que comparte el discurso
epistemológico relativo a las ciencias naturales; puede por ello decirse que el
discurso epistemológico relativo a las ciencias sociales ostenta la calidad de
"metalenguaje" (que sería de un 3er grado).
(xv/ parág. 18). "En
la medida en que toda proposición metalingüística relativa a los lenguajes
naturales es analítica" (Lyons, J., 1977: 292), el carácter de las
operaciones (analíticas) constitutivas de una metodología en ciencias sociales
es metalingüística. La reflexión sobre las peculiaridades metalingüísticas de
tales operaciones metodológicas (que aquí se postulan de 2do grado por la
exigencia de dar cuenta, simultáneamente, en forma sucesiva o acumulativa, de
las relaciones inherentes al discurso social y las inherentes al discurso
teórico) todavía está por hacerse, al menos según la información de la que, en
este trabajo, se dispone. Existe, no obstante, la plena conciencia de la
necesidad de trabajar (metalingüísticamente) con "una cadena de
operaciones explícitamente definidas que las vincule" (a las tesis)
"con los hechos" (Gardin, J.-CI., 1987b: 6); a su vez, se es
consciente de que "el desarrollo de los sistemas expertos, en ciencias
humanas como fuera de ellas, se vincula esencialmente al progreso en las
técnicas llamadas de 'Representación y Tratamiento de los Conocimientos"'
(ibid.: 12) (también de neto carácter metalingüístico), con lo que las
exigencias de programación constituyen un reaseguro del rigor de las
operaciones analíticas utilizadas, sin que despierte temor el hecho de asumir,
de ese modo "una perspectiva en todo caso no-filosófica, sino más bien
técnica, tecnicista, tecnocrática incluso" (ibid.: 10). La reflexión
metodológica en ciencias sociales se ve obligada, por tanto, a modificar el
ámbito de referencia de sus criterios y hábitos de validación, que ya no
encuentran su fundamento en puras consideraciones de razonabilidad lógica, sino
en la medida en que tal razonabilidad lógica constituye la posibilidad de una
implementación operatoria (calculabilidad o computabilidad): "se trata,
ahora, de dotar a esta máquina de mecanismos que le permitan controlar el
estado de sus conocimientos de tal manera que pueda concebir estrategias de razonamiento
que se concreten mediante la realización de una tarea dada. Entre las
operaciones de razonamiento sobre el razonamiento, las más importantes son:
-Demostrar que se lo puede demostrar (...). -El autoaprendizaje (...). -La
búsqueda de soluciones elegantes (...)" (Sallantin, J., 1986: 131),
operaciones, todas ellas, que implican la práctica de una reflexión
metalingüística. Pero, con frecuencia (también es necesario decirlo), las
propuestas analíticas relacionadas con la inteligencia artificial parten de un
mundo (o de sus fenómenos) que parecen representables según una "lógica
natural" o según la interrelación de "primitivos semánticos"
(Jackendoff, R., 1987: 91 passim), con lo que se pretende eliminar la
consideración del lenguaje natural portador de esa lógica y atribuidor de esa
semántica y con lo que se pondría a salvo de las divergencias de los lenguajes
naturales, y por supuesto, de la historia. Se privilegia la observación del
investigador como fuente de una segura (y, por tanto, suprema) racionalidad
que, adem s (garantizada por la sinceridad del propio investigador), sería
universal (o común a cualquier mente) y a-temporal (o eterna); cfr. frente a
esto los parágrafos 28 a 32. Este mundo, "visto por un marciano"
(parafraseando la crítica a Chomsky de Gadet, F. et M. Pˆcheux, 1981: 219) o
ese lenguaje arbitrario y, por tanto, prescindible "pero solamente bajo la
mirada impasible de Sirius" (según ironiza Benveniste, E., 1966: 51), es
en realidad mucho más desconfiable que el contingente pero positivo (empírico)
discurso que lo nombra (al mundo) y lo utiliza (el lenguaje). El razonamiento
automático sobre el razonamiento se hace eficaz y explicativo cuando el
razonamiento sobre el que razona está materializado en frases efectivamente en
uso, en determinada sociedad. Si esto se completa con un lenguaje teórico que
viene siendo elaborado (formalizado) progresivamente por los científicos a lo
largo de la (corta o larga) historia de cada ciencia particular y que le
proporciona los razonamientos concretos con los que razona, se habrá ubicado,
en la relación que las hace eficaces, a las operaciones metodológicas en
ciencias sociales: el punto (metalingüístico) de confluencia del lenguaje
teórico y el discurso social. Los científicos sociales tienen, adem s, la ventaja
de contar con la larga y debatida experiencia que acompañó, en la epistemología
de las ciencias naturales, a las modificaciones de las "reglas de
correspondencia", en cuanto "descripciones de los diferentes
procedimientos experimentales de conectar a las teorías con los fenómenos"
(Suppe, F., 1979: 134), lo que mutatis mutandis se aplica a las operaciones
analíticas (metalingüísticas) a las que se refiere este trabajo.
(xvi/ parág. 20). Al
diferenciar los datos de la información, por una parte, se profundiza en la
distancia que separa este enfoque metodológico del "empirismo de
secano" al que se refiriera N.R. Hanson (1977: 21 y 27) y, por otra, se
ajustan los conceptos para separar lo perceptualmente observable de lo que, en
mayor o menor medida, ya implica alguna forma de transformación explícita
(inferencia). En el primer aspecto, es contundente lo que afirma P. Suppes:
"Lo que quiero hacer es esto: considerar las tesis filosóficas cl sicas de
que se puede dar una interpretación causal absoluta de los fenómenos, de que se
puede obtener de los fenómenos naturales una ley definitiva de tipo
determinista y de que es necesario algún fundamento firme de la certeza
perceptual para lograr un conocimiento seguro del mundo. Las tres son falsas y
definitivamente anticuadas de acuerdo al tipo de teorías que en la actualidad
han llegado a imponerse en la ciencia (...). Cuando se trata de conocimiento,
los cimientos reales descansan sobre la arena y no sobre roca" ( 1979:
322-3). Conviene observar que las tesis expresamente negadas por P. Suppes son
las que más frecuentemente se ostentan para criticar la falta de rigor
científico de las ciencias sociales y que Suppes las enuncia tras un trabajo en
el que profundiza el problema de la corregibilidad de los datos, como un
análisis crítico previo a su identificación y utilización. Pero la sencillez
del reconocimiento de lo endeble del conocimiento científico (sea natural o
social) no justifica el registro intuitivo y acrítico de los fenómenos sociales
que han de ser objeto de estudio, rechazándose su carácter apriorístico y
condicionándolos a las características y calidades de la medición que registra
de ellos lo que, en este trabajo, se denomina "información". Buscando
otro ámbito al problema de dotar del rigor adecuado al análisis en ciencias
sociales, M. Borillo propone "sustituir la información, tal como se la
utiliza en el razonamiento tradicional de las Ciencias del Hombre, multiforme,
irregular, implítica (...) por los datos, en la acepción estricta que el término
posee en las Ciencias de la Naturaleza" (1977:7). Aquí, datos e
información designarían al mismo conjunto de entidades, diferenciándose por el
rigor del razonamiento con que se los considera. El cambio de nombre apunta a
provocar un cambio radical de actitud ("un tel bouleversement") que
M. Borillo identifica con el cumplimiento de la que denomina "condición
mínima de regularidad", en cuanto "la correspondencia entre los
fenómenos y los sistemas simbólicos encargados de representarlos debe ser tal
que dos fenómenos idénticos deben tener necesariamente la misma representación
y que a dos representaciones idénticas deben corresponder dos fenómenos
idénticos o 'equivalentes', atendiendo a los criterios del estudio"
(ibid.). Cfr. los parágrafos 73 a 76. Se opta, en el presente trabajo, por
mantener diferenciados los términos "información" y "dato",
no asignando uno a las ciencias sociales y el otro a las ciencias naturales,
sino acotando el segundo (dato) al registro de los "discursos sociales"
(cuya problemática será la de constituir el corpus adecuado, necesario y
suficiente) y el primero (la información) al registro de determinadas marcas y
relaciones materializadas en tales discursos sociales (cuya problemática será
la de su identificación, contraste y transformabilidad, mediante las
correspondientes operaciones analíticas; cfr. parágrafo 51 y 64). Cfr., también
las notas a los parágrafos siguientes.
(xvii/ parág. 21). El
concepto de dato que se propone en este parágrafo presenta un doble aspecto:
por una parte, su diferenciación del fenómeno y, por otra su diferenciación de
la información (para esto último, cfr. las notas al parágrafo siguiente). Si la
primera actividad de una investigación, en ciencias sociales, consiste en
recopilar los datos y estos no son los fenómenos, los fenómenos quedarían
excluidos de la investigación; no obstante, lo que se desea excluir es la
consideración trivial, intuitiva, holística de los fenómenos o sea, al fenómeno
en sí. Por esta causa, lo primero que se incluye, como actividad elemental de
toda investigación, es la recopilación del instrumento social (el discurso
social) que los registra (ver parágrafo 24 y su nota). La materialidad del
fenómeno, como garantía de objetividad inicial para la investigación, es una
falacia; lo que el fenómeno objetivamente es, es el modo de ser representado e
interpretado por determinada sociedad, lo que se ha definido, en otro lugar,
bajo la expresión "objeto semiótico" (Magariños de Morentin, J. A.,
1986: 151-2). Esta dependencia de lo objetivo a lo social figura entre las
anticipaciones formuladas por C.S. Peirce, que han contribuido a su
redescubrimiento: "(...) el verdadero origen del concepto de realidad
muestra que este concepto incluye la noción de una COMUNIDAD, sin límites
definidos y capaz de un determinado incremento de conocimiento" (5.311);
"(...) el principio social está intrínsecamente enraizado en la
lógica" (5.355), o bien, "La lógica está enraizada en el principio
social " (2.654). Pero tal representación y/o interpretación no es objetiva
ni directamente cognoscible (ver parágrafo 33); cuando se ha tratado de iniciar
la investigación mediante la descripción del fenómeno lo que se ha hecho es
partir de su representación/interpretación, tal como la intuye el investigador;
esto ha deslizado a las investigaciones en ciencias sociales hacia
consideraciones predominantemente subjetivas y/o literarias (ver parágrafo 62).
O sea, no se excluye aquí al fenómeno para privilegiar la construcción mental
de su representación/interpretación, sino que se lo excluye, justamente, para
evitar que se parta de una acríticamente supuesta
representación/interpretación. Por ello, lo que se considera efectivamente
objetivo es tomar, como dato, a los textos de los discursos sociales que hablan
del fenómeno, en cuanto materialidad empíricamente observable, cuyo conjunto
efectivamente disponible en una sociedad contiene el conjunto de las relaciones
posibles con las que dicha sociedad construye a dicho fenómeno (cfr. Foucault,
M., 1970: 50 ss, para el concepto de "formación discursiva", afín a
lo que se viene desarrollando). Este tratamiento del discurso como materialidad
ha sido posible en virtud de la consideración de la lengua como materialidad y
no según la clásica visión saussureana de la lengua como "vínculo
social" consistente en "la suma de imágenes verbales almacenadas en
todos los individuos" (Saussure, F. de, 1972: 97). Esta "suma"
no es inmediatamente accesible; lo que sí lo es es el conjunto de los discursos
que circulan efectivamente en determinado momento de determinada sociedad. Así
ha podido escribir E. Benveniste que la lengua "funciona como una máquina
de producción del sentido" (1974: 97). Esta "conversión teórica que
toma en cuenta la existencia histórica de las "materialidades discursivas'
desplaza, a la vez, la cuestión del sujeto y la de los datos, ya que, más allá
del análisis sintáctico de la secuencia, tiende a reemplazar la interpretación
semántica (...) por una práctica de la interrogación a los textos referidos a
su posición en el campo histórico" (Gadet, F., et. M. Pˆcheux, 1981: 170).
La debilidad de las ciencias sociales ha consistido en comenzar por tal
"interpretación semántica" (referida a los discursos o referida a los
fenómenos cuya interpretación se ponía fuera de discusión, como lo obvio); por
el contrario, la posibilidad de consolidar la estructura científica de las
ciencias sociales se basa en esta "práctica de interrogación de
textos" que, aquí, se constituyen en los datos primarios de toda
investigación. O sea, que, si se desea conservar el concepto de fenómeno, los
fenómenos que estudian las ciencias sociales son los textos o discursos que
produce determinada sociedad; una clase especial de fenómeno, por supuesto, ya
que se trata de fenómenos que construyen la significación de otros fenómenos,
habiendo sido (y siendo todavía) el acceso inmediato a dicha significación un
espejismo en la historia de la conciencia. El tratamiento informático del
análisis del discurso ha ido incrementando la preocupación por el registro
empírico de las secuencias (frases) que producen el significado y no a la
inversa. La óptica global para la aproximación a los hechos discursivos
"ha sido resumida bajo la definición de 'morfología discursiva'".
Morfología se toma aquí en su acepción cuasinaturalista: se trata de
determinar, de observar, de clasificar una pluralidad de 'formas' en cuanto
'haces de rasgos' que permitan aislar y reconocer, no 'especies', sino los
funcionamientos discursivos determinantes" (Lecomte, A., et P. Plante,
1986: 92). Sólo esta inversión en la consideración de lo que se entiende por
lengua y discurso permite conferir a los discursos sociales el empírico y
objetivo carácter de datos.
(xviii/ parág. 22) El
concepto cl sico de "información como magnitud medible mediante una expresión
isomorfa de la entropía negativa" (Bertalanffy, L. von, 1976: 93;
considerando a tal "entropía negativa o información" como "una
medida del orden o de la organización, ya que la última, en comparación con la
distribución al azar, es un estado improbable", ibid.: 42) no contradice
(al menos, ya que adem s puede caracterizar) lo que en este trabajo se designa
como "información". En efecto, considerada como las
representaciones/interpretaciones identificables en los datos, consiste en un orden
medible (computable) entre aquellas relaciones físicas o "características
distintivas" percibibles "en el plano de expresión del lenguaje"
(Malmberg, B. 1969: 6) y, por tanto, manifiestas (si bien requieren de
determinadas operaciones analíticas para su establecimiento y la descripción de
su operatividad) en el discurso social. B. Malmberg estudia la información en
relación a la distinción fonológica en cuanto "la secuencia de contenido
ha sido segmentada en una serie de elementos de contenido discreto" (ibid.:
106); en este trabajo, se la considera sintácticamente y la identificación de
los correspondientes elementos discretos será o no aceptable en la medida en
que permitan, por identificación, contraste y transferencia (o sea, mediante
relaciones parafrásticas o de sustitución) establecer las posibilidades
semánticas de representación/interpretación actualizadas en cada concreto
discurso social (lo que concuerda con el concepto sistémico, en cuanto
"medida de la organización" en la producción del significado, frente a
"la distribución al azar" de otras muchas relaciones existentes en el
mismo discurso y que no conducen a la significación en estudio). El planteo
está, también, muy próximo (y en la práctica metodológica resulta aplicable) a
la propuesta de una gramática formal de un "lenguaje desambiguado",
de naturaleza fundamentalmente sintáctica, como lo formuló R. Montague (1977:
158 ss).
(xix/ parág. 22) El
conjunto de la información (identificable, contrastable y transformable; cfr.
parágrafo 77) proporcionada por determinado corpus de datos (que el
investigador considera adecuado, necesario y suficiente; cfr. parágrafo 36)
constituye un dominio, en el sentido en que D. Shapere utiliza este término,
siendo aplicables igualmente, a esta reflexión metodológica, las condiciones
que exige para la asociación de los items de la información en tal dominio:
"1 . La asociación se basa en alguna relación entre los items. 2. Este
cúmulo así relacionado presenta un aspecto problemático. 3. Este problema es un
problema importante. 4. La ciencia está 'lista' para ocuparse del
problema" (Shapere, D., 1979: 578). En el presente planteo metodológico,
el problema consiste, específicamente, en reconocer a dicha información como
productora de la representación/interpretación con la que se construye la
significación social de un fenómeno; siendo el establecimiento de esta
significación social lo que constituye la importancia de tal problema.
(xx/ parág. 22) La primera
distancia a tomar, cuando se habla de "información" en el sentido de
este parágrafo, es frente al análisis del contenido. Corno expresa J. Cl.
Gardin "todo proyecto de un método general de análisis del contenido en
ciencias humanas (...) es una contradicción en los términos (...) Cuando Philip
Stone y sus colaboradores elegían llamar general Inquirer al programa de
análisis de contenido que había de proporcionarles cierto renombre y cuando en
el voluminoso libro publicado en 1966 bajo ese título, se informaba que el
mismo computer approach se había seguido para elucidar el contenido de textos
tan diferentes como cuentos esquimales, discursos políticos americanos, los
últimos escritos de suicidas, verdaderos o falsos (hombres y textos) y muchos
otros, un lector apresurado podía concluir que existía sin duda, de ahora en
adelante, un "método general de análisis de contenido en ciencias
humanas" (...) El método de análisis de contenido se reduce, en la
práctica, a una indexación fundada en el empleo de un diccionario automático o
tesaurus, diferente para cada aplicación; nada de general aquí, en
consecuencia" (Gardin, J. Cl., 1987a: 61-2). El mismo Gardin continúa
desarrollando la historia del tratamiento automático de la información
recordando "que los primeros trabajos de análisis de textos (...) tuvieron
por objetivo la construcción de 'sistemas de pregunta - respuesta' capaces de
detectar ciertas correspondencias de sentido entre el enunciado de preguntas
formuladas en una lengua natural y las bases de datos formadas por textos o
fragmentos de textos escritos en la misma lengua", lo que, no obstante el
progreso que implicaba frente al análisis de contenido, evidenciaba "la
incapacidad en que se está para dar cuenta de las equivalencias de sentido más
simples entre determinados enunciados de una misma lengua si no se define un
metalenguaje que implica, de manera casi tautológica la declaración misma de la
equivalencia" (ibid.: 745). Finalmente, alude a la aparición, en 1974, de
"un informe Minsky cuyo título, la sustancia y sobre todo la frecuencia de
las citas que aporta, permitirían pensar que constituye un primer manifiesto
sobre las posiciones teóricas del análisis de textos. Vale la pena recordar al
menos el título: "Un marco (general) para la representación de los
conocimientos'. No se podría definir de manera más exacta y más concisa, en
efecto, el problema central del análisis de textos. El objetivo de Minsky, sin
embargo, era menos una teoría del lenguaje que, según sus propios términos,
'una teoría parcial del pensamiento tal como se manifiesta mediante la producción
y la comprensión del lenguaje natural'. Lo esencial de la tesis es que, en toda
actividad de este tipo, el sujeto acude necesariamente a los datos de la
memoria, estructurados de determinada manera; resta por determinar lo que son
esos datos (componente semántica) y la manera en que están organizados
(componente lógica) (...). Se postula que los tipos de estructuras lógicas
semánticas movilizadas en la producción y comprensión del lenguaje natural son
finitas en número, desde el punto de vista de su forma y que es posible dar una
caracterización de ellas, independiente de su contenido. En esta última vía se
han enrolado, siguiendo a Minsky, la mayoría de los teóricos de la inteligencia
artificial aplicada al análisis de textos" (ibid.:75-6). Es esta también
la dirección que sigue el presente trabajo; así el concepto de información
puede entenderse en este contexto histórico y de proyección analítica como el
conjunto de las marcas y relaciones sintácticas identificables en el discurso
social (sin hacer distinciones, provisionalmente, entre "discurso" y
"texto", pero tomando la expresión en su sentido plenamente material
de modo que se exija a lo que se recopile como "discurso social" o
datos, su presencia perceptual empírica y no en cuanto alusión a una totalidad
ideal) en cuanto socialmente utilizadas para producir los componentes
semánticos (representativos/ interpretativos) del significado de un fenómeno; y
que, por tanto, pueden permitir la construcción de una base de datos que
represente, a su vez, la potencialidad expresiva de una sociedad. Estas marcas
y relaciones se identificarán e interrelacionarán (por contrastación y
transformación) mediante las operaciones analíticas pertinentes, según las
pautas esbozadas en los parágrafos 72 a 89, proporcionando así una base
objetiva y un proceso criticable a la propuesta explicativa de determinado
fenómeno.
(xxi/ parág. 22). La
relación de la información con la representación/interpretación constituye el
principal desafío para la utilización fructífera del concepto de información;
las posibilidades éxito y los riesgos de fracaso confluyen en este punto:
"la esencia de la información reside en la configuración u organización de
las señales, independientemente de la naturaleza sustantiva de éstas"
(Buckley, W., 1978: 223). La información en cuanto marca o relación sintáctica
es empírica y observable; en cuanto productora o portadora de
representación/interpretación es conceptual e inferible (cfr. el parágrafo 33).
La única alternativa del investigador (y lo que, en definitiva, lo constituye
en tal) consiste en construir rigurosamente (según las exigencias de la lógica
y del lenguaje teórico de su ciencia particular) la cadena de proposiciones que
vayan de la información (como conjunto de premisas) a la representación/interpretación
(como conclusión). El problema está actualmente elaborado en términos de la
inteligencia artificial, lo que proporciona el control adicional del sistema de
procesamiento; "se debe recordar que el procesamiento de un 'objeto', un
'problema' o un 'acontecimiento', el movimiento de 'un brazo mecánico' o de un
'peón' sobre un tablero de ajedrez, si se produce mediante una computadora, se
dice que son todos prototípicos de la inteligencia artificial, si (1) esos
objetos no se procesan por sí mismos (o sea en su materialidad básica), sino
bajo una representación simbólica de algún tipo y (2) si la manipulación de los
elementos de esta representación (es decir, la producción, el reconocimiento o
la transformación de estos elementos simbólicos) se controla, en alguna medida,
mediante reglas específicas" (Meunier, J. - G., 1989: 53-4). Lo observado
por Meunier bajo el punto (1) es homólogo a la diferencia establecida en este
trabajo entre dato e información: el dato, en cuanto materialidad observable,
no es procesable por sí mismo, sino que requiere que determinadas relaciones
que contiene sean traducidas según alguna representación simbólica; o sea la
información consiste en el conjunto de representaciones/interpretaciones
identificables en los datos . Por otra parte, coincidiendo con la condición
(2), la manipulación (identificación, contraste y transformación; cfr. los
parágrafos 77 a 86) de esta información requiere de determinadas operaciones
analíticas metodológicamente básicas y específicamente adecuadas (o adecuadas a
los textos de la ciencia social particular en cuyo ámbito trabaje el
investigador).
(xxii/ parág. 24). En el
amplio espectro de definiciones de "discurso", se prefiere continuar
sosteniendo, provisionalmente, la formulada como "producto textual de las
operaciones cognitivas, socialmente adquiridas por determinado emisor, en el
cual y con las cuales se construyen los significados del mundo semiótico
posible para ese determinado emisor" (Magariños de Morentin, J. A. y col.,
1989: 22), que mantiene completa coherencia con el presente desarrollo
metodológico.
(xxiii/ parág. 31). Como
trasfondo del presente trabajo (que no se explicita más que en este breve
comentario) existe una decisión de integración transdisciplinaria entre la semiótica
(en el ya muy difundido sentido que le atribuye C. S. Peirce: "la lógica,
en su sentido general, como creo haber mostrado, es solo otro nombre para la
semiótica (semeiotiké), la cuasi necesaria o formal doctrina de los
signos" (2.227), la ciencia cognitiva (cuyos principios centrales son
"1) la dualidad tradicional entre mente y cerebro debe estrecharse hasta
desaparecer (...); 2) el hombre puede simular artificialmente los procesos
mentales (...); 3) el conocimiento es una representación simbólica de lo
real", Rastier, F., 1987: 6) y la inteligencia artificial
("perturbación intelectual " que se ha comparado "con la que
acompañó y siguió a la constitución de la astronomía copernicana y de la física
galileana" y en la que "se encontrará finalmente realizado un
materialismo del pensamiento sin concesiones", Henry, P., 1986: 299).
(xxiv/ parág. 33). La
posibilidad de acceder a la representación/interpretación de un fenómeno, tal
como ha sido producida o ha quedado registrada en un discurso social plantea,
para el investigador, la necesidad de construir (manual o computacionalmente;
pero con evidentes ventajas en el segundo caso y de modo casi seguramente
insuficiente en el primero) un sistema experto, cuya arquitectura habrá de
estar "basada en dos elementos fundamentales: - Base de conocimiento, que
incorpora una representación de los hechos conocidos y deducibles, descriptivos
del tema. - Motor inferencial, procedimiento capaz de responder y explicar
preguntas, apoyado en la estructura de la base de conocimiento"
(Cuena,J.,1985: 496). El razonamiento inferencial con el que se programa dicho
motor inferencial utiliza, por lo general, "una formulación de origen
probabilístico bayesiano, mezclada con aspectos de lógica difusa" (ibid.:
502; y para "el Teorema de Bayes:
P(e/h).P(h)
P(h/e) = ŽŽŽŽ
P(e)
P(h/e), la probabilidad de
que ocurra h supuesta la evidencia e; P(e/h), recíproca; P(h), P(e),
probabilidades previas (a priori) de ocurrencia de h y e ", ibid.: 510;
cfr., también "Moteur d'inférence" en Glossaire, Le Moigne, J. L.,
(ed.): 359). Es interesante observar, ya que puede desconcertar, que H. Parret
afirma que la inferencia en la racionalidad del discurso-ligado
("discoursebound rationality") no se corresponde con la inferencia
lógica: "Las estrategias", en la producción del significado
discursivo, "son regularidades externalizadas por una competencia
comunicativa son cadenas de razones basadas en procesos de razonamiento. El
discurso, para el pragmático, es una totalidad de regularidades (reconocible
por su generalidad) que expresa el razonamiento teórico y práctico. Estas
estrategias de comprensión son inferenciales (no inferencias lógicas , sin
embargo , porque se realizan en y por medio del lenguaje natural). La actividad
inferencial es, de hecho, un procedimiento de transposición del significado de
un nivel objetivo a otro nivel parafrástico del discurso", Parret, H.,
1983: 99). Lo interesante radica en advertir que la inferencia de la que Parret
habla es la inferencia utilizada por el hablante en la producción de la
significación; o sea, es la inferencia que debe descubrir el analista en el
discurso social, en cuanto puesta allí por el usuario de la racionalidad
social; es una de las "pretensiones de validez" que pone el hablante:
"la pretensión (...) de que el acto de habla es correcto en relación con
el contexto normativo vigente (o que el propio contexto normativo en
cumplimiento del cual ese acto se ejecuta, es legítimo)" (Habermas, J.,
1989: 144). Pero muy distinta es la inferencia que precisa realizar el analista
para llegar a inferir, aplicando su racionalidad específica, que mediante esas
inferencias efectivamente utilizadas por el hablante se produce determinada
significación de determinado fenómeno social: "Si, por el contrario, tomamos
en serio las pretensiones del actor exactamente en el sentido que este
rationaliter les da, sometemos sus presuntas perspectivas de éxito a una
crítica que se basa en nuestro saber y en nuestra comparación del decurso
fáctico de la acción racional con arreglo a fines con un decurso construido en
términos típicoideales" (ibid: 166). A lo que Parret se refiere es a la
inferencia racional (pragmática y social) puesta por el hablante; a la que se
refiere este esbozo metodológico es a la inferencia racional puesta por el
investigador, la cual debe adecuarse a las exigencias de la lógica y de la
ciencia social particular en cuyo marco trabaja. El investigador no puede
permitirse compartir con el hablante lo que M. Bunge ha denominado
"inferencia catalítica" que "tiene lugar en la 'anticipación' o
el 'conjeturar' (sin duda frecuentemente incorrecto) resultado de laboriosas
demostraciones o exigentes comprobaciones empíricas que carecen de Ersatz"
(Bunge, M, 1965: 125); dejando al margen la observación de Bunge acerca de la
eventual "incorrección " de la inferencia catalítica, lo expresado
reafirma que el recurso a la inferencia lógica como deducción natural o como
probabilística, no puede ser simplemente eliminado. Aún cuando el esquema del
presente trabajo no coincida completamente, como advertirá el lector, con el
siguiente desarrollo de R. Boyd, no obstante su planteo confluye facilitando la
comprensión de las operaciones cognitivas a las que se alude en este parágrafo
y de la construcción del referente: "A este respecto es importante
observar que lo que ocurre no es realmente una división del trabajo
lingüístico. En realidad, lo que se implica es la división social del trabajo
mental (o mejor todavía, cognitiva): algunos son mecánicos de automóvil y saben
lo que significa 'émbolo de acelerador', otros son empleados de vivero y saben
lo que significa 'haya', mientras que otros son físicos que saben lo que
significa 'agujero negro'. Esta división del trabajo no es originariamente un
fenómeno lingüístico, ni es originariamente un fenómeno epistemológico: en
cambio, como insiste Putnam, representa hechos acerca de la organización social
del trabajo en determinada etapa del desarrollo histórico. La división del
trabajo cognitivo se vincula con la emergencia del referente sólo porque éste
se refleja en los modos que tiene la gente para recopilar información acerca de
los rasgos del mundo y porque la noción de referencia es esencialmente una
noción epistémica" (Boyd, R., 1979: 388-9).
(xxv/ parág. 36). Sin
especificar sus componentes, como se propone en este parágrafo, el principio de
pertinencia viene siendo tomado en cuenta por los análisis semióticos, incluso
por los que continúan vinculados a una propuesta predominantemente intuitiva,
en especial siguiendo a la escuela de A. J. Greimas; así J. Courtés afirma que
la semiótica "encara los objetos que ella estudia desde un punto de vista
muy determinado que les es común y en esto consiste el principio de
pertinencia: cuando se trata de una colección de datos, el hacer semiótico se
ejercerá solamente en la medida en que retiene sus características comunes
(...). La semiótica postula que el acercamiento a la significación solo puede
hacerse por medio de acercamientos diversificados y distintos, es decir, según
niveles diferentes definidos por los rasgos distintivos comunes a (o extraídos
de) los objetos estudiados" (Courtés, J., 1980: 34). En vez de hablar de
niveles (que implican una sucesividad acumulativa) en este trabajo se prefiere
hablar de "información " (para aprovechar la relativa neutralidad de
este término a los efectos de plantear una concurrencia en acumulación
simultánea de las relaciones o los "rasgos distintivos" de Courtés
que habrán de explicar la producción de la significación y, de modo especial,
por la interdependencia de dicha información respecto de las hipótesis
planteadas por el investigador (cfr. parágrafos 40 y 41 ). Esto es importante,
ya que sus "características comunes" no son tales en abstracto o en
general sino en función de determinada significación cuya explicación se
investiga. El concepto de "pertinencia" posee un status preciso en la
epistemología cl sica (en inglés "relevance"); P. Achinstein lo
desarrolla en los siguientes términos: "Aquí debo introducir el concepto
de pertinencia y hablar de una propiedad como pertinente por ser un X. Entiendo
por esto que si se sabe que un item posee determinadas propiedades y carece de
otras, el hecho de que el item posee (o carece de) la propiedad en cuestión
normalmente se contará, al menos en cierta medida, en favor (o en contra) de
llegar a la conclusión de que es un X; y si se sabe que posee o que carece de
la suficiente cantidad de propiedades de determinada clase, el hecho de que el
item posea o carezca de la propiedad en cuestión puede contribuir justificadamente
a establecer si es o no un X" (Achinstein, P., 1968: 6), especificando, un
poco más adelante, las características de la "pertinencia semántica",
ya bien a los efectos de proceder a la clasificación de X o a su confrontación
con otras sustancias similares (ibid.: 10-1). Obsérvese no obstante que, en el
presente trabajo, se consideran los rasgos de determinados datos (discursos
sociales) en cuanto pertinentes para la producción/registro de determinada
información. El desarrollo de Achinstein, en cuanto tendiente a establecer la
pertinencia de un X, entra ya al análisis de la información para la producción
de la significación de un determinado fenómeno. Lo que ocurre en la evaluación
de los datos, aquí planteada es que sólo informa acerca de su aptitud para
contener la información que produce dicha significación y que la decisión
acerca de la pertinencia o no pertinencia de tales datos sólo puede alcanzarse
mediante el análisis de la producción de la significación en cuestión (lo que
aquí se diferencia designándola como el problema de la vigencia de la
información contenida en tales datos).
(xxvi/ parág. 39). El
problema de la vigencia está directamente vinculado al ámbito de la
"deontología", término que pasó de designar una ciencia de lo moral
como lo conveniente para el mayor número de personas (como lo fue para J.
Benthman, creador de esta designación) a designar de las ciencias de lo
normativo. Así, en el derecho, la vigencia de la norma se constituye por la
concurrencia de la validez, y la eficacia, siendo, en la perspectiva
kelseniana, la eficacia la condición de la validez: "pero no la razón de
la misma. Una norma no es válida porque es eficaz; es válida si el orden al
cual pertenece tiene, en general, eficacia" (Kelsen, H., 1958: 49). Por
supuesto que existe un concepto jurídico de vigencia puramente formal,
dependiendo tan solo del requisito que se establezca para la promulgación de la
norma. En filosofía jurídica, el problema se relaciona inmediatamente con el de
la existencia del Derecho y así "la dificultad nace desde un comienzo como
una primera oposición entre positividad y vigencia del Derecho". Si se
parte de definir al Derecho como norma "la positividad aparece como algo
que se añade al ser del Derecho" (Cossio, C., 1954: 181); pero, para la
teoría egológica (de directa derivación husserliana) "la positividad viene
en la conducta misma en cuanto hecho y es simplemente su existencia, desde que
el objeto jurídico también es con el modo de ser. de la existencia en el
tiempo" y Cossio cita a Olivecrona, concordando con él: "que el
Derecho está vigente significa que lo soportan algunas fuerzas combinadas de
los hombres. La existencia del Derecho es la misma cosa que su estar en
vigencia. El estar en vigencia o existencia del Derecho se define así como un
efectivo hecho" (ibid.: 182). No extraña por tanto, que el tema sea
retomado por las modalidades deónticas de la lógica, que "son usadas en
frases tales como: 'es obligatorio (...)', 'es permitido (...)', 'es prohibido
(...)'" referidas a un acto (Wright, G.E. von, 1970a: 65), vinculándose,
en este campo, al análisis del prescribir: "la vida de una prescripción es
así la duración de la vinculación entre una autoridad-norma y uno o varios
sujetos-norma. Mientras dura esta vinculación se dice que la prescripción está
en vigor. La existencia de una prescripción no es el hecho, como tal, de que se
ha dado, sino el hecho de que está en vigor" (Wright, G. E. von, 1970b:
132). Estos planteos convencionales y cl sicos acerca de la
"vigencia" quedan superados (en el sentido hegeliano del
"aufheben" dialéctico en cuanto "proceso de despliegue de lo
concreto por mediación de sus determinaciones internas eliminadas"; Karsz,
S.,1971: 22) y por tanto, reestructurados en el seno de otra problemática, al
formular M. Foucault su propuesta de análisis del discurso: "Por una parte
el conjunto 'crítico' que aplica el principio de inversión: intentar establecer
las formas de exclusión, de limitación, de apropiación, a que acabo de
referirme; mostrar cómo se ha formado, en respuesta a qué necesidades, cómo se
ha modificado y desplazado, qué restricciones han ejercido efectivamente, en
qué medida se han transformado. Por otra parte el conjunto 'genealógico' que
aplica los otros tres principios: cómo se han formado las series discursivas,
transpasando, pese a o con el apoyo de esos sistemas de restricciones; cuál fue
la norma especifica de cada uno y cuáles fueron sus condiciones de aparición,
de crecimiento y de variación" (Foucault, M.,1971: 62). Tal "vigencia"
de la información (en cuanto formas sociales de representación/interpretación
de los fenómenos) que el investigador busca y recupera en los discursos
sociales, asumidos, en este trabajo, en su plena positividad o efectiva
existencia y concreta historia, en el ámbito de determinada sociedad;
eliminando, hasta donde sea posible y con la mayor exigencia, los residuos
idealistas y los aprioris de lo obvio en el conocimiento, de lo sustancial en
la esencia de los fenómenos en sí y de lo universal en la razón.
(xxvii/ parág. 42). Aquí,
la expresión "probabilidad de una explicación" no se refiere a un a
consideración probabilista de la validez de determinada explicación, sino que
está utilizada en el sentido que posee en lógica la expresión semejante de
"probabilidad de un teorema", en cuanto a su deductibilidad formal en
el cálculo de predicados (Hatcher, W.,1968: 30); lo que se afirma, por tanto,
es que la propuesta de explicación (de la significación de un fenómeno) que
constituye la 1ra. hipótesis (teórica) de una investigación debe resultar
probada por una secuencia de enunciados que dan cuenta de la productividad de
las representaciones/interpretaciones identificadas por el investigador en el
corpus de discursos sociales seleccionados. Es también el sentido que le
atribuye J. -C. Gardin a "la naturaleza de las operaciones que fundamentan
el paso de los datos- iniciales a las proposiciones finales de la construcción,
donde se enuncian las conclusiones del autor" (Gardin, J. - C., 1987a:
32).
(xxviii/ parág. 46). Las
tres posibilidades se encuadran en la falsabilidad popperiana (diferente de la
falibilidad peirceana, a la que se aludirá en la nota al parágrafo 70) en
cuanto condición para decidir el carácter empírico de un sistema de enunciados,
lo que lo constituye en científico (siempre dentro de la concepción popperiana)
al ser posible refutarlo por la experiencia (Popper, K. R., 1977: 40, 75, 108,
passim). Cada una de las proposiciones contenidas en las enunciaciones de cada
una de las hipótesis tiene que poder demostrarse si resulta o no falsada; o
sea, en la conclusión de la investigación se obtendrán nuevas enunciaciones que
estarán formuladas (respecto de las correspondientes hipótesis) según alguna de
las modalidades epistémicas de dicto, teniendo en cuenta que "si la negación
de una proposición se verifica, la proposición se denomina falsificada"
(Wright, G. H. von, 1970: 55 ss). Por supuesto que se trata de diferentes
clases de falsedad: en el primer caso (falsedad de la 3a. hipótesis, de
trabajo) lo que se niega es que el discurso social recopilado contenga la
información necesaria para probar la explicación de la significación social del
fenómeno (se trata, por tanto, de un caso de falsedad empírica); en el segundo
caso (falsedad de la 2¦ hipótesis, metodológica) lo que se niega es que la
información (las relaciones productoras de representaciones/interpretaciones)
identificada en el discurso social recopilado se corresponda con las
representaciones/interpretaciones con las que determinada sociedad construye la
significación de determinado fenómeno en determinado momento (se constata, por
tanto, la existencia de una contradicción pragmática entre los enunciados
recuperados como información y los enunciados efectivamente vigentes en la
sociedad en estudio); en el tercer caso (falsedad de la 1¦ hipótesis, teórica)
lo que se niega es que el enunciado hipotético acerca de la significación
atribuida a un determinado fenómeno pueda deducirse del conjunto de enunciados
factuales relativos a las representaciones/interpretaciones (la información)
vigentes en determinado momento y obtenidos mediante el análisis aplicado a un
corpus pertinente de discursos sociales.
(xxix/ parág. 47). Este
parágrafo destaca el carácter de contradicción lógica que deberá existir entre
la significación hipotetizada y las representaciones/interpretaciones sociales
efectivamente vigentes en los discursos sociales pertinentes para poder
rechazar la primera. En efecto, para negar dicha hipótesis es preciso haber
probado la vigencia de las representaciones/interpretaciones identificadas y la
pertinencia del discurso social que las produce/registra; lo que se niega es
que dicha pertinencia y dicha vigencia (adecuadamente verificadas) sean los
antecedentes lógicos de la significación enunciada en la hipótesis; sólo en ese
caso se habrá demostrado la falsedad (se habrá falsificado) la hipótesis
teórica. Mientras no se obtiene éxito en probar la validez de las hipótesis 2¦
y 3¦ (conjuntamente) se está en condiciones de afirmar o de negar la validez de
la 1¦ (lo que ocurrirá respectivamente según se pruebe o no la derivabilidad
lógica de esta última a partir de las dos anteriores) o, según no se pruebe o
se pruebe la contradicción lógica entre la una y las otras dos (la prueba de la
derivabilidad y la de la no-contradicción lógica y la de la no-derivabilidad y
la contradicción no son simétricas ya que en un caso, el de la contradicción o
no-contradicción, ésta "procede de puras razones de lógica de
proposiciones" (Hilbert, D. y W. Ackerman, 1962: 21) mientras que en el
otro, el de la derivabilidad o no-derivabilidad, "pertenece a las
proposiciones del sistema" (Ladrière, J., 1969: 153).
(xxx/ parág.47). Cabe
preguntarse si, en definitiva, la metodología establece un orden para la
realización de una investigación o este orden es el que corresponde al
documento en que se comunican los resultados de dicha investigación. Dicho en
términos más académicos, el problema se ha planteado como "la distinción
entre contexto de descubrimiento y contexto de justificación''. P. K. Feyerabend
resume la posición cl sica diciendo: "El descubrimiento puede ser
irracional y no necesita seguir ningún método reconocido. La justificación, por
otra parte o, para usar la Palabra Sagrada de una escuela diferente, la
crítica, empieza solo después que se han hecho los descubrimientos y procede de
una manera ordenada", a lo que contrapone su propia respuesta: "La
investigación es, en su mejor condición, una interacción entre teorías nuevas
que se enuncian de una manera explícita y viejas formas de las cosas que se han
infiltrado en el lenguaje de observación" (Feyerabend, P. K., 1974:
99-100). Cfr parágrafos 56 y 57. Esta calidad interactiva de la investigación
había sido afirmada por C. S. Peirce al oponerse a la existencia de un
conocimiento intuitivo y, por tanto, a priori, como fundamento epistemológico
de base, lo que se conoce como el problema de los fundamentos. "El
paradigma alternativo de investigación y conocimiento que Peirce comienza a
desarrollar en estos escritos" (en especial: Questions Concerning Certain
Faculties Claimed for Man) "y que precisa y modifica a lo largo de su
carrera es una concepción de la investigación como un proceso autocorrectivo
que no tiene ningún comienzo absoluto o un punto de llegada y en el que
cualquier afirmación está sujeta a críticas racionales ulteriores, aunque no
podamos poner en cuestión a la vez todas las afirmaciones. Nuestros postulados
cognoscitivos están legitimados no por sus orígenes -puesto que los orígenes
del conocimiento son variados y falibles-, sino por las normas y reglas de la
investigación misma. Y aun estas normas, reglas y patrones están abiertos ellos
mismos a la crítica racional" (Bernstein, Richard J.,1979: 183). En este
trabajo esta interacción entre la praxis de la investigación y las conjeturas
cognitivas que la impulsan se conciben de modo dialéctico, en cuanto resolución
de las contradicciones mediante cuya superación la investigación despliega la
trama de conocimientos que va produciendo (cfr. parágrafos 77 en adelante y, en
especial, los parágrafos 87 y 88).
(xxxi/ parág. 51). Tal
conjunto de operaciones técnicas constituye lo que puede denominarse
"pensamiento racional".
(xxxii/ parág. 52).
"En la vida cotidiana utilizamos con alguna frecuencia la expresión
'pensamiento racional'. Se trata de una expresión relativamente comprensible,
para cuyo uso extra científico nos basta con las representaciones que sobre su
significado poseemos. Una comprensión poco más profunda de lo que es
pensamiento racional es cosa que de manera no inmediata resulta de la
formulación de una expresión inteligible. Obtenemos esta comprensión mediante
el análisis científico, esto es, mediante la aplicación de una forma particular
del pensamiento racional al conocimiento de un objeto que en este caso es, precisamente,
el pensamiento racional (...). La razón surge y se desarrolla como propiedad
social humana en relación inextrincable con el trabajo, por un lado, y con el
lenguaje, por otro, y tiene un portador biosomático: vive unida al cerebro y al
sistema nervioso del hombre que vive en sociedad" (Zeleny, J., 1982: 11 y
12). Todo ello entendido en un sentido pluralista de la razón que, en la
actualidad, excede incluso "el concepto que Habermas proyecta de la razón
en términos de teoría del consenso", exceso señalado por Lyotard:
"reconocer a la pluralidad e intraducibilidad de los juegos del lenguaje
entrelazados entre sí su autonomía y especificidad, no tratar de reducirlos
unos a otros; con una regla que sería, empero, una regla general, 'dejadnos
jugar (...) y dejadnos jugar en paz"' (citado en Wellmer, A., 1988: 109).
Algo sencilla y humildemente anticipado por el fundador de la semántica
moderna, M. Bréal: "por ser el lenguaje la obra del pueblo, es necesario,
para comprenderlo, abandonar al lógico y hacerse pueblo con él" (1924:
233).
(xxxiii/ parág. 56). La
intuición es un conocimiento social e histórico, muy próximo al "sentido
común" y, en ambos casos, se confunde, como reflexionaba G. Moore,
"el problema de si entendemos su significado (cosa que realmente nos
ocurre a todos)" (se refiere al de la frase "la Tierra ha existido
durante muchos años"), "con el problema de si sabemos qué quiere
decir, en el sentido de ser capaces de hacer un análisis correcto de su
significado" (Moore, G., 1974: 257). Esa es la intuición que no puede
permitirse el investigador, ya que "es una facultad el stica; nuestros
hijos no encontrarán, probablemente, dificultad alguna en aceptar como
intuitivamente evidentes las paradojas de la relatividad, del mismo modo que
nosotros no retrocedemos ante ideas que eran consideradas completamente no
intuitivas hace un par de generaciones. Adem s, como todos sabemos, la
intuición no es una guía segura: no puede ser utilizada adecuadamente como
criterio de verdad ni de fecundidad en las exploraciones científicas"
(Nagel, E. y J. R. Neuman, 1970:29). Por supuesto que queda fuera de esta
exclusión el concepto de "intuición matemática", en virtud del cual
Hilbert "contra lo que admiten Dedekind, Frege, Russell y los lógicos en
general (para quienes las matemáticas no son sino una parte de la lógica),
afirma la independencia de las matemáticas frente a la lógica. Las operaciones
lógicas afectan a objetos que deben ser dados previamente a la intuición y que
constituyen precisamente la realidad matemática" (Ladrière, J., 1969:26),
así como el intuicionismo que ha sido la respuesta de Brouwer a la crisis de
los fundamentos de la matemática, si bien en neta actitud polémica con Hilbert
(Curry, H. B. y R. Feys, 1967:578). Es necesario, por tanto, diferenciar la
intuición como supuesto en el origen del conocimiento (problema
gnoseológicamente válido, cualquiera sea la actitud que se tome a su respecto)
de la intuición como recurso metodológico para el desarrollo de una
investigación, que es lo que se rechaza en este trabajo. Pero, ver la nota al
parágrafo siguiente.
(xxxiv/ parág. 57). Tampoco
se rechaza la intuición como componente empírica del pensamiento del
investigador, coincidiendo, en esto, con las reflexiones de M. Bunge: "En
cualquier trabajo científico, desde la búsqueda y el planteo del problema hasta
el control de la solución, y desde la invención de las hipótesis-guías hasta su
elaboración deductiva, intervienen la percepción de cosas, acontecimientos y
signos; la imaginación o representación visual; la formación de conceptos de
diversos grados de abstracción; la comparación que lleva a establecer analogías
y la generalización inductiva junto con la loca conjetura; la deducción tanto
formal como informal; análisis toscos y refinados y probablemente muchas otras
maneras de formar, combinar y rechazar ideas, pues, digamos de paso, la ciencia
está hecha de ideas y no de hechos (...). La siguiente es una enumeración de
los usos del término 'intuición' más frecuentemente aceptados en la literatura
científica contemporánea: percepción rápida, imaginación, razonamiento
abreviado y sentido común" (Bunge, M., 1965: 88-9). De acuerdo,
posiblemente, con todo ello, pero a condición de que se lo pruebe; lo que no es
la intuición es un procedimiento ni un recurso probatorio. Cfr. el parágrafo 67
y su nota sobre la "abducción" peirceana.
(xxxv/ parág. 58). Es
conveniente distinguir entre "formalización" y
"simbolización". "Aunque simbolización y formalización sean dos
pasos distintos y teóricamente separables, se encuentran, de hecho,
estrechamente asociadas: pues la segunda es considerablemente facilitada por la
primera de suerte que la llama casi irresistiblemente" (Blanché, R.,
1965:44). Cuando la teoría está axiomatizada, "nos presenta proposiciones primeras
que enuncian en lenguaje simbólico, relaciones lógicas entre términos primeros:
puesto que no las propone sino a título de hipótesis, las admitimos como tales,
bajo reserva de su compatibilidad. Pero, a partir de ahí, no recibiremos un
término nuevo si no es definido con la ayuda de los términos primeros; no
aceptaremos una proposición nueva si no es demostrada con la ayuda de las
proposiciones primeras" (ibid., 45); tal la tarea y exigencia de la
formalización. Con respecto a la simbolización, "el fin que uno se propone
cuando se coloca bajo forma axiomática una teoría deductiva, es desprenderla de
las significaciones concretas e intuitivas sobre la que en primer lugar fue
construida, a fin de hacer aparecer claramente el esquema lógico abstracto
(...). Así, bien pronto se hace sentir la necesidad de substituir las palabras
que designaban las nociones primeras de la teoría, aún con el peso de su
significación intuitiva, por símbolos desprovistos de sentido previo y
susceptibles, en consecuencia, de recibir exacta y exclusivamente los que les
confieren los axiomas" (ibid.: 43).
(xxxvi/ parág. 58). Resulta
importante, en especial en el ámbito de las ciencias sociales, el trabajo de
diferenciación realizado por E. W. Beth entre "derivabilidad formal"
e "implicación semántica"; en el primer caso "existen ciertas
reglas formales de inferencia, cada una de las cuales, si se aplica a las
premisas apropiadas produce una conclusión inmediata" (Beth, E. W., 1978:
6); y por otra parte, "puede designarse como implicación semántica a la
noción de consecuencia lógica que resulta pertinente en este contexto",
siendo fundamental la dependencia del contexto (p. e.: contexto del conjunto de
entidades, con su significado correspondiente, seleccionadas para interpretar
las variables lógicas), lo que hace que, en el caso de la implicación
semántica, "juega un papel esencial el 'valor de verdad' (es decir, la
verdad o falsedad) de las nuevas premisas y la nueva conclusión" (ibid.:
7).
(xxxvii/ parág. 58). M.
Borillo se pregunta "¨Por qué pretender ir hacia la formalización de las
Ciencias del Hombre?" (1977: 24). La respuesta, desarrollada a través de
una serie de observaciones sugeridas por su experiencia práctica y por las
investigaciones desarrolladas durante algunos años en el Laboratoire
d'lnformatique pour les Sciences de l'Homme dependiente del C.N.R.S., pueden
resumirse así: 1) "pasar a una expresión formal la totalidad o parte de
los elementos constitutivos de un problema es una restricción que implica mayor
rigor en el análisis de los fenómenos empíricos y en la conducción de los
razonamientos (...)"; 2) "la formalización permite la construcción de
teorías 'm s potentes' (...)"; 3) "Los problemas de 'adecuación
teórica' de los métodos matemáticos a la naturaleza profunda de los hechos
estudiados (...) son cruciales para una reflexión sobre el estatuto científico
de las Ciencias del Hombre (...)"; 4) "la aptitud funcional de los
métodos formales para captar, representar y ordenar la información en su
extensión y en su complejidad permite realizar la incorporación de
informaciones correspondientes a clases de fenómenos distintos, pero
susceptibles de encontrar en su asociación un alcance significativo más rico
(...)"; 5) "resulta verosímil que la modificación de las problemáticas,
desde el punto de vista de la extensión y de la riqueza de sus contenidos, se
vincula, no sólo a los aspectos funcionales de los métodos formales evocados,
sino también, de manera directa, a la naturaleza teórica de las construcciones
(...). Esta capacidad integrativa (...) constituye el sustrato interno más
seguro de una transdisciplinariedad por venir (...)"; 6) "el impacto
de los métodos formales sobre las Ciencias del Hombre se manifiesta finalmente
en la práctica de la investigación y de manera tanto más sorprendente cuanto
que los cambios que han afectado a las Ciencias de la Naturaleza a escala
secular están a punto de encontrar su equivalente a escala de decenios para las
Ciencias del Hombre (...), es suficiente con recordar los puntos más importantes
(...) desde el ángulo técnico, los problemas son los de la aplicación
operatoria de los métodos y de los enfoques teóricos antes evocados (...),
desde el punto de vista social e institucional, es una realidad que la
producción científica adquiere rápidamente una dimensión colectiva que se opone
al aspecto individual, a la autonomía erudita del sabio que ha predominado
hasta aquí (...); la interdisciplinariedad tiene una doble componente, temática
(...) pero también metodológica, ya que la formalización convocará tanto al
semiólogo como al matemático. al lógico y al informático (...) sin descuidar la
dialéctica de lo individual y de lo colectivo en el acto de reflexión y de
creación (...), el equipo aparece cada vez m s, como responsable colectivamente
de su obra. Lo que no excluye, por experiencia, que la diversidad de los roles
individuales, lejos de borrarse, se exalta por la multiplicidad de saberes y de
desarrollos que confronta (...). Otra ilusión será pensar que las técnicas
informáticas instauren por sí mismas el libre acceso del investigador a la
información científica (...). También ha de decirse que (la incorporación de la
formalización en las Ciencias del Hombre) será 'difícil', como puede serlo el
paso de la retórica al razonamiento, pese a que la naturaleza misma de esta
transformación aproximará a investigadores de las Ciencias de la Naturaleza e
investigadores de las Ciencias del Hombre en la búsqueda de una convergencia
epistemológica en el interior de la esfera del conocimiento científico'' (ibid.:
25-30). Al cumplimiento de estas posibilidades y expectativas (que en algunos
ámbitos de trabajo de las ciencias sociales ya son una realidad) ha confluido
el desarrollo de técnicas analíticas denominadas "de razonamiento
aproximado", las cuales en vez de limitarse a "representar el nivel
de certeza mediante un único valor" proponen procedimientos destinados a
"mejorar la calidad de la representación", en este caso, de los
fenómenos sociales, mediante la aceptación de "un mayor número de
parámetros para evaluar el grado de deductibilidad de una regla" (Cuena,
J., 1985: 523-4); a ello concurren las lógicas denominadas "no
monótonas", la lógica difusa, el método posibilístico y los actuales
desarrollos de la representación matemática de los mundos posibles.
(xxxviii/ parág. 59). Sin
entrar a la compleja problemática de la definición científica, resulta
importante, en especial para la investigación en ciencias sociales, la
diferencia analizada por S. A. Kripke, entre las definiciones científicas como
sinónimo y como fijación del referente: "puesto que podemos identificar la
luz por la impresión visual característica que nos produce, éste parece ser un
buen ejemplo de fijar un referente" para la luz; pero si decidimos usar
"luz" como una frase sinónimo con "todo aquello que nos causa
una impresión visual -todo aquello que nos ayude a ver", esta equivalencia
no servirá para definir la luz en otro universo posible "en el cual
ciertas criaturas, quizá incluso quienes se llamasen 'gente' y habitaran ese
planeta, fueran sensibles no a la luz sino a las ondas sonoras, sensibles a
ellas exactamente del mismo modo en que somos sensibles a la luz" (Kripke,
S. A., 1980: 130-1).
(xxxix/ parág. 62).
"Para precisar la naturaleza de la poesía tenemos que detenernos ahora ante
aquel carácter semántico específico -el ser un discurso o género polisentido
(polisémico)- que la distingue de la ciencia, discurso o género unívoco"
(Volpe, G . della, 1966: 120). G. della Volpe diferencia de este modo el
discurso poético (en que cada término, sometido a la acción de los restantes
términos de su contexto adquiere un plus semántico que inaugura para él un
nuevo sentido) del discurso científico; y diferencia al discurso científico del
discurso común utilizando el término "unívoco (cfr. la 'precisa
determinación' galileana) y equívoco (cfr. los 'equívocos' galileanos) según
los casos, según que se entienda la palabra o discurso científico o la palabra
o discurso común, vulgar, para el último de los cuales usaremos también el
término más riguroso de literal-material" (ibid: 121); de modo semejante a
como lo había hecho anteriormente el discurso científico (en que cada término,
sometido a la acción de los restantes términos de su contexto sufre un minus
semántico que lo adscribe a un único e inmodificable sentido: conservación de
su definición explícita a través de su uso en contextos que lo restrinjan a
ella). Es particularmente interesante que aquel plus de lo poético
(polisentido) y este minus de lo científico (que él caracteriza como el "respectivo
locus semántico" generador de lo poético y lo científico; ibid.: 122) se
cumple como transformaciones posibles de ese valor literal-material que ostenta
el discurso común, en cuanto materia prima social de todo discurso. Por todo
ello un poeta no usa sus términos y expresiones como se utilizan los conceptos
en las ciencias sociales: "en contradicción con estos conceptos"
(mímesis, diferencia, rasgo, gramma, deconstrucción: pertenecientes al lenguaje
teórico de Derrida) "el equívoco significante azur cumple diversas
funciones semánticas en el poema de Mallarmé, pero no puede leerse como
concepto. A nadie se le ocurriría reprochar a Mallarmé el empleo inexacto de la
palabra azur; lo contrario ocurre con el reproche de ser inciertos, aunque
llenos de sentido, los conceptos semióticos de Derrida y los conceptos
ideológicos de Adorno, cuando los emplean como términos relativos a las
ciencias sociales ya que su disolución en expresiones 'poéticas' arrastra
consigo la desintegración de las ciencias sociales" (Zima, P.V., 1989:
12).
(xl/ parág. 66). Cfr. la ya
clásica controversia cuyos protagonistas principales fueron K. R. Popper y T.
W. Adorno (Adorno, T. W. et al., 1973).
(xli/ parág. 67). El
concepto peirceano de "abducción" (que en algunas oportunidades denomina
también "retroducción") ofrece interesantes posibilidades de
reflexión acerca de la formación de hipótesis. El tema ha sido trabajado en
Magariños de Morentin, J. A. 1994c: 46-49: "Tentativamente puedo sugerir
que las características que Peirce le confiere a la abducción se corresponden
con las exigencias de racionalidad inherentes a la elaboración de un proyecto
de investigación. Puede desorientar el hecho de que haya ubicado a la abducción
a un mismo nivel con la inducción y la deducción como una de las 'tres clases
de razonamiento en ciencia' (1.65), vinculándolas, respectivamente, con la
probabilidad (inductiva), la necesidad (deductiva) y la expectabilidad
(abductiva) (5.194); pero advirtiendo que 'la inferencia abductiva (...) está
absolutamente más allá de la crítica. La sugerencia abductiva nos llega como un
fogonazo. Es un acto de comprensión, aunque de una comprensión extremadamente
falible' (5.181 ) (...). La abducción parecería, no obstante, poseer una
estructura lógica interna como la que puede afirmarse de la inducción y de la
deducción, identificable, definible, utilizable. En este sentido, recuerda
Peirce que 'la abducción, pese a estar muy poco trabada por las leyes lógicas,
es inferencia lógica, estableciendo su conclusión solo como problemática o
conjetural, ello es cierto, pero teniendo sin embargo una forma lógica
perfectamente definida' (5.188). El desarrollo explicativo de lo que es la
abducción lo logra Peirce con particular eficacia, al relacionarla con el
análisis de 'las conjeturas racionales' (1.608), refiriéndola a 'il lume
naturale que iluminó las huellas de Galileo' (1.630) y, en especial, al
establecerla como etapa necesaria para la formación (2.623) o adopción (7.202)
de hipótesis. Se constituye así en el instrumento conceptual para la
elaboración de un proyecto de investigación: 'este escalón hacia la adopción de
una hipótesis, en cuanto sugerida por los hechos, es lo que llamo abducción
(...), resulta axiom tico que una hipótesis adoptada por abducción solo puede
adoptarse en prueba' (7.202); por eso, una vez que ha cumplido su eficacia, 'la
retroducción no aporta seguridad. La hipótesis debe probarse. La prueba, para
que sea lógicamente v lida, debe iniciarse honestamente, no con el escrutinio
de los fenómenos, como se inicia la retroducción, sino con el examen de las
hipótesis en cuanto muestra de todas las clases de consecuencias condicionales
y experimentales que pueden seguirse de su verdad... ' (6.470). De este modo,
la retroducción interviene tanto para la formulación de las hipótesis a partir
de los hechos que ya conoce el investigador, como preparando el proceso de su
prueba a través de los pasos observacionales y/o experimentales que requieran
las consecuencias que de tales hipótesis se deriven; y no en otra cosa consiste
el proceso de elaboración de un proyecto de investigación".
(xlii/ parág. 68). La
eficacia heurística de las operaciones analíticas ha de entenderse también en
el sentido en que la define H. Bremmernans, la cual "pese a su caracter
aparentemente negativo, parece hoy día la más adecuada 'se entiende por
heurística todo método o principio-guía programable que facilite la eliminación
de posibilidades poco prometedoras en un proceso de investigación"'
(citada en Le Moigne, J. L., 1986: 43).
(xliii/ parág. 68). El
concepto de ciencia como construcción, en especial referido a las ciencias
sociales, ha sido desarrollado por J. -Cl. Gardin y fructíferamente aplicado a
las investigaciones que dirige en el área de la arqueología: "(...) debemos
considerar los textos científicos como objetos construidos con fines y por
medios particulares" (Gardin, J.-CI., 1987b: 4). Esta característica
textual de los científicos conduce a la noción de construcción simbólica, de la
que señala "los dos componentes necesarios (a) la base semiológica, por
una parte, es decir el conjunto de los símbolos que constituyen la
representación de los objetos estudiados ('datos de base', 'base de datos');
(b) el aparato informático, por otra parte, entendido en un sentido real o figurado,
a saber, el conjunto de las operaciones que vinculan la base con la cima de la
construcción (hipótesis, conclusiones), expresadas por las cadenas de carácter
algorítmico susceptibles de un tratamiento por computadora" (ibid: 15).
"(...) el análisis de las construcciones plantea solamente dos preguntas
precisas (...): tratándose de una obra escrita determinada, concebida como el
producto de una tarea científica, nos preguntaremos de tanto en tanto de qué
está hecha esta obra y lo que hace" . Respecto de lo primero la pregunta
pertinente es: "¨por qué medios el autor pasa de un conjunto de
observaciones dadas a su interpretación, llamadas según los casos explicación,
taxonomía, regla, ley, teoría, modelo o cualquier otro término que implique franquear
el espacio entre aprehensión ingenua de los fenómenos y la formulación de un
comentario científico?" (Gardin, J.-CI., 1987a: 29). En cuanto al segundo
tema: "lo que hace" un texto científico, Gardin reconoce un
desequilibrio entre la eventual eficacia de 'una construcción científica en
dominios como la física, la astronomía o la biología" en cuyos ámbitos
comunica "a quien la comprende o a quien se sirve de ella -los dos usos no
están necesariamente ligados- un cierto poder sobre el tipo de fenómenos a los
que se refiere esa construcción. Un poder en el sentido mas concreto del
término, ya que concluye en una explosión nuclear, el envío de un hombre a la
luna o la fabricación de una bacteria bienhechora" y los resultados de las
ciencias sociales respecto de los que se pregunta "¨de qué incremento de
poder disfrutamos después de la lectura de una explicación científica de les
Chats de Baudelaire?" (ibid.: 29-30). Bien puede pensarse que Gardin se ha
dejado llevar por restricciones habituales en la consideración de la ciencia
social, lo que es particularmente raro en él, que tanta preocupación manifiesta
por la utilización de los sistemas expertos; el conocimiento científico del
poema de Baudelaire aporta, al menos, importantes conocimientos acerca del
funcionamiento de la mente humana (por ejemplo, en la creación del lenguaje o
de nuevas posibilidades de representación del mundo) que constituyen la materia
prima para la reflexión informática (por ejemplo en materia de inteligencia
artificial), indispensable para la programación (e incluso para el hardware)
que hace posible el viaje del hombre a las estrellas, la previsión de hambrunas
en naciones y continentes o el diseño de políticas que derriben muros, que
preserven idiosincrasias y que imposibiliten las explosiones nucleares sobre
poblaciones. No es pequeño el poder de las ciencias sociales, si bien su
afirmación y su incremento ha sido (como se sabe desde que existe historia
escrita) objeto de aborrecimiento de todos los autoritarismos . Este comentario
no restringe la validez de la propuesta teórica de Gardin que sintetiza con
ambas preguntas (de qué está hecha y cuál es la eficacia de las construcciones
científicas) y con el mismo concepto de "construcción científica", lo
que denomina "el campo de la epistemología práctica".
(xliv/ parág. 70) . Ya es
un postulado asumido por la epistemología que, por más exigencias que se
impongan al tratamiento analítico de determinada información, no existe
garantía absoluta de la validez del conocimiento adquirido: "(.. .) aunque
el desarrollo científico suele ser razonable, no hay aquí nada que se pueda
llamar adecuadamente 'lógica del descubrimiento' pues no hay ninguna garantía
de que cierta línea de investigación, por razonable que sea, vaya a llevar a
una solución del problema. En vez de hablar de una lógica del descubrimiento,
resulta menos equívoco y más congruente con el espíritu de la ciencia
referirnos a los análisis que se acaban de hacer como análisis que tratan de la
racionalidad del desarrollo científico" (Shapere, D., 1979: 618). Pero
esto no impide que el tratamiento científico de la información aplique las
mayores exigencias posibles de racionalidad. Han sido positivos (y la semiótica
se encuentra privilegiadamente situada en esa acción) los resultados de la
crítica al logocentrismo inherente a la tarea de formación de conceptos
teóricos. La dialéctica negativa de Adorno y la reflexión deconstructivista de
Derida han sido herramientas especialmente filosas para el descubrimiento de
las trampas del lenguaje en la creación de teorías, pese a haberse preservado
los máximos requisitos de la lógica y la racionalidad con pretensión de
universalidad. Y esta universalidad fue su error, como lo fue en los casos de
Adorno y Derrida, no haber observado que su propia crítica necesitaba crear
también conceptos para criticar conceptos, lo que permitió reconducir su
crítica a la propuesta de "un nuevo logocentrismo" (Zima, P.V., 1989:
12), pero menos justifica la pretensión de P. V . Zima de rechazar tal
logocentrismo acudiendo a una tesis dialógica en la que, según el enfoque
concreto que le da este autor, tras una cobertura histórica y contrastativa,
subyace el viejo esencialismo y universalismo: "no dándose estos
universales colectivos, la terminología de las ciencias sociales sería no sólo
contradictoria y fragmentaria, sino inconmensurable y cada coloquio entre
sociólogos, semiólogos y psicólogos sería un diálogo de sordos" (ibid.:
17).
(xlv/ parág. 70). Uno de
los criterios que adopta Peirce para reflexionar sobre las características de
la producción de conocimiento mediante la investigación, consiste en la
distinción entre duda y creencia. "Cuando creemos, hay una proposición que
decide nuestras acciones conforme a alguna regla, de modo que conocida nuestra
creencia se deduce con seguridad el modo según el cual debemos comportarnos,
pero en el caso de la duda tenemos en nuestra mente una proposición más o menos
identificada y no actuamos según ella" (7.313). A partir de esta
diferencia (cuya oposición terminante, no obstante, elude: "la creencia y
la duda pueden concebirse como diferenciándose solo en grado" (7.314))
afirma la actitud que debe acompañar al investigador: "la duda viviente es
la vida de la investigación. Cuando se pone fin a la duda, el estudio debe
detenerse" (7.315). Por eso la investigación no pretende dar respuestas
terminantes, sino que "en principio tiende a perturbar las opiniones, a
cambiarlas y a confirmar una determinada opinión que depende solo de la
naturaleza de la propia investigación" (7 317). La aceptación del
resultado de la investigación como definitivo transforma al conocimiento en
creencia y elimina a la razón: "La única justificación del razonamiento es
que plantea dudas y cuando la duda finalmente cesa, sin importar cómo, se ha
alcanzado el fin del razonar" (7.324). "Ahora bien, si se fija la
creencia no importa cómo, la duda, de hecho, ha desaparecido y no hay motivo,
racional o no, para seguir razonando" (7.325). El fabilismo es también un
concepto que tuvo especial desarrollo en la obra de Peirce. "Hay tres
cosas a las que no puede esperarse alcanzar mediante el razonamiento, ellas son
la certeza absoluta, la absoluta exactitud y la universalidad absoluta"
(1.141). "En general, pues, no podemos buscar, en modo alguno, la certidumbre
perfecta, ni la exactitud. Nunca podemos estar absolutamente seguros de nada,
ni podemos establecer con alguna probabilidad el valor exacto de ninguna medida
o razón general. Esta es mi conclusión, tras muchos años de estudio de la
lógica y de la ciencia; y ésta es la conclusión a la que otros, de muy
diferente estructura de pensamiento, han llegado de modo semejante"
(1.147). Es de gran interés la totalidad de este punto 5§ ("falibilismo,
continuidad y evolución", tres ideas claves en el pensamiento de Peirce; 1.141-75)
del capítulo 3 ("Notas sobre filosofía de la ciencia"; en uno y otro
caso, títulos formulados por los recopiladores). El tema reaparece en "la
falibilidad del razonamiento y el sentimiento de racionalidad" (2.151-74).
En la actualidad se difunde una tendencia a la mesura ante el exceso de
confianza en la razón y se afirma una "desconfianza frente a las
sistematizaciones muy fuertes y las generalizaciones excesivas y, en general,
contra las construcciones de contenido normativo; por otro lado, se alienta una
sana desconfianza; falibilista y una tolerancia frente a los procedimientos de
las ciencias débiles, que no se ajustan a las pautas científicas
positivas" (Habermas, J ., 1988: 105), todo ello vinculado, de modo casi
contradictorio con la crítica "a la herencia racional de la Teoría Crítica
(...) esto es, con un concepto de verdad filosófico, recogido de Hegel, que los
viejos frankfurtianos nunca abandonaron y que es irreconciliable con la
falibilidad del trabajo científico" (ibid.: 142).
(xlvi/ parág. 70). El
concepto de plausibilidad se vincula, en las exigencias metodológicas
vinculadas al desarrollo de la inteligencia artificial, al concepto de
interpretación. Frente al criterio "de eliminar las interpretaciones
consideradas impropias, postulando la univocidad del texto tratado",
afirma R. Rastier (acotando al pie de página "este prejuicio racionalista
se remonta a la filosofía eleática") "preferimos otro enfoque. Para
una semántica interpretativa, la equivocidad es un dato fundamental. Por regla
general, se encaran múltiples interpretaciones. En el mejor de los casos, puede
establecerse que una interpretación es preferible a las restantes. En otros
términos, y pese a que toda tradición hermenéutica milita contra esta
conclusión, el sentido de un texto no pertenece al orden de la verdad, sino al
de lo plausible. En vez de rechazar las interpretaciones consideradas
impropias, conviene jerarquizarlas, graduando su plausibilidad en relación a
una estrategia dada" (Rastier, R., 1987: 100). La plausibilidad ocupa ya
un lugar preciso (¨o plausible?) entre las modalidades de la lógica modal;
"la certidumbre (afirmable, negable)", vinculada a la completitud;
"la plausibilidad (justificable, refutable)", vinculada a la
contingencia ("no es refutable que no"); y "la propensión
(rectificable, silencio)", vinculada a la monotonía, esta última "un
tipo de modalidad muy interesante sugerido por S. Watanabe en su teoría de la
propensión" (Sallantin. J., 1986: 127). Cfr. el texto de J.-CI. Gardin,
aquí citado en diversas oportunidades (1987a).
(xlvii/ parág. 77). Aquí se
formula como supuesto (la fundamentación del cual se ha realizado en otro
trabajo: Magariños de Morentin, J. A., 1986: 141-59 y cuya crítica continúa
abierta a la discusión teórica y al contraste de su eficacia en la práctica de
las investigaciones) la afirmación de que estas tres operaciones son las
necesarias y suficientes para producir la explicación de la significación
social de cualquier fenómeno; su aplicación recursiva exige la inclusión del resultado
alcanzado por cada una de ellas en cada una de las restantes; no se pretende
dar respuesta definitiva al problema de la asignación de la calidad de
primitiva a la sintaxis o a la semántica, pero se plantea una solución
operativa integrando la relación de ambas en una perspectiva histórica.
(xlviii/ parág. 78). La
operación identificadora está inmediatamente vinculada a la percepción, ya bien
en el texto, ya bien en el fenómeno (a través de otro texto). La búsqueda de
efectivas relaciones sintácticas (cualquiera sea la materia prima semiótica del
texto en estudio: verbal, gráfica, objetal, etc.) de las que se afirma, por
hipótesis, que son capaces de producir (con permanencia provisoria en la
historia de determinada comunidad) la significación que identifica al fenómeno
en estudio, pretende concretar operativamente ciertos conceptos teóricos de H.
Parret "Ir a través de superficies y manifestaciones significa la búsqueda
de permanencia e isomorfismo. Afortunadamente, los semiólogos neo-hjelmslevianos
admiten que la búsqueda de la identidad ha de atraparse como un procedimiento
de identificación o de reconocimiento de la identidad (Parret, H., 1983: 86).
En esta etapa, el investigador aplica la operación identificadora, sin tomar en
cuenta relaciones temporales (acronía) y tomando en cuenta, tan sólo,
relaciones espaciales (sintáctica). Lo que se identifica, como su resultado, es
el objeto semiótico: fragmento textual eficaz para la
representación/interpretación de determinada cualidad del fenómeno; o bien, la
cualidad del fenómeno en cuanto construida (o enunciable) por determinado
fragmento textual (consideración intensional de la semiótica): "La
identidad (...) no es la relación entre un objeto y sí mismo, sino la relación
que se establece entre dos nombres cuando designan el mismo objeto"
(Kripke, S. A., 1980: 107), identidad en la designación del objeto o en la
designación de una cualidad de ese objeto. Con diferente terminología, esta
operación, llamada allí "de atribución", se define en Magariños de
Morentin, J. A., 1986: 145: "Aquella mediante la cual se pone en relación
una forma con un valor".
(xlix/ parág. 81). Esta
operación contrastativa tiene por objetivo establecer la presencia de, al
menos, "dos valores antagonistas asignados a un lugar determinado del
esquema sintáctico" resultante del análisis de un determinado corpus de
discursos sociales, de modo "que pueda desencadenar, en el intradiscurso
de las secuencias discursivas dominadas por determinada formación discursiva,
una modalidad contrastativa de la identificación sintácticamente
realizada" (Courtine, J.-J., 1981: 94). Esta contrastación "produce
un efecto de referencia, en el sentido de que su forma sintáctica tiene por
efecto la identificación contrastativa de sustitutos sinonímicos que pertenecen
a dos clases referenciales antónimas" (ibid.: 102), siendo, a su vez, por
efectos de esta referencialidad contrastante, como un fenómeno adquiere la
calidad de objeto semiótico, ya no solo identificado, sino semantizado mediante
la concurrencia efectiva de los enunciados competitivos simultáneamente (en
sincronía) vigentes en una comunidad. En Magariños de Morentin, J. A., 1986:
148, se define esta operación (con el nombre de "operación de
sustitución") como "aquella mediante la cual, dados n universos
diferentes de formas (n mayor o igual a 2), en relación de sincronía, las
formas pertenecientes a uno de tales universos se ponen en relación con los
valores atribuidos a las formas del otro (u otros) universo(s)".
(l/ parág. 84). La
operación transformacional (término que no se relaciona, en este caso, con las
gramáticas generativas o transformacionales) tiene por objeto mostrar el valor
histórico de la significación social de determinado fenómeno, relacionando el
contraste de significaciones identificables en determinado momento de
determinada sociedad, con el contraste de las significaciones identificables en
otro determinado momento (anterior o posterior) de esa misma sociedad. Que
aparezca o no tal valor histórico dependerá de que la relación entre tales
contrastes demuestre la efectiva transformación de la significación en uno y
otro de los momentos tomados en consideración (diacronía). A tal efectiva
transformación del valor histórico se la denomina "superación" y, con
este término, ha sido definida en Magariños de Morentin, J. A. (inédito): 23,
como "aquella mediante la cual, dados n pares de universos de formas (n
mayor o igual a 2) semióticamente semantizadas, las contradicciones lógicas
inherentes a cada uno de tales pares dan lugar a nuevos pares de universos de
formas con sus respectivos valores atribuidos" (se ha optado por esta
versión de la definición, en vez de la de 1986: 153, para evitar lo farragoso
de la definición desarrollada en este último lugar, si bien operativamente tiene
un mayor valor descriptivo).
(li/ parág. 87). En esta
definición de "superación" confluyen, tanto una consideración
dialéctica como otra que aprovecha la metáfora topológica de la catástrofe. En
el primer sentido, "lo que resulta superado se encuentra abolido,
suprimido, en un sentido. Y, sin embargo, en otro sentido, lo superado no deja
de existir, no cae en la pura y simple nada; al contrario, lo superado se
encuentra elevado a un nivel superior. Pues ha servido de etapa, de mediación
para obtener el 'resultado' superior, y, ciertamente, la etapa atravesada no
existe ya en sí misma, aisladamente, tal y como era con anterioridad, sino que
persiste a través de su negación, en el resultado" (Lefebvre, H., 1984:
267). Un estudioso tan poco sospechoso de hegelianismo como W. Labov formula
las siguientes reflexiones que ayudan a entender e, incluso desde una
perspectiva pragmática, a establecer la utilidad empírica del concepto de
"superación"; "Las variables más próximas a la estructura de
superficie frecuentemente son el foco del compromiso (affect) social. De hecho,
los valores sociales se atribuyen a las reglas lingüísticas sólo cuando existe
la variación. Los hablantes no aceptan fácilmente el hecho de que dos
expresiones diferentes realmente 'signifiquen lo mismo' y hay una fuerte
tendencia a atribuirles diferentes significados. Si un determinado grupo de
hablantes usa una variante particular, entonces, el valor social atribuido a
ese grupo se transferirá a esa variante lingüística. Sturtevant (1947) ha
propuesto un modelo general de cambio lingüístico mostrando la oposición de dos
formas cada una de ellas favorecida por un determinado grupo social. Cuando se
alcanza el éxito y una forma llega a universalizarse, el grupo social a ella
vinculado desaparece" (Labov, W., 1984: 251), y desaparece también el
significado social diferencial del fenómeno construido mediante la
correspondiente expresión. Desde la otra perspectiva, también entra en
funcionamiento el concepto de "superación" cuando se describe o se
aplica el concepto de "catástrofe". Aún sin concordar con las bases
filosóficas inherentes al pensamiento de René Thom, resultan instrumentalmente
útiles sus reflexiones. J. Petitot-Cocorda formula un elemental y claro resumen
de ese modus operandi: "Para comprender un proceso de discontinuidad hay
que colocarse en la siguiente situación general. Consideremos un sistema S
susceptible de cierto número de estados estables regulados por una dinámica que
opera en un espacio de parámetros descriptivos del sistema (del tipo espacio de
fase) llamado espacio interno. Suponemos adem s que el sistema S depende de un
control; es decir, que es posible operar sobre el mismo controlando el valor de
otros parámetros que varían en otro espacio, llamado, por oposición, espacio
externo. Sea entonces S el sistema para el valor s del control, encontrándose
Ss en el estado estable As. Al hacer variar el control s en forma continua,
puede suceder que para ciertos valores de ese control, una variación , por
mínima que sea, haga saltar bruscamente el sistema de un estado a otro. Se dice
entonces que se ha producido un cruce de un punto catastrófico, o bien que el
sistema ha sufrido una catástrofe. Y en el caso (muy frecuente) de que sea el
espacio externo el que soporta la aparición del fenómeno, su lugar catastrófico
mismo aparecerá como un sistema de discontinuidades que discriminan zonas
fenomenológicamente homogéneas" (Petitot-Cocorda, J., 1988: 129).
(Los números romanos al
final de las referencias remiten a las notas en que se citan los
correspondientes textos.)
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conocimiento. Madrid: Cátedra (Filosoficky casopis, 1974) (xxxii)
ZIMA, Peter V.
1989 "Parataxis und
Dekonstruktion. Von Adorno zu Derrida", en Semiotische Beritchte 13: 4-17
(xxxix) (xliv)
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Juan Magariños de Morentin
Facultad de Periodismo y
Comunicación Social
Universidad Nacional de La
Plata
Han colaborado en el
presente trabajo los integrantes del Equipo de Investigación "Análisis
Semiótico del Discurso Político", radicado en la Facultad de Periodismo y
Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata: Cristina Baccin,
Nancy Adriana Fernández, Carlos Eduardo Gassmann, Roque Graciano y Juan Domingo
Masiuk, así como la colaboradora Miriam Silvestre.
Agradezco a quienes leyeron
los originales de este trabajo y aportaron sus sugerencias: Dr. Anibal
Bibiloni, Ing. Julio Cuyás, Dr. Osvaldo Ferrer, Dr. Héctor Lahitte, Prof. Ural
Amor Pérez y Dra. Giovanna Winchkler; ello no les obliga a compartir nuestros
puntos de vista y, por supuesto, no son responsables por nuestros eventuales
errores.
*
Primera edición, 1991- Reeditado en Fundamentos Lógicos de la Semiótica.
Buenos Aires, Edicial, 1996.